Uno de los grandes puntos positivos de "El cuaderno de Sara" es la ambientación, a la que hay que darle matrícula de honor. El director, Norberto López Amado, nos lleva desde el primer plano al corazón de una África que nada tiene que ver con el África que ve el turista en otros destinos septentrionales, como pueden ser Marruecos, Túnez o Egipto. Aquí conoceremos lo que sucede y cómo sucede en lugares donde el Estado son unos caciques armados dispuestos a asesinar sin piedad a todo aquel que se entremezcle en sus lucrativos negocios.
Belén Rueda, convertida en una de nuestras grandes actrices, se adentrará en la selva para buscar a su hermana en un ejercicio mítico de lealtad a la familia y a los orígenes. El realismo de muchas tomas es tan increíble que parecerá que nos encontramos allí, no cómodamente sentados en el sillón del cine o de nuestro salón. El resto de actores se encuentra a un menor nivel ya que, entre otras cosas, Rueda, acapara todas las escenas. Tenemos que felicitar al director, casi especializado en la dirección de series, y esperemos que nos deleite de nuevo, y pronto con otro viaje cinematográfico como este.

El planteamiento de la trama no puede ser más interesante porque parte de algo tan simple como es la desaparición de dos niños en una escalera vecinal. A pesar de esta magnífica idea, el guion no se desarrolla con suficiente ritmo como para el espectador se vaya interesando cada vez más, por muy buena que sea la interpretación de Ricardo Darín, siempre un valor seguro.
El desenlace no me gustó, no me parece ni creíble ni se sostiene lo más mínimo, por lo que defrauda y te deja con mal sabor de boca. Deja demasiados flecos sueltos. Demasiados.

A esta película le pongo un "6" porque le salva el final, que me gustó mucho, y también los últimos quince minutos, vibrantes. El personaje que encarna Adam Sandler me resulta tan poco creíble que hace que la historia no se sostenga casi en ningún momento. No hablo del actor, que realiza un buen trabajo interpretativo, hablo del perfil del personaje, del joyero protagonista. La entrada de Kevin Garnett no es mala y, a pesar de no ser un actor profesional, no desmerece el plantel de actores ni el de los directores de casting, que nos introducen a un grupo de secundarios muy acertados. A la trama principal el director añade unas subtramas (que no detallaré por razones obvias) que no vienen a cuento y que solo alargan el metraje de esta película que sería mejor si durara veinte minutos menos. En ocasiones el ritmo no se vuelve frenético, se vuelve incómodo, y es algo que tampoco apoya el desarrollo de la película.

La película no aporta un guión especialmente novedoso, plagado de todo el elenco de clichés que vemos en este tipo de tramas. Eso no quiere decir que resulta interesante y amena, que el guión cuenta con una subtrama sentimental que enriquece, algo que se consigue gracias a la capacidad interpretativa y camaleónica de Brosnan. No se ha escatimado en presupuesto y ante nuestros ojos va a desfilar todo tipo de efectos, explosiones, persecuciones y cambios de escenario que conseguirán que el tiempo que dura la película pase rápido.
Una buena opción para distraerse y pasear por parte del mundo, algo que siempre se agradece.

El argumento de la película no es que sea enrevesado, es que es lioso e increíble. No se sostiene por ningún lado, y los personajes lejos de ayudar, despistan todavía más y le restan credibilidad. Por otro lado, más que una película parece un reportaje de Vitoria y de Álava en general ya que está llena de planos, de comentarios y de escenas que nada tienen que ver con la trama y que claramente están ahí de forma forzada. Las relaciones de los protagonistas tampoco se aclaran y dejan demasiados huecos. Sí me ha gustado la música, que crea una buena inquietud para algunas escenas.