Con una ferocidad que solo puede encontrar su análogo simétrico y opuesto en la sociedad consumista, Coralie Fargeat hunde las agujas de las jeringas que contienen "la sustancia" (y corta, mutila y hace crecer descontroladamente) en los modos y costumbres de la sociedad contemporánea. Descartada por el mismo sistema que la entronizó, la "estrella" Elizabeth Sparkle, que conoció tiempos mejores como actriz, ha devenido en líder de un programa televisivo de aerobics... hasta que cumple 50. A los 50, como una jeringa que se desecha, debe ser reemplazada para que una figura más joven ocupe su lugar. El maravilloso giro de esta película se apoya en la sustancia que le permite a Elizabeth convertirse en Sue, unos 25 años más joven, que es contratada de inmediato por la misma producción que la tiró a la basura. El "qué" salta a la vista. El "cómo" es el modo en que Fargeat, valiéndose de una estética alucinante y una manera de filmar que nos devuelve la ilusión de un arte perdido y olvidado, logra meterse en las entrañas de una realidad agobiante que pocos se atreven a enfrentar y discutir, mansas ovejas destinadas al matadero. Demi Moore está maravillosa y Margaret Qualley no le va en zaga. Imperdible.

La desprolijidad es el nuevo lema. Como nadie se da cuenta... No obstante, desperdiciar un idea interesante, intérpretes medianamente aceptables y un esfuerzo de producción razonable... para generar esta suerte de queso gruyere... Demasiados hilos sueltos, demasiadas incongruencias, errores, omisiones, agujeros, precariedades. Tal vez, como dije al principio, la desprolijidad es norma, porque es espectador es tonto y no lo advierte. Pero no deja de ser una falta de respecto para el que no lo es (tonto) y advierte que todo apunta (luego de 9 capítulos) a un final sorpresa que termina siendo obvio cuando ya se ha descartado todo lo demás. A fin de cuentas, una entretenida decepción en la que desperdicié unas 5 horas de mi vida.

¿Cómo es posible que luego casi cien años de ciencia ficción alguien se atreva a encarar un guión de mundos paralelos con fallas tan groseras? Existe algo llamado coherencia interna. Existe la lógica, aún en el plano conjetural, para tratar el tema. Todo es ridículo, risible, imposible. La misma persona, habitante de dos universos distintos coexistiendo en uno de ellos, más allá de que el "pasaje" no resiste el menor análisis. Podría recomendar una docena de obras que abordan el tema con inteligencia, pero tal vez sonaría demasiado pedante. Lo que no suena pedante, y me hago cargo, es de que he sido tomado por idiota. Y eso no me gusta. Soy escritor de ciencia ficción desde hace medio siglo...