Personajes claramentes almodovarianos protagonizan una de sus peores películas. En esta ocasión, el director manchego no consigue dotar de tanta fuerza a sus personajes quedando, en ocasiones, sin dibujar la personalidad de cada uno de ellos. Echo de menos la compleja personalidad de los protagonistas de Átame, por poner un ejemplo, donde se comprende el excentricismo de Antonio Banderas así como la evolución del miedo al amor de Victoria Abril. Lo mejor es la buena actuación de Veronica Forqué en el papel de Kika, posiblemente la mejor de su carrera.

Deliciosa comparación en la que nos hacen reflexionar sobre el sentido cómico o dramático de la vida. Quizás una de las mejores películas que ha hecho el gran Woody Allen en los últimos años.

La vida es bella puede considerarse como una de las mejores películas de los noventa. Mezcla lo cómico con lo dramático de forma magistral. Un guión con frases que pasarán a la historia. Recuerdo especialmente cuando Roberto Begnini le explica a su hijo la razón de la estancia de ambos en un campo de concentración separados de su madre contándole una bonita mentira, protegiéndolo,de este modo, de la dolorosa verdad. Roberto Begnini hace de su personaje un espejo en el que muchos querríamos mirarnos. Y que decir del niño... Cuanto sufrimiento y cuanta alegría. Y uno de los finales mas sobrecogedores que ha vivido el cine. Hay tantos buenos adjetivos con los que calificar esta película, que lo mejor que se le puede decir es que se debería guardar en la estantería de los grandes clásicos de la historia del cine. Inolvidable.

La película parte de una idea original y muy interesante y conforme pasan los minutos pierde esa frescura original para perderse en un mundo, que pretende ser mágico, pero lo único que consigue es aburrir a los espectadores. A la directora le ha faltado extender su idea original a lo largo de la película y se le ha terminado por ir de las manos. Entre los actores destaca el trabajo de Ana Fernández, quizás el personaje más interesante de la película.

La dirección sublime de Kim Kiduck convierte una película con una idea muy original, en una obra maestra. La historia comienza cuando un joven ocupa casas mientras sus dueños están de viaje. A partir de aquí se construye una hermosísima historia de amor. Magnífica pareja protagonista que, sin necesidad de hablar, nos demuestran la evolución de su relación con miradas y gestos. Películas así explican la gran expansión del cine oriental en los últimos años.