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Críticas ordenadas por utilidad
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4
24 de diciembre de 2010
24 de diciembre de 2010
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mmmm..... Simpática... mmm.... Se deja ver..... mmmm... Diferente... Aburrida, sí, aburrida, un poco aburrida... mmmm... ¿Bill Murray? Bueno, en la misma tinta de siempre pero con más canas... A Bill Cazafantasmagóricoatrapadoeneltiempo Murray se le perdona todo..., pero... ¿cuál es el target de esta película?, me pregunto. Aún intento averiguarlo ¿Hacer reir? ¿Es una comedia? mmm... Si es así, catea. Alguna sonrisilla me ha arrancado, pero no más encendida que aquellas ocasionales que arrancan algunos dramas ¿Es un drama? Pufff... no, no, qué diablos, no es un drama. Entoces ¿Qué se propone? No lo sé, amigos, no lo sé. De hecho, mi evaluación (4) ha sido el producto de una oscilación dubitativa entre el 3 y el 6. Ni que decir tiene que si no hago indagación de los pormenores de la trama, es porque en realidad la trama es lo que menos importa de este film.
Durante su visionado no entendía muy bien cómo un producto que navega peligrosamente las costas de la serie B tenga ese reparto de lujo (¿Cate Blanchett?, ¿Willem Dafoe?, ¿Owen Wilson?, ¿Anjelica Huston? ¿Para qué?). Supongo que queda todo entre amigos y sólo se puede explicar echando una ojeada a la filmografía de Anderson, en la que se pueden encontrar más o menos los mismos nombres.
Según se va enfriando este singular e inclasificable artefacto acuático en mi memoria, más bien parece un intento de chiste mal contado o que nunca tuvo gracia, aunque en su esencia las intenciones en verdad no sean, o no parezcan pretenciosas.
Simpática y sosa.
Durante su visionado no entendía muy bien cómo un producto que navega peligrosamente las costas de la serie B tenga ese reparto de lujo (¿Cate Blanchett?, ¿Willem Dafoe?, ¿Owen Wilson?, ¿Anjelica Huston? ¿Para qué?). Supongo que queda todo entre amigos y sólo se puede explicar echando una ojeada a la filmografía de Anderson, en la que se pueden encontrar más o menos los mismos nombres.
Según se va enfriando este singular e inclasificable artefacto acuático en mi memoria, más bien parece un intento de chiste mal contado o que nunca tuvo gracia, aunque en su esencia las intenciones en verdad no sean, o no parezcan pretenciosas.
Simpática y sosa.

7,1
68.676
8
7 de diciembre de 2008
7 de diciembre de 2008
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo cuando salió a la luz. "Malick vuelve a obsequiarnos con una obra maestra" era, más o menos, la rúbrica general que ya acompañó al film incluso antes de ser estrenada, cuando aún se esperaban resultados, cuando aún las espectativas temblaban candentes.
Una obra tan cuidada exige un juicio cuidadoso. Ya en el comienzo uno se da cuenta de que se está introduciendo en una película especial. La fotografía fascina desde el primer plano, la suavidad de los movimientos de cámara mece la vista, el montaje, que obsequia contrastes, las piezas y el conjunto apuntan poco a poco a la obra maestra que anunciaban los críticos especializados. No obstante el placer estético que rodea al espectador irrevocablemente, según se van sucediendo las secuencias, a este espectador que soy yo, no le abandona la sensación de que algo no encaja. Ese algo puja constantemente por impedir situar la cinta en esas cotas de genialidad auguradas. Por un lado el exceso de conversaciones cuyo trazo empuja algunas sentencias a la categoría de máximas, emitidas sin medida por hombres cuyo modelo se encuentra en la estrechez del hombre joven iletrado, que poco ha vivido y rumiado la vida para la elaboración de esos complejos procesos de estudio personal. Las aspiraciones metafísicas endosadas a personajes de pelaje anodino e incluso vulgar son tónica común en las producciones que quieren proponer un tan sobrevalorado como autocomplaciente cine de enfoque humanístico. Malick adolece también esta afección. Lo que visualmente se nos muestra delicioso está ligado a personajes algo ineficaces, acaso más ineficaces si tenemos en cuenta que se encuentran bajo el rostro innecesario de primeros nombres en el plano interpretativo. Mucho ruido y pocas nueces. Un derroche de primeras figuras que se ve reflejado con mayor evidencia en las innecesarias y pobres apariciones de Travolta, Clooney o Cusack.
