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8
13 de mayo de 2022
13 de mayo de 2022
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La hemos visto mil veces, una historia sencilla, de una simplicidad casi sonrojante; chico conoce a chico-crisis-reconciliación. La mayoría de las veces la película es correctamente rutinaria, no llega a conectar con el espectador. Solo se produce la magia en algunas ocasiones como en Heartstopper. No se sabe bien a que atribuirla: ¿será a una gran interpretación de estos jóvenes?, ¿a una banda sonora sabiamente encajada?, ¿a una forma de contar tras la cámara a medio camino entre el minimalismo de viñeta de cómic y la estética de video musical? o ¿a ese cúmulo de aciertos?. El caso es que Heartstopper llega al público, consigue hacer vibrar la fibra sensible humedeciendo el cristalino y haciendo picar la nariz.
A. Oseman logra mantener la tensión de ese hilo que está a punto de romperse haciendo saltar todo por los aires en cualquier capítulo, transmite sin complejos análisis de película de autor esas inseguridades adolescentes, esa confusión de identidad, la temida timidez, los miedos a los demás, el indómito revuelo hormonal que jamás en nuestra vida volveremos a experimentar y todo ello en un acertado formato de veintipocos minutos que da la justa medida para el desarrollo principal y alguna subtrama.
Una excepción: el estereotipo de deportista igual a bruto y primitivo en contraposición a personas sensibles y cultas del grupo de amigos de Charlie deberíamos a empezar a superarlos.
A. Oseman logra mantener la tensión de ese hilo que está a punto de romperse haciendo saltar todo por los aires en cualquier capítulo, transmite sin complejos análisis de película de autor esas inseguridades adolescentes, esa confusión de identidad, la temida timidez, los miedos a los demás, el indómito revuelo hormonal que jamás en nuestra vida volveremos a experimentar y todo ello en un acertado formato de veintipocos minutos que da la justa medida para el desarrollo principal y alguna subtrama.
Una excepción: el estereotipo de deportista igual a bruto y primitivo en contraposición a personas sensibles y cultas del grupo de amigos de Charlie deberíamos a empezar a superarlos.
4
24 de agosto de 2020
24 de agosto de 2020
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Queda la impresión, no obstante tras 130 minutos, que Cedric Klapisch no sabe que contarnos ; ¿Una historia de traumas familiares?, ¿Un problema laboral?, ¿Una historia de incomunicación?, ¿La cruel realidad de las aplicaciones tecnológicas para buscar pareja?, por ende la conjunción de todas estas crean una especie de tiempos muertos que lastran tediosamente la duración de la cinta, manteniendo el interés el fino hilo de un encuentro que desde el minuto uno sabemos que ocurrirá.
Ella y él: Francois y Ana tampoco aportan mucho por levantar la historia con actuaciones de una sosería lánguida ella y de una artificiosidad él acentuada por un cuidadoso trabajo de peluquería y maquillaje para darle ese aspecto descuidado.
No todo va a ser negatividad, se puede desarrollar la historia en París sin que capte la cámara más de un segundo ese sobre-explotado símbolo de la ciudad. También existe el París del día a día de árabes, latinoamericanos, africanos y caribeños mucho más interesante que el turístico.
Ella y él: Francois y Ana tampoco aportan mucho por levantar la historia con actuaciones de una sosería lánguida ella y de una artificiosidad él acentuada por un cuidadoso trabajo de peluquería y maquillaje para darle ese aspecto descuidado.
No todo va a ser negatividad, se puede desarrollar la historia en París sin que capte la cámara más de un segundo ese sobre-explotado símbolo de la ciudad. También existe el París del día a día de árabes, latinoamericanos, africanos y caribeños mucho más interesante que el turístico.
4
2 de noviembre de 2019
2 de noviembre de 2019
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aviso a puristas: Visionar solo los dos primeros capítulos.
Después de sus inicios (1976), su explosión (1977) y su decadencia (1979) lo que vino después fue un sucedáneo musical, interpretaciones varias ideológicas o una moda como bien puede verse en los siguientes capítulos de la serie, ¡Ojo! con un subtítulo "El punk, solo en EE UU".
Tratando de no ponernos demasiado filosóficos ni trascendentales ¿No es el punk una actitud nihilista? ¿O a caso existe alguna generación que en su juventud no quiera romper con lo establecido ya sea por su forma de vestir, la música que escuchan o con el propio lenguaje? Es más, que levante la mano la generación que no se ha creído la elegida para cambiar el mundo.
Pero este "docu-rock" no pretende plantearnos ese tipo de cuestiones, es el clásico de vídeos, fotos e invitados que transitan con más pena que gloria sobre el típico escenario de sofá de leonera.
