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Críticas ordenadas por utilidad
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5,8
22
6
25 de enero de 2023
25 de enero de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Castigo al traidor es una película de Manuel Antín. Su guión es una adaptación libre del cuento Encuentro con el traidor, escrito por el célebre autor paraguayo Augusto Roa Bastos. Las comparaciones son odiosas, pero es inevitable poner a esta breve producción frente a frente con el brevísimo relato en el que se basa y extraer ciertas conclusiones.
Lo cierto es que en este caso la película que nos compete lleva las de perder. Encuentro con el traidor es un maravilloso cuento que condensa en poco más de 2000 palabras la historia de dos individuos marcados por la tiranía y las luchas políticas de su país. Este se centra en un encuentro fortuito entre dos individuos que fueron conspiradores contra el gobierno décadas atrás. El "Hombre gordo" reconoce a "el Traidor" mientras compra el diario en la calle y se decide a seguirlo. "El traidor" reconoce a su persecutor; a lo largo de dos o tres cuadras de trayecto se embarca en un viaje dos o tres décadas atrás en el tiempo. El sinsentido de las intrigas políticas en las que los personajes se involucraron en su juventud se ve duplicado en su impotente enfrentamiento final.
En su afán de adaptar esta historia para la pantalla grande Antín debió estirar como chicle el argumento, añadiendo detalles que enturbian la simpleza del planteo original (del cual proviene la fuerza del relato), cambiando algunos aspectos del desarrollo que lo complejizan en exceso y otros que lo simplifican en demasía. Así terminamos con una historia que se desarrolla en tres capas temporales paralelas, personajes nuevos que aportan poco, escenas de conversaciones interminables y largas tomas en las que no sucede nada; todo esto para llegar a los sesenta minutos de metraje.
Pese a lo dicho, no quiero dejar la impresión de que esta película no tiene nada bueno para ofrecer. A nivel visual ofrece varios momentos muy potentes (tristemente mutilados por la horrible condición en la que esta producción llegó a nuestros días), como el omnipresente primer plano de la cara de "el Traidor", exquisitamente interpretado por Miguel Ligero. Omnipresente es también la composición de Adolfo Morpurgo, una melancólica pieza de música clásica (o eso me parece, honestamente entiendo menos de música que de cine) que acompaña marcando el tono de forma más que satisfactoria.
En conclusión, Castigo al traidor es una película meramente simple que busca adaptar un cuento brillantemente simple. Quizás esta producción hubiese funcionado mejor como cortometraje, pero tal y como es puede resultar de cierto interés para los amantes del cine argentino.
Lo cierto es que en este caso la película que nos compete lleva las de perder. Encuentro con el traidor es un maravilloso cuento que condensa en poco más de 2000 palabras la historia de dos individuos marcados por la tiranía y las luchas políticas de su país. Este se centra en un encuentro fortuito entre dos individuos que fueron conspiradores contra el gobierno décadas atrás. El "Hombre gordo" reconoce a "el Traidor" mientras compra el diario en la calle y se decide a seguirlo. "El traidor" reconoce a su persecutor; a lo largo de dos o tres cuadras de trayecto se embarca en un viaje dos o tres décadas atrás en el tiempo. El sinsentido de las intrigas políticas en las que los personajes se involucraron en su juventud se ve duplicado en su impotente enfrentamiento final.
En su afán de adaptar esta historia para la pantalla grande Antín debió estirar como chicle el argumento, añadiendo detalles que enturbian la simpleza del planteo original (del cual proviene la fuerza del relato), cambiando algunos aspectos del desarrollo que lo complejizan en exceso y otros que lo simplifican en demasía. Así terminamos con una historia que se desarrolla en tres capas temporales paralelas, personajes nuevos que aportan poco, escenas de conversaciones interminables y largas tomas en las que no sucede nada; todo esto para llegar a los sesenta minutos de metraje.
Pese a lo dicho, no quiero dejar la impresión de que esta película no tiene nada bueno para ofrecer. A nivel visual ofrece varios momentos muy potentes (tristemente mutilados por la horrible condición en la que esta producción llegó a nuestros días), como el omnipresente primer plano de la cara de "el Traidor", exquisitamente interpretado por Miguel Ligero. Omnipresente es también la composición de Adolfo Morpurgo, una melancólica pieza de música clásica (o eso me parece, honestamente entiendo menos de música que de cine) que acompaña marcando el tono de forma más que satisfactoria.
