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6,2
9.841
7
24 de noviembre de 2007
24 de noviembre de 2007
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de mis vicios inconfesables, de mis "malas" películas preferidas, más blanda y más empalagosa que la tarta de cumpleaños de Mimosín, pero también encantadora precisamente por eso.
Si uno decide ignorar que la película es un refrito del cine de Frank Capra que casi supera en candidez e ingenuidad al original, que todo está groseramente manipulado para acabar en final feliz y que todos estén contentísimos, y que hasta la chica (adorable Laurie Holden) es la típica rubia de ojos verdes y amplia sonrisa, entonces la peli puede resultar bastante bonita. A ello contribuyen también la cuidada estética "años 50" y una banda sonora con algún tema bastante chulo.
La película, entre otros tópicos (como por ejemplo la manida idea de que el cine es el lugar en el que la gente olvida sus problemas y vive historias maravillosas), también tiene bastante de crítica a la caza de brujas y de defensa y exaltación de los clásicos valores americanos, pero tratándose de un producto tan ñoño como este lo mejor es pasar todo eso por alto. Y más teniendo en cuenta que esos valores son en el fondo tan reaccionarios como el que más. Tiene gracia pensar que, mientras que el "héroe" protagonista se harta de decir que la constitución no se puede cambiar porque demasiados americanos la han pagado con sangre (valiente demagogia, Dios bendito), fuese Thomas Jefferson, precisamente uno de los padres fundadores, quien dijo que las leyes vigentes para una población deberían reformarse para la generación siguiente. Buen papel de Jim Carrey, al que el doblaje le hace mucho daño en este caso, y mejor aún de Martin Landau.
Si uno decide ignorar que la película es un refrito del cine de Frank Capra que casi supera en candidez e ingenuidad al original, que todo está groseramente manipulado para acabar en final feliz y que todos estén contentísimos, y que hasta la chica (adorable Laurie Holden) es la típica rubia de ojos verdes y amplia sonrisa, entonces la peli puede resultar bastante bonita. A ello contribuyen también la cuidada estética "años 50" y una banda sonora con algún tema bastante chulo.
La película, entre otros tópicos (como por ejemplo la manida idea de que el cine es el lugar en el que la gente olvida sus problemas y vive historias maravillosas), también tiene bastante de crítica a la caza de brujas y de defensa y exaltación de los clásicos valores americanos, pero tratándose de un producto tan ñoño como este lo mejor es pasar todo eso por alto. Y más teniendo en cuenta que esos valores son en el fondo tan reaccionarios como el que más. Tiene gracia pensar que, mientras que el "héroe" protagonista se harta de decir que la constitución no se puede cambiar porque demasiados americanos la han pagado con sangre (valiente demagogia, Dios bendito), fuese Thomas Jefferson, precisamente uno de los padres fundadores, quien dijo que las leyes vigentes para una población deberían reformarse para la generación siguiente. Buen papel de Jim Carrey, al que el doblaje le hace mucho daño en este caso, y mejor aún de Martin Landau.

6,2
40.891
6
22 de septiembre de 2007
22 de septiembre de 2007
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frenética aunque sobre todo inverosímil y ruidosa cuarta parte de la saga. Creo que para hacer lo que han hecho podrían no haberse molestado, y de hecho tiene pinta de haber sido una decisión tomada a la buena de Dios para sacar pelas y recuperar un poco a Bruce Willis, viendo que han pasado 12 años desde la última entrega y que el actor ya está bastante mayor.
Hay fundamentalmente dos cosas en la película de las que hablará todo el mundo:
La primera es la idea de mantener a McClane como un negado en todo esto de la informática, de forma que mientras unos hablen de servidores, interfaces o procesadores, su respuesta a todo sea "o haces lo que yo te digo o te inflo a hostias". Que es, en realidad, lo que todos los espectadores entienden, y lo que le emparenta con una manera de hacer las cosas que nunca muere y que siempre funcionará en la pantalla.
