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Críticas ordenadas por utilidad
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5
6 de noviembre de 2016
6 de noviembre de 2016
Sé el primero en valorar esta crítica
Como secuela que es, empezaré hablando de sus predecesoras. Yo reconozco que, cuando leí “El Código da Vinci” de Dan Brown, pase noches sin dormir por no poder cerrar el libro. Lo mismo me pasó con la novela “Ángeles y demonios” que me gustó, incluso, mucho más. Luego leí “Conspiración” y simplemente me entretuvo. Hay que decir que aquí en España se publicaron en este orden. Se habían escrito en orden inverso. Fue el éxito del “código” el que hizo que se publicaran sus novelas anteriores y que llegaran mas tarde a las librerías españolas.
A partir de ahí, como es lógico, comensaron los rodajes de las películas. Pensaba que el transfer al cine de algo que me había gustado tanto me pasaría factura por el exceso de expectativa. Lejos de la realidad, el trabajo de Ron Howard de filmar el libro fue mucho más que satisfactorio. Salí del cine de ver “El código da Vinci” (2006) sabiendo que había visto una película que se iba a convertir en un clásico del cine moderno. Igualmente de encantado terminé de ver “Ángeles y demonios” (2009). Es más, sabiendo que iba a ver “Inferno”, las repasé la semana pasada las dos.
Pero algo me decía que esta vez no iba a ser así. Y así fue. Los valores que tenían las dos películas anteriores aquí fallan. Para mí los guiones del “código” y “ángeles” tenían un vértigo que no te dejaba pensar. El espectador iba igual de estresado que los personajes. Las acciones se suceden una tras otra y la presión del tiempo en resolver el enigma se te traslada. Ese es el éxito de las dos entregas anteriores y de las novelas de Dan Brown.
“Inferno” no te entra tan dentro. Investigué y la crítica pone que el libro no llega a la altura de las novelas anteriores del autor. Aquí, las faltas de ritmo, la excesiva duración de los diálogos ralentizan mucho la trama. Es más, esta vez se equivocaron de trama principal. Se supone que el argumento dice que Robert Langdom tiene que salvar a la humanidad (lo que me suena a americanada total). Pero, esta, se cruza con una trama en la que hay quienes quieren la muerte del traductor de códigos. Un error grave es que se le dedique más importancia a la trama secundaria que a la principal porque lo que consigue es que todo pierda fuerza y, sobre todo, tensión.
Cuenta la historia de un rico demente que piensa que hay que exterminar a la mitad de la población actual para salvar a la humanidad. Para ello crea un virus apocalíptico para contagiar al mundo. Robert Langdon e sla única persona que puede descifrar desde donde va a realizar el ataque. Se me hizo muy pesada y previsible. El relato solo avanzaba a medida que la trama sugería un giro que diera sorpresa. Para eso están los giros. Pero estos son tan forzados que más parece que el guion estaba falto de recursos. Y si hablamos de forzadas por el guion, no quiero ni hablar de las dos historias de amor.
El guion lo firma David Koepp que ya escibió los de “Parque Jurásico” (1993) e “Indiana Jones y el templo de la carabela de cristal” (2008) de Steven Spielberg, “Mision: Imposible” (1996) de Brian de Palma, “Ángeles y demonios” y que, ahora, trabaja en la quinta entrega de la saga Indiana.
Técnicamente si está bien realizada. Ron Howard, para mí, es uno de los grandes del cine copmercial. Pero creo que esta película está hecha un poco más a la carrera que las otras anteriores. Con menos tiempo para darse cuenta de los errores que se iban a cometer. Hace poco estrenaba el documental “The Beatles: Eight days a week” [Aquí puedes leer la crítica]. Creo que eso le pasó factura a esta cinta. Está llena de saltos de ritmo y de errores garrafales como al poner dos conversaciones de amor tan juntas que pegan un bajonazo que llega a sacarte de la historia.
Los actores todos bien en su papel. Tom Hanks un poco flojo por los diálogos tan incoherentes que le dieron, pero su sola presencia llena la pantalla. Año de escándalo para Felicity Jones, con dos películas actualmente en cartelera ya que es la madre del niño de “Un monstruo viene a verme” de J.A. Bayona. Recordamos que estuvo nominada al Óscar a la Mejor Actriz de Reparto por “La teoría del todo” (2014) de James Marsh interpretando magistralmente a la mujer de Stephen Hawking.