En conclusión, Castigo al traidor es una película meramente simple que busca adaptar un cuento brillantemente simple. Quizás esta producción hubiese funcionado mejor como cortometraje, pero tal y como es puede resultar de cierto interés para los amantes del cine argentino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El mejor momento de la película es el enfrentamiento final entre "el Traidor" y "el Persecutor". Después de muchas idas y vueltas, el segundo alcanza al primero y lo golpea en la cara con el diario al que se aferraba desde la primera escena. Después del descargo de la bofetada este puede volver a ver tal cual es la cara del mortal enemigo. Lo que ve es a un hombrecito encorvado, asustado y envejecido; un traidor que vendió a sus colegas para ganarse el favor de un régimen tan efímero como todos los otros que lo sucedieron; un anciano sin poder alguno.
Entonces, "el Persecutor" se da la vuelta y la cámara lo sigue a medida que se va alejando de "el Traidor". A través de un juego de cámara, la figura de este se va empequeñeciendo por perspectiva a una velocidad mucho mayor de la natural. Este truco óptico es maravilloso, representa visualmente la temática del relato de una forma que mil monólogos no podrían haber transmitido mejor.
Ojala toda la película hubiera sido como esta escena.
Entonces, "el Persecutor" se da la vuelta y la cámara lo sigue a medida que se va alejando de "el Traidor". A través de un juego de cámara, la figura de este se va empequeñeciendo por perspectiva a una velocidad mucho mayor de la natural. Este truco óptico es maravilloso, representa visualmente la temática del relato de una forma que mil monólogos no podrían haber transmitido mejor.
Ojala toda la película hubiera sido como esta escena.
8
12 de enero de 2022
12 de enero de 2022
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asalto al camión del dinero (o Le convoyeur, para los francófilos) es un ignoto thriller de Nicolas Boukhrief. Esta forma parte de una ola de producciones francesas de finales de los años 90' y principios del 2000, que se caracterizaron por su combinación realismo y crudeza. Pero mientras que otras películas del período pasaron a la historia esta quedó sumida en el olvido ¿Valdrá la pena sumergirse en las aguas del tiempo para rescatarla?
La trama sigue los pasos de Alexandre Demarre, un hombre parco, de mediana edad, que se emplea como transportista en una empresa de trasporte de caudales. A su llegada, Demarre despierta sospechas entre sus compañeros; además de ser reservado, el momento de su llegada no resulta del todo oportuno: tras tres violentos robos a los furgones de la compañía en tan solo un año, esta está a punto de ser absorbida por una empresa multinacional y todos los empleados temen que informantes de sus nuevos jefes se infiltren para reportar a los empleados problemáticos de los que se podría prescindir. Efectivamente, nuestro protagonista guarda un secreto, pero este parece tener menos que ver con las preocupaciones de sus compañeros y más con los atracos orquestados en contra de la empresa.
Desde el primer minuto queda claro que el guion de esta producción no derrocha palabras, cada escena está estratégicamente diseñada para brindar datos al espectador sin proporcionar la información textualmente en ningún momento. Esta forma de narrar crea un ritmo oximóronico: lento pero dinámico, dado que ninguna escena se derrocha y todas aportan una pieza al rompecabezas de la trama. En última instancia, resulta muy interesante como el director divide esta historia compleja en sus piezas elementales y decide cuales mostrar y cuales no, dando como resultado una narrativa vasta pero personal al mismo tiempo. Queda claro que al final de la película no tenemos todas las piezas del rompecabezas, pero también queda claro que su omisión fue deliberada y no se las hecha en falta.
Este sutil y minimalista estilo de narrativa no funcionaria sin un reparto a la altura de las circunstancias, y el de esta producción cumple con creces. Todos los empleados de la empresa de transporte son completamente creíbles y, a la vez, cada uno es dueño de una marcada personalidad que lo diferencia de los demás. La interacción entre compañeros de trabajo es una parte importante de la trama, dotándola de un carácter humano que el protagonista no siempre aporta. Cuando la violencia finalmente irrumpe en la hisoria, el vinculo entre el espectador y estos personajes redobla la crudeza de la conclusión.
