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Críticas ordenadas por utilidad
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5,8
69.215
7
2 de agosto de 2012
2 de agosto de 2012
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que funcionan como espejos. Un día antes de su estreno comercial, he tenido la oportunidad de ver un pase previo, y la última película de Ridley Scott funciona como un reflejo. De lo que fue, de lo que es, de lo que será. Nos llega tarde y en cierta manera con menos magia de lo que supone un estreno simultaneo. Apaleada por algunos sectores y alabada por otros. ¿Es Prometheus una mala película?: no. ¿Es Prometheus la quintaesencia prometida?: no. Pero Prometheus funciona, es a la vez obra y reflejo de un cineasta irrepetible, único; con algunas de las películas más importantes de la historia del Cine a sus espaldas. Y esta última contiene momentos irrepetibles, de esos hechos para atesorar en el baúl de las maravillas.
Prometheus es un canto a la humanidad en sí misma. Sus minutos iniciales son toda una declaración de intenciones. Esas hermosas imágenes que recorren la sala, como si de un gran documental se tratara, hacen que esos parajes, esos ríos y orografía inunden el alma de misticismo y espiritualidad. Tan solo gente cómo Kubrick, Tarkovski o Malick han filmado cosas semejantes con tanto poder (Primer Espejo).
Se la ha tildado de plana, oportunista y fuera de lugar. No puedo estar más en desacuerdo con estas opiniones, porque Prometheus es un espectáculo audiovisual ante todo, y pese a ello consigue cierta profundidad estético/artística. Algo al alcance de muy pocos, en tiempos de mediocridad cinematográfica. Los personajes de Michael Fassbender y Noomi Rapace son de los más trabajados que he visto últimamente y su evolución es ejemplar. Lo natural y lo artificial en la cara y cruz de la misma moneda, mientras a modo de tragedia griega se mueven los demás. Lovecraft y sus tentáculos están aquí y ahora con más precisión de lo que posiblemente se haya hecho (Segundo Espejo).
Scott es un maestro de la imagen, un ilusionista superdotado que tan pronto enseña un conejo en una mano lo trasforma en un ramo de flores. Asi: en un abrir y cerrar de ojos. Scott no renuncia a su comercialidad, y se retroalimenta de sus anteriores obras de género sin hacer desaparecer su valor en sí misma. Es tan inteligente que hace que este espejo funcione deformando sus imágenes para convertir lo antiguo en nuevo sin caer en la reiteración. Y de paso, tiene lo que hay que tener para mostrar las escenas más impactantes y escalofriantes sin miedo a la censura: "R-Rated" cuando casi nadie se atreve. (Tercer Espejo)
Prometheus es un divertimento sin complejos. Aquellos que quieran encontrar algo más, podrán hacerlo sin afectar a su capacidad evasiva. En la película se encuentra el aura de un director, que a sus 70 años sigue en estado de gracia, con la mente joven y despejada. Es así esta, una de las mejores películas serias de género en mucho tiempo. Y esto no es un espejo, es la realidad. El respeto que impone Prometheus es mucho. Lo suficiente para calificarla de buena, salpicada de momentos maravillosos.
Prometheus es un canto a la humanidad en sí misma. Sus minutos iniciales son toda una declaración de intenciones. Esas hermosas imágenes que recorren la sala, como si de un gran documental se tratara, hacen que esos parajes, esos ríos y orografía inunden el alma de misticismo y espiritualidad. Tan solo gente cómo Kubrick, Tarkovski o Malick han filmado cosas semejantes con tanto poder (Primer Espejo).
Se la ha tildado de plana, oportunista y fuera de lugar. No puedo estar más en desacuerdo con estas opiniones, porque Prometheus es un espectáculo audiovisual ante todo, y pese a ello consigue cierta profundidad estético/artística. Algo al alcance de muy pocos, en tiempos de mediocridad cinematográfica. Los personajes de Michael Fassbender y Noomi Rapace son de los más trabajados que he visto últimamente y su evolución es ejemplar. Lo natural y lo artificial en la cara y cruz de la misma moneda, mientras a modo de tragedia griega se mueven los demás. Lovecraft y sus tentáculos están aquí y ahora con más precisión de lo que posiblemente se haya hecho (Segundo Espejo).
