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Críticas ordenadas por utilidad
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6,6
1.100
8
8 de abril de 2013
8 de abril de 2013
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya sorpresa, agradable, por supuesto. Una que está harta de devorar cine mediocre y malo, en aras de satisfacer (infructuosamente, la mayoría de las veces) cierta fijación con el género de terror y el thriller, y resulta que, por pura casualidad, llega un día hasta mí esta cinta del 71, hasta el momento, una perfecta desconocida. Ha sido como encontrar un oasis en medio del desierto; un desierto salpicado de grandes películas que ya han pasado a los anales de la cinematografía, pero claro, “ésas” (cualquier amante del cine, en general, y de estos géneros, en concreto, ya sabe de qué películas hablo) ya las he visto, algunas en innumerables ocasiones. Lo demás, pues eso, bazofia, o con suerte, películas “pasables”, tal vez “interesantes”.
Bien, y tras el desahogo del párrafo anterior, vamos “al turrón”. La cinta, en mi opinión, no es de terror, sino de intriga, con cierto grado de morbo y algo de sangre, eso sí. Resulta bastante austera –a ver, que es Sueca– e inquietante, con un buen guión, harto interesante, al cual se le podría haber sacado algo más de jugo, eso también es cierto. La atmósfera está muy bien dibujada y te atrapa de principio a fin. Los personajes –a los que dan vida, entre otros, dos de los actores fetiche de Bergman: Ullmann y von Sydow– son sencillos, pero no por ello planos o mal definidos. Muy por el contrario, con un simple esbozo, ya se comprenden a la perfección sus motivaciones, temperamentos y emociones. Me gusta especialmente la relación que se establece entre Trevor Howard (el policía) y Max von Sydow.
Y el final… pues juzgad vosotros, aunque no diréis que no es llamativo. Lo dicho, una joyita.
Bien, y tras el desahogo del párrafo anterior, vamos “al turrón”. La cinta, en mi opinión, no es de terror, sino de intriga, con cierto grado de morbo y algo de sangre, eso sí. Resulta bastante austera –a ver, que es Sueca– e inquietante, con un buen guión, harto interesante, al cual se le podría haber sacado algo más de jugo, eso también es cierto. La atmósfera está muy bien dibujada y te atrapa de principio a fin. Los personajes –a los que dan vida, entre otros, dos de los actores fetiche de Bergman: Ullmann y von Sydow– son sencillos, pero no por ello planos o mal definidos. Muy por el contrario, con un simple esbozo, ya se comprenden a la perfección sus motivaciones, temperamentos y emociones. Me gusta especialmente la relación que se establece entre Trevor Howard (el policía) y Max von Sydow.
Y el final… pues juzgad vosotros, aunque no diréis que no es llamativo. Lo dicho, una joyita.

6,5
41.551
7
19 de mayo de 2013
19 de mayo de 2013
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me refiero a compararla con “Hunter”, película de 1986, y de la cual, ésta de Ratner es un remake, pues, por lo demás, a “El silencio de los corderos” prefiero seguir dejándola en paz en el altar que merece. Y es que la de Demme está por encima del bien y del mal.
Los acontecimientos, incluso algunas escenas, son calcadas y, sin embargo, “El dragón rojo” me parece infinitamente superior a la de Mann, muchísimo más cuidada y acertada.
Para empezar, la actuación de Norton, sin ser nada del otro mundo pese a tratarse de un gran actor, le da cien vueltas a lo que hizo Petersen. Asimismo, el personaje en sí es mucho más creíble en esta cinta y no cae en el ridículo. Por ejemplo, los soliloquios de Norton están dosificados y justificados, de forma que no resultan risibles, cosa que sí sucede en “Hunter”. Otro ejemplo de corrección verosímil frente a exageración bufonesca sería el primer encuentro al que asistimos del policía con el periodista. En la de Mann, Petersen le voltea en el aire, rocambolescamente, en una escena poco realista, mientras que en ésta, Norton le coge de la pechera y lo empuja contra un coche, lo cual resulta más creíble, ¿no? Y podría mostrar más ejemplos, pero no me voy a extender en esto. Lo resumiré en que el binomio actor – personaje es del todo superior en “El dragón rojo”.
