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7,1
18.994
7
20 de julio de 2018
20 de julio de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Orlando es sinónimo de diversión y magia, contagiada por aquel castillo y sus personajes memorables. Allí se sitúa la historia de una niña y su madre, colmada de color y recreo, que levemente se pasea entre la realidad y la ficción, y que pone en entredicho la percepción de las acciones humanas y sociales en términos de lo que está bien y lo que está mal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Esa dualidad se plantea a través de los ojos de una pequeña con tanto talante y energía que arrastra toda la atención del vecindario, y del público, y deja ver un lado bastante humano de los suburbios de la florida. Para ella, todo es alegría y goce en medio de un colorido motel lleno de buenos vecinos y un manager caritativo que hace las veces de protector, salvador, papá y hasta abuelo. Un mundo ideal para los deseos de Moonee, de compartir siempre con sus amigos del barrio donde ella es centro de atención.
Sus acciones son consecuentes con el entorno social y familiar, marcados por una realidad ausente de núcleo familiar, propios del contexto latino, y que se traslada a aquellos barrios norteamericanos dejando entrever las dificultades a las que se enfrentan las cabeza de familia del aquella comunidad. Actúa con libertad y carácter heredados de su madre, lo que justifica su educación, pero que socialmente incurre en algunas acciones mal vistas. Lo mismo sucede en la otra vía, donde la madre es juzgada por acciones donde el fin prevalece y se cuestionan los medios.
Lo que desencadena la dualidad pasa por la relación madre-hija, tan cercana y querible, que desdibuja lo negativo. Estando ellas juntas, todo es sonrisas y amor manifestado a través de la amistad. Compinches, amigas y cómplices de una realidad sin mucha proyección, donde cada día es una oportunidad para conseguir el sustento. No hay sueños a futuro en estos personajes, y no hacen falta para comprender sus ideales. ¿Acaso es Halley una mala madre? Quisieran muchos tener la confianza y sinceridad en sus relación maternales como sucede con este par. Ella no abandona su responsabilidad y por el contrario recurre a diferentes alternativas, incluso ilegales, para satisfacer a una pequeña que parece más su amiga. Será juzgada por los moralistas por su desfachatez y actitud desobediente aunque esté llena de buenas intenciones.
La película resulta además una historia cercana por su narrativa de seguimiento que involucra al espectador como un colega más del vecindario, entrando incluso hasta la intimidad de los espacios. Allí donde la pequeña se entretiene y se mueve, de igual manera se posa la cámara para vivenciar las experiencias y las reacciones de esta familia moderna.
Más allá de ese otro castillo mágico y colorido de Orlando existe una realidad social, que si bien supo representar su director a través de un condominio, trasciende esos muros de colores e invita a cuestionar unos valores morales que desconocen la particularidad de los contextos, como el de esta niña y su madre, que por más que se quiera, viven su vida a su manera sin atropellar sus convicciones tomando cada derrota como una experiencia más.
Sus acciones son consecuentes con el entorno social y familiar, marcados por una realidad ausente de núcleo familiar, propios del contexto latino, y que se traslada a aquellos barrios norteamericanos dejando entrever las dificultades a las que se enfrentan las cabeza de familia del aquella comunidad. Actúa con libertad y carácter heredados de su madre, lo que justifica su educación, pero que socialmente incurre en algunas acciones mal vistas. Lo mismo sucede en la otra vía, donde la madre es juzgada por acciones donde el fin prevalece y se cuestionan los medios.
Lo que desencadena la dualidad pasa por la relación madre-hija, tan cercana y querible, que desdibuja lo negativo. Estando ellas juntas, todo es sonrisas y amor manifestado a través de la amistad. Compinches, amigas y cómplices de una realidad sin mucha proyección, donde cada día es una oportunidad para conseguir el sustento. No hay sueños a futuro en estos personajes, y no hacen falta para comprender sus ideales. ¿Acaso es Halley una mala madre? Quisieran muchos tener la confianza y sinceridad en sus relación maternales como sucede con este par. Ella no abandona su responsabilidad y por el contrario recurre a diferentes alternativas, incluso ilegales, para satisfacer a una pequeña que parece más su amiga. Será juzgada por los moralistas por su desfachatez y actitud desobediente aunque esté llena de buenas intenciones.