La segunda es que, ésta sí, La jungla 4.0 es una película que parece reflejar un poco el nuevo miedo que hay en Estados Unidos a los ataques terroristas y todos esos rollos. Aunque las tres partes anteriores también tenían a terroristas de protagonistas (irónicamente al final todos son siempre vulgares ladrones), ésta es la primera vez que el ataque va dirigido contra toda la población civil del país. Y no solo eso, sino que la idea de los malos es precisamente romper la falsa sensación de seguridad que tienen (tenían) allí, poniendo de relieve lo frágil que puede ser un país ante las catástrofes del tipo que sea, cómo el caos y el miedo se apoderan de todo, etc. Huelga decir que la peli referencia verbalmente no solo al 11-S sino incluso también a las inundaciones de Nueva Orleans.
En el fondo yo creo que todo este pesimista fondo político hace que la película sea más oscura, más nocturna (me refiero a lo que literalmente se ve en la pantalla). Y no creo que esta oscuridad sea algo casual, si la comparamos por ejemplo con la luminosidad de una tercera parte que estaba planteada como un juego constante y algo menos aterrador y más lúdico, por así decirlo.
En conclusión un entretenimiento frenético, con escenas de acción brutales (sobre todo en el cine), y con el humor de siempre también. Pero, a pesar de todo, para revisionar algún día seguiré prefiriendo la primera o la tercera (las de McTiernan).
Hay fundamentalmente dos cosas en la película de las que hablará todo el mundo:
La primera es la idea de mantener a McClane como un negado en todo esto de la informática, de forma que mientras unos hablen de servidores, interfaces o procesadores, su respuesta a todo sea "o haces lo que yo te digo o te inflo a hostias". Que es, en realidad, lo que todos los espectadores entienden, y lo que le emparenta con una manera de hacer las cosas que nunca muere y que siempre funcionará en la pantalla.
La segunda es que, ésta sí, La jungla 4.0 es una película que parece reflejar un poco el nuevo miedo que hay en Estados Unidos a los ataques terroristas y todos esos rollos. Aunque las tres partes anteriores también tenían a terroristas de protagonistas (irónicamente al final todos son siempre vulgares ladrones), ésta es la primera vez que el ataque va dirigido contra toda la población civil del país. Y no solo eso, sino que la idea de los malos es precisamente romper la falsa sensación de seguridad que tienen (tenían) allí, poniendo de relieve lo frágil que puede ser un país ante las catástrofes del tipo que sea, cómo el caos y el miedo se apoderan de todo, etc. Huelga decir que la peli referencia verbalmente no solo al 11-S sino incluso también a las inundaciones de Nueva Orleans.
En el fondo yo creo que todo este pesimista fondo político hace que la película sea más oscura, más nocturna (me refiero a lo que literalmente se ve en la pantalla). Y no creo que esta oscuridad sea algo casual, si la comparamos por ejemplo con la luminosidad de una tercera parte que estaba planteada como un juego constante y algo menos aterrador y más lúdico, por así decirlo.
En conclusión un entretenimiento frenético, con escenas de acción brutales (sobre todo en el cine), y con el humor de siempre también. Pero, a pesar de todo, para revisionar algún día seguiré prefiriendo la primera o la tercera (las de McTiernan).

6,5
114.225
5
22 de febrero de 2009
22 de febrero de 2009
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama fantástico que reventó las taquillas del mundo entero y se convirtió en uno de los títulos más emblemáticos de principios de los 90, Ghost es posiblemente una de las películas de trazo más grueso de la historia del cine, algo que no debería extrañar si se piensa que su autor es nada menos que Jerry Zucker, cineasta curtido en la comedia más disparatada (Aterriza como puedas, Top secret) y en cuyo vocabulario es evidente que no figura la palabra sutileza (ni ninguna otra de significado vagamente parecido).