Scott es un maestro de la imagen, un ilusionista superdotado que tan pronto enseña un conejo en una mano lo trasforma en un ramo de flores. Asi: en un abrir y cerrar de ojos. Scott no renuncia a su comercialidad, y se retroalimenta de sus anteriores obras de género sin hacer desaparecer su valor en sí misma. Es tan inteligente que hace que este espejo funcione deformando sus imágenes para convertir lo antiguo en nuevo sin caer en la reiteración. Y de paso, tiene lo que hay que tener para mostrar las escenas más impactantes y escalofriantes sin miedo a la censura: "R-Rated" cuando casi nadie se atreve. (Tercer Espejo)
Prometheus es un divertimento sin complejos. Aquellos que quieran encontrar algo más, podrán hacerlo sin afectar a su capacidad evasiva. En la película se encuentra el aura de un director, que a sus 70 años sigue en estado de gracia, con la mente joven y despejada. Es así esta, una de las mejores películas serias de género en mucho tiempo. Y esto no es un espejo, es la realidad. El respeto que impone Prometheus es mucho. Lo suficiente para calificarla de buena, salpicada de momentos maravillosos.
16 de febrero de 2017
16 de febrero de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
— Durante:
Escuché una partitura decente de la mano de Danny Elfman, a la par de algunos temas dignos de una lista de reproducción.
— Después:
Varias horas más tarde oí, que había asistido a una sesión de cine sin haberme enterado.
Escuché una partitura decente de la mano de Danny Elfman, a la par de algunos temas dignos de una lista de reproducción.
— Después:
Varias horas más tarde oí, que había asistido a una sesión de cine sin haberme enterado.

7,0
25.251
7
20 de noviembre de 2021
20 de noviembre de 2021
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando escuché que Ridley Scott, a punto de cumplir 84 años, se embarcaba en un proyecto de grandes magnitudes tomé la noticia con cierta cautela. No sabía exactamente como iba a enfocar la obra literaria de Eric Jager, en primer lugar por la mezcla entre novela y crónica verídica que se esconde entre sus páginas y, en segundo término, por las dudas que genera el tratamiento del cine en el Hollywood actual.
A favor tenía dos elementos muy importantes: el reencuentro de Matt Damon y Ben Affleck para la escritura de guion, que tantas alegrías me dieron en sus años jóvenes; y de forma paradójica la mano en el timón del propio Scott, siempre con temas interesantes por contar, respaldado por algunas de las grandes obras maestras de la historia del cine moderno. Sus producciones siempre están envueltas en un halo de rigor que ha de ser tenido en cuenta, y la incertidumbre de si sería capaz de mantener su independencia narrativa, se convirtieron en potentes imanes para captar la atención.
'The Last Duel' parte de un único hecho fundamental que consigue mover apellidos, honores y agitar reinos. La violación de Marguerite de Carrouges (Jodie Comer) se transforma en el elemento capaz de sembrar la discordia y poner en jaque, a la vez que nos hace reflexionar sobre la integridad y la credibilidad de una persona y su derecho indiscutible a contar con credibilidad.
A ambos lados dos amigos de batallas. Jean de Carrouges (Matt Damon) y Jacques Le Gris (Adam Driver). Los dos coincidentes en varias campañas bélicas durante años, ambos con aspiraciones de ascender en su estado social. Caballeros y escuderos que danzan con sus piezas en un tablero, dónde cada movimiento significa aumentar sus propiedades, honores, riquezas y apariencias; fundamentales en la Edad Media para construir pequeños feudos bajo el reinado de Carlos VI. Una época en la que las alianzas incrementan el poder y provoca enfrentamientos entre las distintas casas.
El caballero de Carrouges toma por esposa a Marguerite, lo que aumenta su influencia en varios estratos. No sin levantar ciertas envidias en sus círculos más cercanos, sin exceptuar a su compañero Le Gris, que sirve como escudero al capitán Pierre d’Alençon (Ben Affleck), voraz de poder e instigador interesado en escalar influencias en el reino. Durante una campaña en Escocia de De Carrouges, Le Gris viola a su esposa. Las ínfulas de dominio por perpetrar su linaje, elevan el delito a juicio, para dictaminar como sentencia un duelo a muerte entre los dos combatientes, que repercutiría en la muerte de Marguerite De Carrouges, por mandato divino, si su marido es derrotado.