El apartado técnico también resulta cautivante. Los monótonos grises se mezclan con los tonos azulados en la paleta de colores de esta producción, que representa la triste monotonía del trabajo de los personajes en un tono entre costumbrista y onírico. Como ya dije, las escenas están meticulosamente grabadas para mostrar la información que el director desea transmitir. Es por eso que este estilo de edición transmite la sensación de estar representando las memorias del protagonista y no la realidad objetiva.
Para finalizar con el apartado técnico me gustaría mencionar la banda sonora compuesta por Nicolas Baby. Esta consta en su mayoría de musica ambiental y es utilizada esporádicamente. Sin embargo, un par de temas a caballo entre la electrónica House y el Lo Fi, como el que suena en la fiesta de fin de año o el de los créditos, son una agradable sorpresa y dotan a la producción de un extra de personalidad.
En conclusión, Asalto al camión del dinero es una producción muy particular que cuenta una historia relativamente común desde una perspectiva novedosa. La recomiendo para todo el que disfrute del cine costumbrista pero también busque algo de acción e intriga.
La trama sigue los pasos de Alexandre Demarre, un hombre parco, de mediana edad, que se emplea como transportista en una empresa de trasporte de caudales. A su llegada, Demarre despierta sospechas entre sus compañeros; además de ser reservado, el momento de su llegada no resulta del todo oportuno: tras tres violentos robos a los furgones de la compañía en tan solo un año, esta está a punto de ser absorbida por una empresa multinacional y todos los empleados temen que informantes de sus nuevos jefes se infiltren para reportar a los empleados problemáticos de los que se podría prescindir. Efectivamente, nuestro protagonista guarda un secreto, pero este parece tener menos que ver con las preocupaciones de sus compañeros y más con los atracos orquestados en contra de la empresa.
Desde el primer minuto queda claro que el guion de esta producción no derrocha palabras, cada escena está estratégicamente diseñada para brindar datos al espectador sin proporcionar la información textualmente en ningún momento. Esta forma de narrar crea un ritmo oximóronico: lento pero dinámico, dado que ninguna escena se derrocha y todas aportan una pieza al rompecabezas de la trama. En última instancia, resulta muy interesante como el director divide esta historia compleja en sus piezas elementales y decide cuales mostrar y cuales no, dando como resultado una narrativa vasta pero personal al mismo tiempo. Queda claro que al final de la película no tenemos todas las piezas del rompecabezas, pero también queda claro que su omisión fue deliberada y no se las hecha en falta.
Este sutil y minimalista estilo de narrativa no funcionaria sin un reparto a la altura de las circunstancias, y el de esta producción cumple con creces. Todos los empleados de la empresa de transporte son completamente creíbles y, a la vez, cada uno es dueño de una marcada personalidad que lo diferencia de los demás. La interacción entre compañeros de trabajo es una parte importante de la trama, dotándola de un carácter humano que el protagonista no siempre aporta. Cuando la violencia finalmente irrumpe en la hisoria, el vinculo entre el espectador y estos personajes redobla la crudeza de la conclusión.
El apartado técnico también resulta cautivante. Los monótonos grises se mezclan con los tonos azulados en la paleta de colores de esta producción, que representa la triste monotonía del trabajo de los personajes en un tono entre costumbrista y onírico. Como ya dije, las escenas están meticulosamente grabadas para mostrar la información que el director desea transmitir. Es por eso que este estilo de edición transmite la sensación de estar representando las memorias del protagonista y no la realidad objetiva.
Para finalizar con el apartado técnico me gustaría mencionar la banda sonora compuesta por Nicolas Baby. Esta consta en su mayoría de musica ambiental y es utilizada esporádicamente. Sin embargo, un par de temas a caballo entre la electrónica House y el Lo Fi, como el que suena en la fiesta de fin de año o el de los créditos, son una agradable sorpresa y dotan a la producción de un extra de personalidad.
