Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
You must be a loged user to know your affinity with zoquete
Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
5 de octubre de 2009
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Echen la vista atrás veinticinco años y díganme si se dejaron algo en el tintero, quizás un trabajo, un país, ¿un delito?, una relación cuyo recuerdo ahora les está volviendo locos, les está provocando insomnio y que consideren savia vital para su mañana, para su actual existencia. ¿Pinta trascendente, no? Quizás no esté yo para trascendencias, especialmente si no se trata ya de un único asunto inconcluso, sino de muchos. Hasta donde sé, a eso siempre se le ha llamado nostalgia, sin tantos fuegos artificiales ni grandes discursos.

Lo confieso, asistí a “El secreto de sus ojos” con ciertas expectativas, sobre todo por este espacio filmaffinity. Me equivoqué. No obstante, no soy una buena referencia. Últimamente soy difícil de complacer.

El guión es correctísimo, las interpretaciones juegan en la liga de campeones (especialmente Guillermo Francella) aunque Darín ya no me aportó nada nuevo y Soledad Villamil me resultó poco convincente, quizás por el maquillaje. Además, hay material de sobras para colocar en esos “collages” tan divertidos que hacen memorable el cine. Pero…

Seré malvado. Especularé. Campanella se me antoja acomodado en sus series americanas, adquiriendo una técnica tan buena y precisa que diría que se ha dejado algo de su alma en éste su nuevo trabajo. Dispone una serie de golpes de efecto estratégicamente dispuestos sobre el eje temporal de la película, como sacados de una planificación empresarial. Una imagen del asesinato inicial bien impactante (¿tipo CSI y equivalentes?), una persecución del presunto asesino tras un majestuoso plano aéreo de un abarrotado estadio de fútbol, una emotiva despedida de los protagonistas en el andén, la presión sobre el sospechoso para que confiese, la presencia de unos sicarios en la casa del protagonista enfrentados a su leal amigo…

Lo curioso es que tan buenos elementos se me antojaron vacíos, exhibicionistas del poderío de la técnica cinematográfica del autor, alguno definitivamente exagerado (¿encontrar a un tipo en un campo de fútbol lleno hasta la bandera?), casi diría que también aislados, poco coherentes con la esencia de la película, que incluso defenestraría por considerarlos lugares comunes. La película remarca su título insistiendo en el mensaje de las miradas, básicamente en la manera en que se ponen tras la pista del asesino pero, sobre todo, para señalar la velada historia de amor entre los protagonistas. Es aquí donde, en mi opinión, el autor y sus actores naufragan y, paradójicamente, por simple comparación con las secuencias impagables que supo exprimirles a Héctor Alterio y Norma Aleandro, en “El hijo de la novia”, unos gestos, recreaciones y silencios de ancianos que desbordaban en un amor juvenil y fogoso, definitivamente imperecedero.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Campanella se recrea en mostrarnos el cadáver de la mujer violada y asesinada, el miembro del sospechoso en la grotesca e inverosímil escena del interrogatorio, que no juzgaré como innecesarias, pero claramente efectistas cuando, en contraste, en ningún momento sentí que me llegara realmente ese amor incombustible al paso de los casi treinta años que intenta recrear la película, si no fuera porque, ay, ¿no es eso pecado de principiante?, nos lo tienen que decir, que no mostrar, mediante la voz en off del protagonista, que también ejerce de escritor.

Darín entra en escena coqueto, con piropos y miradas a cualquier falda que se le cruce, sin poder contener su lengua de seductor pero, ¡ay, otra vez!, ¿dónde están esos ojos, ese loco arrebato cuando se encuentra con su supuesto amor? ¿dónde está esa pasión incontrolable, mirada escrutadora que incluso cuando se espera más evidente se desvanece en los obligados quiebros del guión? Tsk, tsk, quizás demasiada elipsis.

