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Críticas de Juan Marey
Críticas 637
Críticas ordenadas por utilidad
9
3 de noviembre de 2013
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joseph L. Mankiewicz partió de una historia real, que estuvo a punto de cambiar el transcurso de la II Guerra Mundial para trasladar a la gran pantalla una de las más interesantes películas del subgénero de espionaje que se hayan rodado nunca. Inspirada en la vida real de Elyesa Bazna, espía albanés durante la Segunda Guerra Mundial que fotografió gran parte de los documentos de la embajada británica en Turquía clasificados de alto secreto, la cinta nos habla de la ambición personal de un individuo aparentemente irrelevante, insignificante, prescindible, un simple ayuda de cámara que conspira para cambiar el destino de decenas de millones de seres humanos en todo el mundo sin que le importe otra cosa que conseguir a la mujer que desea y reunir la fortuna económica que siempre ha perseguido.

Una de las cimas del cine de agentes secretos de todos los tiempos. Narrada con el estilo y la elegancia propios de Mankiewicz, la fluidez del ritmo viene perfectamente complementada por un texto riquísimo repleto de referencias, dobles lecturas, frases lapidarias y juegos retóricos, en los que se luce especialmente un James Mason magistral, inconmensurable, en su encarnación de cínico, inquietante y algo botarate “bon vivant” al que la suerte de la guerra le trae al fresco y sólo busca satisfacer su propio interés económico. La película posee unas claras influencias expresionistas y momentos de suspense típicamente hitchcockianos, al mismo tiempo, no elude el sentido del humor típicamente británico, concentrado en las agudas observaciones del protagonista (o de algunos otros personajes, como el embajador alemán) o en el irónico cierre de la película.

No es, desde luego, de los filmes más conocidos de Mankiewicz, pero creo que merece ocupar un lugar destacado dentro de su filmografía, una película que sin duda vale la pena revisar.
Juan Marey
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8
22 de julio de 2013
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a desempolvar un encuentro tan improbable a primera vista como el que protagonizaron el rudo John Ford y la prodigio Shirley Temple. John Ford, a la sazón flamante ganador del Oscar por “El delator”, se quedó de piedra cuando Darryl Zanuck le anunció que la siguiente sería con esa niña superdotada y sobre todo supertaquillera, toda una veterana que a sus ocho añitos iba por las catorce películas ya, lo que no sabía John Ford era que Shirley Temple era una apasionada de los uniformes, hasta el punto de que más tarde tuvo dos maridos militares, el primero sargento y el segundo comandante. Bueno, pues Zanuck convenció a Ford con dos argumentos de peso, primero un presupuesto de un millón de dólares y segundo podía seguir trabajando con su amigo Victor McLaglen, el rudo sargento MacDuff, el que era una preciosidad cuando era pequeño. Ford aceptó a pesar de que no le gustaban los niños y menos aún los famosos, de que le ponía del hígado las salidas de la pequeña Shirley, que hacía todo lo posible para gustarle al maestro, no se dejaba doblar y aguantaba con estoicismo el rodaje en exteriores a 40 kilómetros de Hollywood. A los problemas sindicales siguieron los exámenes de la niña o la hospitalización de la madre, todo un martirio para Ford que a sus 42 años seguramente se parecía mucho en el rodaje al cascarrabias de C. Aubrey Smith en la película, el septuagenario coronel de un fuerte de escoceses en el norte de la India, en la frontera con Afganistán, que tiene por misión el capturar a un ancestro de Bin Laden, un rebelde muy guapo que encarna César Romero.

“La mascota del regimiento” tuvo una acogida triunfal y también críticas por colonialista. La película tiene momentos memorables como la muerte del sargento McLaglen, la mejor ilustración de la síntesis entre el cine de Ford y el estrellato de Shirley Temple, más allá de alguna mirada a la cámara, en “La mascota del regimiento” la pequeña está perfecta.
Juan Marey
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9
11 de noviembre de 2012
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una cumbre en la obra de Corman en una estupenda adaptación del relato de Poe. El film contiene un prólogo bastante lento en el que se describen las fechorías de Price, dueño y señor de su propio mundo. Luego sigue la configuración ascendente de la tensión.