En conclusión, Asalto al camión del dinero es una producción muy particular que cuenta una historia relativamente común desde una perspectiva novedosa. La recomiendo para todo el que disfrute del cine costumbrista pero también busque algo de acción e intriga.

5,5
140
8
23 de octubre de 2021
23 de octubre de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madraza es el primer largometraje de Hernán Aguilar. Envidiable debut fílmico del director y guionista, que aprovecha al máximo la oportunidad para hacer gala de su habilidad en ambos campos.
La trama sigue los pasos de Matilde, una ama de casa que se encuentra repentinamente en una complicada situación financiera cuando su marido es asesinado durante un asalto. Sin embargo, en un singular revés del destino, Matilde es capaz de revertir su caída en la pobreza estructural cuando consigue trabajo como sicario. Entonces, la protagonista deberá balancear sus relaciones personales con su atípica profesión.
El apartado técnico de esta producción es muy llamativo, sobre todo en lo relativo a las escenas de acción; está claro que el grueso de los recursos fueron invertidos en su filmación. Estas hacen gala de muy buenos efectos especiales (sobre todo comparados con lo que se acostumbra a ver en el cine argentino), pero las coreografías no se encuentran a la altura de las circunstancias. Sospecho que esto se debe a la falta de experiencia de los intérpretes, el cine de acción requiere de profesionales con un surtido de habilidades muy particular.
La edición oscila entre estilismo y austeridad. Montajes dinámicos son sucedidos por una fotografía bastante estática en los momentos de menos tensión, muchas escenas de conversación se podrían haber beneficiado de una mayor variedad de encuadres que enfatizaran la acción.
El grueso de esta película se apoya en la fuerza del guión. Este se sale de los cánones que el "nuevo cine argentino" elevó al nivel de dogma, alejándose del "cinema verite social" en favor una trama policial relativamente fantasiosa con personajes y circunstancias típicamente argentinas. Aguilar demuestra una gran atención por los pequeños detalles y combina drama con comedia de forma magistral. En este sentido esta producción me recuerda a la filmografía de Fabián Bielinsky (Nueve Reinas, El aura) y espero que otros cineastas puedan seguir trabajando en esta linea en el futuro.
El reparto de esta producción complementa a la perfección al guión. Desde los más reconocidos, como Gustavo Garzon o Sofía Gala, hasta los de reparto, todos interpretan sus roles a la perfección. Estas actuaciones hacen más llevaderas las largas escenas de conversación y dotan a la producción de un realismo que se apoya en las relaciones de los personajes. Quizá la más débil de las interpretaciones es la de la protagonista, Loren Acuña, que flaquea un poco en los momentos dramáticos.
Un aspecto del guión que me resulto un tanto controversial fue la apología casual que hace a la profesión de sicario. En una producción con un guión de menor calidad este aspecto no se me cruzaría por la cabeza, pero en este caso no pude evitar fijarme en ella. Sin embargo, las relaciones entre los personajes son el elemento más importante de la historia y, en este aspecto, el mensaje de la película es muy positivo. Sin entrar en detalles, la trama gira en torno a personas solitarias que son capaces de formar relaciones significativas cuando aprenden a aceptarse por lo que son, más allá de lo que aparenten ser. Sospecho que la antítesis entre estos dos aspectos del guión no es completamente intencional, pero no alcanza a desmerecer el producto final.
En conclusión, Madraza es una producción muy entretenida que señala el camino hacia otras formas de hacer películas. La recomiendo para todo el mundo, en particular para los eternos detractores del cine argentino, quizá esta producción les ayude a cambiar de opinión.
La trama sigue los pasos de Matilde, una ama de casa que se encuentra repentinamente en una complicada situación financiera cuando su marido es asesinado durante un asalto. Sin embargo, en un singular revés del destino, Matilde es capaz de revertir su caída en la pobreza estructural cuando consigue trabajo como sicario. Entonces, la protagonista deberá balancear sus relaciones personales con su atípica profesión.
El apartado técnico de esta producción es muy llamativo, sobre todo en lo relativo a las escenas de acción; está claro que el grueso de los recursos fueron invertidos en su filmación. Estas hacen gala de muy buenos efectos especiales (sobre todo comparados con lo que se acostumbra a ver en el cine argentino), pero las coreografías no se encuentran a la altura de las circunstancias. Sospecho que esto se debe a la falta de experiencia de los intérpretes, el cine de acción requiere de profesionales con un surtido de habilidades muy particular.
