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8,1
17.100
8
8 de febrero de 2024
8 de febrero de 2024
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Con que desasosiego se sigue el final esperando que a esta pareja de cándidos le salga todo bien. Un desenlace inesperado resuelto con ingenio lo convierte Lang en magistral.
Edward G. Robinson no defrauda, lo mismo borda un papel de jefe de la mafia implacable que clava el de un apocado profesor.
Un elenco de intérpretes con soberbias actuaciones, un manejo de cámara sin alaracas ni pretensiones de arte y ensayo más allá de mostrarnos una pieza teatral, una historia sencilla de intriga imprevisible hacen que no pasen los años por la película, cualquier actualización sería banal, un cambio más visual que de fondo.
No decepcionan estas películas añejas que dan cobijo ante tanto cine enfrascado en complejidades humanas, efectos visuales y de sonido mareante, diálogos insulsos con ínfulas filosóficas y ataques de autor pagados de sí mismo; respira un poco de aire fresco de 1944 con esta "La mujer del cuadro".
Edward G. Robinson no defrauda, lo mismo borda un papel de jefe de la mafia implacable que clava el de un apocado profesor.
Un elenco de intérpretes con soberbias actuaciones, un manejo de cámara sin alaracas ni pretensiones de arte y ensayo más allá de mostrarnos una pieza teatral, una historia sencilla de intriga imprevisible hacen que no pasen los años por la película, cualquier actualización sería banal, un cambio más visual que de fondo.
No decepcionan estas películas añejas que dan cobijo ante tanto cine enfrascado en complejidades humanas, efectos visuales y de sonido mareante, diálogos insulsos con ínfulas filosóficas y ataques de autor pagados de sí mismo; respira un poco de aire fresco de 1944 con esta "La mujer del cuadro".

7,7
13.181
7
27 de enero de 2024
27 de enero de 2024
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Sí, está muy bien todo eso del manejo de la cámara, la iluminación, el juego de sombras, una toma cenital con un acantilado de fondo planeando un asesinato, la ingeniosa escena de los espejos, un gran bagaje de los que se nutren los no tan cinéfilos, más bien seguidores de la corriente establecida con escasa capacidad crítica.
La historia riza el rizo, una farsa en la que cada personaje finge su papel con el fin de aprovecharse del pobre Michael interpretado por O. Welles que por cierto deja mucho que desear como actor; se pasa toda la película con cara de bobalicón sin ser capaz de cambiar su expresión cuando se las da de tipo duro o flirtea con la mujer del abogado, aquí debemos el matiz a la profesionalidad del doblador que saber dar énfasis a la voz, no a las dotes de actor de Welles.
En cambio, ayudado eso sí por unos primerísimos planos el socio del abogado, Grisby, sabe transmitir, bordeando el histrionismo en su rostro, lo tragicómico de una propuesta delirante. Lo que no se entiende es que Michael acepte después de mostrarnos en innumerables escenas el director lo desconfiado que es con estos ricachones, al igual que un detective algo torpe que investiga no se sabe muy bien qué es usado como comodín para los acontecimientos finales. Aparece también una comunidad China que solo encaja en el título de la película, además de una sensación de no habernos contado el pasado, ni la procedencia Shanghainesa de Elsa, ni su matrimonio con Bannister, ni la necesidad de un socio tan peculiar para tan prestigioso abogado, ni el susodicho detective, en fin un guion poco trabajado, de esos de dos plumazos para explicarlo todo, que trata de justificarse con la famosísima escena de los espejos.
Una producción que según el propio Welles costó un millón de dólares de la época, se envara en su trama.
La historia riza el rizo, una farsa en la que cada personaje finge su papel con el fin de aprovecharse del pobre Michael interpretado por O. Welles que por cierto deja mucho que desear como actor; se pasa toda la película con cara de bobalicón sin ser capaz de cambiar su expresión cuando se las da de tipo duro o flirtea con la mujer del abogado, aquí debemos el matiz a la profesionalidad del doblador que saber dar énfasis a la voz, no a las dotes de actor de Welles.
En cambio, ayudado eso sí por unos primerísimos planos el socio del abogado, Grisby, sabe transmitir, bordeando el histrionismo en su rostro, lo tragicómico de una propuesta delirante. Lo que no se entiende es que Michael acepte después de mostrarnos en innumerables escenas el director lo desconfiado que es con estos ricachones, al igual que un detective algo torpe que investiga no se sabe muy bien qué es usado como comodín para los acontecimientos finales. Aparece también una comunidad China que solo encaja en el título de la película, además de una sensación de no habernos contado el pasado, ni la procedencia Shanghainesa de Elsa, ni su matrimonio con Bannister, ni la necesidad de un socio tan peculiar para tan prestigioso abogado, ni el susodicho detective, en fin un guion poco trabajado, de esos de dos plumazos para explicarlo todo, que trata de justificarse con la famosísima escena de los espejos.
Una producción que según el propio Welles costó un millón de dólares de la época, se envara en su trama.
10
20 de enero de 2024
20 de enero de 2024
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Se ve el documental con el corazón en un puño, sobrecogido, con la lágrima fronteriza en el cristalino por lo que nos narran los protagonistas de la tragedia.
Varios de los supervivientes son llevados al lugar donde ocurrió el accidente, en un escenario majestuoso de montañas, nieve y sol cegador, pero también de desolación y muerte van contándonos, espontanea, de forma natural su experiencia. No se les fuerza a decir nada que no quieran, nada se dramatiza artificialmente basta con oírlos para sorprendernos boquiabiertos como relatan esta historia en la que el horror, el sacrificio, el compañerismo prevalecen ante lo que podía haber degenerado en un dejarse llevar por las circunstancias.
