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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
12 de octubre de 2012 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director y guionista Jeff Nichols apuesta por otra película enmarcada en el cine independiente americano, que se coló en los premios de importantes festivales con un drama psicológico interpretado por Michael Shannon.

La película aborda el tema de la incomunicación, especialmente en la sociedad actual. De ahí que no sea casualidad que la hija del matrimonio protagonista sea sorda. Y lo hace a través de una historia en donde el padre de familia tiene que distinguir si sus ideas apocalípticas sobre el fin del mundo debido a una gran tormenta son reales o, por el contrario, son mero fruto de su imaginación. De esta premisa, el director se sirve de los profundos miedos del protagonista (y del propio espectador) para reflejar esa falta de conexión entre marido y mujer, resueltos de manera magistral en la escena de la mesa de la cocina.

Pero también podemos encontrar temas tan actuales como la crisis económica o la falta de confianza en momentos delicados de nuestro día a día. Sin embargo, a la película le sobra metraje. Además, su principal fallo consiste en que, a mitad del film, uno no sabe por dónde quiere ir el director, hacia dónde va a encaminar la historia. Por eso, el espectador observa desorientado cómo el personaje lucha por saber quién es realmente, pero en ningún momento es capaz de dilucidar qué camino puede siquiera escoger.

No obstante, la película tiene dos momentos sublimes, y son los verdaderos artífices de que el film posea ese “algo más”. Uno es la escena que refleja la incomprensión que ofrece la gente hacia Curtis. Una escena brutal, donde podemos contemplar casi por primera vez el apoyo que su mujer le da, y que plasma perfectamente la situación de un hombre totalmente desnortado. La segunda también es de una bellísma factura. Acompañada por la sugerente música de David Wingo, es una magnífica secuencia sobre cómo solucionar el problema. Sobrecogedora, pero optimista: refleja a la perfección ese proyecto común que es la familia, condensado en la frase que dice la madre: “Si lo hago yo, no somos un nosotros”.

La pareja Michael Shannon-Jessica Chastain realiza un trabajo prodigioso, especialmente el primero, que le otorga al personaje ese rostro y esa angustia capaces de torturar a la persona menos obsesiva. Lástima que la escena final sea tan confusa y ambivalente, porque da la sensación de que ni el propio director sabe qué final darle, y el resultado acaba siendo una película sin definición, que no se declina ni por una parte ni por la otra, de la que no sabes muy bien cómo digerirla.
28 de junio de 2012 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La gran triunfadora de los Oscars de 2012 demostró más que nunca que sobraban las palabras, alzándose, con una película muda, las estatuillas más codiciadas. The Artist es un homenaje al cine en general, incluyendo el comienzo del séptimo arte, el blanco y negro, los diálogos rotulados, las interpretaciones individuales que llenaban la pantalla, la música como hilo conductor de la historia…

Así como el recuerdo de lo que era y, en ocasiones, es: los intereses comerciales, la soledad del que se sintió como un héroe, el convencimiento de no separarse del estilo que te vio triunfar, la necesidad de seguir adelante y adaptarte a la novedad, el anhelo de no morir callando…

Entre sus virtudes, The Artist cuenta con una pareja de protagonistas (Jean Dujardin y Bérénice Bejo) que consiguen llenar el escenario y transmitirnos a la perfección sus diferentes estados de ánimo, tan vulnerables en todos los artistas. Consigue también trasladarnos a esa época pasada (los escenarios, el decorado, la sociedad…), a los inicios de lo que conocemos hoy en día, al fundamental tránsito del cine mudo al sonoro, con lo que ello provocó en nuestro protagonista (brillante la pesadilla de Valentin).

Sin embargo, The Artist adolece de un buen ritmo narrativo, pesando en ocasiones los puntos débiles que este tipo de cine conlleva. Además, se le echa de menos una historia más “mágica”, por lo que acaba importando más la forma que el contenido.

De todos modos, la película tiene un atrevimiento digno de elogiar, y será ideal para los cinéfilos más clásicos, los cuales se abonarán a la nostalgia y recordarán por qué disfrutan tanto con esto: sí, otra vez, con esta maravilla que es el cine.
18 de noviembre de 2011 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo una película como esta se te acaban los calificativos para describirla. No te atreves a dar opinión de ella, pues lo que te cuenta es lo que realmente sucedió en aquel 1940. Lo más macabro a lo que el ser humano puede llegar se plasmó ese año. Por eso es una película a la que pocos peros puedes ponerle, pues debes asumir todo lo que estás viendo en la pantalla. Es una sensación parecida a La Lista de Schlinder. Es una de esas películas que debes ver simplemente para comprobar hasta qué límites puede llegar el ser humano, y para llorar la atrocidad que se cometió.

Las situaciones que describe explican muy bien el grado de confusión a las que llegó la gente, aceptando, criticando o creyendo las mentiras que el gobierno Soviético iba lanzando. Aparecen personajes, en muchas ocasiones, de forma muy fugaz. Pero no importa, porque lo que vale es entender a todas esas personas en un momento de tal impotencia e incomprensión.