La edición oscila entre estilismo y austeridad. Montajes dinámicos son sucedidos por una fotografía bastante estática en los momentos de menos tensión, muchas escenas de conversación se podrían haber beneficiado de una mayor variedad de encuadres que enfatizaran la acción.
El grueso de esta película se apoya en la fuerza del guión. Este se sale de los cánones que el "nuevo cine argentino" elevó al nivel de dogma, alejándose del "cinema verite social" en favor una trama policial relativamente fantasiosa con personajes y circunstancias típicamente argentinas. Aguilar demuestra una gran atención por los pequeños detalles y combina drama con comedia de forma magistral. En este sentido esta producción me recuerda a la filmografía de Fabián Bielinsky (Nueve Reinas, El aura) y espero que otros cineastas puedan seguir trabajando en esta linea en el futuro.
El reparto de esta producción complementa a la perfección al guión. Desde los más reconocidos, como Gustavo Garzon o Sofía Gala, hasta los de reparto, todos interpretan sus roles a la perfección. Estas actuaciones hacen más llevaderas las largas escenas de conversación y dotan a la producción de un realismo que se apoya en las relaciones de los personajes. Quizá la más débil de las interpretaciones es la de la protagonista, Loren Acuña, que flaquea un poco en los momentos dramáticos.
Un aspecto del guión que me resulto un tanto controversial fue la apología casual que hace a la profesión de sicario. En una producción con un guión de menor calidad este aspecto no se me cruzaría por la cabeza, pero en este caso no pude evitar fijarme en ella. Sin embargo, las relaciones entre los personajes son el elemento más importante de la historia y, en este aspecto, el mensaje de la película es muy positivo. Sin entrar en detalles, la trama gira en torno a personas solitarias que son capaces de formar relaciones significativas cuando aprenden a aceptarse por lo que son, más allá de lo que aparenten ser. Sospecho que la antítesis entre estos dos aspectos del guión no es completamente intencional, pero no alcanza a desmerecer el producto final.
En conclusión, Madraza es una producción muy entretenida que señala el camino hacia otras formas de hacer películas. La recomiendo para todo el mundo, en particular para los eternos detractores del cine argentino, quizá esta producción les ayude a cambiar de opinión.

5,6
24
6
8 de septiembre de 2021
8 de septiembre de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pistolero es la primera película dirigida por Nicolás Galvagno, guionista productor y eventual intérprete en otras producciones argentinas.
La trama sigue la carrera delictiva de Isidoro Mendoza. Un bandido rural que, robando a los ricos y ayudando a los pobres, llegará a ser el enemigo público número uno de la provincia de Mendoza durante finales de la década de 1960, período del golpe de estado de Juan Carlos Onganía. En efecto, la trama de esta película es en extremo sencilla, las escenas se suceden sin muchos giros ni sobresaltos.
La simpleza del guión no tendría por que representar un punto negativo, pero cuando se la complementa con el ritmo al que se desarrollan las acciones en pantalla da como resultado una película estática. Esta cualidad permea todos los aspectos de la producción.
La fotografía es notable: el director de fotografía, Leonel Pazos Scioli, demuestra mucha habilidad para el manejo de las luces y sombras. También encuadra cuidadosamente las tomas, creando composiciones atractivas a la vista. Sin embargo, estas imágenes rara vez están en movimiento, otra vez más se confirma el estereotipo de la película Argentina con planos fijos eternos y minutos de tiempo muerto.
Salvo unas pocas excepciones, las escenas carecen totalmente de acción. Por acción no me refiero a peleas o tiroteos, estos últimos también los hay y están muy bien filmados, cuando menciono la acción me refiero a acciones significativas para el desarrollo de la trama que lleven a cabo los personajes. Gran parte de la película transcurre entre conversaciones y planos estáticos. Precisamente la presencia de unas pocas buenas escenas, tales como las de los atracos que llevan a cabo los protagonistas o el notable partido de fútbol entre los bandidos y un grupo de niños, hacen resaltar la estaticidad del resto de la película. En estas escenas las personalidades de los personajes se desarrollan a través de la acción, es una lástima que sean tan escasas.
