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Críticas ordenadas por utilidad
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9
5 de agosto de 2012
5 de agosto de 2012
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Señor Allen, yo ya sabía que era usted un genio. Son innumerables las películas que he visto con su firma (pues, además, es usted prolífico como pocos) y, si bien no todas me han seducido de igual forma, en la mayoría de ellas he encontrado algún signo de genialidad. Y cuando ya creía que no podría sorprenderme más, rescato esta antigua joya suya, para mí hasta el momento desconocida, y de nuevo me quedo boquiabierta, rendida ante lo brillante de sus ideas, ante lo sobresaliente de su sentido del humor, ante lo atípico de su propuesta.
Zelig es una película distinta, tremendamente original. A modo de falso documental, nos presenta a un personaje afectado por una inusual “enfermedad” que le lleva a transformarse en aquello que le rodea. Dicha afección consiste en una suerte de mecanismo mimético en busca de la aceptación social de un individuo que vive temeroso de sentirse excluido, de no sentirse amado, en definitiva. Esta idea tan profunda, tan humana, es el punto de partida para el desarrollo de un genuino guión humorístico.
Me encanta, señor Allen, como juega usted al sarcasmo con la alta sociedad norteamericana de los años 20 y 30, sobre todo, porque las tonterías que le son propias, y que usted pone de relieve, son las mismas que las de cualquier “sociedad desarrollada” de la actualidad. Ese afán por convertir algo en moda, y disfrutarlo en masa como signo de identidad común (vaya, resulta que todos somos, en realidad, “Zeligs”) hace que me aflore una sonrisilla de autocrítica. Vamos, que si entonces la moda era el “Baile del Camaleón”, no hace mucho tuvimos el “Baile del Gorila”, por citar sólo un ejemplo… Pero usted lo lleva al límite de lo risible, y eso me encanta, pues no hay nada más sano que reírse de uno mismo y hacer comedia de la vida. Su ficción, por tanto, no es sino un chiste de la realidad.
Señor Allen, ha dado usted en el clavo, pues todos somos Zelig. Su historia es una alegoría (hiperbolada y cómica) que muestra sin rubor la necesidad humana de identificación con el grupo, el temor a la exclusión de éste, la necesidad de recibir amor y aceptación por parte de lo que nos rodea. Y como es usted brillante, lo expone en clave de humor, y resulta muy certero. A este respecto, rescataría varias frases gloriosas, pero veo que ya lo han hecho en otras críticas: lo de la bolera, lo de los padres que le encerraban en el armario, etc.
Señor Allen, como digo, yo ya sabía que era usted un genio, y Zelig no es sino una muestra más de hasta qué punto considero esta afirmación incontestable.
Zelig es una película distinta, tremendamente original. A modo de falso documental, nos presenta a un personaje afectado por una inusual “enfermedad” que le lleva a transformarse en aquello que le rodea. Dicha afección consiste en una suerte de mecanismo mimético en busca de la aceptación social de un individuo que vive temeroso de sentirse excluido, de no sentirse amado, en definitiva. Esta idea tan profunda, tan humana, es el punto de partida para el desarrollo de un genuino guión humorístico.
Me encanta, señor Allen, como juega usted al sarcasmo con la alta sociedad norteamericana de los años 20 y 30, sobre todo, porque las tonterías que le son propias, y que usted pone de relieve, son las mismas que las de cualquier “sociedad desarrollada” de la actualidad. Ese afán por convertir algo en moda, y disfrutarlo en masa como signo de identidad común (vaya, resulta que todos somos, en realidad, “Zeligs”) hace que me aflore una sonrisilla de autocrítica. Vamos, que si entonces la moda era el “Baile del Camaleón”, no hace mucho tuvimos el “Baile del Gorila”, por citar sólo un ejemplo… Pero usted lo lleva al límite de lo risible, y eso me encanta, pues no hay nada más sano que reírse de uno mismo y hacer comedia de la vida. Su ficción, por tanto, no es sino un chiste de la realidad.
Señor Allen, ha dado usted en el clavo, pues todos somos Zelig. Su historia es una alegoría (hiperbolada y cómica) que muestra sin rubor la necesidad humana de identificación con el grupo, el temor a la exclusión de éste, la necesidad de recibir amor y aceptación por parte de lo que nos rodea. Y como es usted brillante, lo expone en clave de humor, y resulta muy certero. A este respecto, rescataría varias frases gloriosas, pero veo que ya lo han hecho en otras críticas: lo de la bolera, lo de los padres que le encerraban en el armario, etc.
