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Documental

7,0
92
9
18 de noviembre de 2019
18 de noviembre de 2019
Sé el primero en valorar esta crítica
Brillante labor de corte y confección por parte de S. Ofteringer para realizar este documental engranando con perfección todos los personajes que aparecen alrededor de la nómada Nico.
No puede enganchar más el comienzo del documental. James Young, teclista de gira de Nico, cuenta un par de sucesos que te dejan sin aliento, ¡Ojo! no se trata del trailer de una mala película, lo que viene después sigue siendo arrollador salpicado de ráfagas musicales e imágenes de época, que aunque es la clásica construcción de un "docu-rock" aquí S. Ofteringer sabe moldearlo dosificando el dinámico cambio de un escenario a otro donde Nico se trasladaba continuamente haciendo que todo encaje a la perfección.
La personalidad de Nico, así como su tránsito por la vida a salto entre la bohemia y la autodestrucción ayuda a pergeñar una gran historia ¡Y esta es una de esas raras ocasiones en que no sobran minutos! es más le falta una media horita añadida haciendo más hincapié en su paso por la Factoría de A. Warhol o como consiguió aparecer en la memorable "La dolce vita" o su relación con Jim Morrison o el mito que representó para el post-punk de la mano de Siouxie Sioux.
Nico-Icon resulta un ingenioso título aunque se le podría sumar un Cnoi simbolizando este desorden el reflejo de su vida.
No puede enganchar más el comienzo del documental. James Young, teclista de gira de Nico, cuenta un par de sucesos que te dejan sin aliento, ¡Ojo! no se trata del trailer de una mala película, lo que viene después sigue siendo arrollador salpicado de ráfagas musicales e imágenes de época, que aunque es la clásica construcción de un "docu-rock" aquí S. Ofteringer sabe moldearlo dosificando el dinámico cambio de un escenario a otro donde Nico se trasladaba continuamente haciendo que todo encaje a la perfección.
La personalidad de Nico, así como su tránsito por la vida a salto entre la bohemia y la autodestrucción ayuda a pergeñar una gran historia ¡Y esta es una de esas raras ocasiones en que no sobran minutos! es más le falta una media horita añadida haciendo más hincapié en su paso por la Factoría de A. Warhol o como consiguió aparecer en la memorable "La dolce vita" o su relación con Jim Morrison o el mito que representó para el post-punk de la mano de Siouxie Sioux.
Nico-Icon resulta un ingenioso título aunque se le podría sumar un Cnoi simbolizando este desorden el reflejo de su vida.

8,2
46.161
8
19 de septiembre de 2019
19 de septiembre de 2019
Sé el primero en valorar esta crítica
O Juego de sombras, podría ser un título ajustado.
Es innegable la mano del electricista Welles poniendo bombillas aquí y allá para dar la iluminación adecuada, vamos que si el amigo no se dedicara al cine podría ganarse la vida como diseñador de ambientes.
Y si a todos estos claro oscuros se suma un intrigante guion de Greene adaptado con solvencia al estilo Hitchcock o ¿fue Alfredito el que tomó furiosamente notas del bueno de Holly Martins? ¿Acaso no recuerda este Holly a los típicos personajes Hitchkonianos que sin comerlo ni beberlo le llueven ostias por todos los lados y ellos sin enterarse por donde les vienen? En cualquier caso un género en sí mismo dentro de las películas de suspense, magníficamente resuelto.
Esto va a sonar a sacrilegio: no puedo evitar cada vez que suena la cítara que se le ocurrió poner a Anton Karas ver a Anthony Quinn haciendo de Zorba el Griego años después y cuando logro sacarme esa visión de la cabeza me da la risa oír esa musiquilla ¿Quizá Carol Reed quiso darle un sentido cómico a su película, quizá quiso desmitificar la capital de la música culta, Viena, bajándole los humos con un soniquete tan minimalista?
Y por último y como escena cumbre ( Se puede seguir leyendo ya que no voy a desvelar nada) un final con suspense en esta atípica historia de amor. El esquema es sencillo: plano fijo en profundidad, dos personajes y minuto largo para deshojar la margarita, me quiere, no me quiere. Una escena que hace caer la baba a los amantes del cine arty, Yo ya voy preparado con un pañuelo.
Es innegable la mano del electricista Welles poniendo bombillas aquí y allá para dar la iluminación adecuada, vamos que si el amigo no se dedicara al cine podría ganarse la vida como diseñador de ambientes.
