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Críticas 79
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
29 de abril de 2008
23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si existe una palabra con la que se puede calificar el cine de Cronenberg, ésta es visceral, y no sólo por las morbosas imágenes con las que nos suele deleitar, sino también por la garra que destilan sus películas, la fuerza de sus personajes, lo magnético de sus historias.

En Videodrome, vuelve a sobresalir la pasión que el director siente por lo bizarro, por lo que está más allá de los límites. James Woods interpreta a un ejecutivo enamorado de si mismo al que, una atrayente espiral de acontecimientos, acaba por devorarlo por dentro, por hacerle perder su propia identidad, con el añadido que supone el estupendo papel que el actor realiza durante toda la cinta.

Otro de sus puntos positivos resulta ser la multiplicidad de lecturas que la obra tiene, pues no sólo puede considerarse como una distopía futurista, sino que la película no se ciñe a la mencionada lectura en ningún momento y parece coexistir paralelamente con alguna otra bastante más sencilla, que no menos interesante.

En definitiva, una extraña experiencia fílmica que sacudirá los cimientos de aquello que creías escondido, que avivará las fantasías de lo surreal, de lo prohibido. Porque según ves Videodrome te das cuenta de que lo que se cuenta te está sucediendo al mismo momento, porque no te puedes liberar, sólo quieres más.
14 de mayo de 2009
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de todo es que parece sencillo, parece sencillo convertir a Brooklyn en un personaje más de la película, de hecho, parece más sencillo todavía convertirlo en el protagonista de ésta. Brooklyn es el eje alrededor del cual giran todas las historias, una nueva vuelta de tuerca a Nueva York, una visión distinta de la ciudad, distinta y eficaz.

La galería de personajes es tan abierta y dispar como el propio distrito, al que se muestra en todo su esplendor con su diversidad cultural y sus hechos históricos, pero sobre todo, al que se le concede un carisma especial que reside en esos diálogos. Hábiles, mordaces, inteligentes, todo un alarde de buen hacer al guión y de buenas interpretaciones ante la cámara.

Ves a Jackie Robinson correr hasta primera base, ves el estanco y la gente que en él pasa sus horas, ves vendedores ambulantes, timadores, encuestadores y ves a un Lou Reed que ya está preparado para abandonar Nueva York, o eso dice.
Cigarrillos, robos, estancos y los jodidos californianos que, de la noche a la mañana, nos robaron a los Dodgers.

PD: Y todo esto lo digo pese a que esperaba que no me fuera a gustar para poder titular: White in the face.
24 de mayo de 2010
21 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
No recuerdo cómo fue la frase que Lillo soltó en una entrevista hace bien poco en un periódico, pero venía a decir que, en el fútbol de hoy en día, cobraba más importancia la guarnición que el solomillo, lo que pasa entre semana que lo que ocurre en el campo de juego. Me pareció en su momento una reflexión tan lúcida como acertada, pero no sólo limitándola al ámbito al que se refería, sino que es fácil de extender a muchos otros ámbitos, en particular al del mundo televisivo y más aún, al de Lost.

La frase viene a hablar, por ejemplo, del fenómeno mediático que una serie como Lost ha conseguido formar a su alrededor, viene a resumir esa sensación que vengo teniendo hace tiempo: en Lost importa más la trascendencia social que el propio desarrollo de los sucesos que en la serie ocurren. De alguna manera, hace tiempo que lo que crea en la gente es más una necesidad de integración que un disfrute puro y duro de una trama sensata, atractiva y emocionante; de alguna manera, Lost es algún tipo de solomillo relleno de guarnición.

