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España España · Barcelona
Voto de zoquete:
8
Drama Basada en una historia real. Aileen Wuornos (Charlize Theron) es una prostituta que conoce un día en un bar a Selby Wall (Christina Ricci), una joven lesbiana que ha sido enviada por sus padres a vivir con su tía para "curar su homosexualidad". Wuornos, víctima de una trágica infancia llena de abusos, rápidamente se enamora de Selby, encontrando en ella una razón para vivir. Incapaz de encontrar un trabajo digno, Wuornos sigue ... [+]
29 de marzo de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otoño 2002. Aileen Wuornos es condenada a muerte, tras probarse que había asesinado a seis hombres. Ella reconoce sus crímenes, pero alega legítima defensa. Aún así, solicita el castigo para evitar “volver a matar”. Se habla de “suicidio asistido por el estado”. Documentos judiciales recogen detalles sobre su pasado, que incluye su abandono al nacer, vagabunda cuando niña, violación a los trece años, madre un año después, adicciones a las drogas y al alcohol, y la prostitución como sustento y perdición. Octubre 2002. La “Doncella de la Muerte” es ejecutada en Florida.

“Monster” recuerda que el comercio sexual suele ir de la mano del abuso, que “prostituta” no tiene tanto que ver con el hecho de pagar como con la concepción de la mujer (o niño) como objeto para el hombre (dominante, cliente, comprador o amo). Así también se nos ilustra en las espléndidas “Irreversible”, “Dogville”, “Celebration”...

No obstante, este primer trabajo de la directora Patty Jenkins escoge el amor como verebrador de la historia, para mostrarnos las inquietudes más íntimas de la asesina, sus motivaciones y qué dispara sus oscuros resortes criminales.

Las razones de Aileen no son buenas para escondernos de nuestras propias miserias, para ignorar nuestros miedos o para describirnos las lagunas del sistema judicial o de los “sólidos” fundamentos éticos de nuestra sociedad.

El tratamiento es austero pero intenso. La asesina deambula entre su visión más negra de su entorno, como colectivo de hipócritas que esconden una furiosa e insatisfecha pulsión sexual, y la ternura que le inspira su amada, a quien desea proteger y ofrecer lo mejor de sí misma.

La prostituta sitúa su amor en la cúspide de su razón de ser, de su sentido vital, por quien no duda en eliminar a sus víctimas, a quienes también juzga por su doble moral: casados que engañan a sus mujeres, agresores que desprecian a las prostitutas por precisamente por acceder a sus variopintas y no demasiado higiénicas peticiones, etc. Tras esta lógica parece esconderse el rabioso deseo de ejercer una ética, ¿ un buen camino?, una ética modelada, paradójicamente, por la propia sociedad que reniega de ella, pero que tampoco se diría que le ofrezca muchas alternativas.

Si esta mujer se declarara dispuesta a todo para llevar una vida sin crímenes, ¿está la sociedad capacitada para protegerla, para evitar los abusos de los que fue objeto? Pero si su entorno no cambia, la solución parece única… sacrificarla.

No deseo que ninguno de mis seres queridos compartan un sólo instante con ningún asesino, sueño con una vitrina perfecta que proteja a mi hijo, pero no dudo que él podrá desobedecerme, decidir querer conocer a un marginado que ha cometido alguna barbaridad, algún peligroso sujeto de este tipo, quizás porque ha creado una obra de arte, quizás porque ha pintado algo hermoso, porque compuesto un cántico conmovedor, porque ha canalizado sus errores en forma de alguna enseñanza que nos pueda ser de provecho.
zoquete
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