También relevantes las interpretaciones secundarias del francés Omar Sy, que ya nos deslumbró en “Intocables” (2011) de Oliver Nakache y Eric Toledano, la danesa Sidse Babett Knudsen y Ben Foster, al que solo conocía de verlo en algún capítulo de “Me llamo Earl”.
Total, que si no le pides mucho, te entretiene. Que vayas al cine sabiendo que es la peor de la saga y que si te la pierdes no vas a echar nada en falta.
Valoración: SI TE LA PIERDES NO PASA NADA
Twitter: @luisalserrano
A partir de ahí, como es lógico, comensaron los rodajes de las películas. Pensaba que el transfer al cine de algo que me había gustado tanto me pasaría factura por el exceso de expectativa. Lejos de la realidad, el trabajo de Ron Howard de filmar el libro fue mucho más que satisfactorio. Salí del cine de ver “El código da Vinci” (2006) sabiendo que había visto una película que se iba a convertir en un clásico del cine moderno. Igualmente de encantado terminé de ver “Ángeles y demonios” (2009). Es más, sabiendo que iba a ver “Inferno”, las repasé la semana pasada las dos.
Pero algo me decía que esta vez no iba a ser así. Y así fue. Los valores que tenían las dos películas anteriores aquí fallan. Para mí los guiones del “código” y “ángeles” tenían un vértigo que no te dejaba pensar. El espectador iba igual de estresado que los personajes. Las acciones se suceden una tras otra y la presión del tiempo en resolver el enigma se te traslada. Ese es el éxito de las dos entregas anteriores y de las novelas de Dan Brown.
“Inferno” no te entra tan dentro. Investigué y la crítica pone que el libro no llega a la altura de las novelas anteriores del autor. Aquí, las faltas de ritmo, la excesiva duración de los diálogos ralentizan mucho la trama. Es más, esta vez se equivocaron de trama principal. Se supone que el argumento dice que Robert Langdom tiene que salvar a la humanidad (lo que me suena a americanada total). Pero, esta, se cruza con una trama en la que hay quienes quieren la muerte del traductor de códigos. Un error grave es que se le dedique más importancia a la trama secundaria que a la principal porque lo que consigue es que todo pierda fuerza y, sobre todo, tensión.
Cuenta la historia de un rico demente que piensa que hay que exterminar a la mitad de la población actual para salvar a la humanidad. Para ello crea un virus apocalíptico para contagiar al mundo. Robert Langdon e sla única persona que puede descifrar desde donde va a realizar el ataque. Se me hizo muy pesada y previsible. El relato solo avanzaba a medida que la trama sugería un giro que diera sorpresa. Para eso están los giros. Pero estos son tan forzados que más parece que el guion estaba falto de recursos. Y si hablamos de forzadas por el guion, no quiero ni hablar de las dos historias de amor.
El guion lo firma David Koepp que ya escibió los de “Parque Jurásico” (1993) e “Indiana Jones y el templo de la carabela de cristal” (2008) de Steven Spielberg, “Mision: Imposible” (1996) de Brian de Palma, “Ángeles y demonios” y que, ahora, trabaja en la quinta entrega de la saga Indiana.
Técnicamente si está bien realizada. Ron Howard, para mí, es uno de los grandes del cine copmercial. Pero creo que esta película está hecha un poco más a la carrera que las otras anteriores. Con menos tiempo para darse cuenta de los errores que se iban a cometer. Hace poco estrenaba el documental “The Beatles: Eight days a week” [Aquí puedes leer la crítica]. Creo que eso le pasó factura a esta cinta. Está llena de saltos de ritmo y de errores garrafales como al poner dos conversaciones de amor tan juntas que pegan un bajonazo que llega a sacarte de la historia.
Los actores todos bien en su papel. Tom Hanks un poco flojo por los diálogos tan incoherentes que le dieron, pero su sola presencia llena la pantalla. Año de escándalo para Felicity Jones, con dos películas actualmente en cartelera ya que es la madre del niño de “Un monstruo viene a verme” de J.A. Bayona. Recordamos que estuvo nominada al Óscar a la Mejor Actriz de Reparto por “La teoría del todo” (2014) de James Marsh interpretando magistralmente a la mujer de Stephen Hawking.