Esto genera dos vertientes de análisis. La primera redunda en la total ausencia de capacidad crítica del común de seguidores de esta moda en la que la serie televisiva se ha convertido, que no han querido ni sabido ver lo que de verdad llama la atención de Lost y que sólo han buscado respuestas a la batería de preguntas con la que los creadores nos han bombardeado durante 6 años perdiendo la noción de que lo que de verdad importa no es el timeline de la serie, sino cómo se gestiona este. Aquí es donde enlaza la segunda vertiente, la que creo que hace especial a Lost frente al resto de hypes que se han visto recientemente, en el cómo los creadores han sabido jugar sus cartas. Es fácil criticar la manera de actuar de Cuse y Lindelof por sus declaraciones magnificientes y, a veces, egomaníacas. Igual de fácil que es criticar los numerosos efectos y defectos de Lost en su desarrollo, la frecuencia de lagunas en su trama y la pérdida de identidad que supone la mezcla de géneros y el reiterativo engaño realizado sin pudor. Lo que ya no es tan fácil es haber creado ese monstruo mediático tal y como lo han hecho, haber conseguido fabricar y vender un producto que actuará como referente generacional.
¿Y cómo lo han hecho? Destacaría una serie de claves que me parecen absolutamente básicas para comprender el éxito de la serie.

(sigue en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En primer lugar, los personajes, el único punto sobre el que Cuse y Lindelof siempre se han mostrado honestos. Lost es una serie donde, al contrario que en otras del mismo estilo, se ha sabido ver a tiempo y manejar la trama como una excusa para mostrar las idas y venidas de todos los estereotipos que un día construyeron como personajes. Todos ellos han tenido sus momentos de gloria y fracaso, todos ellos han generado odios y amores en una especie de culebrón mítico-dramático que ha mantenido en pie toda la trama.
En segundo lugar, haría mención a la estructura externa de la propia serie. Los frecuentes cliffhangers son una mera disculpa para atender a la parte central de la trama, esa disculpa que, como leía hace ya bastante tiempo no sé muy bien a quién ni donde, han permitido crear la primera telenovela que un hombre no se avergüenza de ver. Pero esta propia estructura mismo hace mención al primer punto de lo que he destacado, no es la trama la que domina la estructura capitular de la serie, en absoluto, sino los personajes centrales de cada episodio. La trama es un mcguffin en sí misma, curvea y se retuerce para no ofrecer ninguna salida disponible, salvo presumir que no es relevante para el desarrollo de aquellos que sí importan. Se ha construído un mundo mítico de tal forma que cualquiera puede asumir que, en Lost, todo puede pasar porque no hay reglas. Y eso es fantástico.
En tercer lugar, todo lo que adereza la serie es reseñable. Especialmente la magnífica música de Giacchino y las constantes referencias tanto a la propia serie, como a todo lo que la rodea. Montaje, dirección, sentido del humor y del ritmo y una espléndida disposición de temáticas básicas para el ser humano. Todos los aspectos destacan en un cierto momento de una manera suficientemente digna.


Para concluir, resumiré que si bien mi defensa es elogiosa, no hago más que evitar mencionar la tremenda cantidad de fallos que acumula la serie a sus espaldas. Más que nada porque hay que ser conscientes de a qué nos enfrentamos y es, nada más y nada menos, a lo que me refiero en el título: a un producto televisivo con una fortísima ascendencia social que no sólo nunca ha dejado de serlo, sino que con el tiempo ha ido asumiendo ese rol con más y más decisión hasta hacerse eco de los rumores que, sobre la serie, circulaban por la red.
Un producto de entretenimiento, ni más ni menos. Un solomillo con poca y sabrosa carne y muchísima guarnición de elevada calidad.
29 de septiembre de 2008
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es El arca rusa una propuesta arriesgada y diferente. La única toma de la que consta, rodada en los interiores del peterburgués museo del Hermitage, y trufada de una ingente cantidad de extras, no es para nada su única virtud. Y es que se trata de una película compleja, que se aparta de los métodos del cine tradicional para acercarse a lo documental, por supuesto de manera lírica y ficticia y estructurada en breves capítulos que no sigue un ritmo cronológico concreto.

Pero más allá de todo eso, de su iluminación y colorido, de su ambientación y sus trajes, la película es un cálido homenaje a la madre patria rusa, un gran recorrido por importantes episodios de su historia, algo que le otorga a sus 90 minutos de metraje el privilegio de ser algo más que un magnífico artificio técnico. El bonito desarrollo de la cinta, entre Rembrandts y Cánovas, a lo largo y ancho de los 5 edificios de los que consta el museo es algo irregular por sus diálogos pero constante en sus metas.
Los dos temas abarcados, arte y patria, están tratados con una mezcla terrible de cariño y tristeza, un último canto desde el presente a un agridulce pasado.

