Ni siquiera la escena final, que le hubiera dado un poco de chispa, acaba como debería acabar, tirándose al metro.

Una médica cooperante en África desde hace años deja su trabajo para hacer pan y ser madre, en una decisión tomada en minuto y medio y sin hablarlo siquiera con su pareja en un dramón barato de los de telenovela colombiana. Con feministas como estos no necesitamos machistas.
Y a las mujeres y sus parejas que han contraido el virus del papiloma humano sin saberlo (cualquiera de ellos), en posibles relaciones de hace muchos años, con una relación hoy absolutamente normalizada, y que no se parecen en nada al arquetípico personaje malote del marido, les va a encantar, y el mensaje de desesperanza que lanza a quienes lo estén pasando ahora, también. Tela marinera, de verdad.
Cuanta sororidad, las malas se vuelven buenas en minuto y medio para quererse todas mucho y se visten todas de blanco para estar guay con la naturaleza y el mar... Lo digo como feminista y naturalista convencida, estas cursiladas yo no creo que nos ayuden nada. Esto sí que es subirse al carro de lo que ahora se lleva, lo natural, las mujeres "hermanadas", amasar con las manos..
Completamente de acuerdo con Boyero.