La banda sonora aquí no chirría, no molesta, acompaña armónicamente a la narración. Todo lo contrario que en “Hunter”.
El personaje de Lecter, aparte de la ventaja que otorga contar con Hopkins (a quien ya asociamos de forma automática con él), tiene un peso específico en el curso de la acción, no es un mero pegote prescindible, que es la sensación que me dejó a mí en la de Mann.
Ralph Fiennes, sin embargo, no me parece el actor más apropiado para dar vida a Francis Dolarhyde, y no porque le falten cualidades a este actor, ni mucho menos, sino porque además de ser muy guapo (y se supone que Dolarhyde sufre, entre otros traumas, uno con su rostro desfigurado), tiene cara de buena persona. Pese a ello, el personaje está bien interpretado y todo lo referente a él está explicado de forma más rica y convincente que en la cinta de 1986.
En resumen, “El dragón rojo”, al margen ya de comparaciones con “Hunter”, me ha dejado un buen sabor de boca que ni siquiera ha logrado empañar su final, en mi opinión, un tanto “made in Hollywood”.
Y por cierto, menudo reparto de lujo entre principales y secundarios. Lo cual me hace añadir que Emily Watson es una actriz que me encanta.
Los acontecimientos, incluso algunas escenas, son calcadas y, sin embargo, “El dragón rojo” me parece infinitamente superior a la de Mann, muchísimo más cuidada y acertada.
Para empezar, la actuación de Norton, sin ser nada del otro mundo pese a tratarse de un gran actor, le da cien vueltas a lo que hizo Petersen. Asimismo, el personaje en sí es mucho más creíble en esta cinta y no cae en el ridículo. Por ejemplo, los soliloquios de Norton están dosificados y justificados, de forma que no resultan risibles, cosa que sí sucede en “Hunter”. Otro ejemplo de corrección verosímil frente a exageración bufonesca sería el primer encuentro al que asistimos del policía con el periodista. En la de Mann, Petersen le voltea en el aire, rocambolescamente, en una escena poco realista, mientras que en ésta, Norton le coge de la pechera y lo empuja contra un coche, lo cual resulta más creíble, ¿no? Y podría mostrar más ejemplos, pero no me voy a extender en esto. Lo resumiré en que el binomio actor – personaje es del todo superior en “El dragón rojo”.
La banda sonora aquí no chirría, no molesta, acompaña armónicamente a la narración. Todo lo contrario que en “Hunter”.
El personaje de Lecter, aparte de la ventaja que otorga contar con Hopkins (a quien ya asociamos de forma automática con él), tiene un peso específico en el curso de la acción, no es un mero pegote prescindible, que es la sensación que me dejó a mí en la de Mann.
Ralph Fiennes, sin embargo, no me parece el actor más apropiado para dar vida a Francis Dolarhyde, y no porque le falten cualidades a este actor, ni mucho menos, sino porque además de ser muy guapo (y se supone que Dolarhyde sufre, entre otros traumas, uno con su rostro desfigurado), tiene cara de buena persona. Pese a ello, el personaje está bien interpretado y todo lo referente a él está explicado de forma más rica y convincente que en la cinta de 1986.
En resumen, “El dragón rojo”, al margen ya de comparaciones con “Hunter”, me ha dejado un buen sabor de boca que ni siquiera ha logrado empañar su final, en mi opinión, un tanto “made in Hollywood”.
Y por cierto, menudo reparto de lujo entre principales y secundarios. Lo cual me hace añadir que Emily Watson es una actriz que me encanta.

7,6
5.996
8
6 de agosto de 2012
6 de agosto de 2012
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Milagro de Ana Sullivan no es, en realidad, un milagro, sino la recompensa a una lucha obstinada, constante, amparada en la esperanza de que todo es posible con trabajo y esfuerzo, y no exenta de padecimientos y frustraciones, por ayudar a vivir humanamente a una joven ciega, sorda y muda que no había recibido educación alguna hasta el momento. Ahí es nada.
