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España España · Valencia
Críticas de Carorpar
Críticas 1.139
Críticas ordenadas por utilidad
6
20 de febrero de 2013
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Correcto western de aliento clásico rodado en una época en que dicha etiqueta comenzaba a estar en entredicho. En juguetón ejercicio de estilo, Hawks emula, con mínimas variaciones, su propia "Río Bravo", siete años anterior. El problema de las fotocopias es que, por defecto, acostumbran a salir más pálidas que el original. Así le sucede a "El Dorado": frente al pulso poderoso con que está narrada la tensa trama de "Río Bravo", "El Dorado", por contra, no va más allá de una deshilvanada sucesión de episodios un tanto átonos. Incluso adolece de ciertos fallos de raccord- alguno verdaderamente abultado- que delatan una apatía impropia de un director de la talla y el nombre del que nos ocupa.
No obstante, el excelente reparto acude al rescate y salva los muebles- no sin antes romper unos cuantos sobre crismas tanto amigas como enemigas-. Porque, como siempre digo, la presencia de John Wayne basta. Y en esta ocasión apenas si endiña un par de tímidas galletas amistosas. Cosas de la edad. Robert Mitchum es un intérprete de mucha más hondura que el showman Dean Martin, de modo que en este aspecto- y pocos más- "El Dorado" sí mejora a "Río Bravo". Estupendo, por su parte, un simpático James Caan previo al eléctrico Santino Corleone que compondrá para Coppola. Eso sí, no sé qué resulta más ridículo, si la chistera con que se toca o el planchado de cabello un tanto sarasa que ésta oculta. No así su pistolón de perdigones, ineludible "must" en cualquier encuentro de la NRA que se precie.
Carorpar
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7
9 de febrero de 2012
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante western de 1972 en el que se proyectan muchos de los valores contraculturales de la época, tan bellos como ingenuos- "viviremos de la tierra"-; tan inconscientes, tan adolescentes como sus protagonistas:
Picaresco el simpático Jeff Bridges en un papel que le cae tan bien como a nosotros él mismo, replicado por un kantiano Barry Brown, quien, con el devenir de la película y los acontecimientos, se irá deshaciendo de su cuadriculada mentalidad metodista, influido no tanto por las malas compañías de Bridges y su imberbe banda como por la amoralidad de un mundo que no atiende a más imperativo ético que la supervivencia propia.
La preciosa fotografía de un film rodado casi al completo en exteriores logra describir la insignificancia humana en medio de la enormidad natural sin caer en grandilocuencias autocomplacientes de Costners introspectivos y bayaderos lobos con calcetines.
Resulta muy de agradecer, por cuanto a la cuota de veracidad que aporta, la recreación sin coreografía de los tiroteos, plagados de disparos por la espalda, probablemente más próximos a la realidad que lo que el arquetipo ha grabado en el inconsciente cinematográfico colectivo.
No tan de agradecer, por contra, es la traducción que del título original- "Bad Company"- se hizo al castellano. Vale que traducir es también interpretar, pero en este caso me da que el responsable se pasó de "auteur".
Carorpar
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6
28 de enero de 2018
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simpática comedia “indie” en absoluto inofensiva, pese al aparente desenfado característico del subgénero. Porque, junto a la consabida amargura que acompaña cualquier recreación —moderadamente seria, se entiende— del mundo adolescente, con sus angustiosas soledades, hallazgos traumáticos y desencuentros a priori imperdonables, encontramos en “Lady Bird” una visión muy poco complaciente del sistema educativo americano y los procelosos trámites de acceso a la universidad. Resulta especialmente llamativo en comparación con el “Estado del Bienestar” del que todavía, aunque a duras penas, disfrutamos en Europa —un ejemplo serían las cada vez más menguadas becas “Erasmus”— y en España, donde cualquier ciudad de provincias goza de un campus público en condiciones. Veremos cuánto tardan en despojarnos también de éstos; a tenor de lo visto y oído en el último lustro, es cuestión de pocos años.
En el plano puramente cinematográfico, el debut tras las cámaras de la guionista Greta Gerwig hace gala de la sencillez formal que exigen historias así. “Lady Bird” no se complica y sigue la segura senda abierta por películas como “Juno” (ídem, 2007). Orbitando en torno al carisma del personaje que encarna una brillante Saoirse Ronan y teñida de un leve feminismo burlón —los varones, incluso los muy adultos, adolecen de una cómica falta de madurez y/o inteligencia—, presenta unos cuantos pasajes verdaderamente divertidos, hilarantes algunos, y ello sin que sea la carcajada su objetivo final. Asimismo merecedora de loa es la galería de secundarios, en especial un insólito Lucas Hedges y Beanie Feldstein, hermana del igualmente inclasificable Jonah Hill.