La película resulta además una historia cercana por su narrativa de seguimiento que involucra al espectador como un colega más del vecindario, entrando incluso hasta la intimidad de los espacios. Allí donde la pequeña se entretiene y se mueve, de igual manera se posa la cámara para vivenciar las experiencias y las reacciones de esta familia moderna.
Más allá de ese otro castillo mágico y colorido de Orlando existe una realidad social, que si bien supo representar su director a través de un condominio, trasciende esos muros de colores e invita a cuestionar unos valores morales que desconocen la particularidad de los contextos, como el de esta niña y su madre, que por más que se quiera, viven su vida a su manera sin atropellar sus convicciones tomando cada derrota como una experiencia más.

7,4
5.337
8
3 de abril de 2025
3 de abril de 2025
Sé el primero en valorar esta crítica
Es una experiencia cinematográfica imborrable, que nos sumerge en el sufrimiento constante de una madre atrapada en el horror de la guerra. La película expone con crudeza una atrocidad reciente, explorando la incertidumbre de su protagonista. A través de la duda permanente, el espectador experimenta la angustia de Aida, una madre cuya desesperación por salvar a su familia se convierte en un eco del sufrimiento colectivo.
Las mujeres, las dolientes más grandes de estos conflictos, son las que cargan el peso de las tragedias bélicas. La protagonista, atrapada en un limbo de decisiones imposibles, refleja el desgarro emocional que acompaña a cada guerra, mientras su humanidad se despoja lentamente ante lo inevitable.
El uso del fuera de campo es una herramienta poderosa, sugiriendo horrores no vistos pero profundamente sentidos. Esta película no solo documenta, sino que se convierte en cine para la memoria, preservando un sufrimiento que se niega a ser olvidado.
Las mujeres, las dolientes más grandes de estos conflictos, son las que cargan el peso de las tragedias bélicas. La protagonista, atrapada en un limbo de decisiones imposibles, refleja el desgarro emocional que acompaña a cada guerra, mientras su humanidad se despoja lentamente ante lo inevitable.
El uso del fuera de campo es una herramienta poderosa, sugiriendo horrores no vistos pero profundamente sentidos. Esta película no solo documenta, sino que se convierte en cine para la memoria, preservando un sufrimiento que se niega a ser olvidado.
3 de abril de 2025
3 de abril de 2025
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Cuando la muerte ya no es solo el final de una vida, sino el de una cultura entera. En un rincón de Lesotho, una anciana se enfrenta a un destino impuesto: el desalojo de su pueblo y de la memoria de sus ancestros en nombre del progreso. Entre el duelo y la resistencia, la historia se convierte en un lamento visual donde la frontera entre ficción y documental se desdibuja.
Lesotho, un pequeño país africano del que poco se habla, carga aquí con un dilema que resuena en todo el mundo: el despojo disfrazado de modernidad. En sus montañas, donde el tiempo parece inmóvil, el miedo y la incertidumbre se entrelazan con la sabiduría de la anciana, que carga a cuestas la historia de su territorio. Pocos quedan para resistir, pero aún se unen en canto y fe, buscando en la voz colectiva la fuerza para no desaparecer.
La cámara no solo observa, sentencia. Entre rituales y resignación la imagen se convierte en testimonio. Se filma con la paciencia de quien presencia un duelo, mientras una voz omnisciente narra el destino de los que han perdido. No hay silencio, hay despedida. No es actuación, es encarnar. No es solo cine, es un réquiem por los que se fueron y un lamento por los que vendrán. Pero incluso en la pérdida, algo permanece. En la tierra removida, en la memoria que resiste, hay un eco de resurrección, no para los muertos sino para los vivos, como sentencia la película.
