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Críticas 151
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
Dragon Ball GT (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón1996
6,0
30.247
Animación
8
11 de octubre de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante (y necesaria) vuelta al "modus operandi" de la primera serie de la saga; donde vuelve a primar el "leitmotiv" original que le dio vida, y con la misma manera de moverse: ¡A buscar la putas bolas!

A esto, "DB GT" añade las obligadas vueltas de tuerca que le exigen los nuevos tiempos, y lo hace muy correctamente: ampliamos el "espacio de búsqueda" a todo el universo; cambiamos "pueblos" por "planetas"; añadimos personajes más actuales (el contrapunto de Bulma ahora es de una inconformista Pan) y, también, más dinamismo en las secuencias de acción... finalmente, la serie consigue volver a crearnos esa sensación que recordábamos, al darnos cuenta de que Goku, después de tantos años, sigue siendo el mismo crío ingenuo que nos enamoró en su día.

El problema reside en que, por una parte, el comienzo que justifica esta vuelta atrás es soso y poco elaborado; y por otra, que el final de este gran viaje se acaba perdiendo, de nuevo, en lo más intragable de la serie "Z".

Aún con todo, más que recomendable para el que haya disfrutado con el Anime original.

...
"Giru, Giru, Giru..."

:P
21 de septiembre de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sitcom española ("QUÉ MONA VA ESTA CHICA SIEMPRE"), hasta hoy, nunca ha sido una diana lo bastante precisa como para que cualquier productora de medio pelo no consiguiera un tiro medianamente certero sobre ella ("AMOS, NO ME JODAS..."). Esto es debido a que, opiniones subjetivas a parte, aún somos una nación bastante simplona y poco arriesgada en general ("IGNORANTE DE LA VIDA"). A la hora de dibujar caricaturas de nuestra idiosincrasia, dicha simpleza torna fácil el hecho de hacernos reír con las más simples de de las situaciones: sexo y violencia, dentro del contexto de la pura grosería o irreverencia... pongo un ejemplo metafórico tan estúpido y básico, como efectivo al resumir lo que digo: nos tiramos un pedo y nos reímos ("UN POQUITO DE POR FAVOR"), inevitablemente.

Sin salirse de su esquema, sin embargo, "ANHQV" supo entrar en esta guerra con algunas armas que, aunque ni mucho menos fueran desconocidas, resultaron ser muy efectivas en manos de tan poderoso batallón de soldados ("¡QUÉ CABRÓN... QUÉ CABRÓN!"): su elenco de grandes interpretaciones, desde las caras más clásicas a los nuevos descubrimientos, consiguen la química entre personajes que da auténtica vida a esta serie ("JUANITO, TU Y YO HEMOS CONECTADO..."). Lejos de vestirse de parodia exagerada, como sugería en un principio con su claro homenaje a ese tebeo tan conocido de Ibáñez ("BUENO, PERO TRANQUILITO, ¿EH?"), esta serie fue, en casi todo su desarrollo, una fiel sátira de nuestras situaciones más cotidianas; consiguiendo que, sin dejar de tirarse el pedo ("QUE NO SON HORAS..."), nos mostrara también al vaina que se lo tira y se ríe; haciéndonos más gracia, paradójicamente, el hecho de que un pedo nos resultara jocoso... más que el pedo en sí, y ya es un primer paso, oiga.

¡Atención! he dicho fiel "en CASI todo su desarrollo", porque, por otro lado, la serie, como muchas otras también en España, comenzó a mutar en cierto momento, movida por la demanda de la audiencia y en pos ya, únicamente, de rentabilidad económica ("¡CHORIZO!"). "ANHQV", concretamente, mutó volviéndose surrealista y exagerada en sus últimas temporadas, perdiendo mucho de ese carácter satírico que la desmarcaba ("¡QUÉ FOLLÓN!"). Pero hasta en esto supo ser superior, porque, a diferencia del común de las series españolas, ésta sí supo retirarse a tiempo ("¡VÁYASE, SEÑOR CUESTA, VÁYASE!"), sin desvirtuarse del todo. Y, para rematar la jugada en originalidad y efectividad, en favor de esa audiencia que pedía más, supo dejar el testigo a la posterior "La que se avecina" que, aunque personalmente no me mola tanto ("ME MINAS LA MORAL"), al menos ha mantenido calladitos a los que, después de cinco intensas temporadas, seguían esperando, únicamente, el sonido supuestamente jocoso de un irreverente pedo español ("Y PUNTO EN BOCA").
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
"PARA VALORAR ESTA CRÍTICA ME LEVANTAN LA MANO... Y PARA INSULTAR A SU AUTOR, TAMBIÉN ME LA LEVANTAN".
8 de noviembre de 2014 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impredecible, desternillante, desvergonzada, catastrófica... a mi humilde vista inexperta, una de las sitcom más simples y efectivas de todos los tiempos.