Pocas veces ha sido tan obvio desde el comienzo que una tragedia se cierne sobre los personajes protagonistas (cuya caracterización se reduce a un par de escenas de tono descaradamente idílico al servicio de la celebérrima canción de los Righteous Brothers), pocas veces los personajes han estado tan caricaturizados (esto va sobre todo por el villano de la función), y pocas veces la música, los efectos especiales o las grotescas interpretaciones han subrayado de una manera tan exagerada las acciones del guion. La puesta en escena -tan simple como en cierto modo efectiva- resulta pedestre hasta el punto de que algunas secuencias remiten casi al cine mudo (los primeros planos de Patrick Swayze expresando miedo o furia están tan torpemente intercalados en algunos momentos que no producen sino risa), y para colmo, en otros aspectos que cabría calificar de más arriesgados, la película resulta inevitablemente ridícula (las sombras que aparecen para llevarse a los malos al infierno hacen parecer imponente al Balrog de Ralph Bakshi, pero la palma se la lleva el plano subjetivo -sin ninguna duda uno de los más feos y absurdos de todos los tiempos- en el que Patrick Swayze atraviesa a una persona, flujo sanguíneo y entrañas incluidas). Por si esto fuera poco, la película se mueve entre el melodrama más lacrimógeno y la comedia más extravagante sin saber muy bien a qué orilla arrimarse, y cada peripecia de Swayze o cada aparición de Whoopi Goldberg (cuyo Oscar es el fenómeno más paranormal de toda la película) tiran por tierra la presunta solemnidad del producto.
Ghost es en definitiva una muestra ejemplar de que un buen argumento (o una buena idea a secas) no da lugar necesariamente a una buena película, y aunque su historia -si bien rayana en la cursilería más absoluta- es bonita y mantuvo mi atención gracias a la rocambolesca combinación de géneros, su desarrollo y puesta en escena dejan mucho que desear. Pese a todo, una recaudación de 517.600.000 dolares la colocó en su momento como la sexta película más taquillera de todos los tiempos (ahí es nada).
Pocas veces ha sido tan obvio desde el comienzo que una tragedia se cierne sobre los personajes protagonistas (cuya caracterización se reduce a un par de escenas de tono descaradamente idílico al servicio de la celebérrima canción de los Righteous Brothers), pocas veces los personajes han estado tan caricaturizados (esto va sobre todo por el villano de la función), y pocas veces la música, los efectos especiales o las grotescas interpretaciones han subrayado de una manera tan exagerada las acciones del guion. La puesta en escena -tan simple como en cierto modo efectiva- resulta pedestre hasta el punto de que algunas secuencias remiten casi al cine mudo (los primeros planos de Patrick Swayze expresando miedo o furia están tan torpemente intercalados en algunos momentos que no producen sino risa), y para colmo, en otros aspectos que cabría calificar de más arriesgados, la película resulta inevitablemente ridícula (las sombras que aparecen para llevarse a los malos al infierno hacen parecer imponente al Balrog de Ralph Bakshi, pero la palma se la lleva el plano subjetivo -sin ninguna duda uno de los más feos y absurdos de todos los tiempos- en el que Patrick Swayze atraviesa a una persona, flujo sanguíneo y entrañas incluidas). Por si esto fuera poco, la película se mueve entre el melodrama más lacrimógeno y la comedia más extravagante sin saber muy bien a qué orilla arrimarse, y cada peripecia de Swayze o cada aparición de Whoopi Goldberg (cuyo Oscar es el fenómeno más paranormal de toda la película) tiran por tierra la presunta solemnidad del producto.
Ghost es en definitiva una muestra ejemplar de que un buen argumento (o una buena idea a secas) no da lugar necesariamente a una buena película, y aunque su historia -si bien rayana en la cursilería más absoluta- es bonita y mantuvo mi atención gracias a la rocambolesca combinación de géneros, su desarrollo y puesta en escena dejan mucho que desear. Pese a todo, una recaudación de 517.600.000 dolares la colocó en su momento como la sexta película más taquillera de todos los tiempos (ahí es nada).

