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Documental

6,8
12.781
Documental
3
30 de enero de 2009
30 de enero de 2009
10 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy de acuerdo con algunas críticas de otros usuarios. No creo que sea una película imparcial, sino que se decanta claramente por el lado nacionalista, pero eso me parece legítimo y hasta comprensible dado que desde el resto de España la voz que siempre se oye es la del otro lado.
Mi problema con la película es un problema con el director. Me molesta bastante que incluso en una película documental, Medem se haga notar insistentemente, como intentando demostrar que es un autor y un genio incluso cuando se aleja de la ficción. Medem no hace documentales, hace documentales "de autor".
Los intermedios entre bloques de temas (esos insertos de jugadores de pelota, el fragmento de Orson Welles -para señalar algo tan discutible como que algo es más puro por ser más antiguo: se podrían citar decenas de cosas antiquísimas y tan poco puras -o sí, quien sabe- como la afición humana al asesinato, por no hablar que no hay ningún concepto más fascista que el de "pureza": ¿quién dice lo que es puro y lo que no?) son ya retórica, retórica mala e insistente, Medem en estado "puro" de pureza. Pero si tan importante era el tema, tan importante dejar oír todas las voces, ¿qué pintan esos feos movimientos de cámara que "dejan atrás" a cada personaje en los cinco minutos finales de película? Son cinco minutos de metraje perdido (si se perseguía el simbolismo, se podía haber buscado de otra forma más sutil... y corta) , donde no habla nadie, sólo Medem, el director, haciéndose notar. Es además un recurso discutible porque muchos entrevistados apenas han tenido voz, pero para el director es más importante reservárselos para sí mismo.
Incluso tratando algo tan serio como el conflicto vasco, me parece muy poco distinguido que la voz de Medem sea la que acabe "oyéndose" por encima de todas las demás. Y sin necesidad de usar sus cuerdas vocales.
Mi problema con la película es un problema con el director. Me molesta bastante que incluso en una película documental, Medem se haga notar insistentemente, como intentando demostrar que es un autor y un genio incluso cuando se aleja de la ficción. Medem no hace documentales, hace documentales "de autor".
Los intermedios entre bloques de temas (esos insertos de jugadores de pelota, el fragmento de Orson Welles -para señalar algo tan discutible como que algo es más puro por ser más antiguo: se podrían citar decenas de cosas antiquísimas y tan poco puras -o sí, quien sabe- como la afición humana al asesinato, por no hablar que no hay ningún concepto más fascista que el de "pureza": ¿quién dice lo que es puro y lo que no?) son ya retórica, retórica mala e insistente, Medem en estado "puro" de pureza. Pero si tan importante era el tema, tan importante dejar oír todas las voces, ¿qué pintan esos feos movimientos de cámara que "dejan atrás" a cada personaje en los cinco minutos finales de película? Son cinco minutos de metraje perdido (si se perseguía el simbolismo, se podía haber buscado de otra forma más sutil... y corta) , donde no habla nadie, sólo Medem, el director, haciéndose notar. Es además un recurso discutible porque muchos entrevistados apenas han tenido voz, pero para el director es más importante reservárselos para sí mismo.
Incluso tratando algo tan serio como el conflicto vasco, me parece muy poco distinguido que la voz de Medem sea la que acabe "oyéndose" por encima de todas las demás. Y sin necesidad de usar sus cuerdas vocales.

7,1
100.988
5
5 de diciembre de 2006
5 de diciembre de 2006
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena que una peli apañada, rodada e interpretada con corrección, dé poco más de lo que hubiera dado un telefilm Disney de sobremesa. A ratos resulta atractiva, pero deja mal sabor de boca. Lo demás que tengo que decir de ella debe ir en el spoiler...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Creo que es evidente que si el príncipe de El Ilusionista es un personaje tan antipático, desagradable y egocéntrico es para disimular, hacer digerible, incluso deseable, el hecho de que las maniobras de la parejita de amantes suponen una inducción al suicidio (aunque no sean la única causa del mismo) y algo moralmente reprobable. Y apunto el tema porque me parece un error: hubiera sido mucho mejor que se notara, llevar a primer plano el lado cruel de las mismas. Supongamos que el príncipe tiene buenas ideas políticas, es un reformador, y al mismo tiempo tipo poco agraciado, pero moralmente atractivo. Lo que ganaría la peli: la dama virtuosa ya no sería tan virtuosa y el mago caballeroso tendría su punto retorcido y poco caballeresco. Además, el hecho de que salieran victoriosos sería realmente transgresor, no como en la peli, que es un final feliz pasteloso...