Quizá, el único apunte negativo que posee este hilarante ejercicio cómico, es la errada expectativa que pueda producir su título, porque tal cena no llega a producirse. No obstante, al cabo casi lo agradeces: el terrible personaje interpretado por Villeret se las pinta solo, para liar el enredo más brutal que puedas imaginar, y, de paso, liarla un poco más.

"La cena de los idiotas" es una interminable sucesión de divertidísimos golpes de efecto, una secuencia que se va superando a sí misma en catastrófica originalidad, ante los incrédulos ojos de un correcto Thierry Lhermitte; un perfecto <sufridor> que acabará clamando al cielo, pidiéndole a Dios que el extravagante hombrecillo al que ha metido en su casa realice su última estupidez sin destrozarle la vida.

Para más inri, la peli sabe aprovechar el regustillo de compasión que trae de serie cualquier personaje, llamémosle, <de reacción lenta>... pero ni en esto te dará un respiro: tan pronto le compadezcas o sientas un mínimo remordimiento, él se las apañará sin problemas para volver a sacarte de quicio, con más intensidad cada vez.

Así que no importa, ya puedes traer a la cena a Steve Urkel, Screech Powers, Pepe Viyuela o al mismísimo Mr. Bean, que no cenarán ni su suela. Y es que, aunque parezca que exagero a los ojos del que no la haya visto, realmente no hay muchas dudas, este "François Pignon" es el mayor "galáctico de los idiotas" de la comedia audiovisual. ¡No pases sin conocerle!

PD: ¡Ni se te ocurra canjear esta peli por su NEFASTA versión homónima americana, o chafarás toda la diversión! Auténtico François Pignon, ¡y rechaza imitaciones! :P
8 de noviembre de 2014 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo estuve allí...

Yo estuve allí, y vi como Forrest crecía a la vez que el resto del mundo.

Yo bailé junto al Rey al compás de sus atropelladas perneras.

Yo le vi huyendo de los matones, mientras se desprendían sus correctores ortopédicos, que caían destrozados junto a sus miedos, dándole la libertad de un ave. Fui testigo de la complicidad que se fue gestando entre él y la pequeña Jenny.

Yo estuve en la espesura de la selva vietnamita esquivando proyectiles; vi la sangre salpicar, y le vi ganar un combate sin necesidad de combatir.

Me deslicé entre las masas en las manifestaciones pacifistas, y pude escuchar sus palabras cuando el micrófono falló. Yo también lloré ante lo emotivo del discurso más elemental del mundo.

Yo también estuve en aquella recepción, y también me ruboricé al ver como le plantaba el trasero al presidente. Pasada la vergüenza, le envidié.

Me recorrí junto a él, el país entero de un extremo a otro, a paso ligero; entendiendo más en aquel acto de lo que él mismo pretendía mostrar.

Yo surqué las olas a lomos del "Jenny" en busca de gambas frescas, y escuché los veteranos resoplidos del Teniente Dan.

Yo le vi afrontar su prueba final con la entereza que solo lograría una concepción muy básica del dolor; porque el dolor, si no se sufre, nunca se supera.

Yo estuve allí, si... y puedo contar todo esto porque él me lo contó a mí... porque sigue contándomelo cada vez que se lo pido. Yo pude seguirle en todas sus aventuras porque confirmé, con mis propios ojos, lo absolutamente cierto de su mejor enseñanza: que nuestra vida, al igual que la suya, no es más que una ligera pluma que finge tener movimiento propio, cuando todo lo que hace es dejarse llevar por el viento... y que el viento es sabio.