También relevantes las interpretaciones secundarias del francés Omar Sy, que ya nos deslumbró en “Intocables” (2011) de Oliver Nakache y Eric Toledano, la danesa Sidse Babett Knudsen y Ben Foster, al que solo conocía de verlo en algún capítulo de “Me llamo Earl”.
Total, que si no le pides mucho, te entretiene. Que vayas al cine sabiendo que es la peor de la saga y que si te la pierdes no vas a echar nada en falta.
Valoración: SI TE LA PIERDES NO PASA NADA
Twitter: @luisalserrano

7,5
3.837
7
18 de abril de 2025
18 de abril de 2025
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Le había perdido la pista al director Walter Salles desde aquella «Diarios de motocicleta» (2004). Sí, aquella por la que Jorge Drexler ganó el Óscar a la mejor canción y aprovechó su discurso para interpretarla a capella. Esa que no le dejaron cantar en la ceremonia porque Antonio Banderas y Carlos Santana tenían más “glamour” que él. Dos artistazos como la copa de un pino, eso sí, pero se la destrozaron. Aquí consigue atraparme de nuevo como lo hizo con aquella. Su estilo cargado de emotividad te deja atrapado. La película es lenta y a ratos muy lenta. Esa misma lentitud con la que pasan las horas cuando se han llevado a tu marido o padre de casa y estás esperando a que regrese. Y no regresa. Me encanta la manera magistral en que me hizo sentir esa angustia. Consiguió que yo, y creo que todos los que hemos visto la película, nos sintamos partes de la familia.
El merecimiento al Óscar a la Mejor Película Internacional no lo juzgo, puesto que no he visto las demás, pero lo doy por bueno. Lo tenía todo para ganarlo. Una historia verídica que hay que recordar de vez en cuando. Ahora que los líderes democráticos se están quitando las caretas para convertirse en populistas líderes autoritarios (¿no les recuerda esto a Hitler?), hay que contar y recontar este tipo de sucesos del pasado. Las soberanías residen en el pueblo y es a este al que hay que respetar por encima de todo. No vale eso de “el fin justifica los medios”. El fin es respetar a todos y cada uno de ellos. De eso va el libro del escritor brasileño Marcelo Rubens Paiva, que fue uno de los hijos de ese padre que fue detenido y aniquilado por las fuerzas militares brasileñas de su novela y que, con notable acierto, Salles ha llevado a las pantallas. La dictadura militar (aunque la adornaran de democrática) se mantuvo desde 1964 hasta 1985.
Además, creo que es la primera vez en la historia que un mismo director logra que nominen a un Óscar a la madre y a su hija. Fernanda Torres ha conseguido compungirnos con su papel de esposa a la que le arrancan a su marido y tiene que lidiar con los hijos menores sin que ellos se enteren de lo que está pasando. Creo que esa es la grandeza de su personaje y en lo que recae el peso emocional de la cinta. Logra que vivas las sensaciones de una manera sencilla, sin estridencia. Esa a la que estaba obligada para que todos, en casa, pensaran que nada iba mal. Fernanda hija lo es de Fernanda Montenegro; nominada en 1999 por la película de este director «Estación Central de Brasil». Prometo buscarla. El desaparecido lo encarna Selton Mello, que, aunque no tiene tiempo de hacer un papel lucido porque desaparece, es uno de los más grandes del panorama cinematográfico brasileño.
En definitiva, es una historia que tienes que ver un día que te pille con fuerzas. Si no, puede atragantársete. Un elenco de actores, los niños sobre todo, bien dirigidos en una trama que no es tan novedosa a tenor de todas las familias con desaparecidos que tenemos en España, pero que hay que rememorar y decirle a las nuevas generaciones que eso pasó y, si no se ponen las pilas, puede volver a hacerlo.
Quiero dedicar este escrito a todas las familias que tienen miembros desaparecidos por motivos políticos. Y no hablo de bandos ni de países. Hablo de familias, de seres humanos.
NOTA: La historia no se debe olvidar… le pongo un 7.