De todos modos, si hay personas a las que no le agrada ver películas tan duras (que es muy entendible) basta con que se informen un poco de lo que sucedió en el bosque de Katyn. De todas maneras, el veterano director polaco (Andrjez Wajda) no entra en criticar tanto al gobierno Soviético, sino en honrar a su pueblo polaco esclavizado y asesinado en el pasado, para explicar lo que pasó realmente, y elevar al pueblo polaco a donde se merece.
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spoiler:
Septiembre de 1940. La Unión Soviética provoca una de las matanzas más grotescas de todos los tiempos en el bosque de Katyn, siendo 22.000 ofíciales polacos asesinados. La mentira acerca de quién cometió los hechos, la desesperación en las tierras polacas, la esperanza por una Polonia libre y el patriotismo destinado a una vida mejor y más justa se citan en esta película que explica uno de los hecho más terribles cometidos a cargo de la humanidad.
18 de noviembre de 2011 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de una nueva película sobre el exterminio nazi y la injusticia extrema que sembró Hitler en muchos países. A las ya conocidas La Lista de Schindler, Los Falsificadores, El Niño con el Pijama de Rayas…, y tantas más, le sigue ahora El Pianista, obra que no llega a alcanzar toda la calidad que hubiera querido.

Y es que la historia, a pesar de estar basada en una historia real, no atrae como pueden atraer otras. No decimos nada de la veracidad del film, pues la historia es real, y posiblemente, en algunos aspectos, es la historia más típica en ese momento: un hombre haciendo todo lo posible por no ser encontrado y ejecutado por algún soldado nazi. Pero llega un momento en donde la película deja de tener interés, pues se basa en alargadas secuencias sobre cómo el protagonista huye y vive en las más absoluta penuria. Por eso el espectador se acaba por dormir, ya que sabe en todo momento que el personaje saldrá tarde o temprano con vida.

Por el contario, la película está perfectamente rodada, haciendo gala de una fotografía más que positiva. Gran trabajo del siempre admirable director Roman Polanski. Y es que la película parece más un film polaco, alemán o ruso, por su mayoría de actores y su estilo, pero en cambio se trata de una película americana, en donde el peso de la acción lo lleva un fantástico Adrien Brody, el cual interpreta un papel muy difícil de forma excelente.

Como en todas las películas que tratan de este tema, casi nunca podremos decir que es un largometraje mediocre, pues el simple hecho de lo que ocurrió ya sobrecoge. En El Pianista se recogen escenas realmente duras, dignas de las auténticas fechorías que se cometieron por entonces, y por las que el espectador nunca queda indiferente. He ahí el punto fuerte de El Pianista, y por el que el film aprueba con creces. Con una música acorde con la calidad del pianista, la película flojea en la excesiva duración. De todos modos, se trata de un buen film, aunque ni de cerca el mejor sobre la catástrofe nazi.
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Wladyslaw Szpilman (Adrien Brodi) es un brillante pianista obligado a huir con su familia por causa de la entrada nazi a Polonia. Una vez dirigido con su familia al tren que les trasladará del gueto judío en el que estaban, un policía polaco amigo suyo logra que Szpilman escape y consiga así evitar ese fatal destino. A partir de ese momento, sin su familia y completamente solo, deberá escapar y refugiarse a escondidas para salvar la vida en un país sumido en la más absoluta desesperanza.
17 de noviembre de 2011 0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar, hay que recordar la excesiva duración que tiene la película: dos horas y cuarenta minutos ni más ni menos. Por eso mismo esta película puede ser de esas que haya que verlas con un pequeño “break” en medio, pues si no puede hacerse realmente larga. No pasa nada por hacerlo, pues no rompes el hilo de la acción con ese parón.

Y es que no se trata de una película que, por defecto, se haga larga, como puede haber algunas que, aun siendo de un metraje asequible, se hacen muy cuesta arriba. No, en el caso de esta, es claramente el director el que elige que esta película tenga la duración que tiene. Se trata de ese tipo de cine que cuida minuciosamente cada escena, cada detalle. Que saca de cada gesto una explicación, y que no desecha ningún resto que pueda quedar. Es un estilo que hay que valorar, aunque es entendible que no sea el preferido por la mayoría de la gente, entre los que me incluyo.

Y es que tampoco se trata de un film de mero entretenimiento, sino que está destinado a contarnos un mensaje muy potente: el afán por ser exactamente como otra persona hace que en la vida no acabes siendo nada. Es decir, que renunciar a lo que eres tú te acaba llevando a no ser nadie. Es un mensaje brutal, que se explica excelentemente en la última media hora. Porque está claro que la trama de la película no te va a sorprender demasiado (el mismo título te está contando lo esencial), pues esa no es la función que tiene.

La interpretación de Brad Pitt es sublime, recordando un poco al Javier Bardem asesino de No es País para Viejos; su rostro, su asombrosa pasividad y el respeto que crea contagian también al público, de manera que el espectador siente el mismo miedo que los propios camaradas de Jesse. A destacar también la actuación de Casey Affleck, interpretando con maestría el papel de “chico bueno”, negado al éxito y ansioso de ser por fin alguien. El resto de secundarios es también descomunal.

Se trata por tanto de una película interesante, con un metraje excesivo para algunos y adaptable para otros, pero que tiene más aciertos que fallos
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Jesse James (Brad Pitt) es el temido y adorado al mismo tiempo asesino más peligroso de Estados Unidos. Sus robos y asesinatos se cuentan por cientos, y muchos jóvenes alocados quieren ser como él. Entre ellos está Robert Ford (Casey Affleck), un muchacho de veinte años cuyo sueño es parecerse a la leyenda viva. Pero ese sueño no va a ser posible, y Robert va a optar por otro camino para poder ser recordado.
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