Un pequeño recorrido por cualquier capítulo de la historia de Rusia hace que lo comprendamos, que comprendamos la gran desgracia que supone contemplar en lo que se ha ido convirtiendo ese gigante descabezado, o peor aún, un gigante con una cabeza que siempre ha avanzado en contra de hacia donde parece correcto que avancen los pies. Es, por tanto, un homenaje más al pueblo ruso que a Rusia en sí, un canto a su idiosincrasia por encima de las élites gobernantes que siempre les han maltratado. Ese "adiós, Europa" con el que Sokurov despide al ya decrépito diplomático europeo no significa sino eso, una encrucijada en donde Rusia ha de tomar las riendas de su destino, más allá de Europa, porque no son Europa, ni deben serlo. Y es por ello que quiere alejar sus viejos valores continentales e ir hacia adelante, porque todavía hay mucho mar donde poder reafirmar su nuevo objetivo, donde poder navegar hacia nuevos horizontes.
Esa mirada hacia atrás, llena de tristeza en un principio, concede cierta esperanza de cara al futuro, al menos concede la posibilidad de una esperanza, que ya es algo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un pequeño recorrido por cualquier capítulo de la película nos deriva al otro gran tema de El arca rusa. El Hermitage, ese museo, segundo del mundo en número de obras. El arte, en consumo masivo, pierde fuerza, pierde esplendor. Aglomerados en inagotables habitaciones, pasillos, rodeados de gente; Sokurov capta el sufrimiento de los cuadros por no poder mostrarse en condiciones y dota a la película de la calma necesaria, la que tiene un peterburgués que puede pasearse por allí días enteros, la calma necesaria para pararse ante un cuadro cualquiera y, simplemente, observarlo. Fijarse en los detalles, preguntarse acerca de ellos y conseguir reflexionar a partir de ese punto.

Y es que, al fin y al cabo, como un enorme cuadro, El arca rusa es una obra para ver sin prisas, una gran obra artística, plagada de detalles cocinados con maestría y ante los que parar tus ojos y, sobre todo, tu mente. No sólo es una composición estética, va más allá, y eso hoy en día se agradece.
1 de julio de 2008
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
1936. El hombre del sombrero luce uno que ya hace unos años ha pasado de moda, demasiada ala para estos tiempos. Pero él sigue en sus trece y por ello está a punto de perder un brazo por recuperarlo. El hombre del sombrero es Harrison Ford, actor simple, mediocre quizás, pero que ha representado a dos de los héroes más entrañables y cotizados de los 80. De la mano de George Lucas, el Harrison que había participado de secundario dos grandes películas de Coppola, comenzó a ser considerado un principal más que rentable en numerosos proyectos de la época, entre ellos este al que ya de principio denominamos la aventura total.

Raiders of the lost ark o En busca del arca perdida representa para toda una generación esa aventura total, el cine de entretenimiento más puro y divertido, de digestión fácil y no exento de complicidad de cara al espectador. Y no sólo esa generación lo contempló con admiración, la siguiente y un par de ellas más disfrutamos de sus bromas a destiempo, del carácter de las mujeres con las que se cruzaba y de su batalla arqueológica contra los siempre malvados nacis ya bien entrados los 90.

La aventura total es trepidante y perdura en el tiempo, en la aventura total hay buenos con salero y malos de entrecejo fruncido, competidores envidiosos y traidores, hay cicatrices y un final lo más fantástico posible. En la aventura total hay una piedra que rueda, una señorita que tumba camioneros a chupitos, una excavación y un buen amigo con sobrepeso. Hay confusiones y luchas desiguales, hay una pistola contra un sable, hay carcajadas y chulería. La aventura total es previsible y absurda, pero tiene ENCANTO y DIVERSIÓN como ninguna otra, por eso ella es la aventura total.
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spoiler:
Con su permiso, uso el término, siempre desde la admiración.
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