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Críticas ordenadas por utilidad
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6,5
4.397
8
28 de septiembre de 2024
28 de septiembre de 2024
71 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
El actor Juan Diego Botto recordaba hace unos días, en una entrevista, cómo la antropóloga norteamericana Margaret Mead decía que el primer signo de civilización en la cultura antigua era un fémur roto y luego sanado. Este fósil demostraba que alguien debió de tomarse el tiempo para quedarse con la persona accidentada, vendarle las heridas, llevarla a un lugar seguro y acompañarla durante su recuperación. Acompañar y ayudar a alguien cuando tiene problemas es, según Mead, el momento en el que comienza la civilización.
'Los destellos', el tercer largometraje de la directora zaragozana Pilar Palomero ('Las niñas' y 'La Maternal'), habla de esta necesidad cultural y civilizadora de los cuidados, de estar a la vera del otro hasta que la vida del otro se apague. De estos cuidados habla también 'La habitación de al lado', la nueva película de Pedro Almodóvar, en la que participa Botto y flamante ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia.
En 'Los destellos', Patricia López Arnaiz, siempre sobresaliente, interpreta a Isabel, una mujer que acepta “el marrón” de acompañar a su expareja Ramón, que está atravesando una enfermedad terminal, en sus últimos días de vida. No lo hace por él, sino por Madalen, la hija que tienen en común, interpretada por una debutante Marina Guerola, que dará mucho de que hablar en la futura temporada de premios. Antonio de la Torre, mucho más delgado y desmejorado, borda el papel de Ramón, ofreciendo una de las mejores interpretaciones de toda su carrera.
En un mundo en el que el individualismo impera, Pilar Palomero reivindica en su tercera película, inspirada en el relato 'Un corazón demasiado grande', la importancia de la empatía y la bondad en los momentos de mayor vulnerabilidad. 'Los destellos' es una película luminosa, un viaje redentor hacia la muerte, a través de un relato hermoso sobre la vida.
'Los destellos', el tercer largometraje de la directora zaragozana Pilar Palomero ('Las niñas' y 'La Maternal'), habla de esta necesidad cultural y civilizadora de los cuidados, de estar a la vera del otro hasta que la vida del otro se apague. De estos cuidados habla también 'La habitación de al lado', la nueva película de Pedro Almodóvar, en la que participa Botto y flamante ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia.
En 'Los destellos', Patricia López Arnaiz, siempre sobresaliente, interpreta a Isabel, una mujer que acepta “el marrón” de acompañar a su expareja Ramón, que está atravesando una enfermedad terminal, en sus últimos días de vida. No lo hace por él, sino por Madalen, la hija que tienen en común, interpretada por una debutante Marina Guerola, que dará mucho de que hablar en la futura temporada de premios. Antonio de la Torre, mucho más delgado y desmejorado, borda el papel de Ramón, ofreciendo una de las mejores interpretaciones de toda su carrera.
En un mundo en el que el individualismo impera, Pilar Palomero reivindica en su tercera película, inspirada en el relato 'Un corazón demasiado grande', la importancia de la empatía y la bondad en los momentos de mayor vulnerabilidad. 'Los destellos' es una película luminosa, un viaje redentor hacia la muerte, a través de un relato hermoso sobre la vida.

5,8
137
6
8 de septiembre de 2024
8 de septiembre de 2024
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La premisa de 'Sidonie en Japón' podría ser un borrador abandonado en el cajón de Woody Allen, que nunca llegó a ver la luz. Isabelle Huppert, siempre impecable en todas sus interpretaciones, da vida esta vez a Sidonie Perceval, una escritora francesa que viaja a Japón para reunirse con su editor, Kenzo Mizoguchi, interpretado por Tsuyoshi Ihara, con motivo de la reedición de su primer libro.
Sin embargo, la directora francesa, Élise Girad, construye en 'Sidonie en Japón' una obra totalmente alejada del estilo del director estadounidense, creando una pieza mucho más sutil y contenida, en la que retumban los silencios. La cinta recuerda, más bien, a títulos como 'Come, reza, ama' o 'Lost in translation', donde ambas protagonistas también emprenden un viaje de descubrimiento personal.
A lo largo de los noventa y cinco minutos que dura la película, vemos cómo la relación entre Sidonie y Kenzo va floreciendo como los cerezos rosados en los campos de Japón. El largometraje de Girad está salpicado, además, por algunos momentos de humor, que rompen con el tono frío y dramático de la historia y consiguen hacerla más llevadera.
A pesar de su ritmo (quizás) excesivamente pausado y de sus caídas en ciertos clichés sobre la cultura nipona, 'Sidonie en Japón' es un recordatorio, necesario, de que las historias de amor no tienen edad ni fecha de caducidad, y de que las mujeres maduras tienen deseo, se sienten deseadas y follan, que es algo que el cine de Hollywood suele olvidar. El cine necesita más protagonistas como Sidonie: mujeres que no sólo son madres o esposas, sino personajes completos, en constante evolución, que llegan incluso a ver el fantasma de su marido muerto, como le ocurría también a Demi Moore en 'Ghost'.
La película, además de contar con una fotografía excelente (cada fotograma parece una postal turística que invita a ir a Japón) y una emocionante banda sonora de piano, contiene una de las escenas de sexo más bonitas del año.
Sin embargo, la directora francesa, Élise Girad, construye en 'Sidonie en Japón' una obra totalmente alejada del estilo del director estadounidense, creando una pieza mucho más sutil y contenida, en la que retumban los silencios. La cinta recuerda, más bien, a títulos como 'Come, reza, ama' o 'Lost in translation', donde ambas protagonistas también emprenden un viaje de descubrimiento personal.
A lo largo de los noventa y cinco minutos que dura la película, vemos cómo la relación entre Sidonie y Kenzo va floreciendo como los cerezos rosados en los campos de Japón. El largometraje de Girad está salpicado, además, por algunos momentos de humor, que rompen con el tono frío y dramático de la historia y consiguen hacerla más llevadera.
A pesar de su ritmo (quizás) excesivamente pausado y de sus caídas en ciertos clichés sobre la cultura nipona, 'Sidonie en Japón' es un recordatorio, necesario, de que las historias de amor no tienen edad ni fecha de caducidad, y de que las mujeres maduras tienen deseo, se sienten deseadas y follan, que es algo que el cine de Hollywood suele olvidar. El cine necesita más protagonistas como Sidonie: mujeres que no sólo son madres o esposas, sino personajes completos, en constante evolución, que llegan incluso a ver el fantasma de su marido muerto, como le ocurría también a Demi Moore en 'Ghost'.
La película, además de contar con una fotografía excelente (cada fotograma parece una postal turística que invita a ir a Japón) y una emocionante banda sonora de piano, contiene una de las escenas de sexo más bonitas del año.
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