Scott no se conforma con narrar el conflicto en un solo bloque. Cada uno de los tres protagonistas cuenta con su verdad diferenciada por capítulos. Cada uno de ellos cuenta una realidad que va destapando las personalidades y las motivaciones del triángulo. Pero va aún más allá, y conduce a la profunda reflexión de lo que vale la vida y el testimonio de una víctima dentro de una época fundamentalmente masculina. Critica un régimen de posesión sobre otra persona y su derecho a llevar ante los tribunales el abuso.
Scott va caldeando el ambiente. Utiliza un tenebroso ambiente filmado en diversas regiones de Irlanda y sus castillos. La época medieval aparece sucia y corrupta, como corruptos son sus personajes en su tenacidad por anular el juicio de alguien en su propio beneficio. Los tonos azulados predominan en un entorno invernal exterior, con cierta calidez envenenada en los interiores de los aposentos, en los que se urden las más despreciables maquinaciones por conquistar el poder. Hombres bestia que recuerdan a ‘El Duelo a Garrotazos’ de Francisco de Goya. Magníficas interpretaciones de Matt Damon y Adam Driver con sus personalidades fuertemente marcadas y matizadas. Sobresale la belleza de Jodie Comer en una interpretación contenida y sobrecogedora; sus primeros planos con lágrimas en los ojos erizan el vello de la piel.
Estupendo guion que peca en algunos momentos en revelarse “algo actual”, no restando en demasía al magnífico libreto. Intensas imágenes de batallas y escaramuzas, descarnadas y brutales sin ahorrar fluidos. Caballos sementales sin muros con plenos derechos.
Una película bien narrada, extensa, de tempo lento, que nos devuelve la fe en un relato de época bien escrito y dirigido. Atronador uso del sonido para terminar en un remanso de paz y esperanza; acompañados por una partitura muy correcta de Harry Gregson-Williams. Ridley Scott disipa dudas y firma una de las películas más interesantes del año. Deja poso.
Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2021/11/20/las-tres-verdades-el-ultimo-duelo-2021-ridley-scott/
A favor tenía dos elementos muy importantes: el reencuentro de Matt Damon y Ben Affleck para la escritura de guion, que tantas alegrías me dieron en sus años jóvenes; y de forma paradójica la mano en el timón del propio Scott, siempre con temas interesantes por contar, respaldado por algunas de las grandes obras maestras de la historia del cine moderno. Sus producciones siempre están envueltas en un halo de rigor que ha de ser tenido en cuenta, y la incertidumbre de si sería capaz de mantener su independencia narrativa, se convirtieron en potentes imanes para captar la atención.
'The Last Duel' parte de un único hecho fundamental que consigue mover apellidos, honores y agitar reinos. La violación de Marguerite de Carrouges (Jodie Comer) se transforma en el elemento capaz de sembrar la discordia y poner en jaque, a la vez que nos hace reflexionar sobre la integridad y la credibilidad de una persona y su derecho indiscutible a contar con credibilidad.
A ambos lados dos amigos de batallas. Jean de Carrouges (Matt Damon) y Jacques Le Gris (Adam Driver). Los dos coincidentes en varias campañas bélicas durante años, ambos con aspiraciones de ascender en su estado social. Caballeros y escuderos que danzan con sus piezas en un tablero, dónde cada movimiento significa aumentar sus propiedades, honores, riquezas y apariencias; fundamentales en la Edad Media para construir pequeños feudos bajo el reinado de Carlos VI. Una época en la que las alianzas incrementan el poder y provoca enfrentamientos entre las distintas casas.
El caballero de Carrouges toma por esposa a Marguerite, lo que aumenta su influencia en varios estratos. No sin levantar ciertas envidias en sus círculos más cercanos, sin exceptuar a su compañero Le Gris, que sirve como escudero al capitán Pierre d’Alençon (Ben Affleck), voraz de poder e instigador interesado en escalar influencias en el reino. Durante una campaña en Escocia de De Carrouges, Le Gris viola a su esposa. Las ínfulas de dominio por perpetrar su linaje, elevan el delito a juicio, para dictaminar como sentencia un duelo a muerte entre los dos combatientes, que repercutiría en la muerte de Marguerite De Carrouges, por mandato divino, si su marido es derrotado.
Scott no se conforma con narrar el conflicto en un solo bloque. Cada uno de los tres protagonistas cuenta con su verdad diferenciada por capítulos. Cada uno de ellos cuenta una realidad que va destapando las personalidades y las motivaciones del triángulo. Pero va aún más allá, y conduce a la profunda reflexión de lo que vale la vida y el testimonio de una víctima dentro de una época fundamentalmente masculina. Critica un régimen de posesión sobre otra persona y su derecho a llevar ante los tribunales el abuso.