Continuando con el apartado técnico, la escenografía está bien lograda. Las vestimentas, los autos, los interiores e incluso las armas que usan los personajes son adecuados para el período retratado. En algunas ocasiones la escasez de extras delata falta de presupuesto, pero la falencia está profesionalmente disimulada y no llega a romper la inmersión.
Otro aspecto positivo de esta producción es la calidad de las actuaciones. Todos los actores se las ingenian para superar la falta de acción y dotar a sus personajes de personalidad a través del diálogo. Lautaro Delgado se desempeña bien en su papel de protagonista, pero también debo mencionar a Diego Cremonesi, que es capaz de hablar en italiano con mucha dignidad sin transformar a su personaje en una caricatura ni caer en el ridículo.
Sin lugar a dudas la sorpresa de esta película es la inclusión del ex boxeador Sergio "Maravilla" Martinez en el reparto, que entrega una interpretación sutil y correcta. Si bien en las escenas de más tensión su desempeño sufre, su actuación no desentona con el resto de la película.
En conclusión, Pistolero es una producción por demás profesional en cuanto al apartado técnico, interpretada por actores capaces que hacen un gran trabajo, que sufre en los aspectos más subjetivos. Aún así, los que estén dispuestos a lidiar con un ritmo pausado y una duración un tanto excesiva (la película raya las dos horas) podrán encontrar un relato con personajes muy humanos.
La trama sigue la carrera delictiva de Isidoro Mendoza. Un bandido rural que, robando a los ricos y ayudando a los pobres, llegará a ser el enemigo público número uno de la provincia de Mendoza durante finales de la década de 1960, período del golpe de estado de Juan Carlos Onganía. En efecto, la trama de esta película es en extremo sencilla, las escenas se suceden sin muchos giros ni sobresaltos.
La simpleza del guión no tendría por que representar un punto negativo, pero cuando se la complementa con el ritmo al que se desarrollan las acciones en pantalla da como resultado una película estática. Esta cualidad permea todos los aspectos de la producción.
La fotografía es notable: el director de fotografía, Leonel Pazos Scioli, demuestra mucha habilidad para el manejo de las luces y sombras. También encuadra cuidadosamente las tomas, creando composiciones atractivas a la vista. Sin embargo, estas imágenes rara vez están en movimiento, otra vez más se confirma el estereotipo de la película Argentina con planos fijos eternos y minutos de tiempo muerto.
Salvo unas pocas excepciones, las escenas carecen totalmente de acción. Por acción no me refiero a peleas o tiroteos, estos últimos también los hay y están muy bien filmados, cuando menciono la acción me refiero a acciones significativas para el desarrollo de la trama que lleven a cabo los personajes. Gran parte de la película transcurre entre conversaciones y planos estáticos. Precisamente la presencia de unas pocas buenas escenas, tales como las de los atracos que llevan a cabo los protagonistas o el notable partido de fútbol entre los bandidos y un grupo de niños, hacen resaltar la estaticidad del resto de la película. En estas escenas las personalidades de los personajes se desarrollan a través de la acción, es una lástima que sean tan escasas.
Continuando con el apartado técnico, la escenografía está bien lograda. Las vestimentas, los autos, los interiores e incluso las armas que usan los personajes son adecuados para el período retratado. En algunas ocasiones la escasez de extras delata falta de presupuesto, pero la falencia está profesionalmente disimulada y no llega a romper la inmersión.
Otro aspecto positivo de esta producción es la calidad de las actuaciones. Todos los actores se las ingenian para superar la falta de acción y dotar a sus personajes de personalidad a través del diálogo. Lautaro Delgado se desempeña bien en su papel de protagonista, pero también debo mencionar a Diego Cremonesi, que es capaz de hablar en italiano con mucha dignidad sin transformar a su personaje en una caricatura ni caer en el ridículo.
Sin lugar a dudas la sorpresa de esta película es la inclusión del ex boxeador Sergio "Maravilla" Martinez en el reparto, que entrega una interpretación sutil y correcta. Si bien en las escenas de más tensión su desempeño sufre, su actuación no desentona con el resto de la película.