Y si a todos estos claro oscuros se suma un intrigante guion de Greene adaptado con solvencia al estilo Hitchcock o ¿fue Alfredito el que tomó furiosamente notas del bueno de Holly Martins? ¿Acaso no recuerda este Holly a los típicos personajes Hitchkonianos que sin comerlo ni beberlo le llueven ostias por todos los lados y ellos sin enterarse por donde les vienen? En cualquier caso un género en sí mismo dentro de las películas de suspense, magníficamente resuelto.
Esto va a sonar a sacrilegio: no puedo evitar cada vez que suena la cítara que se le ocurrió poner a Anton Karas ver a Anthony Quinn haciendo de Zorba el Griego años después y cuando logro sacarme esa visión de la cabeza me da la risa oír esa musiquilla ¿Quizá Carol Reed quiso darle un sentido cómico a su película, quizá quiso desmitificar la capital de la música culta, Viena, bajándole los humos con un soniquete tan minimalista?
Y por último y como escena cumbre ( Se puede seguir leyendo ya que no voy a desvelar nada) un final con suspense en esta atípica historia de amor. El esquema es sencillo: plano fijo en profundidad, dos personajes y minuto largo para deshojar la margarita, me quiere, no me quiere. Una escena que hace caer la baba a los amantes del cine arty, Yo ya voy preparado con un pañuelo.
DocumentalTV

5,8
28
5
6 de octubre de 2018
6 de octubre de 2018
Sé el primero en valorar esta crítica
Este es uno de los casos en los que se puede afirmar que el reportaje es sobretodo para seguidores de la banda.
I´m not in love: the story of 10cc nos habla de lo buenos que eran 10cc y de lo mucho que influyeron en la música de su tiempo. Por mucho que así nos lo quieran vender 10cc era, y es, un grupo bastante desconocido fuera de las islas que tardíamente y en la sombra un par de sus miembros produjeron vídeos de cierta relevancia a algunos artistas y la otra parte compuso en los sesenta canciones pop clásicas.
Roger Penny y Charlie Thomas, que firman la cinta, se ciñen al estilo clásico de documental que avanza en el tiempo con las consabidas fotos de sus inicios, recortes de prensa, portadas de discos e imágenes de la BBC.
Aquí aparecen los componentes de 10cc hablando sobre los temas en cuestión, se muestran educados en sus desavenencias con otros miembros de la banda (nada que ver con los UB40) explicando con naturalidad los hechos que les llevaron a la escisión aunque nunca aparecen cara a cara en el "docu".
Hay que señalar la aparición de tres personajes:
Su representante hablando sobre la firma con una disquera que los pretendía en pugna con la recién nacida Virgin. No tiene desperdicio.
El ubicuo Stuart Copeland, que nunca dice no a salir en los documentales ¡Incluso en un capítulo del Precio de la Historia! aportando algún comentario destilando simpatía y aroma a buena persona.
El productor de megalómanas y grandilocuentes producciones Trevorn Horn que alaba a 10cc por el tema I´m not in love y su conseguida atmósfera etérea. Aquí descubrimos los secretos de como la consiguieron.
A la productora televisiva debió parecerle convincente este documental ya que posteriormente confió en esta pareja de directores para la realización de XTC:This is pop (que ya reseñé en este mismo portal). El canon clásico con que dirigen aplasta la arriesgada elección de 10cc para documentar y es que el grupo no da para más de sesenta minutos.
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I´m not in love: the story of 10cc nos habla de lo buenos que eran 10cc y de lo mucho que influyeron en la música de su tiempo. Por mucho que así nos lo quieran vender 10cc era, y es, un grupo bastante desconocido fuera de las islas que tardíamente y en la sombra un par de sus miembros produjeron vídeos de cierta relevancia a algunos artistas y la otra parte compuso en los sesenta canciones pop clásicas.
Roger Penny y Charlie Thomas, que firman la cinta, se ciñen al estilo clásico de documental que avanza en el tiempo con las consabidas fotos de sus inicios, recortes de prensa, portadas de discos e imágenes de la BBC.
Aquí aparecen los componentes de 10cc hablando sobre los temas en cuestión, se muestran educados en sus desavenencias con otros miembros de la banda (nada que ver con los UB40) explicando con naturalidad los hechos que les llevaron a la escisión aunque nunca aparecen cara a cara en el "docu".
Hay que señalar la aparición de tres personajes:
Su representante hablando sobre la firma con una disquera que los pretendía en pugna con la recién nacida Virgin. No tiene desperdicio.
