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Martin Scorsese presenta the Blues - Nostalgia del hogar
Martin Scorsese presenta the Blues - Nostalgia del hogar
Documental

7,4
738
Documental
8
14 de enero de 2010
14 de enero de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Scorsese da el pistoletazo de salida a "The Blues" con un muy buen recorrido por los orígenes de esta música, consiguiendo así que nos frotemos las manos ante lo que está por venir: una monumental obra en que siete amantes del blues se ponen tras la cámara para rendirle tributo... con la gran virtud de ser todos ellos directores con muy buen hacer.
Emulando lo que hiciera el musicólogo Alan Lamax en los años treinta, Scorsese sigue el rastro de esta música por diversas zonas de Estados Unidos. El documental es un constante ir y venir de viejas glorias intercaladas con imágenes y documentos sonoros de pioneros como Robert Johnson, Son House, Muddy Waters, John Lee Hooker y demás. Es inevitable seguir con atención las explicaciones que van dando los entrevistados, así como aguzando el oído cada vez que suena alguna melodía, pues no es extraño detectar que bajo las grabaciones de hace ochenta años se oculta una melodía que hemos escuchado versionada muchísimas veces en los estilos más diversos.
También nos encontramos con un viaje a Mali en que se exponen los paralelismos del blues con la música que allí se produce. La escala pentatónica y demás argumentos sirven para mostrar la hermandad de estas músicas. Resulta un poco plastilla la intervencion del músico/mecenas local, la verdad, pero se consigue sacar la idea bastante convincente de que los esclavos que trabajaban en los cultivos de algodón de la zona sur de Estados Unidos fueron quienes introdujeron el blues en este país.
Lo dicho: un gran entrante para la gran comilona musical que es "The Blues", una maravilla para conocer este estilo de música y rendir tributo a sus padres, así como alentar a sus actuales y futuros intérpretes.
Que empiece el espectáculo.
Emulando lo que hiciera el musicólogo Alan Lamax en los años treinta, Scorsese sigue el rastro de esta música por diversas zonas de Estados Unidos. El documental es un constante ir y venir de viejas glorias intercaladas con imágenes y documentos sonoros de pioneros como Robert Johnson, Son House, Muddy Waters, John Lee Hooker y demás. Es inevitable seguir con atención las explicaciones que van dando los entrevistados, así como aguzando el oído cada vez que suena alguna melodía, pues no es extraño detectar que bajo las grabaciones de hace ochenta años se oculta una melodía que hemos escuchado versionada muchísimas veces en los estilos más diversos.
También nos encontramos con un viaje a Mali en que se exponen los paralelismos del blues con la música que allí se produce. La escala pentatónica y demás argumentos sirven para mostrar la hermandad de estas músicas. Resulta un poco plastilla la intervencion del músico/mecenas local, la verdad, pero se consigue sacar la idea bastante convincente de que los esclavos que trabajaban en los cultivos de algodón de la zona sur de Estados Unidos fueron quienes introdujeron el blues en este país.
Lo dicho: un gran entrante para la gran comilona musical que es "The Blues", una maravilla para conocer este estilo de música y rendir tributo a sus padres, así como alentar a sus actuales y futuros intérpretes.
Que empiece el espectáculo.