Señor Allen, como digo, yo ya sabía que era usted un genio, y Zelig no es sino una muestra más de hasta qué punto considero esta afirmación incontestable.

7,6
105.955
7
2 de febrero de 2014
2 de febrero de 2014
20 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Scorsese se ha sacado de la manga este delirante y desmedido viaje de casi tres horas que, sin embargo, pasan volando. Y es que el ritmo y la intensidad que impone a la cinta hace que el espectador se sienta como al volante del Ferrari del propio Belfort.
La película juega con una gran ventaja frente a la gran cantidad de mortales susceptibles de visionarla: ese mundo desenfrenado del poder y el dinero “a espuertas” que retrata no es sino ciencia ficción para la mayoría de nosotros. Así, y aunque se trate de un “biopic”, tan sólo podemos intuir que hay en ella la misma cantidad de exageración como de realidad.
Lo que vemos es, en definitiva, un “too much” de sexo, drogas y… dinero, cantidades estratosféricas de dinero, tratado todo desde una perspectiva frivolona enfocada al entretenimiento, sin espacio alguno para la ética, palabra carente de todo significado en este contexto. Por eso, precisamente, está rodada en clave de comedia y, desde luego, no busca que el espectador se cuestione nada desde la moralidad, menos aún motivarle a hacerse reflexiones profundas. Aquí tan sólo hay que abrir los ojos como platos y dejarse llevar, a velocidad de vértigo, a través de esta bacanal continua plagada de farlopa, pastillas, orgías, putas de lujo, degenerados dando rienda suelta a su imaginación, yates de cincuenta metros de eslora, ferraris, restaurantes caros y trajes de Armani. Vamos, una panda de hijos de puta “living la vida loca” total.
Si uno se la toma demasiado en serio puede decepcionarse, ver en ella una apología de la avaricia, la ambición y la deshumanización, una tomadura de pelo donde el trabajo del broker es una juerga continua que empieza en la propia oficina, un retrato inverosímil y desproporcionado del consumo de drogas sin graves consecuencias observables, etc.
Sin embargo, si la actitud es otra (como la que yo he adoptado sin ni siquiera proponérmelo), la película se convierte en una divertida comedia de ritmo endiablado para disfrutarla sin hacerse demasiadas preguntas.
A destacar:
- Di Caprio está fantástico. Exagerado, sí, ¿pero acaso hubiese sido apropiado un trabajo más contenido aquí?
- De entre los guiños a otras películas, me quedo con el que le hacen a “Freaks”: “We accept her! One of us! One of us! Gooble-gobble, gooble-gobble!”
Lo dicho, ¡p’habernos matao!
La película juega con una gran ventaja frente a la gran cantidad de mortales susceptibles de visionarla: ese mundo desenfrenado del poder y el dinero “a espuertas” que retrata no es sino ciencia ficción para la mayoría de nosotros. Así, y aunque se trate de un “biopic”, tan sólo podemos intuir que hay en ella la misma cantidad de exageración como de realidad.
Lo que vemos es, en definitiva, un “too much” de sexo, drogas y… dinero, cantidades estratosféricas de dinero, tratado todo desde una perspectiva frivolona enfocada al entretenimiento, sin espacio alguno para la ética, palabra carente de todo significado en este contexto. Por eso, precisamente, está rodada en clave de comedia y, desde luego, no busca que el espectador se cuestione nada desde la moralidad, menos aún motivarle a hacerse reflexiones profundas. Aquí tan sólo hay que abrir los ojos como platos y dejarse llevar, a velocidad de vértigo, a través de esta bacanal continua plagada de farlopa, pastillas, orgías, putas de lujo, degenerados dando rienda suelta a su imaginación, yates de cincuenta metros de eslora, ferraris, restaurantes caros y trajes de Armani. Vamos, una panda de hijos de puta “living la vida loca” total.
Si uno se la toma demasiado en serio puede decepcionarse, ver en ella una apología de la avaricia, la ambición y la deshumanización, una tomadura de pelo donde el trabajo del broker es una juerga continua que empieza en la propia oficina, un retrato inverosímil y desproporcionado del consumo de drogas sin graves consecuencias observables, etc.
Sin embargo, si la actitud es otra (como la que yo he adoptado sin ni siquiera proponérmelo), la película se convierte en una divertida comedia de ritmo endiablado para disfrutarla sin hacerse demasiadas preguntas.
A destacar:
- Di Caprio está fantástico. Exagerado, sí, ¿pero acaso hubiese sido apropiado un trabajo más contenido aquí?