5,7
50.014
6
2 de junio de 2008
2 de junio de 2008
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenido thriller "hollywoodesco" que más allá de la trama criminal trata de que fuera de las matemáticas no existen las verdades absolutas, de que no es posible tener una certidumbre total acerca de nada, de que incluso resulta absurdo intentar predecir el próximo símbolo de una serie lógica porque éste podría ser cualquiera, solo depende de lo complicada que sea la regla por la que se rija. ¿Y qué mejor manera de identificar fondo y forma, de ser coherente con esta idea, que haciendo una película en la que en cada momento, y aún a la vista de los pasos anteriores, el siguiente siempre es impredecible?
Son giros y más giros, algunos casi ridículos, pero siempre con la voluntad de respetar el planteamiento inicial: cada vez que algo parece que va a ser de una manera, resulta que es de otra, o se insinúa que podría ser de otra si se mira desde otra perspectiva. Por supuesto que el guion es inverosímil, pero en parte es esa sensación de caos e impredecibilidad la que se pretende resaltar. Esto se ve concretamente al final cuando ocurre que (VER SPOILER), algo absurdo desde el punto de vista legal o moral, pero que tiene sentido en el contexto de relativismo en el que te lo están contando todo. Ésta (la incertidumbre) creo yo que es la clave de la película, y te lo dice John Hurt ya al principio, antes de los créditos.
Luego por lo demás pues es un thriller al estilo Hollywood, con una forma vista mil veces, personajes sin personalidad, nula química entre Leonor y el Frodo...pero bueno, a mí me ha entretenido y me ha gustado lo que he dicho antes, aparte de que hay un par de interesantes curiosidades lógicas (más que matemáticas) en la peli, como por ejemplo la historia que cuenta John Hurt acerca del sastre y el crimen perfecto.
Son giros y más giros, algunos casi ridículos, pero siempre con la voluntad de respetar el planteamiento inicial: cada vez que algo parece que va a ser de una manera, resulta que es de otra, o se insinúa que podría ser de otra si se mira desde otra perspectiva. Por supuesto que el guion es inverosímil, pero en parte es esa sensación de caos e impredecibilidad la que se pretende resaltar. Esto se ve concretamente al final cuando ocurre que (VER SPOILER), algo absurdo desde el punto de vista legal o moral, pero que tiene sentido en el contexto de relativismo en el que te lo están contando todo. Ésta (la incertidumbre) creo yo que es la clave de la película, y te lo dice John Hurt ya al principio, antes de los créditos.
Luego por lo demás pues es un thriller al estilo Hollywood, con una forma vista mil veces, personajes sin personalidad, nula química entre Leonor y el Frodo...pero bueno, a mí me ha entretenido y me ha gustado lo que he dicho antes, aparte de que hay un par de interesantes curiosidades lógicas (más que matemáticas) en la peli, como por ejemplo la historia que cuenta John Hurt acerca del sastre y el crimen perfecto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
John Hurt acusa a Elijah Wood de haber sido el inicio de la cadena de asesinatos, por haber "animado" a Beth a librarse de sus ataduras y a vivir su vida.

5,5
3.567
8
20 de enero de 2020
20 de enero de 2020
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de este comentario no es una provocación, aunque también, pues mi objetivo es simplemente atraer la atención de aquellos que esten frustrados después de haber visto esta película. El título de este comentario es la simple constatación de que es muy difícil entender The Assassin en un primer visionado, y sin entender quién es quién o por qué hace qué, lo que en realidad sería una historia de intrigas palaciegas complemente secuencial (y "consecuencial", porque cada escena está explicada por una anterior) se convierte en una sucesión de cuadros más o menos bonitos pero de significado aparentemente opaco.