Con todo, disfruté con algunos diálogos (de nuevo Francella y su interesante disertación sobre lo inmutable en las personas), algunos detalles gozosos (la rutina del azucarillo y medio), marca de la casa, y con el final que, aunque también puede pecar de confuso, contiene una sorpresa posiblemente deudora de series americanas y que terminan salvando la película, pero que, reconozcámoslo, hasta la fecha no había requerido el autor…
19 de julio de 2005
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La promoción de el último trabajo de Schumacher en las salas españolas parece perseguir sugerirnos algún nexo con la célebre “Con faldas y a lo loco”. Ya el cartel nos muestra a un travesti sospechosamente parecido a aquel Jack Lemon, mientras el título podría hacernos pensar en la fulminante respuesta del pretendiente del propio Jack Lemmon cuando éste le confiesa que no es una mujer.

Añádase a esto el incuestionable atractivo del intocable Robert de Niro, en un híbrido del papel ofrecido en “Los padres de ella” y -salvando las distancias- “Despertares”, y la contrapartida en manos del ascendente Philip Seymour Hoffman, como dragqueen que, curiosamente, perfila como personaje de carácter.

Aquí se termina todo el interés de la película, salvo curiosidades opacas al metraje, como si nuestro admirado de Niro visitó veinte hospitales para recrear su personaje de discapacitado o si la ambientación de las asociaciones de Gays y Lesbianas se hizo enviando una encuesta a los representantes de tales colectivos.

El guión consiste en un robo a un mafioso (detonante para provocar puntos de violencia y demostraciones de valentía sin género), el planteamiento de unas personalidades marcadamente opuestas (ex–policía_condecorado_por_su_valor frente a mujer_nacida_en_cuerpo_de_hombre, que comparten vecindad e insultos), la embolia del primero y una recuperación de tal dolencia para la que se verán obligados a entenderse. Esta embolia que de Niro representa (cuyo realismo no pienso valorar), parece extenderse al resto del equipo de filmación, incapacitado para proporcionar ritmo a la historia. La mayor parte de las escenas entre las dos estrellas resultan muy forzadas y, cuanto más reconocible se vuelve la previsible frase que se arrojan, más nos preguntamos quién necesita realmente las muletas. Las aparentes frivolidades del mundo draqueen también parecen contagiosas, convirtiendo el metraje en un carnaval de (des)propósitos que, desgraciadamente, calificaría de imitaciones baratas si no fuera por el respeto que me merecen tales monstruos, incluso historia ya, del cine con mayúsculas.

En definitiva un tópico se sucede al otro sin la menor convicción, los prejuicios del inicio que tanto esfuerzo costó señalar se derriban con la facilidad de un fundido o cambio de plano, las incursiones en el humor casi sorprenden por su destiempo, perdiendo así toda efectividad y, lo que resulta aún más triste, la repetición de viejos planteamientos hacen añorar auténticas maravillas, como “Priscilla, Reina del Desierto” recreando el mundo de las trans-drags, “Mejor... imposible” como el milagro de la relación imposible prejuicioso-gay, la antes mencionada “Despertares” como contraste de vitalidad en el enfermo que se recupera o, incluso, “Los padres de ella” como las manías del duro ex-agente jubilado.

Piénselo, tal vez antes de ver esta película merezca la pena revisar cualquiera de las otras citadas.
29 de marzo de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otoño 2002. Aileen Wuornos es condenada a muerte, tras probarse que había asesinado a seis hombres. Ella reconoce sus crímenes, pero alega legítima defensa. Aún así, solicita el castigo para evitar “volver a matar”. Se habla de “suicidio asistido por el estado”. Documentos judiciales recogen detalles sobre su pasado, que incluye su abandono al nacer, vagabunda cuando niña, violación a los trece años, madre un año después, adicciones a las drogas y al alcohol, y la prostitución como sustento y perdición. Octubre 2002. La “Doncella de la Muerte” es ejecutada en Florida.

