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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
5 de noviembre de 2007
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La discutible voluntad de un marido, la devoción total de su mujer y la opresiva sociedad que la rodea llevan a la pobre buena de Bess a una auténtica espiral destructiva con la que el genio danés intenta mostrarnos lo más bajo y más admirable del ser humano, con la infinita bondad de la joven intentando derrotar a la decrepitud del mundo en que vive. “Rompiendo las Olas” es una de las grandes películas europeas de los 90, mostrando una de las mayores historias de amor vistas en la pantalla (también una de las más duras) llena de fe y esperanza, y teorizando una forma nueva de hacer cine cuya influencia se sigue dejando notar en algunas de las grandes películas recientes. También es cierto que no es una película fácil (sus dos horas y media de duración no ayudan en este aspecto) ni agradable (Von Trier siempre ha sido un poco sádico haciendo sufrir a sus personajes), pero si estás harto de tanto cine prefabricado del que nos viene del otro lado del charco y deseas algo realmente desafiante, esta es tu película. Grandiosa en todos los aspectos.
5 de noviembre de 2007 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es esta una película normal. La premisa del argumento es brutalmente simple, y en ningún momento la película parece profundizar en ningún tema. Diálogos vacíos, situaciones rutinarias y en ocasiones cómicas (“¿Quién es el padre?” “Nadie, soy virgen...no, es broma, pero sería la bomba”) que son sólo excusas para transmitir un mensaje menos evidente pero más profundo. Sin contar nada explícitamente, la película te deja helado mostrando a inmigrantes enjaulados franqueando el camino de Theo a su trabajo, en las caras desoladas de todos los personajes y figurantes que aparecen en plano, en la recreación de los “campos de refugiados” en que viven los inmigrantes, inspirados en los guetos judíos de la Europa tomada por los nazis, las fosas comunes de las que sobresalen los cadáveres carbonizados de inmigrantes exterminados. La han acusado de ser insustancial y vacía, pero también bella, y sobre lo último no hay duda. La maravillosa fotografía de Emmanuel Lubezki, en la que la luz apenas puede emerger en la atmósfera lúgubre y gélida, el magistral uso del plano secuencia, el diseño de producción, la música...es todo perfecto y te sumergen de pleno en la vida de los personajes, haciéndote vivir y sufrir (especialmente lo segundo) como uno de ellos. Y, extrañamente, lo que más acaba transmitiendo es optimismo y ganas de luchar por un mundo mejor, para evitar a toda costa que en algún momento nuestro mundo llegue a ser como ese mundo. "Hijos de los Hombres" pertenece a esa rara especie de películas de ciencia ficción que aprovechan las posibilidades de hablar de un futuro cercano e incierto para tratar el presente y la realidad actual. Como la maravillosa "Brazil" de Terry Gilliam, su mundo futurista es más una advertencia de lo que puede pasar si seguimos viviendo como hasta ahora que una fantasía. Una de las mejores películas del 2006.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Apunte friki: Cuando Theo visita a su amiguete ministro, ese "Arca de las artes" resulta ser la misma fabrica londinense inmortalizada en la portada del "Animals" de Pink Floyd, y de fondo se ve también flotando ese globo con forma de cerdo que sale en dicha portada y, por supuesto, en uno de los capítulos más memorables de los Simpson.
25 de agosto de 2021 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al fin puedo acercarme a "¡Vivan los novios!" después de tantos años viendo su cartel en la entrada de la sala principal de la Filmoteca Española sin poder verla por ser una de las películas más difíciles de conseguir de Berlanga, por su relativo fracaso e incomprensión en su estreno y su descenso al oscurantismo berlanguiano durante los años posteriores. Y ha cumplido.

Al inicio (y en la superficie) parece una sátira del landismo, con López Vázquez pasándose la primera media hora de película persiguiendo cómicamente suecas y alemanas por las calles de un idílico pueblo costero catalán, pero Berlanga (y Azcona) realmente lo usan para, partiendo de él como modelo conocido, subvertirlo e ir más lejos de lo que nunca fueron las películas de aquel subgénero tan patrio. Aquí no hay moralina ni decencia, sino que a mitad de película (a partir de la muerte de la madre del protagonista por su negligencia “inmoral”) se torna comedia negrísima que se convierte en una obra misantrópica, sombría y desesperada: cuando el pobre Leo se da cuenta de que al morir su madre podría haber sido libre e intentado acceder a ese mundo de placer y aparente hedonismo de los guiris pero que la boda (forzada por la familia de la novia) le ha atado de por vida a otra mujer todo se vuelve tragedia, porque la araña de la sociedad tradicional franquista (mostrada explícitamente en el último plano de la película, probablemente la metáfora visual más espectacular de toda la obra de Berlanga) no le va a dejar escapar nunca de su tela infinita.