El ubicuo Stuart Copeland, que nunca dice no a salir en los documentales ¡Incluso en un capítulo del Precio de la Historia! aportando algún comentario destilando simpatía y aroma a buena persona.
El productor de megalómanas y grandilocuentes producciones Trevorn Horn que alaba a 10cc por el tema I´m not in love y su conseguida atmósfera etérea. Aquí descubrimos los secretos de como la consiguieron.
A la productora televisiva debió parecerle convincente este documental ya que posteriormente confió en esta pareja de directores para la realización de XTC:This is pop (que ya reseñé en este mismo portal). El canon clásico con que dirigen aplasta la arriesgada elección de 10cc para documentar y es que el grupo no da para más de sesenta minutos.
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Documental

6,5
55
7
24 de septiembre de 2018
24 de septiembre de 2018
Sé el primero en valorar esta crítica
Este es uno de esos raros documentales en los que el foco se pone sobre los representantes, en este caso de los Who. Solo recuerdo este papel principal en el reportaje sobre Sleaford mods (ya reseñado por mi en este portal) que era tratado como uno más del grupo.
Chris Lambert y Kit Stamp tuvieron la virtud de estar en la explosión modernista de la chavalería londinense en los primeros sesenta. Algo mayores que ellos no tuvieron dudas en entrar en la escena para convertirse en personajes de culto tras coger a los High numbers y convertirlos en los Who, con explicaciones y todo de como eligieron el nombre.
James D. Cooper dirige la obra basándose en la palabra. La música que se oye siempre suena por debajo de las declaraciones de Daltrey, Townshend, el escritor Richard Barnes y el superviviente del dúo que da título a este trabajo. Mención especial a las fugaces intervenciones de Irish Jack contemporáneo de Townshend y agitador de la escena en aquellos años. Alguien debería extraerle sus vivencias antes de que emprenda el último viaje.
En un principio parecen excesivas estas dos horas dedicadas a estos personajes desconocidos pero el tratamiento de su director suaviza el exceso de minutaje apoyándose en anécdotas, saltando de un personaje a otro con momentos peliagudos en sus revelaciones, en la ameneidad de la charla de Chris L. apareciendo en diferentes contextos con la libertad de dirigirse a la cámara en solitario como con Daltrey y Pete T..
No encontramos imágenes de época inéditas, todas ellas se pueden ver en videos de You tube, si acaso me quedo con la contestación de P. Townshend a una joven fan que le pregunta: "Dicen que tomáis drogas para subir al escenario ¿Es verdad?" a lo que un jovencísimo Pete T. contesta "Bueno no siempre estamos drogados"
Admito que este documental se le tache de demasiado específico, de dedicarlo a un par de personajes que a nadie le importa ni conoce, sin embargo es en estos reportajes tan localistas donde el angulo de visión se abre para captar los inicios de movimientos juveniles, su asimilación y destrucción por intereses mercantilistas donde por detalles se afirman y desmienten creencias que pensábamos inamovibles y es que la verdad está en saber leer ese trasfondo o como dirían los modernistas en los pequeños detalles está la elegancia.
Chris Lambert y Kit Stamp tuvieron la virtud de estar en la explosión modernista de la chavalería londinense en los primeros sesenta. Algo mayores que ellos no tuvieron dudas en entrar en la escena para convertirse en personajes de culto tras coger a los High numbers y convertirlos en los Who, con explicaciones y todo de como eligieron el nombre.
James D. Cooper dirige la obra basándose en la palabra. La música que se oye siempre suena por debajo de las declaraciones de Daltrey, Townshend, el escritor Richard Barnes y el superviviente del dúo que da título a este trabajo. Mención especial a las fugaces intervenciones de Irish Jack contemporáneo de Townshend y agitador de la escena en aquellos años. Alguien debería extraerle sus vivencias antes de que emprenda el último viaje.
En un principio parecen excesivas estas dos horas dedicadas a estos personajes desconocidos pero el tratamiento de su director suaviza el exceso de minutaje apoyándose en anécdotas, saltando de un personaje a otro con momentos peliagudos en sus revelaciones, en la ameneidad de la charla de Chris L. apareciendo en diferentes contextos con la libertad de dirigirse a la cámara en solitario como con Daltrey y Pete T..