Una de las cosas q más me molestan en el cine son los malos estúpidos; por ejemplo, odio Titanic porque el antagonista de DiCaprio es un imbécil integral. En las buenas pelis, los malos son malos atractivos. ¿No decía Hitchcock algo parecido, que una peli vale tanto como vale su malo? (el malo de Con la muerte en los talones es menos superficial y presumido que el personaje de Cary Grant; y en Encadenados era el personaje más trágico). Pues yo de acuerdo...
Una de las cosas q más me molestan en el cine son los malos estúpidos; por ejemplo, odio Titanic porque el antagonista de DiCaprio es un imbécil integral. En las buenas pelis, los malos son malos atractivos. ¿No decía Hitchcock algo parecido, que una peli vale tanto como vale su malo? (el malo de Con la muerte en los talones es menos superficial y presumido que el personaje de Cary Grant; y en Encadenados era el personaje más trágico). Pues yo de acuerdo...

6,4
10.665
8
6 de diciembre de 2015
6 de diciembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por lo (poco) que había visto y leído de Joven y bonita esperaba el retrato de una rebeldía estereotipada volcada en el sexo como reivindicación de la libertad personal. Vamos, que me había montado mi propia película con muchos prejuicios de por medio. La sorpresa de esta película de F. Ozon, director que hasta ahora no seguía con interés, aunque La piscina sí me pareció en su día que lo tenía, está para mi en el carácter de la protagonista y en su actitud hacia el sexo: "Es el receptáculo del deseo de los demás, pero ella desconoce el suyo. También es más cómodo para ella que los demás sientan deseo y ella no" (*). No me esperaba una historia sutil, ni ese carácter pasivo, y esa actitud entre curiosa y tranquilamente extrañada con que acepta a sus clientes, por los que, de alguna forma, se muestra interesada. Hay algo muy extraño en la actitud en Isabelle acepta el deseo de los hombres; algo que para mí tiene que ver con la generosidad, y con una naturalidad hacia el sexo, que los demás no pueden aceptar.
Hay muchos puntos interesantes en la historia que cuenta Ozon y en cómo lo hace.
Uno de ellos, el hecho de que Isabelle no disfrute realmente del acto sexual. En sus conversaciones con el psiquiatra explica cómo siempre le dejan fría, pero que es rememorarlos, y repetir el ritual de llamadas y citas clandestinas y prohibidas, lo que la atrae. Esa actitud hacia el sexo creo que es muy habitual, y de hecho es una especie de "fenómeno psicológico" que no se da sólo en el sexo. Patricia Highsmith lo describía muy bien en un fragmento de Carol; el hecho de que muchas veces, incluso las que consideramos nuestras mejores y más importantes experiencias, no se vivieron en su momento como algo excepcional, y que es el recuerdo el que las mitifica. De alguna forma, nuestros grandes momentos son invenciones de nuestro recuerdo.
Hay muchos puntos interesantes en la historia que cuenta Ozon y en cómo lo hace.
