Buena película, sobre todo en el apartado visual.
A una estrella del medio audiovisual la botan de su curro porque ya es una pureta, aunque todavía está cañón. Un médico que parece un maniquí le ofrece una terapia de rejuvenecimiento mediante la creación de un yo alternativo, que resulta que te sale de la espalda y es una versión mejorada del propio ser. Su otra yo resulta ser una muy mala persona y le busca la ruina.

A dos comerciales puretas dedicados a la venta de relojes los botan de su curro cuando el dueño echa el cierre ante la ofensiva de lo digital. Como el panorama lo tienen más negro que el culo de un mono, a uno de ellos se le ocurre probar suerte en un programa de becarios de Google, donde, contra todo pronóstico, son admitidos.
Rodeados de pipiolos, los dividen en grupos y tienen que superar distintas pruebas. Al principio lo pasan regulichi, pero luego se meten a los chavales de su grupo en el bolsillo y terminan petándolo.
Ojo a los chupitos como vasos de agua que se atizan allende en la tierra de los valientes, allí no hay combinados ni pelotazos que valgan. Un vaso de duralex ochentero hasta arriba de tequila. Te puedes imaginar cómo acaban los gachones.

Otra manida historia de un pavo al que se le va la pinza. Le ocurre una desgracia, su cerebro decide que pasa siete pueblos de tener un traumita y teje una historia alternativa de malos malísimos, pero en la cual él al menos no es un petardo. A dos minutos del final te lo aclaran todo, se te queda una cara estilo "me has mareado una hora y media" y te dan ganas de denunciarlos. En fin. No le pongo un cero porque no me dejan.