El reportaje se apoya con recreaciones correctas, en testimonios de familiares e imágenes de época, aunque aquí la palabra es más importante que la imagen, nos encontramos ante unas personas que saben expresarse con claridad.
A destacar la revelación de la madre de uno de los accidentados que en su desesperación acudió a una vidente en Holanda que tuvo una visión de un gran gusano blanco donde había muerte pero también vida y "esto es lo que puedo contar" nos dice.
La franqueza y lo emotivo que transmite el documental hace imprescindible verlo.
Varios de los supervivientes son llevados al lugar donde ocurrió el accidente, en un escenario majestuoso de montañas, nieve y sol cegador, pero también de desolación y muerte van contándonos, espontanea, de forma natural su experiencia. No se les fuerza a decir nada que no quieran, nada se dramatiza artificialmente basta con oírlos para sorprendernos boquiabiertos como relatan esta historia en la que el horror, el sacrificio, el compañerismo prevalecen ante lo que podía haber degenerado en un dejarse llevar por las circunstancias.
El reportaje se apoya con recreaciones correctas, en testimonios de familiares e imágenes de época, aunque aquí la palabra es más importante que la imagen, nos encontramos ante unas personas que saben expresarse con claridad.
A destacar la revelación de la madre de uno de los accidentados que en su desesperación acudió a una vidente en Holanda que tuvo una visión de un gran gusano blanco donde había muerte pero también vida y "esto es lo que puedo contar" nos dice.
La franqueza y lo emotivo que transmite el documental hace imprescindible verlo.
7
15 de enero de 2024
15 de enero de 2024
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Se lo podían haber currado más esta pareja de guionistas, en cambio nos colocan una voz fuera de cámara divagando sobre la conciencia y el destino para hacernos pasar hechos inverosímiles.
El lastre que supone la poca credibilidad de algunas situaciones queda rebajada por una soberbia interpretación de los personajes.
Aunque un poco desnaturalizados, los diálogos de la pareja protagonista, las frases lapidarias y coercitivas que ella le lanza son antológicas.
Si a pesar de estos azares de escasísima probabilidad el espectador logra sobreponerse y aislar la historia, Detour queda como una mezcla perfecta de cine negro serie B con mujer malvada al frente.
El lastre que supone la poca credibilidad de algunas situaciones queda rebajada por una soberbia interpretación de los personajes.
Aunque un poco desnaturalizados, los diálogos de la pareja protagonista, las frases lapidarias y coercitivas que ella le lanza son antológicas.
Si a pesar de estos azares de escasísima probabilidad el espectador logra sobreponerse y aislar la historia, Detour queda como una mezcla perfecta de cine negro serie B con mujer malvada al frente.

7,7
7.985
8
2 de enero de 2024
2 de enero de 2024
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Uno se queda con la sensación de que se le podía haber sacado más partido a esta buena historia, haber trabajado más las relaciones, parece que la película está disparada a quema ropa, directa al grano, sin antecedentes.
Madrastra e hijastra adolecen, si me permiten, de crueldad, de animadversión, no se entiende el origen de esa fijación de una sobre otra.
Los protagonistas, sobre todo Robert Mitchum, que como siempre se interpreta a si mismo para bien o para mal, no es el actor adecuado para este papel, deambula por la película con un aire de cinismo, de sobrado, de un tipo de un gran bagaje al que no se le puede dar gato por liebre, ni engatusar una jovencita. El engaño, la perversión, la manipulación quedan muy atenuadas.
También se le saca menos de lo que puede dar un pretendiente entre las sombras y una exnovia equilibrio entre el bien y el mal que tiene un encuentro con sutil mensaje de declaración de intenciones con la pretendiente a arrebatarle el novio, uno de los momentos sublimes de la cinta.
Que agradable es volver a ese cine artesanal, una buena historia contada en diálogos e imágenes con un solo efecto especial: un despeñamiento filmado en una sola oportunidad con varias cámaras colocadas estratégicamente que dejan al espectador boquiabierto. Que diferencia con los rellenos de la mayoría de efectos especiales actuales que dejan al espectador boquiabierto pero de bostezo,
Madrastra e hijastra adolecen, si me permiten, de crueldad, de animadversión, no se entiende el origen de esa fijación de una sobre otra.
Los protagonistas, sobre todo Robert Mitchum, que como siempre se interpreta a si mismo para bien o para mal, no es el actor adecuado para este papel, deambula por la película con un aire de cinismo, de sobrado, de un tipo de un gran bagaje al que no se le puede dar gato por liebre, ni engatusar una jovencita. El engaño, la perversión, la manipulación quedan muy atenuadas.
También se le saca menos de lo que puede dar un pretendiente entre las sombras y una exnovia equilibrio entre el bien y el mal que tiene un encuentro con sutil mensaje de declaración de intenciones con la pretendiente a arrebatarle el novio, uno de los momentos sublimes de la cinta.
Que agradable es volver a ese cine artesanal, una buena historia contada en diálogos e imágenes con un solo efecto especial: un despeñamiento filmado en una sola oportunidad con varias cámaras colocadas estratégicamente que dejan al espectador boquiabierto. Que diferencia con los rellenos de la mayoría de efectos especiales actuales que dejan al espectador boquiabierto pero de bostezo,
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