En conclusión, Pistolero es una producción por demás profesional en cuanto al apartado técnico, interpretada por actores capaces que hacen un gran trabajo, que sufre en los aspectos más subjetivos. Aún así, los que estén dispuestos a lidiar con un ritmo pausado y una duración un tanto excesiva (la película raya las dos horas) podrán encontrar un relato con personajes muy humanos.
Serie

7,1
486
7
28 de agosto de 2021
28 de agosto de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tumberos es una serie de televisión dirigida por Israel Adrián Caetano y producida por Ideas Del Sur. Esta producción retoma la línea temática de la marginalidad que supuso un rotundo éxito de raiting y críticas para la productora de la mano de Okupas dos años antes.
La trama sigue los pasos de Ulises Parodi, un exitoso y mediático abogado que es condenado a prisión por el asesinato de una joven vedette. Parodi sostiene que ha sido víctima de un complot y cuenta con sus amigos y compañeros para que prueben su inocencia, pero rápidamente todos sus colegas se desvinculan del caso y lo dejan a su suerte. Es entonces que se abren dos lineas argumentales: la primera narra las vicisitudes de la nueva vida carcelaria del protagonista. La segunda sigue a Lorena Rodríguez, una joven abogada del bufete de Parodi que acepta investigar su caso y se interna en una conspiración en la que se funden intrigas políticas, ritos Umbanda, y lazos familiares.
La línea argumental vinculada con la vida carcelaria es el alma de la serie. Los mejores actores del reparto conforman el repertorio de presos y carceleros con los que Ulises deberá congeniar para sobrevivir. Todos estos personajes están muy bien construidos; pese a que inicialmente algunos puedan resultar un tanto teatrales, con el transcurso de los episodios se irán revelando nuevas facetas de sus personalidades, conformando una imagen muy humana de cada uno. Este segmento de la serie tiene una estructura laxa; no se trata de seguir una historia con giros argumentales o una conclusión definida, sino de presenciar la dinámica de las relaciones dentro del presidio y la variedad de situaciones en las que Ulises y sus congéneres se ven envueltos. Pese a que algunos de los conflictos que se proponen son exagerados rayando lo morboso, todos encajan muy bien con la lógica del guión, conformando una imagen de la vida carcelaria ficcional pero coherente con sus propias reglas (y, más importante, con la personalidad de sus protagonistas).
En comparación, las intrigas político / esotéricas de la investigación de Lorena Rodríguez se vuelven aburridas y difíciles de seguir. Pese a que las revelaciones que se dan en esta linea argumental conforman la columna vertebral del guión, marcando el rumbo hacia el desenlace de la serie, su tono fantasioso contrasta con el realismo descarnado de la primera linea. En general, las peores actuaciones, los personajes peor desarrollados y las escenas menos creíbles suceden de este lado del guión.
Hacia los últimos capítulos la trama se vuelca completamente hacia la fantasía en un intento de alegoría que cuyo significado se me escapa y desmerece un poco los compases iniciales de la serie. Me parece que se podría haber escrito un guión que abordara las mismas temáticas y con una conclusión equivalente pero manteniendo el tono de los primeros episodios.
A nivel técnico esta es una serie muy digna. Las escenas que transcurren en prisión fueron grabadas en la Cárcel de Caseros, Capital Federal; este escenario no solo aporta realismo sino que es bien utilizado para filmar escenas visualmente interesantes y dinámicas. Los creadores de esta serie aprovecharon al máximo los limitados recursos con los que contaban, utilizando el entorno de formas creativas para crear escenas con mucha acción y movimiento. Como ya mencioné, esta producción cuenta con un reparto estelar que combina a sospechosos habituales del cine y la televisión argentina. Carlos Belloso, Roly Serrano y Alejandro Fiore son solo algunos de los actores que se desempeñan de manera ejemplar en esta serie.El apartado sonoro resulta un tanto irregular. Se combinan efectos y música original de calidad que recuerda a la telenovela con una variada banda sonora en la que se dan cita Los Redondos, Nino Bravo y Damas Gratis.