Scott va caldeando el ambiente. Utiliza un tenebroso ambiente filmado en diversas regiones de Irlanda y sus castillos. La época medieval aparece sucia y corrupta, como corruptos son sus personajes en su tenacidad por anular el juicio de alguien en su propio beneficio. Los tonos azulados predominan en un entorno invernal exterior, con cierta calidez envenenada en los interiores de los aposentos, en los que se urden las más despreciables maquinaciones por conquistar el poder. Hombres bestia que recuerdan a ‘El Duelo a Garrotazos’ de Francisco de Goya. Magníficas interpretaciones de Matt Damon y Adam Driver con sus personalidades fuertemente marcadas y matizadas. Sobresale la belleza de Jodie Comer en una interpretación contenida y sobrecogedora; sus primeros planos con lágrimas en los ojos erizan el vello de la piel.
Estupendo guion que peca en algunos momentos en revelarse “algo actual”, no restando en demasía al magnífico libreto. Intensas imágenes de batallas y escaramuzas, descarnadas y brutales sin ahorrar fluidos. Caballos sementales sin muros con plenos derechos.
Una película bien narrada, extensa, de tempo lento, que nos devuelve la fe en un relato de época bien escrito y dirigido. Atronador uso del sonido para terminar en un remanso de paz y esperanza; acompañados por una partitura muy correcta de Harry Gregson-Williams. Ridley Scott disipa dudas y firma una de las películas más interesantes del año. Deja poso.
Publicado originalmente en: https://cinemiamor.wordpress.com/2021/11/20/las-tres-verdades-el-ultimo-duelo-2021-ridley-scott/

7,0
48.429
7
8 de octubre de 2017
8 de octubre de 2017
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terminé de ver 'Blade Runner 2049' con sentimientos contradictorios. Por una parte tenía la película original grabada a fuego, y por otro lado quise renegar del nuevo trabajo de Denis Villeneuve. No importaba lo mucho que me hubiera preparado para este estreno, porque siempre estaría la legendaria producción de 1982. Una de las películas que me sirve de vara, para medir cómo debe ser una película. Un patrón lleno de genialidades y casualidades, que describen una misteriosa ecuación arrebatadora.
Dormí mal esa noche. Di muchísimas vueltas intentando derribar los cimientos de '2049', intentando que lo intocable, supliera a lo nuevo. Que Los Ángeles 2019 fuera la única pieza válida, y que Roy Batty fuera el único poeta de las Puertas de Tannhäuser. Me levanté apesadumbrado, porque la había visto y la estaba reprimiendo. Me ardía el pecho mientras los ecos de '2049' se intentaban abrir camino hacia mi mente. Pasó la mañana, pasó la jornada, pasó una conversación. Ya no era el mismo. No hay manera humana de engañar al corazón.
Y me asomé a los paisajes de '2049' a través de mis recuerdos una vez más. Ya sin fronteras ni eclipses; dejando bombear sangre sin emponzoñar al resto de mi cuerpo. Y vi a K sobre la nieve. Una persona íntegra, y consecuente con los dictámenes de su corazón. Rememoré su periplo por la distópica California, y me restultó demasiado familiar. Escuche los sonidos del presente, y en palabras de Gaff: —se había hecho un buen trabajo— Cada vez tenía menos motivos para defenestrarla deliberadamente, porque el flechazo se había producido casi de inmediato. Tan sólo había que quitar vendajes, y empezar a desangrarme. Estaba enamorado.
Y vi de nuevo a K, a Deckard, a Joi, a Roy, a Gaff, a Niander... Apenas tenía motivos para no amarles en su conjunto. Decidí finalmente exhumar los restos enterrados en mi mente, y abrí el féretro. Allí me esperaban Denis Villeneuve, Roger Deakins, Hampton Fancher, Hanz Zimmer, y un travieso Ridley Scott con una extraña media sonrisa dibujada en su mejilla. Una figura sin rostro dejó un Unicornio de papel, mirando frente a frente a un Caballo de Madera. Miré la base del caballito, y no tenía grabado nada. Miré al pasado, asentí al presente, y divisé el futuro sin miedo.