Más críticas en: desdemipropialuna.com
El merecimiento al Óscar a la Mejor Película Internacional no lo juzgo, puesto que no he visto las demás, pero lo doy por bueno. Lo tenía todo para ganarlo. Una historia verídica que hay que recordar de vez en cuando. Ahora que los líderes democráticos se están quitando las caretas para convertirse en populistas líderes autoritarios (¿no les recuerda esto a Hitler?), hay que contar y recontar este tipo de sucesos del pasado. Las soberanías residen en el pueblo y es a este al que hay que respetar por encima de todo. No vale eso de “el fin justifica los medios”. El fin es respetar a todos y cada uno de ellos. De eso va el libro del escritor brasileño Marcelo Rubens Paiva, que fue uno de los hijos de ese padre que fue detenido y aniquilado por las fuerzas militares brasileñas de su novela y que, con notable acierto, Salles ha llevado a las pantallas. La dictadura militar (aunque la adornaran de democrática) se mantuvo desde 1964 hasta 1985.
Además, creo que es la primera vez en la historia que un mismo director logra que nominen a un Óscar a la madre y a su hija. Fernanda Torres ha conseguido compungirnos con su papel de esposa a la que le arrancan a su marido y tiene que lidiar con los hijos menores sin que ellos se enteren de lo que está pasando. Creo que esa es la grandeza de su personaje y en lo que recae el peso emocional de la cinta. Logra que vivas las sensaciones de una manera sencilla, sin estridencia. Esa a la que estaba obligada para que todos, en casa, pensaran que nada iba mal. Fernanda hija lo es de Fernanda Montenegro; nominada en 1999 por la película de este director «Estación Central de Brasil». Prometo buscarla. El desaparecido lo encarna Selton Mello, que, aunque no tiene tiempo de hacer un papel lucido porque desaparece, es uno de los más grandes del panorama cinematográfico brasileño.
En definitiva, es una historia que tienes que ver un día que te pille con fuerzas. Si no, puede atragantársete. Un elenco de actores, los niños sobre todo, bien dirigidos en una trama que no es tan novedosa a tenor de todas las familias con desaparecidos que tenemos en España, pero que hay que rememorar y decirle a las nuevas generaciones que eso pasó y, si no se ponen las pilas, puede volver a hacerlo.
Quiero dedicar este escrito a todas las familias que tienen miembros desaparecidos por motivos políticos. Y no hablo de bandos ni de países. Hablo de familias, de seres humanos.
NOTA: La historia no se debe olvidar… le pongo un 7.
Más críticas en: desdemipropialuna.com

7,2
19.960
7
1 de marzo de 2024
1 de marzo de 2024
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Parece que, últimamente, tiene que haber una película oriental de corte coreano en la entrega de los Oscars. Será que está de moda o que hay algunos intereses que debería investigar para hacer un artículo. Lo cierto es que desde que “Parásitos” (Bong Joon Ho, 2019) ganara la preciada estatuilla en 2020, no ha habido año en los que no hubiera habido una candidata oriental al galardón final. Les recuerdo: En 2021, “Minari. Historia de mi familia” (Lee Isaac Chung, 2020); en 2022, “Drive my car” (Ryûsuke Hamaguchi, 2021) y, el año pasado, mi odiada “Todo a la vez en todas partes” (Daniel Kwan y Daniel Scheinert, 2022). A mí, la verdad, salvo “Parásitos” que me sorprendió mucho, tanto en la historia como en la realización, las demás me han parecido unas películas entretenidas sin más. Menos la que ganó el año pasado, que me pasó como a todos los amigos con los que comenté la cinta: “no la entendí” y fui de los pocos que la vio hasta el final.
“Vidas pasadas” no va a trascender a la historia del cine, ni de lejos. Acabará engrosando las estadísticas de cine oriental que llega a los Oscars y poco más. Con ello no quiero decir que sea una mala película, pero tampoco es para tirar voladores. La trama es simple. La sinopsis que pongo arriba, más que dar una pincelada, cuenta toda la película. Demasiado simple. Las candidaturas a las que opta son, a la Mejor Película y al Mejor Guion. No la veo ganando ninguno de las dos. Es más, me atrevería a decir que la virtud principal que le veo, es la cuidada fotografía con planos sacados del aprendizaje de ver muchas películas de Kubrick. Pero el guion, no llega, ni de lejos, a las historias de mi admirado, el genial y malogrado director Kim Ki-duk, por poner un ejemplo de director contemporáneo.
