Hace casi una hora, en la mesa de almuerzo, mi hija de 22 años alcanzó a decirme sobre Mad Max Fury Road, más o menos lo siguiente: "una porquería, sin trama, sin guión, sin actuaciones, indigna". O sea, ¿qué se perdió la nena? Humildemente creo que bastante. Tarea para la escuela: a ver más cine del bueno (desde la época muda hasta hoy, si es posible), a leer a los que saben. Tremenda esta Mad Max. Como se dice vulgar y habitualmente, te atornilla a la butaca. Pero no solo te atornilla, más, la disfrutas de principio a fin (¿habrá un fin?). Te pasa la peli como un tren de alta velocidad, cuando te das cuenta terminó y tú te quieres morir (de alegría y de bronca). Miller filma como un visionario (creo que de verdad lo es) y su película es eso: un conglomerado de acción con una masa recalcitrante de belleza visual, música infernal, colores maravillosos y un desierto que parece el hogar de todos. No me digan que es mala porque como Furiosa -inigualable- y la inestimable colaboración de Max me los cargo a todos. Sí señor.

Las pulsiones humanas. Las historias particulares. Los escondites de la mente. El dolor, la furia. Somos lo que fuimos y seremos lo que fuimos. Nadie se podrá rebelar de sí mismo. Cuando las heridas persisten, nosotros también, eligiendo un modo de sobrevivir. Una manera de llevar a cabo la existencia. Aunque a veces optamos por el riesgo, el descenso, la crueldad. Finalmente, la desolación espiritual, la cáustica frialdad del alma. Es tarde, no hay retorno. Fassbender, un prodigio. Extraordinaria película.

Jack Lemmon está bien ubicado, observándolo todo, desde su panteón en el Olimpo de los grandes actores. A su derecha, seguramente lo acompaña, brillante y bonita como pocas, Shirley McLaine (aunque esté viva, ya es un mito), y en la habitación contigua y con la cinta de "El apartamento" en su mano, el memorable Billy Wilder. Es que estos tres gigantes del cine han brindando en este film una entrega inexpugnable de humor, ternura, melodrama y genialidad narrativa que dejará su estela por siempre. Cabe admitir también las destacadas tareas de los demás actores. ¿Cómo no rendirse sentimentalmente ante tamaña muestra de superlatividad actoral? Más allá de la técnica, aquí, además de ello, se siente y se ve: el corazón y las tripas, la buena estrella y la nobleza. ¿El final feliz lo arruina todo? No no no. Es el único final que merecen Calvin y Fran.

Ha llegado el momento de comentar una película que adoro y que permanecerá siempre en mi retina. Puedo verla cien veces que cada una de ellas las disfrutaré como la primera. Es que explicar desde las palabras la actuación de Johnny Depp es para mi limitado saber un caso perdido (en el mejor de los sentidos). Agreguemos a la anterior mención al resto de los apreciados actores: Murray, Arquette, el valiosísimo, tremendamente querible y melancólico Martin Landau y el resto, que de resto no tiene absolutamente nada; quienes en otro nivel de aparición fílmica brillan en cada aparición. Y el humor, ¡ay, ese humor! Exquisito, ingenuo pero al mismo tiempo punzante, amplio, cínico y sarcástico, todo para el fomento del placer y el pleno interés. Y el blanco y negro, diría yo muy pocas veces en el cine, funcional y vivaz como en esta obra. Ed Wood es considerado el peor director de la historia, no lo creo, si vivió su vida como lo refleja este film, desde ya lo amo incondicionalmente. Es el mismo amor que esta gran película me provoca. Claro, no sólo amor, también sorpresa, "amaravillamiento", goce. Decenas de sensaciones: visuales, auditivas, incluso táctiles y gustativas (para no nombrar a la fuera de moda tercera dimensión). Tim Burton logra su mejor performance, a pesar del bajo presupuesto, con esta genialidad. No sé qué más decir. Quizás para otro cinéfilo, exagero. Pero si es verdad que hay películas que son propias para cada espectador en su querencia, pues "Ed Wood" estará inolvidablemente atada en mi mente y sentidos por siempre.

Una familia atípica, un tanto anormal. Viviendo en una casa a la vera de una autopista cerrada al tránsito vehicular. Juegan, toman sol, corren, pasean en auto y se divierten a costa del gran espacio asfaltado de la autopista sin uso. Son felices en la tranquilidad. Diez años de paz y libertad. Pero nada dura tanto y menos aun cuando se trata del progreso y de la especulación económica. Un día se habilita la carretera y el primer automóvil la transita. Lamentablemente la nueva historia de la familia acaba de iniciar. Día tras día los automóviles y camiones van aumentando. El infernal ruido de sus motores, frenos, bocinas y la toxicidad de sus escapes junto con el calor del verano, van mellando los cuerpos y mentes del grupo familiar hasta confinarlos al encierro y el hacinamiento. La violencia aparece y los viejos sentimientos de odio y rencor también. Está en nosotros otorgarle la virtud necesaria de veracidad a la obra. ¿No llega un momento donde se exageran los acontecimientos y la narración parece caerse por humanamente irreal? Eso creí sentir. De todas maneras las vicisitudes de la familia en cuestión durante la primer mitad de la película nos brindan buenos momentos. Los cinco personajes cumplen una lograda tarea. Isabelle Huppert tan sólo camina actoralmente (y es suficiente) y el resto acompaña con talento y candor.