La película es emotiva, con un comienzo duro que encoge el corazón y que, sin embargo -y al contrario de lo que pareciera augurar-, da paso a una narración donde el optimismo jamás desaparece, por ardua y dolorosa que resulte la tarea de dotar de humanidad a Hellen. Digo “dotar de humanidad” porque la muchacha ha crecido entre la compasión y el consentimiento de una familia desbordada ante la situación, resignada ante la errónea creencia de que Hellen ha de ser, por fuerza, intelectualmente “inferior”, por lo que no puede ser educada del mismo modo que cualquier ser humano. Así, ella ha crecido “asalvajada”, como un animalillo, sin otros referentes educativos que vayan más allá de algo tan básico como el afecto de los que la rodean, en especial, el amor de su madre.
Ana Sullivan llegará a esa familia para demostrar que Hellen es educable y que tan sólo necesita una oportunidad. Ana será para Hellen la cristalización de ese dicho tan conocido y, en gran medida, certero: “Quien bien te quiere, te hará llorar”. Y, así, la muchacha habrá de sufrir, llorar y patalear para aprender que las cosas tienen un nombre, que la vida tiene reglas, que ella es un ser humano y que puede y debe vivir como tal.
Gran película, como digo, con unas interpretaciones colosales, en especial las de Anne Bancroft y Patty Duke (premiadas merecidamente con un Oscar por su inconmensurable labor en esta cinta). Muy recomendable.
La película es emotiva, con un comienzo duro que encoge el corazón y que, sin embargo -y al contrario de lo que pareciera augurar-, da paso a una narración donde el optimismo jamás desaparece, por ardua y dolorosa que resulte la tarea de dotar de humanidad a Hellen. Digo “dotar de humanidad” porque la muchacha ha crecido entre la compasión y el consentimiento de una familia desbordada ante la situación, resignada ante la errónea creencia de que Hellen ha de ser, por fuerza, intelectualmente “inferior”, por lo que no puede ser educada del mismo modo que cualquier ser humano. Así, ella ha crecido “asalvajada”, como un animalillo, sin otros referentes educativos que vayan más allá de algo tan básico como el afecto de los que la rodean, en especial, el amor de su madre.
Ana Sullivan llegará a esa familia para demostrar que Hellen es educable y que tan sólo necesita una oportunidad. Ana será para Hellen la cristalización de ese dicho tan conocido y, en gran medida, certero: “Quien bien te quiere, te hará llorar”. Y, así, la muchacha habrá de sufrir, llorar y patalear para aprender que las cosas tienen un nombre, que la vida tiene reglas, que ella es un ser humano y que puede y debe vivir como tal.
Gran película, como digo, con unas interpretaciones colosales, en especial las de Anne Bancroft y Patty Duke (premiadas merecidamente con un Oscar por su inconmensurable labor en esta cinta). Muy recomendable.

5,1
17.325
7
27 de septiembre de 2011
27 de septiembre de 2011
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de verla por segunda vez, he de decir que, la verdad, a mí me ha gustado, y más que en la primera ocasión (allá por el momento de su estreno). Alex de la Iglesia, fiel a sí mismo, tira de exageración y esperpento para contarnos esta historia donde el humor, más que ácido, es pura corrosión. Sin ser de las mejores del director, creo que merece una reseña favorable.
Wyoming y Santiago Segura están muy bien en sus respectivos papeles, sin olvidar a Alex Angulo, cuya interpretación, como siempre, resulta genial. La recreación del mundo televisivo de los 70, 80 y 90 consigue hacernos esbozar una sonrisa nostálgica a todos aquéllos que, por fecha de nacimiento, hemos conocido, si no todas, alguna de esas décadas y a los personajes del mundo del espectáculo que por ellas pulularon.
