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Críticas 3.469
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
22 de diciembre de 2011
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un hombre, al que se conoce como El holandés errante, sobre el que pesa una terrible maldición por haber renegado de la fe y del amor, y sobre todo, por haber asesinado a la mujer a la que amaba. Por tales motivos, está condenado a vagar por los mares en un barco fantasma y cada siete años tiene una corta oportunidad de volver a vivir como hombre entre los hombres y buscar a una mujer que le ame y que esté dispuesta a morir por él. Sólo así terminará su sufrimiento y podrá redimirse reconociendo el amor.

Hay una mujer llamada Pandora, precursora de Eva, a la que los dioses dieron una caja a guardar, la cual jamás debía abrir porque, de hacerlo, daría a los hombres un terrible regalo. Pero, como Eva, Pandora desobedeció y desde entonces trajo grandes desgracias a la humanidad.

En un barco del que él es el único tripulante, Hendrick van der Zee llega a un pueblo, acertadamente llamado Puerto de Esperanza, y allí conocerá a una maravillosa muchacha llamada Pandora Reynolds, quien parece cansada de burlarse de los hombres que la pretenden y ahora siente que es algo más significativo lo que busca.

Albert Lewin, el director que nos diera “El retrato de Dorian Gray” y “Los asuntos privados de Bel Ami”, continúa en alza con esta esotérica, romántica y apasionante historia en la que expone con todo rigor que “el amor se mide según lo que uno esté dispuesto a abandonar”. Y entonces veremos a un hombre que aprenderá lo que es el amor del alma y a una mujer que sirve a su destino porque también comprende que, cuando se ama, dar es igual a recibir.

Dos estupendas leyendas colmadas de significado, logran confluir para dar fuerza a ese sentimiento que todo lo puede y que da sentido a la experiencia humana. Lewin logra una ambientación sobria y efectiva; detalles con un contenido latente (la pieza que Geoffrey arma, el reloj de arena, el retrato de Pandora…); unos diálogos relevantes y con suficiente esencia filosófica y espiritual; y unas actuaciones de James Mason y Ava Gardner que dan la medida exacta a sus magníficos personajes.

Cine para los que buscan la trascendencia, “PANDORA Y EL HOLANDÉS ERRANTE” motiva la reflexión, anima a ir más allá de lo hasta ahora conocido, y quizás nos permita comprender -o reafirmar- que la vida es mucho más que lo que vemos, y aún mucho más de lo que hasta ahora comprendemos.
5 de julio de 2009
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces se encuentran hombres cuyo amor por una mujer es para toda la vida, y si algún día la pierden, la llevarán en su corazón hasta el último de sus días. Uno de estos hombres es, Jefferson Cody, un exmilitar ya entrado en años, quien ha dedicado su vida a mantenerse muy cerca de una estación comanche, dispuesto a salvar a cuanto hombre (o mujer blanca) es secuestrado por los indios.

Su última oportunidad, lo lleva a rescatar a Nancy Lowe. Con ella mantiene la esperanza de volver a ver viva a su esposa -secuestrada diez años atrás-, y a quien todos dan por muerta, excepto él, pues, hay una luz en su corazón que mantiene encendida para siempre.

Budd Boetticher, logra con, <<ESTACIÓN COMANCHE>>, uno de sus más humanos westerns. Lo que trasciende, no es la aventura con los indios a quienes solamente vemos como los necesarios contrincantes, pero, sin una presencia vital en el desarrollo de la historia. Lo que se da aquí, es la relación entre un hombre ilusionado y honesto, frente a un ambicioso cazafortunas, llamado Ben Lane, y sirviendo ambos de contraposición frente a la vida, ante los ojos de dos chicos, Dobie y Frank, quienes apenas se inician en el camino de las malas andanzas, pero, cuyas conciencias todavía palpitan y les plantean las necesarias objeciones con las que pueden salvarse.

El camino es arduo, y a cada paso nacen esperanzas e ilusiones, pero, también deseos perversos y ambiciones malsanas. Es evidente que, Boetticher, pretende ejemplarizar el camino de la vida, donde se te ofrece a diario una elección de la cual obtendrás, invariablemente, una consecuencia.

Nancy, es la mujer íntegra, a quien también le llegan las ambivalencias que ponen en cuestión el amor de su marido. Dobie, piensa en su padre y se acuerda del respeto que éste le enseñó por las mujeres. Lane, el más aporreado por los reveses de la existencia -aunque esto apenas se adivina porque es de quien menos se nos habla-, ambiciona y sueña con el momento en que podrá echarse cinco mil dólares en el bolsillo... aunque, para esto, acaso tenga que matar; y Cody ¿Conservará sus principios y seguirá leal a aquel amor y a aquella esperanza que lleva tallada muy adentro de su alma?