“Monster” recuerda que el comercio sexual suele ir de la mano del abuso, que “prostituta” no tiene tanto que ver con el hecho de pagar como con la concepción de la mujer (o niño) como objeto para el hombre (dominante, cliente, comprador o amo). Así también se nos ilustra en las espléndidas “Irreversible”, “Dogville”, “Celebration”...

No obstante, este primer trabajo de la directora Patty Jenkins escoge el amor como verebrador de la historia, para mostrarnos las inquietudes más íntimas de la asesina, sus motivaciones y qué dispara sus oscuros resortes criminales.

Las razones de Aileen no son buenas para escondernos de nuestras propias miserias, para ignorar nuestros miedos o para describirnos las lagunas del sistema judicial o de los “sólidos” fundamentos éticos de nuestra sociedad.

El tratamiento es austero pero intenso. La asesina deambula entre su visión más negra de su entorno, como colectivo de hipócritas que esconden una furiosa e insatisfecha pulsión sexual, y la ternura que le inspira su amada, a quien desea proteger y ofrecer lo mejor de sí misma.

La prostituta sitúa su amor en la cúspide de su razón de ser, de su sentido vital, por quien no duda en eliminar a sus víctimas, a quienes también juzga por su doble moral: casados que engañan a sus mujeres, agresores que desprecian a las prostitutas por precisamente por acceder a sus variopintas y no demasiado higiénicas peticiones, etc. Tras esta lógica parece esconderse el rabioso deseo de ejercer una ética, ¿ un buen camino?, una ética modelada, paradójicamente, por la propia sociedad que reniega de ella, pero que tampoco se diría que le ofrezca muchas alternativas.

Si esta mujer se declarara dispuesta a todo para llevar una vida sin crímenes, ¿está la sociedad capacitada para protegerla, para evitar los abusos de los que fue objeto? Pero si su entorno no cambia, la solución parece única… sacrificarla.

No deseo que ninguno de mis seres queridos compartan un sólo instante con ningún asesino, sueño con una vitrina perfecta que proteja a mi hijo, pero no dudo que él podrá desobedecerme, decidir querer conocer a un marginado que ha cometido alguna barbaridad, algún peligroso sujeto de este tipo, quizás porque ha creado una obra de arte, quizás porque ha pintado algo hermoso, porque compuesto un cántico conmovedor, porque ha canalizado sus errores en forma de alguna enseñanza que nos pueda ser de provecho.
19 de julio de 2005
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen películas de hace medio siglo que, aún hoy, contemplamos considerándolas de rabiosa actualidad. “Shiner” podría ser de ellas, de no ser porque se produjo el año pasado, aunque sí por la ausencia de gimnasia cinematográfica última generación tipo “Operación Swordfish” y de la previsible perdurabilidad de la cinta.

Imaginen un perdedor crónico, permanentemente rodeado de declarados miserables (ricos o no) en un ambiente barriobajero teñido por el mundo de las apuestas y el boxeo. Su hijo, en quien ha proyectado sus anhelos, en quien vuelca todas sus energías y saber, representa ahora también un billete de lotería que puede hacerle conocer la gloria, el dinero, la fama. Pero el chico cae, primero en la lona llevando así a la ruina al padre, y después abatido por un tiro de un asesino desconocido...

Ahora imagínense a Sir Michael Caine (Shiner) preguntándose qué oscura conspiración se ha tejido para hacerle añicos sus cuidadosos planes hacia la gloria, hacia su devoción por el mundo del boxeo que adora proyectado en su propia sangre. Imaginen su rabia y su firme determinación por esclarecer tan dolorosa muerte, empleando para todos los métodos aprendidos en las duras calles, por injustamente expeditivos que sean.