Lesotho, un pequeño país africano del que poco se habla, carga aquí con un dilema que resuena en todo el mundo: el despojo disfrazado de modernidad. En sus montañas, donde el tiempo parece inmóvil, el miedo y la incertidumbre se entrelazan con la sabiduría de la anciana, que carga a cuestas la historia de su territorio. Pocos quedan para resistir, pero aún se unen en canto y fe, buscando en la voz colectiva la fuerza para no desaparecer.
La cámara no solo observa, sentencia. Entre rituales y resignación la imagen se convierte en testimonio. Se filma con la paciencia de quien presencia un duelo, mientras una voz omnisciente narra el destino de los que han perdido. No hay silencio, hay despedida. No es actuación, es encarnar. No es solo cine, es un réquiem por los que se fueron y un lamento por los que vendrán. Pero incluso en la pérdida, algo permanece. En la tierra removida, en la memoria que resiste, hay un eco de resurrección, no para los muertos sino para los vivos, como sentencia la película.

7,0
4.631
8
3 de abril de 2025
3 de abril de 2025
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Happening de Audrey Diwan se destaca por su estilo narrativo preciso, donde la tensión es constante y el espectador se convierte en cómplice de la protagonista. A través de la mirada de Anne, la película expone la complejidad de un contexto en el que la autonomía de la mujer es puesta a prueba de manera desgarradora. Diwan logra capturar esta realidad con una naturalidad casi documental, haciendo que cada escena se sienta íntima y visceral.
La actuación de Anamaria Vartolomei es sobresaliente, cargada de emociones que van más allá del sufrimiento físico, reflejando también el desgaste emocional. El uso del color, sombrío y contenido, intensifica la atmósfera de aislamiento, sumergiéndonos en una experiencia que, lejos de ser meramente trágica, es profundamente humana y moralmente desafiante.
La actuación de Anamaria Vartolomei es sobresaliente, cargada de emociones que van más allá del sufrimiento físico, reflejando también el desgaste emocional. El uso del color, sombrío y contenido, intensifica la atmósfera de aislamiento, sumergiéndonos en una experiencia que, lejos de ser meramente trágica, es profundamente humana y moralmente desafiante.

7,1
1.976
8
3 de abril de 2025
3 de abril de 2025
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En Le Bleu du Caftan, la vida se hila en gestos mínimos, miradas contenidas y silencios que pesan más que las palabras. La película mide cada emoción con paciencia, como quien ajusta una prenda con manos expertas, dejando que la intimidad de sus personajes se teja con el paso de los días. En ese ritmo pausado, la historia encuentra su verdadera fuerza.
El matrimonio de Halim y Mina se mantiene con la precisión de una costura antigua, resistente pero gastada. La llegada de Youssef introduce una hebra nueva en ese tejido, alterando los contornos de una relación marcada por la rutina y la distancia. Nada se desgarra de inmediato; todo se ajusta con delicadeza, hasta que lo inevitable se impone.
Los detalles minúsculos sostienen la película: el roce de una tela, la luz que resbala sobre la piel, el sonido de la aguja atravesando el hilo. En ese espacio de gestos precisos, la historia se borda con deseo, amor y ternura en sus formas más sutiles.
El matrimonio de Halim y Mina se mantiene con la precisión de una costura antigua, resistente pero gastada. La llegada de Youssef introduce una hebra nueva en ese tejido, alterando los contornos de una relación marcada por la rutina y la distancia. Nada se desgarra de inmediato; todo se ajusta con delicadeza, hasta que lo inevitable se impone.
Los detalles minúsculos sostienen la película: el roce de una tela, la luz que resbala sobre la piel, el sonido de la aguja atravesando el hilo. En ese espacio de gestos precisos, la historia se borda con deseo, amor y ternura en sus formas más sutiles.
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