Nos situamos en plena Edad Media, en una pequeña población italiana ha estallado una epidemia de peste, mientras la plaga, conocida como la Muerte Roja, diezma la población, el sádico príncipe Próspero (Vincent Price) se encierra con sus amigos en su aislado castillo para evitar el contagio, pero la Muerte Roja terminará por hacerse omnipresente.

Gracias a su magistral estilo de narración, la intensa fotografía en color de Nicolás Roeg, el eficaz montaje, y la magnífica interpretación por parte de sus protagonistas (es de resaltar sobre todo la actuación de Vincent Price, lo retorcido, cruel e imprevisible de su personaje hace de él el centro absoluto de la película), este film se ha convertido con el paso del tiempo en una pequeña obra maestra de Corman.
Juan Marey
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7
15 de abril de 2012
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un parque de Roma se descubre el cuerpo de una prostituta asesinada, a partir de este suceso Bertolucci nos presenta una serie de interrogatorios policiales con sus respectivos flashbacks, en los cuales cada uno de los sospechosos y testigos, relatan cada uno de los movimientos que realizaron el día del crimen, y que terminaron llevándolos al lugar donde se cometió el asesinato. Los sospechosos son ladrones, prostitutas, vagos, o proxenetas, todos los cuales relatan historias de pobreza, las que poco y nada tienen que ver con el crimen que se está investigando.

Bertolucci liga temporalmente cada una de las historias mediante una intensa lluvia que se repite en todas las ocasiones. Cada vez que comienza a llover, el director aprovecha para mostrarnos el último día de vida de la prostituta. Cuando la lluvia cesa, Bertolucci retoma el relato de los respectivos sospechosos.

Película interesante, con algunas imperfecciones propias del trabajo de un director primerizo. De todas formas, este es un film de cine negro italiano más que recomendable y constituye un buen punto de partida para comenzar a conocer la obra de este director italiano, obra que supuso su debut cinematográfico y que le valió el reconocimiento de buena parte de la crítica.
Juan Marey
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9
24 de mayo de 2015
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El austriaco Otto Preminger se presentó en Hollywood cuando se acercaba ya a los 30 años, allá por 1935, y enseguida empezó a descollar, entre otras cosas por sus maneras poco maniqueas de abordar los personajes en sus historias, en particular las del género negro. Otto Preminger tenía una personalidad, digamos que bastante fuerte, le iba la discusión, y no tenía ningún reparo en decir lo que pensaba a los grandes de los estudios. Gracias a los éxitos que fue cosechando y a su condición de productor de las películas que dirigía, el director de “Laura” o “Anatomía de un asesinato” pudo preservar bastante su independencia a la hora de elegir temas a veces polémicos y trabajar con quien le parecía oportuno, aunque el momento no fuera el más aconsejable, por ejemplo con Dalton Trumbo cuando el guionista y futuro director de “Johnny cogió su fusil” figuraba en las listas negras del senador McCarthy.

En el caso de “Al borde del peligro” Preminger contó con el guión del escritor Ben Hecht, a partir de la novela “Night Cry” que su autor William L. Stuart resumía así: “Cuando un hombre honrado mata, es evidente que no dispone de escondites, ni de complicidades como un truhán, pero sí tiene una cobertura de primera, su propia reputación”. Es el caso del policía que mata accidentalmente a un mafioso y luego hace todo lo que puede para endilgarle el muerto a otro, la línea divisoria entre buenos y malos, policías y ladrones, es muy relativa.

Preminger reúne de nuevo a Dana Andrews y a Gene Tierney, él con su eterna cara de tristeza y de preocupación estreñida, ella tratada con dosis masivas de muselina en los primeros planos, bellísima, maravillosa como siempre, ¡qué mujer!, es la cuarta vez que la pareja coincide en una película, ronda por allí también Karl Malden en un papel poco relevante.

Si os fijáis bien podréis captar varios gazapos de continuidad en materia de guantes en la escena de la paliza y muerte del héroe de guerra que da pié a todo el lío que se le vienen encima a Dana Andrews, un modesto precursor de “Harry el sucio”.
Juan Marey
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