Moon es una buena película. Te transmite esa sensación de ahogo y absoluta curiosidad por todo lo que pueda suceder en el espacio. El actor, Sam Rockwell, se sale.

Se trata de una obra de ciencia ficción lenta y dolorosa pero hermosísima en su dirección, en la música, en eso que te hueles pero ni te esperas. Una pequeña joya que merece la pena ver.

La película lo tiene todo para hechizar: una gran historia basada en hechos reales, grandes actores, buena dirección y fotografía y bella música.

Ya conocía la historia de Nicholas Winton quien ayudó a rescatar a cientos de niños de los nazis en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, incluso había visto el vídeo de la sorpresa que le dieron en televisión al encontrarse con algunos de los rescatados y sus descendientes.

La historia en sí provoca admiración por el héroe mezclada con el horror hacia el nazismo y su barbarie. Repito que, aunque todo es correcto, no termino de emocionarme, no llego a ningún paroxismo y la historia, creo, debería llevarme a ese terreno. Eso sí, mi admiración por Anthony Hopkins se mantiene intacta. El gran actor vuelve a hacer un trabajo fantástico y sigue entre mis favoritos.

La recomiendo especialmente a quienes se preguntan a diario qué podrían hacer por los demás, a quienes quieran hacer un viaje distinto a Praga y a quienes escuchan a menudo la ópera "Così fan tutte" de Mozart.

Película entretenida que no sería para tirar cohetes de no ser por el ser vivo más espectacular que anda sobre la tierra; sí, la hermosísima Mónica Bellucci, que se luce físicamente en esta película y, por tanto, hace que aunque el resto lo hacen también muy bien, que esté bien rodada, que tenga un transfondo trágico pero siempre erótico-festivo y dado a la depravación y a las envidias de las gentes del lugar, el hecho de disfrutarla esté plenamente justificado.

Y eso sí, aunque resulta a veces horroroso cómo la tratan por ser como es, no me quiero imaginar a este monumento paseando lo más mínimo por mi pueblo. Acabaría aproximadamente como el final de El Perfume. No digo más.

Vale la pena verla por una breve escena en que Julianne Morre maquilla a Natalie Portman en la que el espectador es el espejo en el que se están mirando; me parece la parte más bella de la película. Si bien lo que ocurre es que simplemente le está mostrando los colores con que se pinta la cara, es decir, un resumen de toda la trama, pues le enseña cómo ha de enmascarar su propio personaje, el que va a interpretar más adelante.

Hay un escándalo, sí, y muchos secretos que van saliendo poco a poco a lo largo del metraje. Me gusta ese Charles Melton, personaje totalmente perdido en una vida que el espectador se cuestiona si él eligió, si tuvo esa elección.

La recomiendo especialmente a los lavados de cara, los restauradores de los amores oprobiosos, a la prensa sensacionalista y, como no, a los coleccionistas de máscaras.