Uno de ellos, el hecho de que Isabelle no disfrute realmente del acto sexual. En sus conversaciones con el psiquiatra explica cómo siempre le dejan fría, pero que es rememorarlos, y repetir el ritual de llamadas y citas clandestinas y prohibidas, lo que la atrae. Esa actitud hacia el sexo creo que es muy habitual, y de hecho es una especie de "fenómeno psicológico" que no se da sólo en el sexo. Patricia Highsmith lo describía muy bien en un fragmento de Carol; el hecho de que muchas veces, incluso las que consideramos nuestras mejores y más importantes experiencias, no se vivieron en su momento como algo excepcional, y que es el recuerdo el que las mitifica. De alguna forma, nuestros grandes momentos son invenciones de nuestro recuerdo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Otra de las más destacables es el retrato del golpe que supone en la cotidianeidad de la familia de Isabelle el descubrimiento de su "segunda vida", sobre todo en lo que tiene que ver con el hermano y la madre. El hermano también está despertando al sexo y está claramente atraído por su hermana; el inicio de la película retrata precisamente cómo está espiándola a través de unos prismáticos mientras ella toma el sol en la playa; de hecho, la situación es ambigua y malintencionada por parte de Ozon, porque Isabelle se quita la parte superior del bikini, pero sólo cuando se siente observada; su situación es la inversa a la previsible: no me cubro porque me miren; porque siento que alguien me mira, y seguramente intuyendo que es su hermano, le doy lo que quiere. Por su parte, la madre intenta superar la situación y evitar algo que realmente no es capaz de evitar: reaccionar como una burguesa escandalizada. La escena en que la policía judicial le demuestra la doble vida de su hija está muy bien interpretada por la actriz (por las dos, realmente) lo mismo que sus discusiones con su hija. Me parecen muy creíbles. "Es mi hija y me da asco", llega a decir. Pero nada ha cambiado en su hija... salvo que folla por dinero... La distancia entre las personas queda muy bien retratada. Lo que para una persona es una actitud aberrante, otra lo vive con una especie de naturalidad muy poco culpable, porque Isabelle no es consciente de hacer nada malo; sigue su instinto, de alguna forma. Se comporta como una adolescente desconcertada ante el deseo que despierta en los demás, atraída al mismo tiempo por el morbo que rodea las citas que concierta, así como, evidentemente, por el dinero fácil que le proporciona algo que parece sorprenderse de poseer: la capacidad de despertar el deseo de los hombres.
Joven y bonita es una película nada obvia, con secretos; evita ser explícita sin llegar a ser oscura. Me gusta mucho ese prórrogo de primer amor amargo, que de alguna forma explica reacciones posteriores de Isabelle (el hecho, por ejemplo, de que se canse muy fácilmente de un mismo hombre; como Carmen, por cierto), y al mismo tiempo es tan distinta, por tono, al resto de la película. Se le ha criticado que retrata con demasiado blandura el mundo de la prostitución (yo criticaría más la manía de Ozon por los momentos con cancioncillas, únicas salidas de tono para una película muy entonada, muy sobria y bien rodada); pero realmente, no es una película sobre la prostitución (el número de aventuras / clientes de la incipiente prostituta, es bastante limitado; no hay un retrato de ese mundo), sino sobre la adolescencia, sobre la atracción por la morbosidad, por el lado oscuro, que puede acompañar el despertar del deseo sexual.
(*) http://www.abcguionistas.com/noticias/entrevistas/francois-ozon-habla-sobre-joven-y-bonita.html
Joven y bonita es una película nada obvia, con secretos; evita ser explícita sin llegar a ser oscura. Me gusta mucho ese prórrogo de primer amor amargo, que de alguna forma explica reacciones posteriores de Isabelle (el hecho, por ejemplo, de que se canse muy fácilmente de un mismo hombre; como Carmen, por cierto), y al mismo tiempo es tan distinta, por tono, al resto de la película. Se le ha criticado que retrata con demasiado blandura el mundo de la prostitución (yo criticaría más la manía de Ozon por los momentos con cancioncillas, únicas salidas de tono para una película muy entonada, muy sobria y bien rodada); pero realmente, no es una película sobre la prostitución (el número de aventuras / clientes de la incipiente prostituta, es bastante limitado; no hay un retrato de ese mundo), sino sobre la adolescencia, sobre la atracción por la morbosidad, por el lado oscuro, que puede acompañar el despertar del deseo sexual.
(*) http://www.abcguionistas.com/noticias/entrevistas/francois-ozon-habla-sobre-joven-y-bonita.html
TV

7,0
3.550
3
3 de febrero de 2014
3 de febrero de 2014
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué usar cámara en mano debe ser sinónimo de verosimilitud? Lo digo por la ficha de la película. No digo que Omagh sea una mala película, pero yo no la he visto, la he sufrido; y la he sufrido por su uso de la cámara en mano. Es una visión personal.