Aun así, la película entretiene. La trama cuenta la historia de los amores de juventud y la repercusión que tienen en nuestro futuro. Y, creo, que esa experiencia la hemos vivido todos. Así que es fácil que nos identifiquemos con las acciones y, sobre todo, con las emociones de los personajes. Toda la película en su conjunto es correcta, bien hecha. Los intérpretes saben transmitir las sensaciones adecuadamente, el ritmo y los planos nos llevan por un mundo que parece idílico y, les diré que no se me ha hecho larga como me ha pasado con otras candidatas al premio de este año. Creo que nos presentan un drama desde el punto de vista del “no es para tanto”. Muchas veces le damos más importancia a las cosas de las que tienen. Este film transmite ese mensaje. Para unos la vida son pasajes de los que ir aprendiendo y para otros son dramas en los que estancarse.
Lo que sí quiero destacar, y creo que le seguiré la pista, es a su directora y guionista: Celine Song. ¿Qué esta es su primera película y ya está nominada al Óscar? Una de una. Envidiable. Intentaré ver su próxima película en fase de pre-producción “Materialist” con Dakota Johnson y el chileno Pedro Pascal. Me parece que ha hecho un trabajo mucho más que emotivamente aceptable. Me gustan las películas así, que me hagan sentir y esta lo hace. Lo dicho, si tienen ganas de entretenerse un rato y de rememorar viejos amores, esta es su película. Y, si deciden no verla, tampoco su vida va a cambiar en nada.
Más críticas en: https://luisalbertoserrano.wordpress.com/oscars-2024
Escucha esta crítica en Spotify: https://open.spotify.com/episode/7o6FzP1p1WtdsYt1fPbucg
“Vidas pasadas” no va a trascender a la historia del cine, ni de lejos. Acabará engrosando las estadísticas de cine oriental que llega a los Oscars y poco más. Con ello no quiero decir que sea una mala película, pero tampoco es para tirar voladores. La trama es simple. La sinopsis que pongo arriba, más que dar una pincelada, cuenta toda la película. Demasiado simple. Las candidaturas a las que opta son, a la Mejor Película y al Mejor Guion. No la veo ganando ninguno de las dos. Es más, me atrevería a decir que la virtud principal que le veo, es la cuidada fotografía con planos sacados del aprendizaje de ver muchas películas de Kubrick. Pero el guion, no llega, ni de lejos, a las historias de mi admirado, el genial y malogrado director Kim Ki-duk, por poner un ejemplo de director contemporáneo.
Aun así, la película entretiene. La trama cuenta la historia de los amores de juventud y la repercusión que tienen en nuestro futuro. Y, creo, que esa experiencia la hemos vivido todos. Así que es fácil que nos identifiquemos con las acciones y, sobre todo, con las emociones de los personajes. Toda la película en su conjunto es correcta, bien hecha. Los intérpretes saben transmitir las sensaciones adecuadamente, el ritmo y los planos nos llevan por un mundo que parece idílico y, les diré que no se me ha hecho larga como me ha pasado con otras candidatas al premio de este año. Creo que nos presentan un drama desde el punto de vista del “no es para tanto”. Muchas veces le damos más importancia a las cosas de las que tienen. Este film transmite ese mensaje. Para unos la vida son pasajes de los que ir aprendiendo y para otros son dramas en los que estancarse.
Lo que sí quiero destacar, y creo que le seguiré la pista, es a su directora y guionista: Celine Song. ¿Qué esta es su primera película y ya está nominada al Óscar? Una de una. Envidiable. Intentaré ver su próxima película en fase de pre-producción “Materialist” con Dakota Johnson y el chileno Pedro Pascal. Me parece que ha hecho un trabajo mucho más que emotivamente aceptable. Me gustan las películas así, que me hagan sentir y esta lo hace. Lo dicho, si tienen ganas de entretenerse un rato y de rememorar viejos amores, esta es su película. Y, si deciden no verla, tampoco su vida va a cambiar en nada.
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5,7
5.432
5
20 de febrero de 2024
20 de febrero de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
La historia nos narra los conflictos interiores de la pareja formada por el genio de la música norteamericana Leonard Bernstein y su esposa, la actriz Felicia Montealegre. La doble vida del brillante concertista sobrevuela toda la película. Es más, comenzando hablando de su homosexualidad, le da más controversia a su enamoramiento y posterior vida de pareja de la que salieron tres hijas. Claro está, en aquella época había que mantener las apariencias. No es como ahora en que hay una libertad sexual bastante conseguida. La película no me encantó. Y, entretenerme, lo que es entretenerme, sólo a ratos. Quizás, volar en demasiado en círculos sobre esa forma de ocultar su vida homosexual es demasiado redundante a la película y le resta ritmo narrativo.