En fin, “Lady Bird” constituye un entretenimiento saludable que, como antes señalé, invita además a un par de reflexiones. No se llevará ninguna de las cinco estatuillas a las que está nominada, pero su mera inclusión en las quinielas de los óscar ya supone un logro digno de figurar entre motivos tales para la reflexión.
Carorpar
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5
30 de diciembre de 2017
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
“OtherLife” parte de unas premisas, tanto temáticas como formales, indiscutiblemente interesantes. Respecto a las primeras, sitúa la distopía en nuestros días, con lo que de sugestivo y/o turbador, por familiar, ello conlleva. En cuanto a las segundas, e igual que sucediera en el caso de “Spectral” (ídem, 2016), también de Netflix, asume con saludable naturalidad su condición de serie B y sublima las estrecheces presupuestarias, mucho más que enmascararlas, con una puesta en escena sobria como la sopa castellana y los efectos digitales justos para sabernos ante una cinta de ciencia ficción y no un episodio restaurado de “Estudio 1”.
La sufrida protagonista, una Jessica De Gouw cuya cerúlea palidez no le resta un ápice de intensidad, entrega un trabajo por demás correcto, e incluso se adorna con unos cuantos momentos rayanos en la brillantez. Lástima que sus compañeros de reparto no le lleguen a la suela del zapato, si bien los personajes que les caen en suerte ayudan poco. Porque el hermano en coma manifiesta más signos de actividad neuronal que todos ellos juntos. Insisto, con independencia del escaso talento de sus intérpretes, la responsabilidad de tamaña conjunción mostrenca habría de pesar, en último término, sobre la conciencia del los guionistas. Quiero creer que, como la del guión fue una labor colectiva, medió un reparto de tareas. Es imposible que una misma persona haya escrito un planteamiento tan sugerente, su vigoroso desarrollo —emparentado, desconozco si conscientemente o no, con “El incidente del Puente del Búho”, del maestro Ambrose Bierce— y el ridículo, risible desenlace, con ambos antagonistas pugnando por meterse el dedo en el ojo, literalmente.
Con todo, seamos positivos —es Navidad, o lo fue hace nada— y quedémonos con lo principal: “OtherLife” es una buena muestra de que unos pocos mimbres, trenzados —en general— con gusto, pueden dar un resultado de lo más decoroso.
Carorpar
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7
9 de enero de 2021
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupendo thriller independiente, de lo mejor que se ha rodado últimamente —que tampoco es mucho decir, pero ese es otro cantar—. “Sweet Virginia” constituye la prueba fehaciente de que para hacer las cosas bien no se necesitan grandes dispendios presupuestarios, ni pirotecnias abrumadoras ni una legión de rostros celebérrimos. Sólo un mínimo conocimiento de los códigos, algo de gracia para exponerlos y un puñado de intérpretes que se crean sus papeles.
La película de Jamie M. Dagg, cineasta canadiense al que conviene seguir la pista, es un “neo-noir” bastante convencional en el desarrollo de su trama, pero que presenta un elemento novedoso ciertamente sugestivo: la ambientación rural, esa Améria profunda que lleva años asomando la patita —en rigor, el fusil de asalto— hasta literalmente irrumpir anteayer en el Capitolio, sacrosanta sede de la soberanía nacional. Con sus viejas glorias del rodeo, “white trash”, camionetas “pickup”, “diners” abiertos 24 horas y violencia cotidiana, se trata de un mundo que, a los urbanitas de la costa este y a los civilizadísimos —aunque cada vez menos, también nosotros— europeos, se nos antoja extraño como el paisaje marciano.
Asimismo, el reparto, breve e integrado por actores secundarios y principalmente televisivos, entrega un trabajo sobresaliente. Los hermanos China —muy competentes guionistas, pese a su apellido, que invita a imaginarlos regentando un bazar, o un puesto de comida para llevar— dan una vuelta de tuerca a los arquetipos: la “femme fatale” es una post-adolescente semi-analfabeta y resentida. La dama, una adúltera intransigente. El héroe, un pobre hombre más acabado que Adrien Brody. Y el villano, encarnado por un excelente Christopher Abbott, tan escasamente dotado de habilidades sociales, que acaba uno empatizando con él por vía de la pena, hasta un punto tal, que casi deseas que se salga con la suya.
Carorpar
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