No soy enemigo en absoluto de la cámara en mano, pero no entiendo la forma de usarla aquí. Creo que para grabar tiene una gran ventaja: se va más rápido. Y que formalmente tiene su sentido; en cierto cine realista, como el que representa Omagh, hay una afinidad clara con el cine documental, donde muchas veces no es posible preparar el plano y donde el uso incluso de un trípode limita mucho la disponibilidad para responder con agilidad a acontecimientos imprevistos. Además, demuestra una especie de desprecio por las formas, "por la retórica" (entendida como alarde formalista), en beneficio del peso de la idea y de las interpretaciones de los actores.
Pero he sido operador de cámara y debo decir que para mover la cámara como se mueve en esta película, hay que esforzarse mucho en hacerla vibrar voluntariamente. De hecho, hay mucho de "pose" y de "ir a la moda" en las formas que usan los responsables de Omagh. Si de "ser transparente" se trata, ¿qué sentido tienen esos absolutamente premeditados e irremediablemente odiosos mini-zooms con que se adorna el inicio de muchos planos? ¿Dónde está su sentido? El "zoom" se pude usar de muchas formas (hay quien lo prohibe, porque el mundo está lleno de dogmáticos), mejores y peores, pero aquí se usa sólo para llamar la atención sobre el plano mismo: "mira, que estoy haciendo un zoom para que veas que grabo mal porque quiero, no porque venga a cuento, ni necesite reencuadrar, ni porque te quiera enseñar nada más de cerca o más de lejos?". "Porque yo lo valgo".
Pura vanidad autoral.
¿Ningún responsable de la peli se dio cuenta de que, obrando de esta forma, lejos de poner el acento en el drama, se está centrando continuamente la atención del espectador sobre la propia estética del plano, sobre lo feísta y premeditado de cada mareante toma? Es una elección formal sin ningún criterio de funcionalidad real; es una forma de retórica superficial, perfectamente vacía.
No soy enemigo en absoluto de la cámara en mano, pero no entiendo la forma de usarla aquí. Creo que para grabar tiene una gran ventaja: se va más rápido. Y que formalmente tiene su sentido; en cierto cine realista, como el que representa Omagh, hay una afinidad clara con el cine documental, donde muchas veces no es posible preparar el plano y donde el uso incluso de un trípode limita mucho la disponibilidad para responder con agilidad a acontecimientos imprevistos. Además, demuestra una especie de desprecio por las formas, "por la retórica" (entendida como alarde formalista), en beneficio del peso de la idea y de las interpretaciones de los actores.
Pero he sido operador de cámara y debo decir que para mover la cámara como se mueve en esta película, hay que esforzarse mucho en hacerla vibrar voluntariamente. De hecho, hay mucho de "pose" y de "ir a la moda" en las formas que usan los responsables de Omagh. Si de "ser transparente" se trata, ¿qué sentido tienen esos absolutamente premeditados e irremediablemente odiosos mini-zooms con que se adorna el inicio de muchos planos? ¿Dónde está su sentido? El "zoom" se pude usar de muchas formas (hay quien lo prohibe, porque el mundo está lleno de dogmáticos), mejores y peores, pero aquí se usa sólo para llamar la atención sobre el plano mismo: "mira, que estoy haciendo un zoom para que veas que grabo mal porque quiero, no porque venga a cuento, ni necesite reencuadrar, ni porque te quiera enseñar nada más de cerca o más de lejos?". "Porque yo lo valgo".
Pura vanidad autoral.