"La vida es una caja de bombones", y pelis como "Forrest Gump" son los rellenos del licor más dulce y delicado, que hacen que merezca la pena seguir sorprendiéndonos con el sabor del siguiente que nos llevemos a la boca, aunque tenga que ser amargo.
1 de noviembre de 2014 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminaba una década muy fructuosa en la cultura de ocio, y, más concretamente, en el arte de hacer pelis... y a medida que el "8" iba dando paso al "9", iba muriendo (justamente y con honores) un estilo de filmación comercial hollywoodense súper personal y receloso, cuya alabanza por parte del público dejó buenos beneficios económicos, que serían la base para construir mucho de lo que hoy es esta industria, en su concepción más comercial.

Y el bien llamado "estilo ochentero" tuvo arte y efectividad hasta para morirse; a diferencia del erróneo comportamiento de mucho del entretenimiento audiovisual contemporáneo, que decide alargar la vida de sus estilos y tramas tanto como dure su rentabilidad, pasando por encima de su valor cultural y creativo; este fenomenal <modus operandi> cinematográfico entendió y acepto el carácter natural de su inevitable decadencia, y fue dosificando su desaparición progresivamente, incluso desde poco pasada la mitad de la década. Casi como si los autores hubieran vaticinado su necesaria conclusión, para cuando llegaron los últimos 2 o 3 años del referido decenio ya solo quedaban leves rescoldos de este estilo de filmación, que perfumaban discretamente los nuevos productos con su grata y reconocida esencia, haciéndonos ver que el estilo consiguió evolucionar, más que desaparecer.

"Willow", a mi humilde entender, fue uno de esos productos claramente <ochenteros> que ya hablaban con soltura el idioma de la nueva década. El alabado estilo clásico nos dejó referencias del género épico/fantástico, dominadas casi siempre por un carácter de homenaje o culto a lo mitológico, y normalmente dirigidas a un público más adulto, con marcado tono sobrio y reiteradas muestras de sexo y violencia explícitas (fue el caso de "Conan el Bárbaro" o "Excalibur"). La hoy conocida influencia <tolkeniana> a penas fue explotada en los ochenta, por un tipo de fantasía épica que no gustaba de andarse con delirios creativos demasiado arriesgados; porque, como ya digo, la entrada edad dotaba de cierta exigencia clásica a sus consumidores más habituales: los duendes y elfos eran cosa de críos, y como tal, solamente ciertas referencias de marcado tono infantil se atrevieron a trabajar (muy discretamente, sin embargo) con algún elemento más típico del gazpacho <tolkeniano>, y esta otra cara del género se acercaba más a la estética electro-rockera y <steampunk>, que gustaban de consumir los peques de la casa (fue el caso de "Cristal oscuro" o "Dentro del laberinto").

Sobre este contexto, "Willow" se presentó casi como una apuesta pionera, que explotaba sin tapujos este <mestizaje mitológico>, en un tono más cercano a lo que hoy llamamos <blockbuster> o cine familiar: ni corrompía con tetas a los peques, ni aburría con marionetas a los mayores.
Es por esto que, sin ser la cinta ninguna maravilla extraordinaria, ciertas generaciones que aún la recuerdan como <la primera>, hablan de "Willow" como el antecesor directo a la saga del Anillo del señor Jackson, incluso como considerable alternativa a la misma; con el lógico cabreo de otras más jóvenes que, obviamente, no podían entenderlo.

Pero, dejando a parte subjetivas opiniones generacionales, la realidad es que "Willow", a día de hoy, si bien no en un impacto visual del que carecía por los medios de la época, sí es un producto sumamente competitivo con el resto del género actualmente, al nivel de la narrativa, la creatividad y el entretenimiento. Y lo consigue, precisamente, porque esta peli no alardea de ese regustillo grandilocuente que se pegan a sí mismas casi todas las pelis del género, y que vuelve pretenciosas muchas de sus historias. Lejos de ello, "Willow" resulta refrescantemente cómoda en sus dominios, cuenta una aventura que se apoya en lo modesto de su trasfondo, dejando más bien, un agradable regustillo a sencillez humanista que la aleja de toda pretensión.

Y una vez aclarado mucho del contexto que la rodeó, invito al joven espectador que osó criticarla, a que le eche un segundo vistazo...
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