En el guion, otra vez atinadamente escrito por Burt Kennedy, la narración es mesurada y, Boetticher, ahonda en aquellos caracteres queriendo extraer sus sentimientos y contradicciones; y también se acuerda de Lane, no sólo para poder avanzar en el metraje de la cinta, sino porque ve necesario matizarlo con titubeos como aquel hombre a quien, muy en el fondo de su alma, algo todavía le dice que no es bueno lo que planea.

Atinadas interpretaciones de: Randolph Scott (Cody), Nancy Gates (Nancy), Claude Akins (Ben Lane), Skip Homeier (Frank)…

Tiene sentido recordar el mensaje que le dio su padre a Dobie: “Lo que más importa no es lo que hagas o a quién se lo hagas, sino asegurarse siempre de que vale la pena hacerlo”.
4 de noviembre de 2010
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este no es un filme sobre invasiones con el afán de extender un imperio prepotente; tampoco trata sobre el secuestro de hombres, mujeres, niños y ancianos, cuyo único pecado era ser judíos, negros u homosexuales; no alude a los infames campos de concentración donde se sometía a los prisioneros a todo tipo de vejámenes y torturas... y no veremos las infames duchas de gas donde se acababa con sus vidas sin compasión alguna. Ni siquiera habrá lugar para contemplar las horripilantes y dolorosas fosas comunes, donde cientos de cadáveres, lenta y tortuosamente consumidos, eran apilonados como si de animales se tratara.

De ésto, se han ocupado ya decenas de filmes tan impactantes como: "The Seventh Cross“, "Nuit et Brouillard”, "The Diary of Anne Frank", y muchos otros.

Pero, Luchino Visconti, sentía que faltaba un tema por explorar: El ser interior de una familia matriculada en el nazismo. Para el director italiano, sondear en la intimidad de sus personajes fue siempre más importante que los mismos hechos que ejecutaban, porque era allí donde se les conocía mejor y donde podían ser sacadas a la luz las causas primigenias de sus inclinaciones. Esto es psicología pura, y en tal sentido, la labor de Visconti resulta valiosa y encomiable.

También los nazis tuvieron motivaciones, traumatismos, ausencias afectivas, y malas influencias paternas y sociales que los animaron a ser lo que fueron y a hacer lo que hicieron. No fueron malos per se, no nacieron siendo mala semilla, no odiaban por odiar…

Con ese guion escrito por él mismo, con la colaboración de Nicola Badalucco y Enrico Medioli, Visconti -un hombre culto que supo anteponer el Ser en el corazón de sus historias-, se propuso desnudar sin aspavientos y sin reservas, los vacíos afectivos y los necios paradigmas sobre los que estaba asentada la típica familia nacionalsocialista. Los personajes son puntuales: el empresario dispuesto a cualquier falsedad y adulación para llevarse cómodamente con quienes detenten el poder; el relegado “brillante” con afán de poseerlo todo; la mujer sin escrúpulos que se olvidó de ejercer su papel de madre; el hijo con nobles aspiraciones al que se quiere retener, a toda costa, en la maquinaria familiar… y el joven desadaptado –pedófilo e incestuoso- para quien el nazismo es una feliz oportunidad de desahogo de todo el odio que ha llevado por dentro.

Y en todo ésto, hay un efectivo panorama, suficientemente explícito y bien delineado, que nos permite comprender que no hay gratuidad en el surgimiento y consolidación de uno de los más horrendos movimientos políticos que ha generado la historia humana. Por éste motivo, no hay un solo personaje al que podamos apreciar con otro sentimiento que consideración, porque duele ver como los falsos valores del poder y el dinero, se propagan como dioses... y el amor y el respeto por toda vida, se dejan de lado como si se tratase de bagatelas.

Título para Latinoamérica: LOS MALDITOS
26 de enero de 2011
43 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es uno de los filmes más sorprendentes que haya podido hacerse en los Estados Unidos de Norteamérica. Primero, porque fue producido por uno de los más poderosos Estudios de aquellos tiempos: Warner Bros. Segundo, porque se hizo, en 1943 (en plena II Guerra Mundial), con el beneplácito del gobierno de Roosevelt y como un fuerte filme de propaganda; y tercero, porque su propósito es rectificar -de la manera más objetiva que podía hacerse- la imagen de la Unión Soviética, y demostrar su relevante e imprescindible presencia durante la lucha contra el fascismo.

Todo se inicia con la publicación del libro, “Mission to Moscow”, cuyo autor, Joseph E. Davies, fue embajador norteamericano en la URSS (1936-1938) y vivió siempre por encima de toda sospecha de que tuviera interés alguno en el comunismo ya que, como empresario, tenía una indeclinable fe en el capitalismo; creía en la libre empresa; y era acérrimo defensor del individualismo... y fueron, precisamente estas posiciones, las que animaron al presidente, Roosevelt, a llamarlo para ejercer dicho cargo diplomático, además de que sabía también de una cualidad indeclinable en Davies: Era objetivo y diría, exactamente la verdad de lo que viera y oyera en su misión.

