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8,1
3.390
7
24 de abril de 2020
24 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje del director Teshigahara, quien fuera uno de los promotores del turismo japonés en Barcelona gracias a su documental "Antoni Gaudí" de 1984. Otro dato curioso, es que la película es garante de una irregularidad en los Oscar: ésta fue nominada en 1964 como mejor película extranjera, y después en 1965 fue nominado su director por la misma película.
Centrándonos en el film, describe la relación enfermiza entre un entomólogo (estudioso de los insectos), que se ve atrapado en una vieja casa, y la mujer que vive sola en dicha casa.
Me parece muy interesante por varias razones: por su fotografía hipnótica (la arena moviéndose como si fuera agua), por sus planos detalle donde se percibe el sufrimiento de la pareja siempre bajo una sexualidad que no cesa, el sonido generando una sensación de tensión constante, la propia interpretación de los protagonistas… Y, sin duda, por la metáfora de la vida que representa: ¿viven para sacar arena, o sacan arena para vivir? Como sucede con el trabajo (¿trabajamos para vivir o vivimos para trabajar? Esto recuerda a la leyenda de Sísifo, quien fue castigado por Zeus a subir una roca y dejarla caer por la eternidad.
Centrándonos en el film, describe la relación enfermiza entre un entomólogo (estudioso de los insectos), que se ve atrapado en una vieja casa, y la mujer que vive sola en dicha casa.
Me parece muy interesante por varias razones: por su fotografía hipnótica (la arena moviéndose como si fuera agua), por sus planos detalle donde se percibe el sufrimiento de la pareja siempre bajo una sexualidad que no cesa, el sonido generando una sensación de tensión constante, la propia interpretación de los protagonistas… Y, sin duda, por la metáfora de la vida que representa: ¿viven para sacar arena, o sacan arena para vivir? Como sucede con el trabajo (¿trabajamos para vivir o vivimos para trabajar? Esto recuerda a la leyenda de Sísifo, quien fue castigado por Zeus a subir una roca y dejarla caer por la eternidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es magnífico el final, cuando el protagonista tiene la oportunidad de escapar, y su necesidad de reconocimiento le vence, con lo que decide quedarse en la casa para poder enseñar a otros cómo ha conseguido filtrar el agua.

8,0
2.761
5
23 de abril de 2020
23 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante, que esta es mi primera incursión en el cine clásico japonés (y mi primera crítica en filmaffinity), por lo que tomadlo como que aún estoy muy verde y necesito más rodaje. Dicho lo cual, viendo su excelente calificación en esta plataforma o en otras, me siento un poco bicho raro porque a mi no me ha atrapado…
Es cierto que me ha gustado conocer la época feudal japonesa, entender sus convencionalismos, el concubinato… Asimismo, entiendo el mérito de Mizogughi (uno de los tres grandes, junto a Kurosawa y Ozu), dado que se trata de uno de los creadores, o de hecho, el precursor del plano secuencia en los treinta (veinte años antes incluso de la Soga de Hitchcock y su falso plano secuencia de dos horas). También entiendo su dominio del los planos aéreos (como cuando Oharu se quiere quitar la vida y corre perseguida entre bambús por su madre… de hecho, a mi gusto, de lo mejor de la película, junto con la idea del flashback)…
Sin embargo, es precisamente los planos secuencia dinámicos y los planos abiertos, los que hacen que no conecte nada con la fuerza emocional de los personajes, básicamente con Oharu. No me ha atrapado como sí lo hace un plano secuencia estático como los de Haneke en "Amour" (2012) o los close-ups de Abdellatif Kechiche en "La vida de Adele" (2013), donde sí me empapo de la emoción de los personajes. Por ello dicen que el plano abierto es el que permite obtener el máximo de información y el plano detalle, todo el sentimiento.
Me pasa un poco como con el ejemplo de siempre: Terrence Malick. Magnífica fotografía, gran dirección, pero no me atrapa y empiezo a mirar la hora a los 30 minutos.