Con el bla, bla, bla histriónico la mayoría de los personajes no logran conectar con un público no acérrimo, tan solo Marky Ramone lo consigue con una pose de hastío y distanciamiento y las descontroladas declaraciones de Billy Karren. Encontramos también un agradable recuerdo al incluir a Bad Brains, grupo al que no se le ha hecho justicia, la aparición de algunos fanzines como el que inició la escena Riot grrrl y el productor que por doscientos dólares te grababa un disco.
Y nada nuevo bajo el sol, lo cual me hace seguir recomendando "Todas aquellas noches sin dormir" que ya reseñé desde este mismo portal, una exploración de un nuevo camino fuera de la establecida forma de realizar documental musical ¿Hay algo más punk que salirse de lo establecido?
Después de sus inicios (1976), su explosión (1977) y su decadencia (1979) lo que vino después fue un sucedáneo musical, interpretaciones varias ideológicas o una moda como bien puede verse en los siguientes capítulos de la serie, ¡Ojo! con un subtítulo "El punk, solo en EE UU".
Tratando de no ponernos demasiado filosóficos ni trascendentales ¿No es el punk una actitud nihilista? ¿O a caso existe alguna generación que en su juventud no quiera romper con lo establecido ya sea por su forma de vestir, la música que escuchan o con el propio lenguaje? Es más, que levante la mano la generación que no se ha creído la elegida para cambiar el mundo.
Pero este "docu-rock" no pretende plantearnos ese tipo de cuestiones, es el clásico de vídeos, fotos e invitados que transitan con más pena que gloria sobre el típico escenario de sofá de leonera.
Con el bla, bla, bla histriónico la mayoría de los personajes no logran conectar con un público no acérrimo, tan solo Marky Ramone lo consigue con una pose de hastío y distanciamiento y las descontroladas declaraciones de Billy Karren. Encontramos también un agradable recuerdo al incluir a Bad Brains, grupo al que no se le ha hecho justicia, la aparición de algunos fanzines como el que inició la escena Riot grrrl y el productor que por doscientos dólares te grababa un disco.
Y nada nuevo bajo el sol, lo cual me hace seguir recomendando "Todas aquellas noches sin dormir" que ya reseñé desde este mismo portal, una exploración de un nuevo camino fuera de la establecida forma de realizar documental musical ¿Hay algo más punk que salirse de lo establecido?
9
22 de enero de 2024
22 de enero de 2024
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobrecogedora esta visión del accidente del avión uruguayo.
La narración de uno de los protagonistas en tono intimista, es en realidad un homenaje a los que allí se quedaron, es el hilo conductor de esta historia.
Veremos, gracias al buen trabajo de los estilistas, el deterioro físico con abundancia de primeros planos. El uso de la banda sonora hace enmarcar el hostil paisaje que les rodea de montañas enormes en contraposición con las tomas cercanas en el refugio del fuselaje.
Mas de una vez se recurre a la escenificación de las fotografías reales incluso con la misma vestimenta, lo que le da un carácter de fidelidad.
En cuanto al tema tabú, es tratado con la naturalidad de la necesidad de vivir. Hay diálogos sobre como afrontar esto y de forma más sutil pero a la vez explícita en varias tomas poco definidas: los primos Struch de espaldas a la cámara actuando sobre un cadáver, el enterramiento, una vez rescatados, de una bolsa con lo que se supone es carne que llevaron para el viaje a la civilización, una fotografía real que se recrea en la película y que antes de sacarla tapan los restos de un cadáver o la pregunta antes de ser rescatados sobre restos humanos de "¿Qué vamos a hacer con esto?" "Dejarlo", nada tenían que ocultar, ni hubo pacto de silencio como se vio en una multitudinaria rueda de prensa posterior por los propios sobrevivientes.
La sociedad de la nieve logra introducir al espectador en esa atmósfera, dramática de penurias y de muerte, que se realza con los nombres en pantalla de los que van cayendo como un conteo siniestro sin que reste al ambiente fraternal que existe entre todos ellos destacada en una frase que es el epitafio de uno de los personajes "No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos", secuencia muy conseguida en la que se hace difícil no desprenderse de una lágrima.
Es tentador presentar las epopeyas de catástrofes con el tono holywudiense de un cine de aventuras, afortunadamente y visto el precedente de "Viven" esta narración, más fiel a los hechos reales, hace ahondar en la sicología humana quedándose en el aire la pregunta de ¿Qué hubiéramos hecho nosotros? ¿Cómo hubiéramos respondido a ese mazazo brutal de encontrarse en medio de los Andes?
La narración de uno de los protagonistas en tono intimista, es en realidad un homenaje a los que allí se quedaron, es el hilo conductor de esta historia.
Veremos, gracias al buen trabajo de los estilistas, el deterioro físico con abundancia de primeros planos. El uso de la banda sonora hace enmarcar el hostil paisaje que les rodea de montañas enormes en contraposición con las tomas cercanas en el refugio del fuselaje.