- De entre los guiños a otras películas, me quedo con el que le hacen a “Freaks”: “We accept her! One of us! One of us! Gooble-gobble, gooble-gobble!”
Lo dicho, ¡p’habernos matao!

5,3
21.567
6
15 de marzo de 2013
15 de marzo de 2013
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues eso, que ni tanto ni tan calvo. Si comparamos esta película con el grueso de cintas de terror que se producen casi “en masa” (por no decir “a cascoporro”) en la actualidad, podría decirse que sobresale de la media. Sin embargo, si la ponemos al lado de las mejores películas del género, ésas que poseen una calidad innegable y que aparecen, tan sólo, muy de vez en cuando, pues qué queréis que os diga, ésta es una castaña.
Entretenimiento ofrece, eso es innegable. Comienza con un buen arranque, si bien luego se vuelve un poco anodina, mareando la perdiz de forma que, al menos a mí, me produjo una cierta sensación de vacuidad. Y finalmente, resuelve bien. No es que el argumento sea el colmo de la originalidad, pero posee un mínimo de coherencia y de sorpresa. Por lo demás, pues más de lo mismo, sustos típicos, subidas de volumen, en fin, los recursos trilladísimos a los que el cine de terror mediocre nos tiene acostumbrados.
Las interpretaciones no están mal. Pe (todos entendemos por qué se minimiza su nombre a una sílaba y no a dos) cumple. Yo no la veo sobreactuada –que he leído por ahí–, y aunque no la considero una buena actriz, sería injusto decir que aquí no está digna, pues creo que sí lo está. Lo que no entiendo es que se hable de “una gran actuación de Halle Berry”. ¿Gran actuación? ¿Por qué? A ver si ahora cada vez que un icono de belleza (como lo es esta mujer) sale en pantalla desmejorada y con mal aspecto, o sea, “fea” (hasta donde esta tía puede ser fea, claro), significa que ha hecho un papelón. Pues no. Yo creo que la chica está muy normalita en su trabajo interpretativo, vamos, otra que cumple, pero poco más. Y respecto a Robert Downey Jr., me parece que está desaprovechado.
Para concluir: si no vas con expectativas altas, puedes pasar un rato entretenido.
Entretenimiento ofrece, eso es innegable. Comienza con un buen arranque, si bien luego se vuelve un poco anodina, mareando la perdiz de forma que, al menos a mí, me produjo una cierta sensación de vacuidad. Y finalmente, resuelve bien. No es que el argumento sea el colmo de la originalidad, pero posee un mínimo de coherencia y de sorpresa. Por lo demás, pues más de lo mismo, sustos típicos, subidas de volumen, en fin, los recursos trilladísimos a los que el cine de terror mediocre nos tiene acostumbrados.
Las interpretaciones no están mal. Pe (todos entendemos por qué se minimiza su nombre a una sílaba y no a dos) cumple. Yo no la veo sobreactuada –que he leído por ahí–, y aunque no la considero una buena actriz, sería injusto decir que aquí no está digna, pues creo que sí lo está. Lo que no entiendo es que se hable de “una gran actuación de Halle Berry”. ¿Gran actuación? ¿Por qué? A ver si ahora cada vez que un icono de belleza (como lo es esta mujer) sale en pantalla desmejorada y con mal aspecto, o sea, “fea” (hasta donde esta tía puede ser fea, claro), significa que ha hecho un papelón. Pues no. Yo creo que la chica está muy normalita en su trabajo interpretativo, vamos, otra que cumple, pero poco más. Y respecto a Robert Downey Jr., me parece que está desaprovechado.
Para concluir: si no vas con expectativas altas, puedes pasar un rato entretenido.

7,4
23.242
7
9 de agosto de 2012
9 de agosto de 2012
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película atrapa desde el principio, te sumerge en una atmósfera densa que huele a vileza, abyección, cerveza amarga y sudor rancio. La agresividad latente se puede masticar y augura un desenlace inequívocamente trágico. El ritmo es ágil, supongo que propiciado por un montaje –para unos, acertado, para otros, no tanto, según veo– que ofrece una sucesión rápida, casi violenta, de un plano tras otro. La cámara, además, juega con mucha habilidad. Todo va “in crescendo” y tú ya estás dentro de la historia antes siquiera de poder parpadear. La banda sonora es buena, si bien no siempre me parece que esté insertada de manera adecuada, vamos, que hay momentos de gran tensión en los que la música que acompaña invita a pensar en una campiña bucólica, y eso no me cuadra. No obstante, diría que, en general, “Perros de paja” destila maestría.