Una gran película, sin duda alguna, tan elegante en la producción visual y sonora como pobre en la construcción de personajes.
Una obra tan cuidada exige un juicio cuidadoso. Ya en el comienzo uno se da cuenta de que se está introduciendo en una película especial. La fotografía fascina desde el primer plano, la suavidad de los movimientos de cámara mece la vista, el montaje, que obsequia contrastes, las piezas y el conjunto apuntan poco a poco a la obra maestra que anunciaban los críticos especializados. No obstante el placer estético que rodea al espectador irrevocablemente, según se van sucediendo las secuencias, a este espectador que soy yo, no le abandona la sensación de que algo no encaja. Ese algo puja constantemente por impedir situar la cinta en esas cotas de genialidad auguradas. Por un lado el exceso de conversaciones cuyo trazo empuja algunas sentencias a la categoría de máximas, emitidas sin medida por hombres cuyo modelo se encuentra en la estrechez del hombre joven iletrado, que poco ha vivido y rumiado la vida para la elaboración de esos complejos procesos de estudio personal. Las aspiraciones metafísicas endosadas a personajes de pelaje anodino e incluso vulgar son tónica común en las producciones que quieren proponer un tan sobrevalorado como autocomplaciente cine de enfoque humanístico. Malick adolece también esta afección. Lo que visualmente se nos muestra delicioso está ligado a personajes algo ineficaces, acaso más ineficaces si tenemos en cuenta que se encuentran bajo el rostro innecesario de primeros nombres en el plano interpretativo. Mucho ruido y pocas nueces. Un derroche de primeras figuras que se ve reflejado con mayor evidencia en las innecesarias y pobres apariciones de Travolta, Clooney o Cusack.
Una gran película, sin duda alguna, tan elegante en la producción visual y sonora como pobre en la construcción de personajes.
3
17 de diciembre de 2010
17 de diciembre de 2010
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Denominador común en todos los films que dirige, produce o en los que participa de alguna manera Tim Burton: Visualmente atractivos y de literatura vacua.
Lo malo es que en lo visual hace tiempo que Burton y su pandilla (estos directorzuelos, guionistas e ilustradores que viven a su abrigo y siguen su luminosa estela paternal) lo han dicho todo.
¿Que 9 está muy bien hecha? Sin duda. Como la placa base de mi ordenador o el microhondas que me calienta el Colacao por las mañanas, cuyos clones se extienden todo alrededor de la faz de la tierra sin que nadie repare en su originalidad y su visión creativa sin parangón y todas esas cosas tan bonitas que se dicen de Burton y los que crean desde su pobre perspectiva.
El argumento: Zzzzzzzzzzzzzz. (Spoiler)
Con ésta y Los mundos de Coraline (que respira la misma bochornosa carestía de novedades) ya llevo sobredosis de lentejas este año.
Lo malo es que en lo visual hace tiempo que Burton y su pandilla (estos directorzuelos, guionistas e ilustradores que viven a su abrigo y siguen su luminosa estela paternal) lo han dicho todo.
¿Que 9 está muy bien hecha? Sin duda. Como la placa base de mi ordenador o el microhondas que me calienta el Colacao por las mañanas, cuyos clones se extienden todo alrededor de la faz de la tierra sin que nadie repare en su originalidad y su visión creativa sin parangón y todas esas cosas tan bonitas que se dicen de Burton y los que crean desde su pobre perspectiva.