¿Ningún responsable de la peli se dio cuenta de que, obrando de esta forma, lejos de poner el acento en el drama, se está centrando continuamente la atención del espectador sobre la propia estética del plano, sobre lo feísta y premeditado de cada mareante toma? Es una elección formal sin ningún criterio de funcionalidad real; es una forma de retórica superficial, perfectamente vacía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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La sensación viendo Omagh es que sus responsables (Paul Greengrass, productor y guionista, a la cabeza; no sé por qué me da que esta estética es una imposición de su "línea de producción") no eligen los encuadres y los emplazamientos de cámara de forma descuidada como desprecio a las "formas establecidas", sino que, muchas veces, buscan activa y sesudamente los peores encuadres y los peores emplazamientos posibles sólo para auto reivincicarse como autores. Y eso es muy poco natural; una especie de énfasis metalingüstico que funciona directamente a la contra del drama que se está contando. Porque si se trataba de ir a contracorriente en todo, hay que empezar por la historia, y no es el caso. Estamos ante una bienintencionado trama de denuncia, bien interpretada por sus actores, por cierto, aunque no siempre sea fácil darse cuenta porque la cámara se suele olvidar de ellos en beneficio de sí misma. Sin sus formas desmañadas, Omagh sería una modesta pero efectiva crónica realista de las miserias de los "estados del bienestar", de las consecuencias de la violencia política y de la manipulación interesada y victimista que hacen los gobiernos de los actos terroristas. Tal como ha quedado, todo eso es algo que sólo se intuye, borroso y difuminado, detrás de mil planos que son como insultos a la vista. Es como si los responsables fueran de modernos y, para que no nos diéramos cuenta de que lo que nos cuentan no es tan moderno como modernísimos son ellos mismos, se reivindicaran agrediendo al espectador. Para hacerse los interesantes. Al final acabas con la sensación de que has visto la película inmerso en un larguísimo y brutal terremoto. Y aunque narres hechos atroces, valerse de una realización atroz no tiene por qué ser lo más apropiado.
(*) Tiempo después de escribir esto, y aunque señalarlo sólo sea importante para mí, supe que hay un puesto especial en algunos equipos de cámara, para ciertas películas, encargado de mover la cámara ex-profeso para que el plano no quede estable. No sé cómo se llama pero casi diría que prefiero no saberlo porque me parece demencial. Quiero entender que la idea es dar una uniformidad a toda la obra, y que si una parte está en cámara en mano con una cierta vibración, toda la obra tenga una vibración parecida (cosa realmente no necesaria en partes independientes de una misma película). Pero me sigue pareciendo de una estupidez supina y además dudo que sea justificable en una película con el presupuesto de esta. Aparte que más o menos explicaría el balanceo de la cámara, ¿pero los mini-zooms? ¿Dónde está su sentido? Quizás la cuestión sería: ¿qué añade a un drama hacer que lo que muestras se vea mal?
Que en el documental la vibración sea inevitable por las condiciones de rodaje hace que el el efecto vibración se asocie formalmente a ese género, pero aquí la asociación es natural. Se graba así porque no hay más remedio; lo importante está en otro sitio.
Que un equipo con miles de euros de presupuesto pague a alguien para que agite la cámara, meta zooms sin sentido, y ensucie la imagen, va más allá de mi capacidad de entendimiento. Es como las uvas sin pepitas o los chorizos veganos. Es como el wrestling o MasterChef. Peor aun, es como comprarse un whisky escocés de 200 euros y bebérselo con cola cola. Son cosas que mi pillan viejo. Pero más allá de mi prejuicio, es también una evidencia de que no es un recurso formal natural, sino un puro intento vacío de afiliarse a una estética determinada al precio que sea, aunque sea pisoteando estúpidamente el simple sentido común...
Sé que mucha gente discrepa de mi opinión, pero es lo que sinceramente pienso.
(*) Tiempo después de escribir esto, y aunque señalarlo sólo sea importante para mí, supe que hay un puesto especial en algunos equipos de cámara, para ciertas películas, encargado de mover la cámara ex-profeso para que el plano no quede estable. No sé cómo se llama pero casi diría que prefiero no saberlo porque me parece demencial. Quiero entender que la idea es dar una uniformidad a toda la obra, y que si una parte está en cámara en mano con una cierta vibración, toda la obra tenga una vibración parecida (cosa realmente no necesaria en partes independientes de una misma película). Pero me sigue pareciendo de una estupidez supina y además dudo que sea justificable en una película con el presupuesto de esta. Aparte que más o menos explicaría el balanceo de la cámara, ¿pero los mini-zooms? ¿Dónde está su sentido? Quizás la cuestión sería: ¿qué añade a un drama hacer que lo que muestras se vea mal?
Que en el documental la vibración sea inevitable por las condiciones de rodaje hace que el el efecto vibración se asocie formalmente a ese género, pero aquí la asociación es natural. Se graba así porque no hay más remedio; lo importante está en otro sitio.