El ritmo visual y sonoro es otra de las cosas que me desconcertó. Por un lado, la película intenta tomar un ritmo acelerado con los diálogos. A veces, me molestaba que se pisaran tanto las frases unos actores a los otros. Nadie tiene conversaciones así. Está claro que el Bradley Cooper, director, que quería crear un efecto. Pero, en contraposición, estaban esos planos largos, tediosos, abiertos y sin información que ralentizaban ese ritmo. ¿La razón? Pues a mí solo se me ocurre que quería jugar con los dos Bernstein, el artista y el ser humano, tan diferentes uno del otro.
En este aspecto, entiendo al personaje. Yo llevo una vida artística que lucha frontal con mi vida social. Le dedico mucho a la salida con amigos y va en contra del tiempo que necesito para crear. La diferencia es que él le atormentaba por dentro. Eso sí, los dos hemos decidido crear a nuestro ritmo, sin ataduras. La película tiene dos tramas centrales: el conflicto sobre la sexualidad del músico y cómo afectaba a su relación de pareja y, por otro lado, el ahogo emocional de un personaje que sabía que tenía un don para crear, pero tenía más ganas de disfrutar de sus devaneos amorosos. El problema de lo intrascendente que me ha parecido la película es que no profundiza en ninguno de los dos. Se queda con mensajes superficiales, repitiéndolos durante toda la película y endulzándolos y restándoles dramatismo. Hay un plano, que para mí es el más dramático de la película, en el que el matrimonio discute y está tomado desde un Plano General Corto de la habitación y con la actriz de espalda a la cámara. Quizás su mejor plano de la película y no le vemos la cara. Lo siento, Sr. Cooper, no entendí que es lo que pretendió. Esos planos tan largos los veo como un error y como una forma de ser original y parecer un director “novedoso”. Los experimentos, con agua.
El Bradley, como director, no me ha encantado. Como actor, discreto. No hay conversión del personaje, es siempre el mismo. Además, esa tensión que demuestra en todas las secuencias le resta contraste. Quizás me destacó un poco más Carey Mulligan en el papel de Felicia, la actriz costarricense madre de los hijos del músico. Tercera nominación. Las dos anteriores a la mejor actriz secundaria por “An education” (2009, Lone Scherfig) y “Una joven prometedora” (2020, Emerald Fennell). Pese a ser lo mejor de la película, no la veo firme candidata por el mismo problema de lo que adolece la película en sí: la falta de tensión en muchos de los momentos que arrastra a los propios personajes.
Las otras nominaciones son: a la mejor fotografía, sonido, y maquillaje y vestuario. La fotografía, con partes en color y partes en blanco y negro dependiendo de si es la actualidad o la parte contada, está bien cuidada. Bien trabajados los planos en los que hacen transiciones temporales en los que le quieren dotar de un recurso artístico que no viene a cuento, pero son bonitos. No sé si eso le baste para el Óscar. El sonido, espectacular. La música de Bernstein suena y sobrecoge, pero tampoco sé si para un Óscar. Y el maquillaje y vestuario lo veo un poco más factible. Transformar a Cooper les puede valer la estatuilla. No he visto las películas con las que compite (entre ellas nuestra “La sociedad de la nieve” (2023, J.A. Bayona); pero, si se lo dan, me vale.
Más críticas en: https://luisalbertoserrano.wordpress.com/oscars-2024
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El ritmo visual y sonoro es otra de las cosas que me desconcertó. Por un lado, la película intenta tomar un ritmo acelerado con los diálogos. A veces, me molestaba que se pisaran tanto las frases unos actores a los otros. Nadie tiene conversaciones así. Está claro que el Bradley Cooper, director, que quería crear un efecto. Pero, en contraposición, estaban esos planos largos, tediosos, abiertos y sin información que ralentizaban ese ritmo. ¿La razón? Pues a mí solo se me ocurre que quería jugar con los dos Bernstein, el artista y el ser humano, tan diferentes uno del otro.