Sobre todo respecto a esto último, ¡Vivan los novios! parece conformar una trilogía vaga con las películas que la emparedan (La boutique / Las pirañas y Tamaño natural) sentando las bases de la misoginia feminista que Berlanga ya había apuntado antes pero aún no había establecido: ese reconocimiento de la mujer como el ser fuerte y dominante, más poderoso tanto física como intelectualmente que el hombre, el macho que se aterra ante su presencia y sólo parece quererla como cacho de carne consciente de que cualquier relación que vaya más allá de ese uso va a convertirlo en un cautivo del otro sexo. Una posición moral controvertida pero con la que Berlanga abrió la puerta a las nuevas masculinidades (y diversidad sexual, beso lésbico y travestismo incluido en la película que nos ocupa) que entrarían en juego poco después en el cine español y a la eliminación de ese prototipo de macho español, fuerte y autoritario, decente y poderoso, que el franquismo nos había metido por el gaznate durante demasiados años.

Y, técnicamente además, es una de las películas más impresionantes de Berlanga. Rodando por primera vez en color, lo usa no de forma naturalista sino para excitar la historia, captando la luz mediterránea casi paradisíaca y el colorido de las extranjeras frente a esa España tradicional que sigue viviendo literalmente en blanco y negro. El contraste de dos de las mejores escenas de la película (el velatorio doble hippies – señora de Burgos y la comitiva fúnebre por las calles del pueblo veraniego lleno de jóvenes extranjeros disfrutando del verano) son totalmente memorables en su forma visual (y en su surrealismo, especialmente ese velatorio que acaba mezclando sociedades aparentemente tan diferentes como muestra cómo la distancia entre nuestra sociedad nacionalcatólica y las demás no era tan natural como vendían sino una pura imposición a la fuerza). Y el final, ese final con López Vázquez persiguiendo un sueño que se escapa volando, con su cara de desesperación (impresionante su interpretación, por cierto, cómo es capaz de pasar del registro caricaturesco y bufo al dolor puro en unos pocos minutos) es mejor metáfora de España que la más explícita del final de La vaquilla, por citar el más famoso de los símbolos berlanguianos. Una película muy infravalorada y a revisar mucho.
30 de diciembre de 2021 Sé el primero en valorar esta crítica
Que es como I Spit on Your Grave (en España, La violencia del sexo) debería haberse traducido más bien, porque de eso trata realmente: de la violencia que siempre han ejercido sobre las mujeres y, sobre todo, de cómo no tiene nada de sexual y todo de demostración de poder y cómo, en la mayoría de los casos, se ejerce con impunidad absoluta.

La película en sí es bastante conocida y no por buenas razones: es una de las películas más famosas del modelo rape & revenge (ahí tienes Thriller, La última casa a la izquierda o las modernas Irreversible y Kill Bill) y se la conoce sobre todo por su exceso de sexo, violencia y mal gusto. Roger Ebert dijo que era una de las peores películas de la historia. En todo lo que leo sobre ella se repite constantemente su origen de bajo presupuesto como supuesta causa de sus carencias técnicas y artísticas. Y volvemos a un punto habitual en este tipo de películas: ¿la gente que escribe críticas ha visto realmente la película o está opinando simplemente sobre su fama o la idea que tienen de ella?

Porque, a mí, técnicamente me parece casi impecable. Sí, bajo presupuesto, pero el director sabe en todo momento donde poner la cámara, cómo usar el montaje para manejar el tiempo (insoportablemente lento en el inicio y durante la violación, mucho más rápido durante la venganza) y cómo usar esa falta de presupuesto y brillantina para bajar la película al nivel terrenal y hacerla parecer muy muy real. La ausencia de música aumenta el impacto psicológico de la violencia. Los actores cumplen en general (especialmente la protagonista, que está soberbia, mostrando más terror y dolor en su rostro y gritos que cualquier screaming queen del slasher) y son creíbles. Y realmente ni hay mucho sexo (las violaciones están rodadas bien a base de primeros planos de los rostros o bien desde muy lejos) ni mucha violencia (que la hay y es conceptualmente brutal, pero rodada totalmente fuera de campo: no hay una pizca de gore y tres de las cuatro muertes se representa simplemente con planos de agua tornándose roja, sin ningún rastro de casquería). Lo que hay es un retrato despiadado de cómo la violencia machista es un acto puro de poder cobarde e impotente, una forma de imponer la voluntad del hombre en situaciones (y, sobre todo, ante mujeres) frente a las cuales se sienten totalmente empequeñecidos y ridículos. Cómo no hay absolutamente nada placentero o sexual en ese tipo de violaciones (la forma en que están rodadas maximiza esto, mostrando solo violencia y dolor, sin rastro de gozo sexual). Y se siente esa sensación de impunidad total por parte de los hombres: pueden acabar violado simplemente por aburrimiento, porque “en este pueblo nunca pasa nada”, sabiéndose en todo momento amparados por el grupo social que probablemente esté dispuesto a dar la razón a un violador integrado en la comunidad que a esa mujer ajena y amenazante que, por supuesto, llegó “provocando”. Una película necesaria, valiente y que ha soportado muy bien el paso del tiempo.
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