No encontramos imágenes de época inéditas, todas ellas se pueden ver en videos de You tube, si acaso me quedo con la contestación de P. Townshend a una joven fan que le pregunta: "Dicen que tomáis drogas para subir al escenario ¿Es verdad?" a lo que un jovencísimo Pete T. contesta "Bueno no siempre estamos drogados"
Admito que este documental se le tache de demasiado específico, de dedicarlo a un par de personajes que a nadie le importa ni conoce, sin embargo es en estos reportajes tan localistas donde el angulo de visión se abre para captar los inicios de movimientos juveniles, su asimilación y destrucción por intereses mercantilistas donde por detalles se afirman y desmienten creencias que pensábamos inamovibles y es que la verdad está en saber leer ese trasfondo o como dirían los modernistas en los pequeños detalles está la elegancia.
Documental

6,4
169
8
15 de marzo de 2018
15 de marzo de 2018
Sé el primero en valorar esta crítica
Se puede encontrar una gran belleza en la música minimalista de Young Marble Giants por ejemplo, o en la poesía intraducible por no tener palabras que encajen en los significados. Algo así, de difícil entendimiento, me pasó al ver Todas esas noches sin dormir.
Las situaciones y no engaña el título, se repiten en todas esas fiestas de la noche varsoviana. K. Baginsky, nuestro protagonista, conoce a otros fiesteros, consume las drogas habituales del baile y la música, conoce a otras adolescentes con mutua empatía, habla de esa amistad que nos marca el camino y simplemente estoy dando pinceladas del desarrollo de la cinta, nada que no se pueda contar por que realmente no hay un argumento sólido, todo pasa sin explicación, ni falta que hace, tan solo con imágenes, introspecciones, diálogos y la música siempre presente, en fin, los argumentos del cine, tratamiento que le otorgo más que el de documental.
Encuentro de una gran belleza la ciudad que nos propone Michal M. con esos amaneceres en las calles desiertas subrayadas por el trino de los pájaros después de una noche sin dormir, con el perfil de los rascacielos desde una ventana y las luces de la ciudad a los pies en una especie de homenaje a Lost in Traslation, en incluso la salida de algún tugurio como el de cualquiera de nuestras ciudades que habitamos.
Michal M. sabe trasladar al espectador todas esas noches de adolescencia, confundidos, esperando encontrar a alguien maravilloso del cual nos cansamos a los tres días de estar con él sin motivo aparente. La amistad como un tiempo transitorio que nos acompaña. Todos esos aspectos que el cambiante cerebro adolescente (paso intermedio de lo infantil a lo adulto) interpreta e intenta asimilar.
A destacar los cambios radicales de sonido e imagen a negro, la ambiental música que nunca mejor elegida se adapta como un guante a las escenas y la expresión corporal de actrices y actores.
Si te gustó Perdido en la música de Mía Hansen Love, la cual ya reseñé deberías ver esta, eso sí con una mentalidad abierta.
Las situaciones y no engaña el título, se repiten en todas esas fiestas de la noche varsoviana. K. Baginsky, nuestro protagonista, conoce a otros fiesteros, consume las drogas habituales del baile y la música, conoce a otras adolescentes con mutua empatía, habla de esa amistad que nos marca el camino y simplemente estoy dando pinceladas del desarrollo de la cinta, nada que no se pueda contar por que realmente no hay un argumento sólido, todo pasa sin explicación, ni falta que hace, tan solo con imágenes, introspecciones, diálogos y la música siempre presente, en fin, los argumentos del cine, tratamiento que le otorgo más que el de documental.
Encuentro de una gran belleza la ciudad que nos propone Michal M. con esos amaneceres en las calles desiertas subrayadas por el trino de los pájaros después de una noche sin dormir, con el perfil de los rascacielos desde una ventana y las luces de la ciudad a los pies en una especie de homenaje a Lost in Traslation, en incluso la salida de algún tugurio como el de cualquiera de nuestras ciudades que habitamos.
Michal M. sabe trasladar al espectador todas esas noches de adolescencia, confundidos, esperando encontrar a alguien maravilloso del cual nos cansamos a los tres días de estar con él sin motivo aparente. La amistad como un tiempo transitorio que nos acompaña. Todos esos aspectos que el cambiante cerebro adolescente (paso intermedio de lo infantil a lo adulto) interpreta e intenta asimilar.
A destacar los cambios radicales de sonido e imagen a negro, la ambiental música que nunca mejor elegida se adapta como un guante a las escenas y la expresión corporal de actrices y actores.
Si te gustó Perdido en la música de Mía Hansen Love, la cual ya reseñé deberías ver esta, eso sí con una mentalidad abierta.
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