'2049' era mejor de lo que pretendía que fuese. Me senté y me puse a escribir, mientras los latidos de mi corazón se sincronizaron con la mente. Había sucedido otro milagro.
Dormí mal esa noche. Di muchísimas vueltas intentando derribar los cimientos de '2049', intentando que lo intocable, supliera a lo nuevo. Que Los Ángeles 2019 fuera la única pieza válida, y que Roy Batty fuera el único poeta de las Puertas de Tannhäuser. Me levanté apesadumbrado, porque la había visto y la estaba reprimiendo. Me ardía el pecho mientras los ecos de '2049' se intentaban abrir camino hacia mi mente. Pasó la mañana, pasó la jornada, pasó una conversación. Ya no era el mismo. No hay manera humana de engañar al corazón.
Y me asomé a los paisajes de '2049' a través de mis recuerdos una vez más. Ya sin fronteras ni eclipses; dejando bombear sangre sin emponzoñar al resto de mi cuerpo. Y vi a K sobre la nieve. Una persona íntegra, y consecuente con los dictámenes de su corazón. Rememoré su periplo por la distópica California, y me restultó demasiado familiar. Escuche los sonidos del presente, y en palabras de Gaff: —se había hecho un buen trabajo— Cada vez tenía menos motivos para defenestrarla deliberadamente, porque el flechazo se había producido casi de inmediato. Tan sólo había que quitar vendajes, y empezar a desangrarme. Estaba enamorado.
Y vi de nuevo a K, a Deckard, a Joi, a Roy, a Gaff, a Niander... Apenas tenía motivos para no amarles en su conjunto. Decidí finalmente exhumar los restos enterrados en mi mente, y abrí el féretro. Allí me esperaban Denis Villeneuve, Roger Deakins, Hampton Fancher, Hanz Zimmer, y un travieso Ridley Scott con una extraña media sonrisa dibujada en su mejilla. Una figura sin rostro dejó un Unicornio de papel, mirando frente a frente a un Caballo de Madera. Miré la base del caballito, y no tenía grabado nada. Miré al pasado, asentí al presente, y divisé el futuro sin miedo.
'2049' era mejor de lo que pretendía que fuese. Me senté y me puse a escribir, mientras los latidos de mi corazón se sincronizaron con la mente. Había sucedido otro milagro.

6,1
913
5
10 de julio de 2022
10 de julio de 2022
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante estos instantes en que los conflictos bélicos recorren el este de Europa, llega a nuestras pantallas el último trabajo hasta la fecha del afamado director británico, Terence Davies (‘Voces Distantes’, ‘The Deep Blue See’). Lo hace casi un año después de su presentación en el Festival de Cine de San Sebastián, y repartiendo disparidad de opiniones durante su primer fin de semana en cines españoles. ‘Benediction’ conserva las principales características de su autor, sin renunciar a su tempo lento y cierta aspereza formal en su narración.
Toma como premisa principal la biografía de Siegfried Sassoon (Jack Lowden / Peter Capaldi), condecorado militar en los primeros años de la Gran Guerra, que con el paso del tiempo advertirá un conflicto alargado innecesariamente, presentando su renuncia en el frente; llegando a ser internado en un sanatorio dedicado a las enfermedades nerviosas y psiquiátricas. Es allí, donde su pasión por la literatura da paso a su prolífica creación lírica, con un potente componente antibelicista. Deprimido por el fallecimiento en la guerra de varios amigos y compañeros, empieza a explorar con intensidad el amor con varios hombres internos en la institución. Momento de máximo esplendor dentro de su creación, aunque también irá comprobando como los amores y desamores se deshacen con la misma facilidad que un nudo; ligado a añoranzas que nunca terminan de cicatrizar. Un tormento que le conduce a un permanente estado melancólico que le acompañará hasta el final de sus días.
Terence Davies, recurre en este trabajo a un uso especialmente denso para mostrar la biografía de Sassoon. Hace utilización de numerosas declamaciones poéticas, que aunque muy hermosas, resultan reiterativas en el conjunto filmico total. Lenguaje erudito y elitista, representativo del estrato social del poeta, que, sin embargo, corre el riesgo de sacar al espectador de la película debido a su longitud. Los diálogos más interesantes y efectivos suceden durante la primera tercera parte de la película.