Mas de una vez se recurre a la escenificación de las fotografías reales incluso con la misma vestimenta, lo que le da un carácter de fidelidad.
En cuanto al tema tabú, es tratado con la naturalidad de la necesidad de vivir. Hay diálogos sobre como afrontar esto y de forma más sutil pero a la vez explícita en varias tomas poco definidas: los primos Struch de espaldas a la cámara actuando sobre un cadáver, el enterramiento, una vez rescatados, de una bolsa con lo que se supone es carne que llevaron para el viaje a la civilización, una fotografía real que se recrea en la película y que antes de sacarla tapan los restos de un cadáver o la pregunta antes de ser rescatados sobre restos humanos de "¿Qué vamos a hacer con esto?" "Dejarlo", nada tenían que ocultar, ni hubo pacto de silencio como se vio en una multitudinaria rueda de prensa posterior por los propios sobrevivientes.
La sociedad de la nieve logra introducir al espectador en esa atmósfera, dramática de penurias y de muerte, que se realza con los nombres en pantalla de los que van cayendo como un conteo siniestro sin que reste al ambiente fraternal que existe entre todos ellos destacada en una frase que es el epitafio de uno de los personajes "No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos", secuencia muy conseguida en la que se hace difícil no desprenderse de una lágrima.
Es tentador presentar las epopeyas de catástrofes con el tono holywudiense de un cine de aventuras, afortunadamente y visto el precedente de "Viven" esta narración, más fiel a los hechos reales, hace ahondar en la sicología humana quedándose en el aire la pregunta de ¿Qué hubiéramos hecho nosotros? ¿Cómo hubiéramos respondido a ese mazazo brutal de encontrarse en medio de los Andes?

6,2
4.927
9
14 de julio de 2024
14 de julio de 2024
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con qué realidad refleja la debutante Molly Manning ese ambiente desenfrenado de la juventud británica de clase trabajadora cuando vacaciona en Ibiza, Magaluf o Malia.
Seguramente en el 2073 recurramos a esta y otras películas generacionales para hacernos una idea de cómo se comportaban los adolescentes, en este caso en los centros turísticos dedicados a la fiesta sin condiciones.
En cuanto a lo cinematográfico resalta la ambigüedad con que muestra las relaciones, la incomodidad, los torpes acercamientos con miradas, gestos que Mia Mckenna borda en su papel, en cualquier caso Manning impone el punto de vista dramático de la historia ante las expectativas que atesoraba Tara.
Que buena y explícita esa toma en la que en una calle desolada y llena de basura ya de mañana nuestra protagonista la atraviesa, fuera de lugar desorientada con su vestido de fiesta nocturna o cuando su pretendiente camina delante de ella sin prestarle atención a más inri antes Tara le había dado lo más preciado que tenía.
Perfecta la introducción musical, casi toda música electrónica de baile que subraya la locura de la fiesta, así como acertado el equipo de figurinistas y peluquería con su vestuario minimalista: vestidos ajustados de colores llamativos o simplemente bañadores y chanclas con una riñonera cruzando un torso adolescente desnudo, no se puede acentuar más que el sexo está presente en esos cuerpos juveniles.
Hay que poner en nuestro radar a Molly Manning que ha tenido un debut notable escuchando a Chris Lorenzo- here Kitty bailando en cualquier club de moda en la playa.
Seguramente en el 2073 recurramos a esta y otras películas generacionales para hacernos una idea de cómo se comportaban los adolescentes, en este caso en los centros turísticos dedicados a la fiesta sin condiciones.
En cuanto a lo cinematográfico resalta la ambigüedad con que muestra las relaciones, la incomodidad, los torpes acercamientos con miradas, gestos que Mia Mckenna borda en su papel, en cualquier caso Manning impone el punto de vista dramático de la historia ante las expectativas que atesoraba Tara.
Que buena y explícita esa toma en la que en una calle desolada y llena de basura ya de mañana nuestra protagonista la atraviesa, fuera de lugar desorientada con su vestido de fiesta nocturna o cuando su pretendiente camina delante de ella sin prestarle atención a más inri antes Tara le había dado lo más preciado que tenía.
Perfecta la introducción musical, casi toda música electrónica de baile que subraya la locura de la fiesta, así como acertado el equipo de figurinistas y peluquería con su vestuario minimalista: vestidos ajustados de colores llamativos o simplemente bañadores y chanclas con una riñonera cruzando un torso adolescente desnudo, no se puede acentuar más que el sexo está presente en esos cuerpos juveniles.
Hay que poner en nuestro radar a Molly Manning que ha tenido un debut notable escuchando a Chris Lorenzo- here Kitty bailando en cualquier club de moda en la playa.
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