Con todo lo anteriormente dicho, y con la salvedad ocasional de la banda sonora, uno se preguntará: ¿y tras tanto halago, por qué racanear a la hora de puntuarla? Pues porque hay algunos puntos en los que la historia, a mi parecer, chirría. Para argumentarlo, creo que es mejor que pasemos al spoiler, donde hablaré de la “ira de los mansos” y de otras cuestiones que no me convencen, aunque no por este orden.
Con todo lo anteriormente dicho, y con la salvedad ocasional de la banda sonora, uno se preguntará: ¿y tras tanto halago, por qué racanear a la hora de puntuarla? Pues porque hay algunos puntos en los que la historia, a mi parecer, chirría. Para argumentarlo, creo que es mejor que pasemos al spoiler, donde hablaré de la “ira de los mansos” y de otras cuestiones que no me convencen, aunque no por este orden.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Empezaré con la escena de la violación doble que, de tanta ambigüedad, una llega a dudar de si es o no una violación. Ahora quiere, ahora no; ahora se defiende, ahora se deja; ahora le rechaza, ahora le acaricia apasionadamente; ahora sufre, ahora disfruta… ¿En qué quedamos? Da la sensación de que el director nos dice: “Que sí, que la violan, pero es que ella es un poco zorra y hasta le gusta”. Una violación es una violación, señores, y pocas ambigüedades caben en ello. Se trata de un acto horrible para la persona que lo sufre, al margen de si a la muchacha le gusta poner caliente al personal enseñando las bragas sin venir a cuento o paseándose en pelotas frente a una ventana donde se apostan un puñado de machos cargados de testosterona. Ser una calientapollas no justifica ser violada, por mucho que, en semejante contexto, sea una invitación a que ocurra algo semejante. Ni siquiera en el caso de que uno de los violadores sea un antiguo amante (¿y qué?, ¿eso da algún derecho o atenúa la situación?) Lo siento pero esto me huele a misoginia galopante, o tal vez a ignorancia.
De ahí pasamos a que ella acaba de ser violada, y él ni se entera. Digo yo que una mujer “recién violada” es una mujer rota, e imagino que debe ser muy difícil no derrumbarse ante el marido que acaba de llegar…
Y por último, la metamorfosis de él (que, por cierto, no sabe nada del tema de la violación), la llamada “ira de los mansos” a la que tanto hay que temer, pues cuando a un hombre pacato, tranquilo y apocado, se le lleva al límite, éste puede explotar y transformarse en una bomba que estalla y saca toda la presión contenida, sin racionalidad alguna. Dicha irracionalidad es la que convierte al manso en alguien tan peligroso, pues no piensa, sólo actúa, movido por un instinto animal que no mide consecuencias. Y eso es lo que no me cuadra en este manso, pues una vez ha explotado, sigue utilizando una mente fría capaz de crear estrategias con el objetivo de defenderse, por ejemplo, poner a calentar agua para utilizarla más tarde contra el enemigo. Yo acepto que el hombre pacífico se vuelva loco y arremeta contra todo, pero no que en semejante trance sea capaz de planificar sus actos.
Todo lo que expongo, a mi entender, convierte a esta película en una obra rodada con oficio y que, sin embargo, me resulta inverosímil.
De ahí pasamos a que ella acaba de ser violada, y él ni se entera. Digo yo que una mujer “recién violada” es una mujer rota, e imagino que debe ser muy difícil no derrumbarse ante el marido que acaba de llegar…
Y por último, la metamorfosis de él (que, por cierto, no sabe nada del tema de la violación), la llamada “ira de los mansos” a la que tanto hay que temer, pues cuando a un hombre pacato, tranquilo y apocado, se le lleva al límite, éste puede explotar y transformarse en una bomba que estalla y saca toda la presión contenida, sin racionalidad alguna. Dicha irracionalidad es la que convierte al manso en alguien tan peligroso, pues no piensa, sólo actúa, movido por un instinto animal que no mide consecuencias. Y eso es lo que no me cuadra en este manso, pues una vez ha explotado, sigue utilizando una mente fría capaz de crear estrategias con el objetivo de defenderse, por ejemplo, poner a calentar agua para utilizarla más tarde contra el enemigo. Yo acepto que el hombre pacífico se vuelva loco y arremeta contra todo, pero no que en semejante trance sea capaz de planificar sus actos.
Todo lo que expongo, a mi entender, convierte a esta película en una obra rodada con oficio y que, sin embargo, me resulta inverosímil.

6,9
44.878
6
5 de abril de 2012
5 de abril de 2012
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iré al grano.