En este aspecto, entiendo al personaje. Yo llevo una vida artística que lucha frontal con mi vida social. Le dedico mucho a la salida con amigos y va en contra del tiempo que necesito para crear. La diferencia es que él le atormentaba por dentro. Eso sí, los dos hemos decidido crear a nuestro ritmo, sin ataduras. La película tiene dos tramas centrales: el conflicto sobre la sexualidad del músico y cómo afectaba a su relación de pareja y, por otro lado, el ahogo emocional de un personaje que sabía que tenía un don para crear, pero tenía más ganas de disfrutar de sus devaneos amorosos. El problema de lo intrascendente que me ha parecido la película es que no profundiza en ninguno de los dos. Se queda con mensajes superficiales, repitiéndolos durante toda la película y endulzándolos y restándoles dramatismo. Hay un plano, que para mí es el más dramático de la película, en el que el matrimonio discute y está tomado desde un Plano General Corto de la habitación y con la actriz de espalda a la cámara. Quizás su mejor plano de la película y no le vemos la cara. Lo siento, Sr. Cooper, no entendí que es lo que pretendió. Esos planos tan largos los veo como un error y como una forma de ser original y parecer un director “novedoso”. Los experimentos, con agua.
El Bradley, como director, no me ha encantado. Como actor, discreto. No hay conversión del personaje, es siempre el mismo. Además, esa tensión que demuestra en todas las secuencias le resta contraste. Quizás me destacó un poco más Carey Mulligan en el papel de Felicia, la actriz costarricense madre de los hijos del músico. Tercera nominación. Las dos anteriores a la mejor actriz secundaria por “An education” (2009, Lone Scherfig) y “Una joven prometedora” (2020, Emerald Fennell). Pese a ser lo mejor de la película, no la veo firme candidata por el mismo problema de lo que adolece la película en sí: la falta de tensión en muchos de los momentos que arrastra a los propios personajes.
Las otras nominaciones son: a la mejor fotografía, sonido, y maquillaje y vestuario. La fotografía, con partes en color y partes en blanco y negro dependiendo de si es la actualidad o la parte contada, está bien cuidada. Bien trabajados los planos en los que hacen transiciones temporales en los que le quieren dotar de un recurso artístico que no viene a cuento, pero son bonitos. No sé si eso le baste para el Óscar. El sonido, espectacular. La música de Bernstein suena y sobrecoge, pero tampoco sé si para un Óscar. Y el maquillaje y vestuario lo veo un poco más factible. Transformar a Cooper les puede valer la estatuilla. No he visto las películas con las que compite (entre ellas nuestra “La sociedad de la nieve” (2023, J.A. Bayona); pero, si se lo dan, me vale.
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14 de marzo de 2022
14 de marzo de 2022
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Una película que sigue muy en la línea de la anterior obra de este director: “Blade Runner 2049” (2017). Aquí nos ofrece otro “remake” de grandes clásicos de la ciencia ficción de los años 80. “Dune” (David Lynch, 1984) está basada en la novela homónima de Frank Herbert a la que hizo posteriores añadidos. Quizás demasiada densa para condensarla en una película. Esto, para mí, es el principal escollo de esta versión actualizada. Me aburrí mucho al principio, fruto del exceso de narración oral en el que llegas a un momento en el que no retienes los nombres ni la cronología de la historia. Por el camino del metraje vas atando cabos, pero me consta que no todos y el exceso de ensoñaciones del protagonista te saca de la trama y despista más que aporta. Cuando vas consiguiendo adentrarte en todo lo que está pasando ya ha transcurrido media película. Ahí, empieza a divertirte.
Otra cosa es la belleza visual. Impresionante. Los decorados, los diseños de las ciudades, el vestuario, las luces y los encuadres, los elementos decorativos implementados como parte de la trama y, hasta los efectos visuales, son impecablemente elaborados. Se nota que hicieron un gran esfuerzo en ellos y se agradece. Es mi gran favorita a arrasar en los Oscars técnicos. A esta película le sobra caos en la estructura narrativa. Se pasa de la acción a los momentos reflexivos de tal manera que consiguen un efecto de no saber muy bien que estás viendo. Porque lo que sí está claro es que Denis Villeneuve es un experto en esas tramas lentas que te meten dentro de los personajes. Me encantó muchísimo su película “La llegada” (2016), un film que te va introduciendo en las emociones de los personajes a base de planos largos y primeros planos. Aquí, creo que hay un abuso de ellos sobre todo en los de Zendaya (demasiados para el peso que tiene en la trama y me da pista que tendrá más protagonismo en la segunda parte, que ya se está cociendo). Es que, si además termina la película en un final abierto, te deja mucho más pegado un sinsabor de haber perdido algo el tiempo.
