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6
21 de febrero de 2025
21 de febrero de 2025
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shawn Ryan, artífice de esta serie, nos entrega un artefacto narrativo que oscila entre el thriller político y la farsa televisiva. El agente nocturno es, en esencia, un ejercicio de estilo: una máquina bien engrasada de clichés y emociones prefabricadas que, pese a su falta de profundidad, logra seducir con la eficacia de un mago de feria.
En el centro de este tinglado se encuentra Peter, un joven agente cuya apariencia de estudiante de instituto contrasta con su destreza para desbaratar conspiraciones de alto nivel. A su lado, Rose Larkin, una figura cuya inteligencia brilla tanto como su capacidad para sobrevivir a diálogos que rozan lo caricaturesco. Juntos, encarnan una dinámica que combina lo entrañable con lo absurdo, dos personajes variopintos pero que cuajan y comparten una historia comuna.
La temporada inicial despliega una trama que, aunque previsible, funciona con eficiencia. Los flashbacks, dosificados con precisión, revelan un pasado traumático que no sorprende pero que dota de sentido el relato. La serie se mueve en un terreno pantanoso, donde la credibilidad es sacrificada en el altar del espectáculo. Aquí, las bombas estallan, los villanos son tan sutiles como un puñetazo en la cara, y los giros argumentales se suceden con la frenética cadencia de un slam poético.
El romance entre los protagonistas avanza entre ráfagas de metralleta y discursos sobre lealtad, como si el guionista hubiera confundido a Shakespeare con un manual de tácticas militares. Es un idilio forjado a base de miradas furtivas y frases hechas, pero tan adictivo como el azúcar refinado. Mientras, el guion despliega un catálogo de amenazas: terrorismo de estado, presidentas en peligro, bombas pendientes de ser desactivadas… Todo sazonado con la ligereza de quien confunde volumen con profundidad.
En el centro de este tinglado se encuentra Peter, un joven agente cuya apariencia de estudiante de instituto contrasta con su destreza para desbaratar conspiraciones de alto nivel. A su lado, Rose Larkin, una figura cuya inteligencia brilla tanto como su capacidad para sobrevivir a diálogos que rozan lo caricaturesco. Juntos, encarnan una dinámica que combina lo entrañable con lo absurdo, dos personajes variopintos pero que cuajan y comparten una historia comuna.
La temporada inicial despliega una trama que, aunque previsible, funciona con eficiencia. Los flashbacks, dosificados con precisión, revelan un pasado traumático que no sorprende pero que dota de sentido el relato. La serie se mueve en un terreno pantanoso, donde la credibilidad es sacrificada en el altar del espectáculo. Aquí, las bombas estallan, los villanos son tan sutiles como un puñetazo en la cara, y los giros argumentales se suceden con la frenética cadencia de un slam poético.
El romance entre los protagonistas avanza entre ráfagas de metralleta y discursos sobre lealtad, como si el guionista hubiera confundido a Shakespeare con un manual de tácticas militares. Es un idilio forjado a base de miradas furtivas y frases hechas, pero tan adictivo como el azúcar refinado. Mientras, el guion despliega un catálogo de amenazas: terrorismo de estado, presidentas en peligro, bombas pendientes de ser desactivadas… Todo sazonado con la ligereza de quien confunde volumen con profundidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Si la primera temporada pecaba de ingenua, la segunda se sumerge en el pantano de lo grotesco. ¿Premio por salvar a la mandataria más poderosa del mundo? Un ascenso a un puesto de operativo nocturno, ese limbo laboral donde el heroísmo se paga con turnos de madrugada y sueldo de auxiliar. ¿Recompensa por evitar una masacre en Manhattan? Una imputación judicial. La lógica aquí brilla por su ausencia, pero tampoco nos interesa mucho detenernos a reflexionar sobre los ¿porqués?. Supongo que es un poco la gracia, la virtud y el pecado de la serie.
Recomendar El agente nocturno exige cierta honestidad: es el equivalente literario a un fuego artificial. Explota con colores vivos, deslumbra un instante y se esfuma sin dejar rastro. Pero deja la gran mayoría de veces el espectador ojiplatico, ansioso y nervioso, porqué cada capítulo suyo parece un final de temporada de otra entrega de acción.
Es una serie que se disfruta con la solemnidad con que se bebe un cóctel en vaso de plástico: sabiendo que el recipiente es vulgar, pero el líquido, efervescente. Véala si le gustan las paradojas morales resueltas a tiros, los héroes que parecen haber robado el carnet de identidad a su hermano mayor, y los guiones que intercambian coherencia por velocidad crucero. Eso sí, no espere salir iluminado… aunque quizá sí con una sonrisa cómplice. Al fin y al cabo, hasta el arte menor tiene su mérito: nos recuerda que, a veces, lo sublime está sobrevalorado.
Recomendar El agente nocturno exige cierta honestidad: es el equivalente literario a un fuego artificial. Explota con colores vivos, deslumbra un instante y se esfuma sin dejar rastro. Pero deja la gran mayoría de veces el espectador ojiplatico, ansioso y nervioso, porqué cada capítulo suyo parece un final de temporada de otra entrega de acción.