En conclusión, la ambición es el talón de Aquiles de Tumberos. A lo largo de sus once capítulos esta compleja obra toma rumbos muy diversos y, finalmente, se pierde en sus propias divagaciones. Sin embargo, pese a que las inconsistencias del guión me impiden ponerle una nota más elevada, muchas cosas buenas esperan a los que estén dispuestos a zambullirse en esta serie y puedan hacer la vista gorda ante algunos aspectos flojos.
La trama sigue los pasos de Ulises Parodi, un exitoso y mediático abogado que es condenado a prisión por el asesinato de una joven vedette. Parodi sostiene que ha sido víctima de un complot y cuenta con sus amigos y compañeros para que prueben su inocencia, pero rápidamente todos sus colegas se desvinculan del caso y lo dejan a su suerte. Es entonces que se abren dos lineas argumentales: la primera narra las vicisitudes de la nueva vida carcelaria del protagonista. La segunda sigue a Lorena Rodríguez, una joven abogada del bufete de Parodi que acepta investigar su caso y se interna en una conspiración en la que se funden intrigas políticas, ritos Umbanda, y lazos familiares.
La línea argumental vinculada con la vida carcelaria es el alma de la serie. Los mejores actores del reparto conforman el repertorio de presos y carceleros con los que Ulises deberá congeniar para sobrevivir. Todos estos personajes están muy bien construidos; pese a que inicialmente algunos puedan resultar un tanto teatrales, con el transcurso de los episodios se irán revelando nuevas facetas de sus personalidades, conformando una imagen muy humana de cada uno. Este segmento de la serie tiene una estructura laxa; no se trata de seguir una historia con giros argumentales o una conclusión definida, sino de presenciar la dinámica de las relaciones dentro del presidio y la variedad de situaciones en las que Ulises y sus congéneres se ven envueltos. Pese a que algunos de los conflictos que se proponen son exagerados rayando lo morboso, todos encajan muy bien con la lógica del guión, conformando una imagen de la vida carcelaria ficcional pero coherente con sus propias reglas (y, más importante, con la personalidad de sus protagonistas).
En comparación, las intrigas político / esotéricas de la investigación de Lorena Rodríguez se vuelven aburridas y difíciles de seguir. Pese a que las revelaciones que se dan en esta linea argumental conforman la columna vertebral del guión, marcando el rumbo hacia el desenlace de la serie, su tono fantasioso contrasta con el realismo descarnado de la primera linea. En general, las peores actuaciones, los personajes peor desarrollados y las escenas menos creíbles suceden de este lado del guión.
Hacia los últimos capítulos la trama se vuelca completamente hacia la fantasía en un intento de alegoría que cuyo significado se me escapa y desmerece un poco los compases iniciales de la serie. Me parece que se podría haber escrito un guión que abordara las mismas temáticas y con una conclusión equivalente pero manteniendo el tono de los primeros episodios.
A nivel técnico esta es una serie muy digna. Las escenas que transcurren en prisión fueron grabadas en la Cárcel de Caseros, Capital Federal; este escenario no solo aporta realismo sino que es bien utilizado para filmar escenas visualmente interesantes y dinámicas. Los creadores de esta serie aprovecharon al máximo los limitados recursos con los que contaban, utilizando el entorno de formas creativas para crear escenas con mucha acción y movimiento. Como ya mencioné, esta producción cuenta con un reparto estelar que combina a sospechosos habituales del cine y la televisión argentina. Carlos Belloso, Roly Serrano y Alejandro Fiore son solo algunos de los actores que se desempeñan de manera ejemplar en esta serie.El apartado sonoro resulta un tanto irregular. Se combinan efectos y música original de calidad que recuerda a la telenovela con una variada banda sonora en la que se dan cita Los Redondos, Nino Bravo y Damas Gratis.
En conclusión, la ambición es el talón de Aquiles de Tumberos. A lo largo de sus once capítulos esta compleja obra toma rumbos muy diversos y, finalmente, se pierde en sus propias divagaciones. Sin embargo, pese a que las inconsistencias del guión me impiden ponerle una nota más elevada, muchas cosas buenas esperan a los que estén dispuestos a zambullirse en esta serie y puedan hacer la vista gorda ante algunos aspectos flojos.
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