No sé si es así porque porque se rodaron cientos de horas que quedaron en la sala de montaje, o porque la historia es mejor conocida por las audiencias china y taiwanesa que por lo tanto necesitan de menor exposición, o porque Hou Hsiao-hsien desprecia el argumento como motor de las experiencias que genera el cine y prefiere centrarse en el poder lírico de las imágenes y lo que estas sugieren al espectador. Quizás la explicación sea un poco de todas esas cosas, quizás no, pero en cualquier caso así es la película.
Por eso, dado que la exposición del argumento es mínima (por poner un ejemplo, aprendemos que un personaje es el padre de la protagonista porque en una escena determinada, el primo de ella le llama en una ocasión "tío"), es importante ver la película más de una vez. Con ello, estampas que en un principio pudiesen antojarse vacías, apareceran súbitamente pobladas de emoción contenida y significado, mostradas al espectador eso sí a través de un laconismo y un minimalismo extremos (en rima poética con el arte de la época y también con lo que debe haber sido la cultura aristócratica de entonces, pues los personajes apenas muestran sus sentimientos también).
Y en el fondo me da igual que los productores fuesen a la India a comprar las sedas que se utilizan en la película simplemente por una cuestión de fidelidad histórica, aunque a mí me hiciera cierta ilusión ver por ejemplo en las puertas correderas de papel los mismos dibujos de árboles y garzas que vi en Koyasan (Koyasan es un conjunto de templos en Japón que fue fundado por un monje que había pasado bastantes años en Xi'an, actual capital del imperio chino en el que está ambientado la película). Lo realmente significativo es que The Assassin parece existir en un mundo sacado del mito, el mundo representado en el arte chino donde las las ramas de los árboles se retuercen entre colinas siempre invadidas por una niebla tan densa como mística. Y no lo hace de una forma hortera, sino apabullantemente hermosa. Y con una exposición de información tan lírica y escasa que cada mínimo gesto parece tener una importancia transcendental, cada plano una película dentro, y la película misma es un misterio.
No sé si es así porque porque se rodaron cientos de horas que quedaron en la sala de montaje, o porque la historia es mejor conocida por las audiencias china y taiwanesa que por lo tanto necesitan de menor exposición, o porque Hou Hsiao-hsien desprecia el argumento como motor de las experiencias que genera el cine y prefiere centrarse en el poder lírico de las imágenes y lo que estas sugieren al espectador. Quizás la explicación sea un poco de todas esas cosas, quizás no, pero en cualquier caso así es la película.
Por eso, dado que la exposición del argumento es mínima (por poner un ejemplo, aprendemos que un personaje es el padre de la protagonista porque en una escena determinada, el primo de ella le llama en una ocasión "tío"), es importante ver la película más de una vez. Con ello, estampas que en un principio pudiesen antojarse vacías, apareceran súbitamente pobladas de emoción contenida y significado, mostradas al espectador eso sí a través de un laconismo y un minimalismo extremos (en rima poética con el arte de la época y también con lo que debe haber sido la cultura aristócratica de entonces, pues los personajes apenas muestran sus sentimientos también).
Y en el fondo me da igual que los productores fuesen a la India a comprar las sedas que se utilizan en la película simplemente por una cuestión de fidelidad histórica, aunque a mí me hiciera cierta ilusión ver por ejemplo en las puertas correderas de papel los mismos dibujos de árboles y garzas que vi en Koyasan (Koyasan es un conjunto de templos en Japón que fue fundado por un monje que había pasado bastantes años en Xi'an, actual capital del imperio chino en el que está ambientado la película). Lo realmente significativo es que The Assassin parece existir en un mundo sacado del mito, el mundo representado en el arte chino donde las las ramas de los árboles se retuercen entre colinas siempre invadidas por una niebla tan densa como mística. Y no lo hace de una forma hortera, sino apabullantemente hermosa. Y con una exposición de información tan lírica y escasa que cada mínimo gesto parece tener una importancia transcendental, cada plano una película dentro, y la película misma es un misterio.
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