Es cierto que me ha gustado conocer la época feudal japonesa, entender sus convencionalismos, el concubinato… Asimismo, entiendo el mérito de Mizogughi (uno de los tres grandes, junto a Kurosawa y Ozu), dado que se trata de uno de los creadores, o de hecho, el precursor del plano secuencia en los treinta (veinte años antes incluso de la Soga de Hitchcock y su falso plano secuencia de dos horas). También entiendo su dominio del los planos aéreos (como cuando Oharu se quiere quitar la vida y corre perseguida entre bambús por su madre… de hecho, a mi gusto, de lo mejor de la película, junto con la idea del flashback)…
Sin embargo, es precisamente los planos secuencia dinámicos y los planos abiertos, los que hacen que no conecte nada con la fuerza emocional de los personajes, básicamente con Oharu. No me ha atrapado como sí lo hace un plano secuencia estático como los de Haneke en "Amour" (2012) o los close-ups de Abdellatif Kechiche en "La vida de Adele" (2013), donde sí me empapo de la emoción de los personajes. Por ello dicen que el plano abierto es el que permite obtener el máximo de información y el plano detalle, todo el sentimiento.
Me pasa un poco como con el ejemplo de siempre: Terrence Malick. Magnífica fotografía, gran dirección, pero no me atrapa y empiezo a mirar la hora a los 30 minutos.

6,8
2.861
5
3 de agosto de 2023
3 de agosto de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dirigida y escrita por Tim Robbins sobre la década de la Gran Depresión en los Estados Unidos. Una vez más, el director quiere exponer su activismo como ya hiciera en “Pena de muerte” o en “Ciudadano Bob Roberts”. En “Abajo el telón” toca temas como la diferencia de clases, el arte como instrumento de expresión política… todo aquello en un periodo en el que se estaba generando un caldo de cultivo que desembocaría en la “Caza de brujas” del Macartismo.
Presenta un reparto coral donde destacan Bill Murray como ventrílocuo, John Cusack como Nelson Rockefeller, Rubén Blades como Diego Rivera y un sinfín de rostros conocidos como Vanessa Redgrave, Susan Sarandon, John Turturro, Jack Black… todos haciendo correctamente el papel encomendado.
Destaco por encima de todo, la cinematografía y el diseño de producción. El modo en el que están filmadas las escenas, alargando planos mientras se salta de un personaje a otro en magníficos planos secuencia y, por otro lado, la recreación de los años 30 en Nueva York, me parecen ambas excelentes.
Dicho lo cual, la narrativa entrelazada de tramas y subtramas ha llegado a abrumarme. Francamente los múltiples personajes e historias, la complejidad por encontrar un hilo argumental principal… me ha conducido a un sobresfuerzo por mantenerme conectado a la película. Me gusta cuando descubro personajes que relaciono como Orson Welles y Randolf Hearst (su Ciudadano Kane), pero creo que mi cabeza da para unas pocas referencias de este tipo, no para el baño que nos da Tim Robbins en "Abajo el telón".
Presenta un reparto coral donde destacan Bill Murray como ventrílocuo, John Cusack como Nelson Rockefeller, Rubén Blades como Diego Rivera y un sinfín de rostros conocidos como Vanessa Redgrave, Susan Sarandon, John Turturro, Jack Black… todos haciendo correctamente el papel encomendado.
Destaco por encima de todo, la cinematografía y el diseño de producción. El modo en el que están filmadas las escenas, alargando planos mientras se salta de un personaje a otro en magníficos planos secuencia y, por otro lado, la recreación de los años 30 en Nueva York, me parecen ambas excelentes.
Dicho lo cual, la narrativa entrelazada de tramas y subtramas ha llegado a abrumarme. Francamente los múltiples personajes e historias, la complejidad por encontrar un hilo argumental principal… me ha conducido a un sobresfuerzo por mantenerme conectado a la película. Me gusta cuando descubro personajes que relaciono como Orson Welles y Randolf Hearst (su Ciudadano Kane), pero creo que mi cabeza da para unas pocas referencias de este tipo, no para el baño que nos da Tim Robbins en "Abajo el telón".

6,1
2.409
6
28 de marzo de 2023
28 de marzo de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
EO es el nombre de un asno que participa en un circo ambulante hasta que prohíben la actuación de los animales en estos, y EO inicia su andadura por granjas, fiestas de fanáticos futboleros de un club local polaco, sufriendo incluso una paliza por parte de unos desalmados, incluso llega a una fastuosa mansión de la que también huirá.
La película transcurre prácticamente por completo desde los ojos del propio animal. Esto, sin duda, resulta muy original, incluso cuando se simula la propia visión distorsionada del pollino.