Y así, entre los informes que trae Mr. Davies, y que el filme presenta con relevancia y claridad, queda sentado que: La Unión Soviética era una nación que buscaba “el máximo de bienes para el máximo de gente”; abogaba decididamente por la paz del mundo; y, sin ella no hubiera sido posible enfrentar con éxito al fascismo.

Michael Curtiz, el director asignado para esta singular empresa fílmica, consigue un cuidadoso y sorprendentemente bien filmado documento histórico, el cual es presentado, en las primeras imágenes, por el propio embajador Davies, dando así cuenta de que aprueba, sin objeciones, todo lo que veremos.

Entre los muchos aportes de este gran filme, se revela mediante una representación casi fidedigna del verdadero juicio, lo que la prensa de derecha llamó, “purgas stalinistas”, que no fue más que un juicio objetivo e imparcial contra verdaderos traidores al régimen. También –para acallar a los detractores del comunismo- se ilustra el sustantivo progreso industrial que se venía dando en la URSS, en aquellos años. Se deja en claro que, quizás, ningún líder de una nación ha sido nunca tan mal juzgado como Iósif Stalin... y se muestra la cordialidad y el respeto con que se trataban los cuestionamientos de los visitantes extranjeros.

Pero, había alguien que no deseaba que se difundieran profusamente verdades tan contundentes... y entonces, el filme fue llevado ante la infame Comisión de Actividades Antiestadounidenses (HUAC), donde no tardó en ser acusado de antidemocrático… y el notable guionista, Howard Koch, ¡fue puesto en la lista negra!

<<MISIÓN EN MOSCÚ>>, es un material imprescindible para políticos, historiadores y el público en general.
21 de marzo de 2010
39 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo en gran estima al director Akira Kurosawa autor de obras cinematográficas que aprecio profundamente como “Rashomon”, “Dersú Uzalá” o “Kagemusha” entre otras. Sé de su honda sensibilidad, y del compromiso con la vida y con el arte que siempre lo caracterizó. Pero como no rindo culto a personalidad alguna y soy profundamente leal a mi sentir y a la interpretación que cada cosa me inspira, tengo que decir que, “VIVIR” es, para mi gusto, una salida en falso del director japonés.

Daré mis razones: 1. El personaje protagónico, Kanji Watanabe, me resulta burdo y de tan poca inteligencia como el peor de los burócratas. No por nada se pasó treinta años de su vida sentado tras un escritorio donde apenas respiraba y colocaba algún sello o alguna firma en papeles oficiales. 2. Conocida su enfermedad, lo que aprende luego es muy poco. Comienza por someterse a los pronósticos estadísticos que, ni siquiera le dicta el médico sino un paciente experimentado que conoce el lenguaje que procede cuando un paciente tiene cáncer. “Le queda un año de vida” es la frase lapidaria que escucha y que él asume como sentencia divina. Desde entonces, no lucha por superar la enfermedad sino por vivir lo mejor que puede los días que le faltan. Y eso que llaman “vivir” se lo enseña un escritorcillo al que ha hecho un pequeño favor: Van a las máquinas de juego, a una sala de striptease, a un burdel, a una discoteca… El mensaje no puede ser más pobre. ¿Esto se llama vivir?

3. Después, la vida pone en su camino a la empleada a la que antes no veía. Toyo es una joven agraciada y sobre todo, de una lucidez que alecciona. Watanabe sale con ella, le regala unos calcetines, pero comete la indelicadeza de decirle porqué se los dio. Y, una frase de ella luego, resulta contundente:”Usted no puede hacer responsable a su hijo (de haberse convertido en momia), a no ser que él le hubiera pedido que se convirtiera en momia”. De nada sirve al padre semejante destello, porque nada cambia en la relación con el muchacho.

Lo que hace luego, se sobrevalora inmerecidamente y ni siquiera como espectadores tenemos ocasión de sentir y de tener nuestra propia percepción sobre lo ocurrido. Kurosawa se dedica a poner a una docena de burócratas del ayuntamiento a rendir culto a la personalidad de Watanabe, y son sus frases y sus versiones, lo único que nos da una idea de los últimos días del viejo burócrata. Esto resulta pobre narrativamente, y desde el punto de vista ideológico, es claramente conductista, ya que no deja al espectador libertad alguna.

Y si vamos a lo visual, la película no ofrece nada novedoso ni auténtico. El estilo, curioso en Kurosawa, es de tinte occidentalizado (canción al piano americana, se canta el “happybirthday”…) y, en general, la ambientación posee muy poco atractivo.

En lo que a mi respecta, “VIVIR” es un filme fácil de olvidar.
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