Entre los actores, ningún nominado. Justificado. Esos grandes primeros planos, sin carga dramática, es una de las grandes causas del tedio de parte de la obra. Inexpresivos Timothée Chalamet y Oscar Isaac, y demasiado dramática, a ratos, Rebecca Ferguson. Eso sí, destacaría el papel de los secundarios y del irreconocible Stellan Skarsgård en el papel del Barón Harkonnen (al que ya vimos haciendo de Bill “el Botas” en la saga de “Piratas del Caribe” o de solo Bill en la de “Mamma Mía”), a Javier Bardem en el del líder de una tribu Fremen y el camaleónico Josh Brolin que ya había trabajado con Villeneuve en “Sicario” (2015).
Diez nominaciones. En el apartado del guion, que no intuyo que lo gane por lo caótico que me parece. Diremos que Eric Roth, de sus ocho nominaciones al guion sólo lo ganó por “Forrest Gump” (Robert Zemeckis, 1994). Entre los técnicos nominados hay multitud de nominaciones al Óscar. Sobre todos, quiero destacar la fotografía de Greig Fraser que ya estuvo a punto de la estatuilla por una película que me gustó “Lion” (Garth Davis, 2016) y que esta vez puede ser que sí. Ah, y como chisme diré que yo también me uno a las protestas de Josh Brolin por no haber sido nominado el director Davis Villeneuve al Óscar.
Otra cosa es la belleza visual. Impresionante. Los decorados, los diseños de las ciudades, el vestuario, las luces y los encuadres, los elementos decorativos implementados como parte de la trama y, hasta los efectos visuales, son impecablemente elaborados. Se nota que hicieron un gran esfuerzo en ellos y se agradece. Es mi gran favorita a arrasar en los Oscars técnicos. A esta película le sobra caos en la estructura narrativa. Se pasa de la acción a los momentos reflexivos de tal manera que consiguen un efecto de no saber muy bien que estás viendo. Porque lo que sí está claro es que Denis Villeneuve es un experto en esas tramas lentas que te meten dentro de los personajes. Me encantó muchísimo su película “La llegada” (2016), un film que te va introduciendo en las emociones de los personajes a base de planos largos y primeros planos. Aquí, creo que hay un abuso de ellos sobre todo en los de Zendaya (demasiados para el peso que tiene en la trama y me da pista que tendrá más protagonismo en la segunda parte, que ya se está cociendo). Es que, si además termina la película en un final abierto, te deja mucho más pegado un sinsabor de haber perdido algo el tiempo.
Entre los actores, ningún nominado. Justificado. Esos grandes primeros planos, sin carga dramática, es una de las grandes causas del tedio de parte de la obra. Inexpresivos Timothée Chalamet y Oscar Isaac, y demasiado dramática, a ratos, Rebecca Ferguson. Eso sí, destacaría el papel de los secundarios y del irreconocible Stellan Skarsgård en el papel del Barón Harkonnen (al que ya vimos haciendo de Bill “el Botas” en la saga de “Piratas del Caribe” o de solo Bill en la de “Mamma Mía”), a Javier Bardem en el del líder de una tribu Fremen y el camaleónico Josh Brolin que ya había trabajado con Villeneuve en “Sicario” (2015).
Diez nominaciones. En el apartado del guion, que no intuyo que lo gane por lo caótico que me parece. Diremos que Eric Roth, de sus ocho nominaciones al guion sólo lo ganó por “Forrest Gump” (Robert Zemeckis, 1994). Entre los técnicos nominados hay multitud de nominaciones al Óscar. Sobre todos, quiero destacar la fotografía de Greig Fraser que ya estuvo a punto de la estatuilla por una película que me gustó “Lion” (Garth Davis, 2016) y que esta vez puede ser que sí. Ah, y como chisme diré que yo también me uno a las protestas de Josh Brolin por no haber sido nominado el director Davis Villeneuve al Óscar.
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