Confieso que en algún momento me ha sorprendido algún twist en el guion, como el Easter Egg en la mansión de los italianos, con el chico italiano besando a su madrastra... ¿era necesario?
Se trata de un largometraje contemplativo, con escaso diálogo, buena fotografía y gran trabajo de iluminación, de aquellos que por lo general resultan aburridos, aunque en este caso se puede salvar por su corto metraje.
Respecto al sonido, oímos a la perfección los aleteos de los murciélagos, el rebuzno de EO, los graznidos de los pájaros, el chispazo eléctrico de las descargas.... un excelente, por tanto, trabajo de sonido.
Sin embargo, tras ver todo el periplo del burro y a sabiendas de que la película es una crítica ecológica, francamente pienso: en concreto para Eo, ¿estaba mejor formando parte del circo o cuando obtiene su libertad? La respuesta quizá es: en ninguna forma de explotación, ni en el circo, ni con el trato salvaje de los hollygans, ni en un matadero... por tanto, es una crítica al trato que dispensamos a los animales en general.
La película transcurre prácticamente por completo desde los ojos del propio animal. Esto, sin duda, resulta muy original, incluso cuando se simula la propia visión distorsionada del pollino.
Confieso que en algún momento me ha sorprendido algún twist en el guion, como el Easter Egg en la mansión de los italianos, con el chico italiano besando a su madrastra... ¿era necesario?
Se trata de un largometraje contemplativo, con escaso diálogo, buena fotografía y gran trabajo de iluminación, de aquellos que por lo general resultan aburridos, aunque en este caso se puede salvar por su corto metraje.
Respecto al sonido, oímos a la perfección los aleteos de los murciélagos, el rebuzno de EO, los graznidos de los pájaros, el chispazo eléctrico de las descargas.... un excelente, por tanto, trabajo de sonido.
Sin embargo, tras ver todo el periplo del burro y a sabiendas de que la película es una crítica ecológica, francamente pienso: en concreto para Eo, ¿estaba mejor formando parte del circo o cuando obtiene su libertad? La respuesta quizá es: en ninguna forma de explotación, ni en el circo, ni con el trato salvaje de los hollygans, ni en un matadero... por tanto, es una crítica al trato que dispensamos a los animales en general.

6,4
2.384
5
3 de junio de 2022
3 de junio de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El Zurdo” es la ópera prima de Arthur Penn (quien probablemente sea más recordado por “Bonnie y Clyde” en 1967).
Tanto Bill Bonney (Billy el niño) papel que encarna Paul Newman, como sus dos secuaces, representan papeles bobalicones e infantiles y que, por momentos, me parecen poco creíbles. Entiendo que el director quiso mostrar a un personaje atormentado e irreflexivo, sin embargo, su interpretación está a años luz del personaje atormentado e irreflexivo que representa James Dean en “Al Este del Edén” de Elia Kazan tan sólo tres años antes de “El zurdo”.
Por tanto, opino que Newman no pasó a la historia por este papel, que dista de sus grandes interpretaciones en “el Golpe” (1973), “El coloso en llamas” (1974), “El castañazo” (1977) o “El color del dinero” (1986).
Probablemente, esas pobres (en mi opinión) actuaciones, que no reconozco en el actor que encarna a Patt Garrett, por ejemplo, sumadas a un ritmo irregular, han hecho que el último tercio de la película se me haya hecho bastante pesado.
Tanto Bill Bonney (Billy el niño) papel que encarna Paul Newman, como sus dos secuaces, representan papeles bobalicones e infantiles y que, por momentos, me parecen poco creíbles. Entiendo que el director quiso mostrar a un personaje atormentado e irreflexivo, sin embargo, su interpretación está a años luz del personaje atormentado e irreflexivo que representa James Dean en “Al Este del Edén” de Elia Kazan tan sólo tres años antes de “El zurdo”.
Por tanto, opino que Newman no pasó a la historia por este papel, que dista de sus grandes interpretaciones en “el Golpe” (1973), “El coloso en llamas” (1974), “El castañazo” (1977) o “El color del dinero” (1986).
Probablemente, esas pobres (en mi opinión) actuaciones, que no reconozco en el actor que encarna a Patt Garrett, por ejemplo, sumadas a un ritmo irregular, han hecho que el último tercio de la película se me haya hecho bastante pesado.
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