Por otro lado, el crescendo sobre el cual evoluciona la relación entre Nino y Bruno está muy bien plasmado. Las putadas mutuas resultan cada vez más crueles a la par que risibles y van dando fe de cómo el odio puede llegar a ser un sentimiento tan intenso como el propio amor, generando una dependencia tal que sólo puede conducir a la locura. Alex de la Iglesia ridiculiza, con acierto y buen ritmo, una emoción tan común como abyecta –la envidia–, y la convierte en el leitmotiv de los personajes. Queda patente también la crítica del sentido del humor vulgar y ramplón, ante el que el populacho –e incluso, en ocasiones, los amantes del “humor inteligente” –, tienden a reaccionar con mayor facilidad. Y es que la clave del éxito de la pareja protagonista gravita sobre las hostias que le calza Wyoming a Segura, así de simple.
Wyoming y Santiago Segura están muy bien en sus respectivos papeles, sin olvidar a Alex Angulo, cuya interpretación, como siempre, resulta genial. La recreación del mundo televisivo de los 70, 80 y 90 consigue hacernos esbozar una sonrisa nostálgica a todos aquéllos que, por fecha de nacimiento, hemos conocido, si no todas, alguna de esas décadas y a los personajes del mundo del espectáculo que por ellas pulularon.
Por otro lado, el crescendo sobre el cual evoluciona la relación entre Nino y Bruno está muy bien plasmado. Las putadas mutuas resultan cada vez más crueles a la par que risibles y van dando fe de cómo el odio puede llegar a ser un sentimiento tan intenso como el propio amor, generando una dependencia tal que sólo puede conducir a la locura. Alex de la Iglesia ridiculiza, con acierto y buen ritmo, una emoción tan común como abyecta –la envidia–, y la convierte en el leitmotiv de los personajes. Queda patente también la crítica del sentido del humor vulgar y ramplón, ante el que el populacho –e incluso, en ocasiones, los amantes del “humor inteligente” –, tienden a reaccionar con mayor facilidad. Y es que la clave del éxito de la pareja protagonista gravita sobre las hostias que le calza Wyoming a Segura, así de simple.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
De entre muchos momentos memorables (lo de la cabra de la legión, el par de mozas cantando “Killing me softly” durante uno de los castings, etc.) me quedo con la escena final: esa hostia bien dada y que viene a decir “No te mueras, ¿si no, a quién odio y puteo yo a partir de ahora?”

7,6
79.265
7
6 de noviembre de 2011
6 de noviembre de 2011
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ridley Scott, en mi opinión, ha sabido ofrecer con “American Gangster” una película que no puedo estimar por debajo del calificativo de “buena” –que, digo yo, no está nada mal–, si bien, no la creo merecedora de ser elevada a al Olimpo de las películas de gangsters.
En función de la lectura de otras críticas en Filmaffinity, entiendo que una de las cosas que más se le reprochan a la cinta es su excesivo metraje, lo cual, curiosamente, a mí no me ha afectado de forma negativa. De hecho, visioné la película de un tirón (sin saber previamente lo que duraba), y sólo cuando ésta hubo acabado, miré el reloj con estupefacción, pues no había sido consciente del paso del tiempo. Eso quiere decir que en ningún momento me aburrió, de forma que no puedo sino discrepar de las críticas que hablan de falta de ritmo. Yo creo que el ritmo es perfecto y que la historia engancha.
Por otro lado, cuestiones de suma importancia, como la ambientación, la fotografía, el trabajo de los actores, la banda sonora o la narración en sí, están a la altura que cabría esperar de un director experimentado que ya nos ha regalado más de una perla con anterioridad, por mucho que en su filmografía también haya tropiezos. Es decir, detrás de los hilos que manejan esta película, se mueve la mano de un maestro, y eso se nota en su buen hacer. Por tanto, hay una gran calidad que a mí me parece indiscutible.