¿Es divertida? Pues sí, a ratos lo es, incluso me atrevería a decir que, puntualmente, llega a ser hilarante. En algunos momentos clave, una servidora se ha reído a carcajadas y, si ése ha de ser el objetivo de una comedia, desde luego está conseguido.
¿Posee un buen guión? Pues sí, aunque también a ratos. La trama se construye y evoluciona a partir de un divertido enredo, narrado con un ritmo excelente que otorga pocas posibilidades al aburrimiento. Sin embargo, por momentos flojea y tira –no siempre con acierto– de situaciones absurdamente tópicas.
¿Cuenta con buenas caracterizaciones? Pues, en algunos casos, sí; en otros, no. Los personajes de Archie (John Cleese) y Wanda (Jamie Lee Curtis) me parecen los más auténticos, los mejor construidos y los que aportan un mejor resultado a la película. Ella está fenomenal en su papel de seductora sibilina, despreocupada, vital e inteligente. Y hay que reconocer que, pese al “look” de finales de los 80 que luce, y que tan poco bien le hace, logra resultar muy sexy. Cleese, por su parte, es el protagonista de los “gags” más eficaces de la película, y lo demuestra sin reservas. El trabajo de Michael Palin es bueno también, sin embargo, su personaje, Ken, está tremendamente estereotipado y, personalmente, no le veo demasiada gracia a que se explote su vis cómica desde el hecho de que el personaje tartamudea. Eso es algo muy vulgar y, si se me apura, hasta insultante. Por último tenemos a Otto (Kevin Kline). Desde mi punto de vista es el peor de los personajes y, probablemente, la peor interpretación. La construcción del personaje está aún más estereotipada que la de Ken, sus golpes de humor son bastante básicos y ramplones, hasta tal punto, que no resultan graciosos. Y su interpretación pasa por la sobreactuación. Poco importa si el personaje requería una interpretación sobreactuada, la cuestión es que, en mi modesta opinión, esto le resta valor tanto al actor como al resultado global del largometraje. Paradójicamente, fue galardonado con un Oscar por este trabajo.
En conclusión, se trata de una película bastante divertida y de ritmo ágil, de ésas que quiero tener en mi particular filmoteca, pero sin perder de vista que no se trata de la gran comedia de la que, en algunos casos, se habla.
¿Es divertida? Pues sí, a ratos lo es, incluso me atrevería a decir que, puntualmente, llega a ser hilarante. En algunos momentos clave, una servidora se ha reído a carcajadas y, si ése ha de ser el objetivo de una comedia, desde luego está conseguido.
¿Posee un buen guión? Pues sí, aunque también a ratos. La trama se construye y evoluciona a partir de un divertido enredo, narrado con un ritmo excelente que otorga pocas posibilidades al aburrimiento. Sin embargo, por momentos flojea y tira –no siempre con acierto– de situaciones absurdamente tópicas.
¿Cuenta con buenas caracterizaciones? Pues, en algunos casos, sí; en otros, no. Los personajes de Archie (John Cleese) y Wanda (Jamie Lee Curtis) me parecen los más auténticos, los mejor construidos y los que aportan un mejor resultado a la película. Ella está fenomenal en su papel de seductora sibilina, despreocupada, vital e inteligente. Y hay que reconocer que, pese al “look” de finales de los 80 que luce, y que tan poco bien le hace, logra resultar muy sexy. Cleese, por su parte, es el protagonista de los “gags” más eficaces de la película, y lo demuestra sin reservas. El trabajo de Michael Palin es bueno también, sin embargo, su personaje, Ken, está tremendamente estereotipado y, personalmente, no le veo demasiada gracia a que se explote su vis cómica desde el hecho de que el personaje tartamudea. Eso es algo muy vulgar y, si se me apura, hasta insultante. Por último tenemos a Otto (Kevin Kline). Desde mi punto de vista es el peor de los personajes y, probablemente, la peor interpretación. La construcción del personaje está aún más estereotipada que la de Ken, sus golpes de humor son bastante básicos y ramplones, hasta tal punto, que no resultan graciosos. Y su interpretación pasa por la sobreactuación. Poco importa si el personaje requería una interpretación sobreactuada, la cuestión es que, en mi modesta opinión, esto le resta valor tanto al actor como al resultado global del largometraje. Paradójicamente, fue galardonado con un Oscar por este trabajo.
En conclusión, se trata de una película bastante divertida y de ritmo ágil, de ésas que quiero tener en mi particular filmoteca, pero sin perder de vista que no se trata de la gran comedia de la que, en algunos casos, se habla.
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