No obstante, Terence Davies, se muestra hábil con la exquisita puesta en escena y la dirección de vestuario. Los diferentes lugares y sus entornos están provistos de una belleza singular, con una recreación de la época extenuante. Su manera de concatenar secuencias con imágenes de archivo de la Primera Guerra Mundial, es efectiva, instructiva e interesante; en muchas ocasiones es cuando mejor funcionan las poesías recitadas. Engalana sus pasajes a través de música de la época y composiciones de Igor Stravinsky, siendo evocadoras de una imaginería especial que en ciertos momentos eclipsa a la propia película.
El británico filma una película ampulosa en prácticamente todos sus aspectos. Aspecto que seducirá y lastrará sus 137 minutos. No es sencillo hacer pie o llegar a la sensibilidad que pretende alcanzar; si bien es cierto que tiene momentos extraordinarios que aprietan el corazón en un puño, son las secuencias interpretadas por Peter Capaldi, en su papel de maduro Sassoon, las que más impactan al espectador. Un público que puede sentirse cansado e incluso dolorido, a causa de un intenso trayecto, con tramos que no funcionan con la misma intensidad y sabiduría. Pese a todo, es cautivador comprobar el buen hacer de Davies. No se traiciona a sí mismo y, aunque no llegue de la misma manera en el compendio total, da pie a conocer una biografía de un literato fascinante. Enorme y desigual, es un retrato barroco con altibajos en busca de la ansiada bendición.
https://cinemiamor.wordpress.com/2022/07/10/la-valentia-es-cobardia-in-extremis-benediction-2021-terence-davies/
Toma como premisa principal la biografía de Siegfried Sassoon (Jack Lowden / Peter Capaldi), condecorado militar en los primeros años de la Gran Guerra, que con el paso del tiempo advertirá un conflicto alargado innecesariamente, presentando su renuncia en el frente; llegando a ser internado en un sanatorio dedicado a las enfermedades nerviosas y psiquiátricas. Es allí, donde su pasión por la literatura da paso a su prolífica creación lírica, con un potente componente antibelicista. Deprimido por el fallecimiento en la guerra de varios amigos y compañeros, empieza a explorar con intensidad el amor con varios hombres internos en la institución. Momento de máximo esplendor dentro de su creación, aunque también irá comprobando como los amores y desamores se deshacen con la misma facilidad que un nudo; ligado a añoranzas que nunca terminan de cicatrizar. Un tormento que le conduce a un permanente estado melancólico que le acompañará hasta el final de sus días.
Terence Davies, recurre en este trabajo a un uso especialmente denso para mostrar la biografía de Sassoon. Hace utilización de numerosas declamaciones poéticas, que aunque muy hermosas, resultan reiterativas en el conjunto filmico total. Lenguaje erudito y elitista, representativo del estrato social del poeta, que, sin embargo, corre el riesgo de sacar al espectador de la película debido a su longitud. Los diálogos más interesantes y efectivos suceden durante la primera tercera parte de la película.
No obstante, Terence Davies, se muestra hábil con la exquisita puesta en escena y la dirección de vestuario. Los diferentes lugares y sus entornos están provistos de una belleza singular, con una recreación de la época extenuante. Su manera de concatenar secuencias con imágenes de archivo de la Primera Guerra Mundial, es efectiva, instructiva e interesante; en muchas ocasiones es cuando mejor funcionan las poesías recitadas. Engalana sus pasajes a través de música de la época y composiciones de Igor Stravinsky, siendo evocadoras de una imaginería especial que en ciertos momentos eclipsa a la propia película.
El británico filma una película ampulosa en prácticamente todos sus aspectos. Aspecto que seducirá y lastrará sus 137 minutos. No es sencillo hacer pie o llegar a la sensibilidad que pretende alcanzar; si bien es cierto que tiene momentos extraordinarios que aprietan el corazón en un puño, son las secuencias interpretadas por Peter Capaldi, en su papel de maduro Sassoon, las que más impactan al espectador. Un público que puede sentirse cansado e incluso dolorido, a causa de un intenso trayecto, con tramos que no funcionan con la misma intensidad y sabiduría. Pese a todo, es cautivador comprobar el buen hacer de Davies. No se traiciona a sí mismo y, aunque no llegue de la misma manera en el compendio total, da pie a conocer una biografía de un literato fascinante. Enorme y desigual, es un retrato barroco con altibajos en busca de la ansiada bendición.
https://cinemiamor.wordpress.com/2022/07/10/la-valentia-es-cobardia-in-extremis-benediction-2021-terence-davies/
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