Con demasiada frecuencia se habla de la importancia del empeño, de la convicción para acometer una empresa en la que se cree firmemente. Esta es una buena película para reflexionar al respecto. Pónganse en la piel de papá “Shiner”, quien no escatima medios ni carácter para lograr su propósito, destripando a quienes le rodean en busca de la verdad, obviamente sin ningún tipo de corrección política. El efecto de tal determinación es una visita al dolor, desde el mazazo sufrido al presenciar la muerte de su hijo, hasta las posteriores variantes en forma de humillación, provocada y recibida, o permanente desconfianza y dureza, que incluso salpica a sus propias hijas.

Y a pesar del rotundo peso del actor para cada minuto de la película, no desmerecen sino engrandecen su trabajo el impecable plantel de secundarios, desde el contrapunto senior Martín Landau, como mentor del contrincante del hijo de “Shiner” hasta Gary Lewis, entrenador del chico, de fácil recuerdo por su presencia en la aclamada “Billy Elliot” como padre del protagonista danzarín.
21 de marzo de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Malditos fascistas (o comunistas, o capitalistas, o budistas, táchese lo que no proceda)! ¡Hijos de la gran puta! ¡Asesinos! ¡Ojalá pudiera estrangularos con vuestras propias vísceras! ¡Ojalá sintierais la misma humillación que inflingís!

Nosotros, por supuesto, somos mejores. Estamos vacunados contra el poder, contra la ira, contra la injusticia, y sabemos reconocer a nuestros semejantes como iguales, como mejores incluso, aunque nos irriten, aunque cometan errores. Sabemos mantener el control y no contradecirles, no dañarles. Tenemos todas las respuestas. Una de ellas es que quien ejerce la violencia merece ser escarmentado. Optamos por Corín Tellado y vivir en un mundo rosa.

¡Qué gusto ser juez, siendo parte! Predicar la armonía preservando nuestro papel de “buenos” por el mundo… ¿hay alguien que se resista a considerarse dotado de una especial iluminación para distinguir el “bien” del “mal”?
Pobre monstruos los nazis, tan empeñados en aniquilar judíos, homosexuales, tarados, sin darse cuenta que se estaban rebajando al peor nivel que les asignaría la historia.

Permitidme que me centre en uno sólo de los chicos de la película, que sintetiza mejor que ninguno el mensaje que he creído interpretar.

Recordad vuestros episodios infantiles más traumáticos, confusos sobre qué hacer para que os quisieran, os respetaran, os tuvieran en cuenta. Queríais tener la certeza de ser importantes, de estar llamados a hacer algo significativo en este mundo. Los demás no parecen darse cuenta. Te conviertes en un mendigo de afecto, de reconocimiento, aunque tengas que renunciar a algo de ti mismo, o a mucho, incluso a lo esencial…

Los otros son un terrible rasero y competencia. Algo nos dice que no somos menos que nadie, pero aceptar la realidad cuesta: los hay más guapos, más ricos, más simpáticos, más atléticos…

Uno decide entonces demostrar que destaca en algo, casi no importa en qué: “ser más astuto”, “más agresivo”, “más loco”… atreverse con lo que para los demás es impensable, tal vez ¿ caricaturizar al profesor? ¿escandalizar a las muchachas? ¿humillar al moro, al diferente? ¿trapichear con drogas? ¿blasfemar?

¿Qué hace un marginado para lograr su cuota de pertenencia a este mundo, para arañar unos instantes de reconocimiento, para gritar al mundo que él también existe, y que no soporta vivir sin que le distingan de aquella mierda que algún mal chucho ha dejado en el suelo?

Ansias de grandeza, vanidad herida, grito desesperado que clama por una existencia que contenga algo más que indiferencia. ¿Surgen así los mejores prodigios del alma humana y sus más terribles letrinas?

Al sufrir, al sentirse excluido, basta cualquier mano, cualquier mago, cualquier inepto que nos ofrezca un papel importante a desempeñar, un objetivo que nos haga imprescindibles. Nos entregamos a su predicamento, a su manipulación y esgrimimos cualquier arma, cualquier bomba haciéndola nuestro mejor aliado para conquistar la plenitud…
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para