Es una serie que se disfruta con la solemnidad con que se bebe un cóctel en vaso de plástico: sabiendo que el recipiente es vulgar, pero el líquido, efervescente. Véala si le gustan las paradojas morales resueltas a tiros, los héroes que parecen haber robado el carnet de identidad a su hermano mayor, y los guiones que intercambian coherencia por velocidad crucero. Eso sí, no espere salir iluminado… aunque quizá sí con una sonrisa cómplice. Al fin y al cabo, hasta el arte menor tiene su mérito: nos recuerda que, a veces, lo sublime está sobrevalorado.
Serie

4,6
6.142
4
18 de octubre de 2022
18 de octubre de 2022
6 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo que reconocer que me han divertido más las críticas de "Hulksplaining" o el "Feminismo lo ha vuelto a hacer" que no la serie en el completo. Me parece mala, no solo porque no me ha hecho reír y es una comedia, sino también porque me ha producido vergüenza ajena la infantilización de los protagonistas, el sosegado guion de humor blanco para todos los públicos, el despojamiento de personajes (para mí) ya míticos de la saga Marvel y en general el desarrollo irregular de la trama, en dónde la mayoría de personajes no tienen sentido ni cabida ni tan siquiera para dar lugar a un chascarrillo oportuno. Sin olvidar que goza de un apartado técnico bastante bastante flojo. Si le he puesto un 4 es únicamente porqué el final me ha parecido original y disruptivo, pero creo honestamente que no merece la pena perder el tiempo con She-Hulk, polémicas a parte de la cultura de la cancelación, ideología woke o doctrina feminista, lo que me parece que queda en un segundo plano ante la baja calidad que nos propone la serie, por lo menos en los ocho primeros capítulos.
6
17 de abril de 2020
17 de abril de 2020
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que es una ardua tarea cualificar este metraje. Todo lo importante es la curiosidad que despierta a nivel documentalístico y su reflexión de fondo acerca de como una anécdota puede ser considerada como revolución en un mundo de postguerra traumado por la incertidumbre del presente y con la paranoia de reproducir perpetuamente el enemigo en casa.
Pero en las formas es una película llana, con un desarrollo argumental previsible que parece más propio de un estudio de Hollywood que de un acontecimiento basado en hecho reales. Tengo la sensación que los personajes que describe los he visto en otras películas. Me invade el presentimiento que podían haber aprovechado mucho mejor la idea, a lo mejor explicando más muchas de las subtramas que quedan incompletas.
Una película fácil de ver, que paradójicamente no esconde secretos, pero con un planteamiento interesante.
Pero en las formas es una película llana, con un desarrollo argumental previsible que parece más propio de un estudio de Hollywood que de un acontecimiento basado en hecho reales. Tengo la sensación que los personajes que describe los he visto en otras películas. Me invade el presentimiento que podían haber aprovechado mucho mejor la idea, a lo mejor explicando más muchas de las subtramas que quedan incompletas.
Una película fácil de ver, que paradójicamente no esconde secretos, pero con un planteamiento interesante.
31 de enero de 2025
31 de enero de 2025
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christian Gudegast vuelve a abrir la caja fuerte del cine de atracos, pero en lugar de oro nos entrega un botín agridulce: una película visualmente espectacular y, al mismo tiempo, un asalto innecesariamente largo a la conformidad del espectador. El director sabe rodar la acción con pulso firme, y las postales de la Costa Azul son puro lujo cinematográfico, pero el guion se empeña en explicarnos cada giro como si fuéramos turistas desorientados en Mónaco.
Gerard Butler brilla con su chulería de antihéroe, pero sus secuaces se mueven entre lo desdibujado y lo irrelevante, alargando un golpe que podría haberse ejecutado con más precisión y menos palabrería. Aunque entre el tedio narrativo y el abuso del manual del género, Gudegast demuestra talento para mantener el ritmo y la puesta en escena con momentos electrizantes, un robo perfectamente planificado que, al final, sin embargo, por pronosticable y por redundante deja menos recompensa de la esperada. Eso sí, los chascarrillos gastronómicos, las escenas de acción imposible y el gelato al menos endulzan el atraco.
Gerard Butler brilla con su chulería de antihéroe, pero sus secuaces se mueven entre lo desdibujado y lo irrelevante, alargando un golpe que podría haberse ejecutado con más precisión y menos palabrería. Aunque entre el tedio narrativo y el abuso del manual del género, Gudegast demuestra talento para mantener el ritmo y la puesta en escena con momentos electrizantes, un robo perfectamente planificado que, al final, sin embargo, por pronosticable y por redundante deja menos recompensa de la esperada. Eso sí, los chascarrillos gastronómicos, las escenas de acción imposible y el gelato al menos endulzan el atraco.
7
7 de enero de 2023
7 de enero de 2023
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sobra ni falta ni un ápice. Lourdes Hernández, está perfecta, pone voz a una generación, y por si no fuera suficiente, enamora. Su juego de colores y matices, explorando siempre la fina línea entre la realidad y la interpretación, me conmueve. El camino del héroe moderno, quizá se asemeje a una chica caprichosa de temprana edad, que nace en la anécdota y muere en una decisión trascendental. Es el ejercicio de aprender a cimentar el camino del futuro con los añicos de dolor revelados en el pasado. Es una película nada fácil de abandonar, por su empatía y por su honestidad intelectual hacia el espectador y por contener esta aura redentora experiencial en la que usualmente nos suele llevar la música.
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