Que un equipo con miles de euros de presupuesto pague a alguien para que agite la cámara, meta zooms sin sentido, y ensucie la imagen, va más allá de mi capacidad de entendimiento. Es como las uvas sin pepitas o los chorizos veganos. Es como el wrestling o MasterChef. Peor aun, es como comprarse un whisky escocés de 200 euros y bebérselo con cola cola. Son cosas que mi pillan viejo. Pero más allá de mi prejuicio, es también una evidencia de que no es un recurso formal natural, sino un puro intento vacío de afiliarse a una estética determinada al precio que sea, aunque sea pisoteando estúpidamente el simple sentido común...
Sé que mucha gente discrepa de mi opinión, pero es lo que sinceramente pienso.
6
10 de mayo de 2011
10 de mayo de 2011
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada dos años después de Marcelino pan y vino, parece un intento de llevar el cine patrio fuera de nuestras fronteras (¿conquistar mercado estadounidense?), situando una historia, rodada en Charmartín, nada menos que en pleno de Nueva York. A un elenco y un equipo mayoritariamente español, se añaden figuras italianas y una estrella inglesa en un papel con ciertas posibilidades de lucimiento, aunque seguramente no muchas estrellas lo hubieran aceptado. Viendo la ficha, llama bastante la atención la presencia de hasta seis guionistas, con abundancia de nombres italianos. Un ángel pasó por Brooklyn tiene, de hecho, el aire de ser un intento de hacer neorrealismo al estilo patrio (y en "lo patrio" de aquella época tiene hoy unas connotaciones bastante feas), aunque por muchos motivos se encuentre muy lejos del tono y las intenciones de las grandes obras que, hacía ya unos buenos años (habían pasado casi diez desde La terra trema o Alemania, año cero), rodaban en la grande Italia Visconti o Rossellini. Y ello más que, por ejemplo, por el hecho de estar rodada en estudios -los decorados son muy buenos y están muy bien aprovechados-, por su tono ejemplarizante y un retrato de personajes que tira más a lo pintoresco que a lo realista.
Aquí estamos en el terreno de la fábula. Y si bien esta historia de un abogado avaro y amargado redimido por la amistad que entabla con un niño cuando, víctima de una maldición, se convierte en perro, podía haber caído de lleno en la ñoñería más absoluta, se aparta de ella con inteligencia y salva los muebles con dignidad, en parte debido a la entereza que da su arquetípico personaje ese gran actor que fue Peter Ustinov (esta película es posterior a Quo Vadis o Lola Montes, lo que da idea de la ambición del empeño: Ustinov ya era toda una figura cuando se puso en manos de Vajda, un buen profesional que aún tendría que esperar para rozar la maestría con "El cebo").
Aquí estamos en el terreno de la fábula. Y si bien esta historia de un abogado avaro y amargado redimido por la amistad que entabla con un niño cuando, víctima de una maldición, se convierte en perro, podía haber caído de lleno en la ñoñería más absoluta, se aparta de ella con inteligencia y salva los muebles con dignidad, en parte debido a la entereza que da su arquetípico personaje ese gran actor que fue Peter Ustinov (esta película es posterior a Quo Vadis o Lola Montes, lo que da idea de la ambición del empeño: Ustinov ya era toda una figura cuando se puso en manos de Vajda, un buen profesional que aún tendría que esperar para rozar la maestría con "El cebo").
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mis mayores respetos para quien amaestrara el perro (no debió ser para nada sencillo rodar y montar algunos de sus planos; Aroldi Tieri tiene algunos que debieron ser una prueba muy dura para su paciencia) y muy curioso el "merchandising" de época, y eso que los que nacimos dos generaciones después nos perdemos muchas cosas, entre ellas la nostalgia (pero para mi seria absurdo aparentar más entusiasmo del que siento por la película; eso sí, yo vi Un ángel pasó por Brooklyn con un familiar que roza los ochenta y debo decir que para ella fue un notable acontecimiento y que su atención estuvo todo el momento centrada en la pantalla; claro que es mucho mejor persona que yo y no le echaba nada para atrás el lado cursi de la historia; a mi sí).
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