El argumento: Zzzzzzzzzzzzzz. (Spoiler)
Con ésta y Los mundos de Coraline (que respira la misma bochornosa carestía de novedades) ya llevo sobredosis de lentejas este año.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un muñeco despierta un día en un futuro postapocalíptico sin saber qué sucede. Se da cuenta de que no está solo y hay otros muñecos como él rondando por las ruinas postapocalípticas. Através de éstos se entera de que hay una máquina supermegahipermala que hace cosas terribles y es su deber frenarla. A lo largo del desarrollo se va desvelando que los responsables del fin del mundo han sido... tachán!! los nazis... o bueno, un sucedáneo imaginario (no muy imaginativo) de éstos. Entre los muñecos hay un cobarde, un valiente (el prota, claro, qué te pensabas!), un tonto forzudo, otro que hace dibujos cuyo significado... tachán!! sólo se desvela al final!!, una chica... Y bueno, que al final... tachán!! vencen a la máquina y se pone a llover y dan a entender que hay un renacimiento de todo lo positivo y tal y que viva el ecologismo y la libre plantación de mar....
¿Que te suena todo? Sí, lo hemos visto un puto trillón de veces y puedo augurar, amigo, yo que tengo el singular poder de ver el futuro, que lo seguiremos viendo.
La cosa es que no puedo dejar de preguntarme durante todo el metraje que por qué coño la máquina supermala empieza a fabricar otras máquinas supermalas en un planeta donde todo está hecho añicos y donde no hay nada que destruir o conquistar salvo chatarra y cenizas. Es decir, en otras cintas-cliché de la misma guisa el supermalo codicia algo (ser el dueño del mundo, algún mineral extraterrestre, alguna chiquilla de buen ver a la que en realidad le mola el prota, que es más guapo y es mejor tío, etc.). El asunto es que aquí el malo es supermalo porque sí, por la puta cara, aun cuando no tiene más que unos muñecos de trapo diminutos sobre los que ejercer su estúpida maldad impostada. Digo yo que si, en un hipotético final alternativo los hubiese eliminado, después se habría aburrido infinito.
¿Que te suena todo? Sí, lo hemos visto un puto trillón de veces y puedo augurar, amigo, yo que tengo el singular poder de ver el futuro, que lo seguiremos viendo.
La cosa es que no puedo dejar de preguntarme durante todo el metraje que por qué coño la máquina supermala empieza a fabricar otras máquinas supermalas en un planeta donde todo está hecho añicos y donde no hay nada que destruir o conquistar salvo chatarra y cenizas. Es decir, en otras cintas-cliché de la misma guisa el supermalo codicia algo (ser el dueño del mundo, algún mineral extraterrestre, alguna chiquilla de buen ver a la que en realidad le mola el prota, que es más guapo y es mejor tío, etc.). El asunto es que aquí el malo es supermalo porque sí, por la puta cara, aun cuando no tiene más que unos muñecos de trapo diminutos sobre los que ejercer su estúpida maldad impostada. Digo yo que si, en un hipotético final alternativo los hubiese eliminado, después se habría aburrido infinito.

7,6
29.883
2
9 de enero de 2010
9 de enero de 2010
25 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta que hace poco un amiguete me dejó unas 10 pelis de Allen que no había visto. Básicamente producciones de los 90's y otras de nuestra década, aunque también algún título suelto de los 70's y 80's que no había caído aún al coleto. Ahora que ya voy terminando de verlas todas, tengo la sensación de estar viendo la misma película una y otra vez. Con nombres distintos, en épocas distintas, con argumentos distintos, sí; pero los personajes todos responden a unos modelos tan arquetípicos, tan simplones y bobos, que las ideas en sí, por muy originales que puedan estar representadas en la sinopsis, pierden toda su fuerza en el guión. Todas las acciones y las frases de los personajes son un maldito Deja Vu infinito:
- Se enamoran en 5 minutos.
- Sienten ese deseo sexual estereotipado que nunca es creíble ni mínimamente erótico, y siempre sabe a plástico y a rutina.
- Hacen mención de su psicoanalista.
- Hacen mención de su decorador.
- Hacen mención de su abogado y profieren la palabra "pleito".