Y entonces, ¿por qué no me parece excelente? Pues porque está plagada de topicazos, de estereotipos, de escenas previsibles y manidas que me recuerdan a otras, vistas con anterioridad en otros filmes del mismo género. Por mucho que la cinta esté construida sobre una historia real y, hasta cierto punto, original (por lo que de distinto tuvo Frank Lucas), he tenido todo el tiempo la sensación de que lo que estaba viendo era un cóctel compuesto a base de ingredientes tomados de otras películas. Y no es que me desagrade esta miscelánea, pero vamos, que no alcanza ni de coña una pureza “Blue Magic”. A lo que he de añadir que hay momentos donde el tufillo a pretensión y a manipulación sensiblera del espectador es imposible de ocultar, siendo esto, fundamentalmente, lo que a mi entender, le resta enteros.
En función de la lectura de otras críticas en Filmaffinity, entiendo que una de las cosas que más se le reprochan a la cinta es su excesivo metraje, lo cual, curiosamente, a mí no me ha afectado de forma negativa. De hecho, visioné la película de un tirón (sin saber previamente lo que duraba), y sólo cuando ésta hubo acabado, miré el reloj con estupefacción, pues no había sido consciente del paso del tiempo. Eso quiere decir que en ningún momento me aburrió, de forma que no puedo sino discrepar de las críticas que hablan de falta de ritmo. Yo creo que el ritmo es perfecto y que la historia engancha.
Por otro lado, cuestiones de suma importancia, como la ambientación, la fotografía, el trabajo de los actores, la banda sonora o la narración en sí, están a la altura que cabría esperar de un director experimentado que ya nos ha regalado más de una perla con anterioridad, por mucho que en su filmografía también haya tropiezos. Es decir, detrás de los hilos que manejan esta película, se mueve la mano de un maestro, y eso se nota en su buen hacer. Por tanto, hay una gran calidad que a mí me parece indiscutible.
Y entonces, ¿por qué no me parece excelente? Pues porque está plagada de topicazos, de estereotipos, de escenas previsibles y manidas que me recuerdan a otras, vistas con anterioridad en otros filmes del mismo género. Por mucho que la cinta esté construida sobre una historia real y, hasta cierto punto, original (por lo que de distinto tuvo Frank Lucas), he tenido todo el tiempo la sensación de que lo que estaba viendo era un cóctel compuesto a base de ingredientes tomados de otras películas. Y no es que me desagrade esta miscelánea, pero vamos, que no alcanza ni de coña una pureza “Blue Magic”. A lo que he de añadir que hay momentos donde el tufillo a pretensión y a manipulación sensiblera del espectador es imposible de ocultar, siendo esto, fundamentalmente, lo que a mi entender, le resta enteros.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sólo dos cosas, a vuela pluma, que creo van en la línea de lo negativo que encuentro en la película:
- La escena en la que Lucas conoce a su futura esposa. Lamentable.
- La escena en la que está en una cafetería con sus hermanos, sale de ésta, le dispara a un tipo en la cabeza, en medio de la calle, y vuelve a entrar como si nada hubiese pasado. No conozco al dedillo la historia real de Frank Lucas, pero ¿de verdad esto sucedió así? ¿Realmente puede una persona, por poderosa y adinerada que sea ésta, matar a alguien a la vista de todo el mundo y permanecer en el mismo lugar con total impunidad? A mí me parece que no, que es una licencia del director que busca impresionar al espectador. Perdonadme si me equivoco…
- La escena en la que Lucas conoce a su futura esposa. Lamentable.
- La escena en la que está en una cafetería con sus hermanos, sale de ésta, le dispara a un tipo en la cabeza, en medio de la calle, y vuelve a entrar como si nada hubiese pasado. No conozco al dedillo la historia real de Frank Lucas, pero ¿de verdad esto sucedió así? ¿Realmente puede una persona, por poderosa y adinerada que sea ésta, matar a alguien a la vista de todo el mundo y permanecer en el mismo lugar con total impunidad? A mí me parece que no, que es una licencia del director que busca impresionar al espectador. Perdonadme si me equivoco…
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