- Todos hablan rápido y contínuamente. En el cine de Allen son raras las pausas o los recursos de estilo que den información de los personajes fuera de los diálogos. Como estamos acostumbrados a estos estereotipos, no nos damos cuenta de lo mecánicas que son las causas-efectos en las conversaciones de los personajes. Pin, pan, pin, pan, fuera... siguiente secuencia.
- El adulterio es un tema recurrente. También se dicen con frecuencia cosas como "¿Crees que nuestro matrimonio ha fracasado?" o "Nuestra vida sexual..." esto y aquello. Es decir, todos los lugares comunes de las relaciones sentimentales simplificados hasta la mediocridad again and again.
Podría seguir, claro, pero creo que es suficiente para dar una idea de lo que quiero decir.
En definitiva, todo huele a comedia ligera interpretada por personajes mil veces vistos ya...
- Se enamoran en 5 minutos.
- Sienten ese deseo sexual estereotipado que nunca es creíble ni mínimamente erótico, y siempre sabe a plástico y a rutina.
- Hacen mención de su psicoanalista.
- Hacen mención de su decorador.
- Hacen mención de su abogado y profieren la palabra "pleito".
- Todos hablan rápido y contínuamente. En el cine de Allen son raras las pausas o los recursos de estilo que den información de los personajes fuera de los diálogos. Como estamos acostumbrados a estos estereotipos, no nos damos cuenta de lo mecánicas que son las causas-efectos en las conversaciones de los personajes. Pin, pan, pin, pan, fuera... siguiente secuencia.
- El adulterio es un tema recurrente. También se dicen con frecuencia cosas como "¿Crees que nuestro matrimonio ha fracasado?" o "Nuestra vida sexual..." esto y aquello. Es decir, todos los lugares comunes de las relaciones sentimentales simplificados hasta la mediocridad again and again.
Podría seguir, claro, pero creo que es suficiente para dar una idea de lo que quiero decir.
En definitiva, todo huele a comedia ligera interpretada por personajes mil veces vistos ya...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... En ésta tenemos al eterno personaje sufridor: tiene un curro de mierda pero es soñadora y se evade con las pelis de Hollywood. Acaban echándola, como se veía venir desde el primer puto fotograma en el que se ve a Mia Farrow con cara de mojigata sirviendo mesas.
Su marido es un canalla, pero no es un canalla singular, no señor, es un canalla arquetípico que la sacude!!! No podía ser de otra manera, no Woody, no exprimas tus bien cotizadas neuronas.
Se enamora (joder, qué empalagoso, insistente y superficial es este verbo en la obra de Allen) de un tipo imposible que pertenece a todo aquello que la ayuda a evadirse.
Etc, etc.
En fin... Un castañote soso y vanal. Al menos en otros filmes suyos Allen me ha arrancado algunas carcajadas.
Su marido es un canalla, pero no es un canalla singular, no señor, es un canalla arquetípico que la sacude!!! No podía ser de otra manera, no Woody, no exprimas tus bien cotizadas neuronas.
Se enamora (joder, qué empalagoso, insistente y superficial es este verbo en la obra de Allen) de un tipo imposible que pertenece a todo aquello que la ayuda a evadirse.
Etc, etc.
En fin... Un castañote soso y vanal. Al menos en otros filmes suyos Allen me ha arrancado algunas carcajadas.

5,9
33.478
3
16 de diciembre de 2008
16 de diciembre de 2008
5 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Personalmente, no sé si me he cansado de este tipo de cine falaz, o ya nací cansado. No me gustó Pi: el poco rigor matemático de una película cuyo cimiento argumental principal es otra de esas promesas que alimentan los sueños de un espectador ávido de soñar, y el esterotipo de personaje genial que, dentro de las miserias emocionales que la vida le ha dispensado, alcanza a descubrir ciertas verdades eternas, que ni siquiera el autor es capaz de discernir. Todo bañado en un blanco y negro de alto contraste y diálogos diferentes y originales, siempre a la caza de que una crítica y un público apunte lo distinto, lo arriesgado y lo necesario de su apuesta.
Éste viene a ser el delator principal de ese tipo de creadores que gustan de abanderar razones metafísicas que creen compartir sólo con unos pocos: su constante preocupación por la reacción que sus obras suscitarán en los demás muestra su buscado frikismo, su voluntaria marginación como antídoto que contraresta su pobre autoestima y su inseguridad social, la elección de temas asociados a élites y grupos reducidos de adeptos, como la nueva ciencia, los órdenes místicos, el cine independiente de bajo presupuesto y el desprecio a las vanales superproducciones. Si en Pi Aronofsky pretendía iluminarnos con matemáticas de guisa abstracta, en The Fountain recurre a los tan casposos y caducos como eficientes trucos de las alusiones zen, la vida eterna, las perspectivas legendarias de las civilizaciones antiguas y todo ese largo etcétera de artimañas que a estas alturas, no sólo no revelan nada, sino que además han perdido la elegancia que pudieron tener los días en que fueron descubiertas.
La falacia de Aronofsky consiste principalmente en difuminar todas esas superrealidades teológicas y científicas, inalcanzables al ciudadano medio, con una suerte de vulgares metáforas, con tufo a incienso y liturgias de mercadillo mezcladas con ecuaciones de crucigrama de bolsillo, de modo que, finalmente, se nos oculta la verdadera carestía de profundidad y forma que subyace en su obra.
Más que correctos, Jackman y Weisz, quizás el único respiro de la película.
Cansina la excéntrica y en todo momento artificiosa fotografía que deja pocos momentos de resposo a la vista.
Vulgar la música de un Clint Mansell que debe pensar que una mala melodía pop es fina en tanto esté tocada con un violoncello. Excesiva, por otro lado, su utilización, que deja pocos espacios acústicos libres a lo largo de la cinta, lo que dice mucho de la torpeza en sutilezas de un sobrevalorado director que se ha ganado al público en los terrenos superficiales. Otro ejemplo más de la alarmante ignorancia musical que manifiestan las nuevas generaciones de realizadores.
Éste viene a ser el delator principal de ese tipo de creadores que gustan de abanderar razones metafísicas que creen compartir sólo con unos pocos: su constante preocupación por la reacción que sus obras suscitarán en los demás muestra su buscado frikismo, su voluntaria marginación como antídoto que contraresta su pobre autoestima y su inseguridad social, la elección de temas asociados a élites y grupos reducidos de adeptos, como la nueva ciencia, los órdenes místicos, el cine independiente de bajo presupuesto y el desprecio a las vanales superproducciones. Si en Pi Aronofsky pretendía iluminarnos con matemáticas de guisa abstracta, en The Fountain recurre a los tan casposos y caducos como eficientes trucos de las alusiones zen, la vida eterna, las perspectivas legendarias de las civilizaciones antiguas y todo ese largo etcétera de artimañas que a estas alturas, no sólo no revelan nada, sino que además han perdido la elegancia que pudieron tener los días en que fueron descubiertas.
La falacia de Aronofsky consiste principalmente en difuminar todas esas superrealidades teológicas y científicas, inalcanzables al ciudadano medio, con una suerte de vulgares metáforas, con tufo a incienso y liturgias de mercadillo mezcladas con ecuaciones de crucigrama de bolsillo, de modo que, finalmente, se nos oculta la verdadera carestía de profundidad y forma que subyace en su obra.
Más que correctos, Jackman y Weisz, quizás el único respiro de la película.
Cansina la excéntrica y en todo momento artificiosa fotografía que deja pocos momentos de resposo a la vista.
Vulgar la música de un Clint Mansell que debe pensar que una mala melodía pop es fina en tanto esté tocada con un violoncello. Excesiva, por otro lado, su utilización, que deja pocos espacios acústicos libres a lo largo de la cinta, lo que dice mucho de la torpeza en sutilezas de un sobrevalorado director que se ha ganado al público en los terrenos superficiales. Otro ejemplo más de la alarmante ignorancia musical que manifiestan las nuevas generaciones de realizadores.
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