6,9
1.429
6
17 de febrero de 2008
17 de febrero de 2008
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gustó pero me pareció que podía dar mucho más de sí.
El problema que le veo a esta película es que las premisas de las que parte son un poco débiles, poco asentadas, de modo que el resto del metraje lo pasas mirando con cierto escepticismo lo que te explica. Si a eso le añadimos que parece querer emular el buen hacer de Wong Kar Wai pero no lo consigue, nos encontramos con una historia interesante, pero un poco fría y con poca enjundia.
Es difícil describir el sentimiento, pero Wong Kar Wai en "In the mood for love" nos ofreció un recital de cómo mostrarlo muy finamente en un contexto muy similar. Al adolecer de esa mano maestra para reflejar ese amor subterráneo que fluye bajo la aparente normalidad de la protagonista, el resultado final es un tanto descafeinado, con un sentimiento mucho más contenido del que podría haber dado de sí.
Ah, siento hablar tanto de Wong Kar Wai, pero es que me encanta.
El problema que le veo a esta película es que las premisas de las que parte son un poco débiles, poco asentadas, de modo que el resto del metraje lo pasas mirando con cierto escepticismo lo que te explica. Si a eso le añadimos que parece querer emular el buen hacer de Wong Kar Wai pero no lo consigue, nos encontramos con una historia interesante, pero un poco fría y con poca enjundia.
Es difícil describir el sentimiento, pero Wong Kar Wai en "In the mood for love" nos ofreció un recital de cómo mostrarlo muy finamente en un contexto muy similar. Al adolecer de esa mano maestra para reflejar ese amor subterráneo que fluye bajo la aparente normalidad de la protagonista, el resultado final es un tanto descafeinado, con un sentimiento mucho más contenido del que podría haber dado de sí.
Ah, siento hablar tanto de Wong Kar Wai, pero es que me encanta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como si fueran curvas que van encontrándose en ciertas tangentes (qué poética es la matemática, hehe), los personajes coinciden a lo largo de la historia hasta en cuatro contextos diferentes: la guerra China-Japón, la revolución comunista, etc.
Marcada por el primero de los encuentros, el personaje que interpreta Xu Jinlei anhela cada uno de esos nuevos encuentros, si bien para él (Jiang Wen) siempre son nuevos, no pilla que es la misma. Esa espiral termina con lo que nos explica al principio de la película: tras la muerte del hijo de ambos, ella decide quitarse la vida, no sin antes enviarle una carta en la que narra cada uno de sus encuentros.
Marcada por el primero de los encuentros, el personaje que interpreta Xu Jinlei anhela cada uno de esos nuevos encuentros, si bien para él (Jiang Wen) siempre son nuevos, no pilla que es la misma. Esa espiral termina con lo que nos explica al principio de la película: tras la muerte del hijo de ambos, ella decide quitarse la vida, no sin antes enviarle una carta en la que narra cada uno de sus encuentros.
9 de enero de 2010
9 de enero de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marc Levin toma el testigo de Martin Scorsese y deja su impronta en la serie de documentales "The Blues" con un recorrido por el Chicago más blusero y su conexión con el hip-hop.
El director sigue a Marshall Chess, quien cuenta sus recuerdos personales intercalados con el mundo del blues, al que entró de la mano de su padre Leonard Chess, cofundador de Chess Records. Plagado de anécdotas y cameos de viejos bluseros, resulta entrañable el paseo histórico que da.
En este recorrido también brilla la presencia de Chuck D, cantante y letrista del grupo de rap Public Enemy. Es en este punto donde se expone la hipótesis de que hip-hop y blues tienen lazos comunes, que son... como padrinos e hijos.
Una vez soltado este bombazo (a mí me lo pareció, de veras) se van exponiendo argumentos en este sentido. Chuck D comenta que sintió esa afinidad tras escuchar el disco "Electric Mud" y tal vez los argumentos no sean demasiado rotundos y se centren en cuestiones más periféricas que de fondo, pero no dejan de ser interesantes.
Para rematar la faena, se produce un curioso hermanamiento (o padrino-hijamiento) entre los raperos y un antiguo grupo de blues. Todo ello aderezado con fragmentos de actuaciones de Koko Taylor, Otis Rush, Ike Turner, Magic Slim y otros miembros de la creme de la creme del blues.
El director sigue a Marshall Chess, quien cuenta sus recuerdos personales intercalados con el mundo del blues, al que entró de la mano de su padre Leonard Chess, cofundador de Chess Records. Plagado de anécdotas y cameos de viejos bluseros, resulta entrañable el paseo histórico que da.
En este recorrido también brilla la presencia de Chuck D, cantante y letrista del grupo de rap Public Enemy. Es en este punto donde se expone la hipótesis de que hip-hop y blues tienen lazos comunes, que son... como padrinos e hijos.
Una vez soltado este bombazo (a mí me lo pareció, de veras) se van exponiendo argumentos en este sentido. Chuck D comenta que sintió esa afinidad tras escuchar el disco "Electric Mud" y tal vez los argumentos no sean demasiado rotundos y se centren en cuestiones más periféricas que de fondo, pero no dejan de ser interesantes.
Para rematar la faena, se produce un curioso hermanamiento (o padrino-hijamiento) entre los raperos y un antiguo grupo de blues. Todo ello aderezado con fragmentos de actuaciones de Koko Taylor, Otis Rush, Ike Turner, Magic Slim y otros miembros de la creme de la creme del blues.

5,8
67.231
7
24 de enero de 2009
24 de enero de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película a la que fui predispuesto a que no me gustara. Me decían que parecía un panfleto turístico, pero la verdad es que tiene más chicha de la que pensé, así que salí contento de haberla visto y qué caramba, de que salga tan bonita Barcelona.
Allen tocó techo con “Delitos y faltas” o “Manhattan”, pero los temas que en ellas trata siguen presentes en su obra, señal inequívoca que no hay dios que se aclare con esto del amor.
Con una Scarlett que se come la pantalla, Rebecca Hall como agradable sorpresa, Bardem de latin lover y Penélope un poco histérica, asistimos a un retrato en sepia de unos personajes algo irreales con visiones de la vida y del amor bastante contrapuestas.
Por orden, tenemos a Cristina (Scarlett) en una eterna búsqueda del amor perfecto, ese que nunca durará demasiado cuando lo encuentre por enésima vez; a Vicky (Hall) cuya racionalidad pugna con la razón por resquebrajarse; y finalmente, el amor completo-incompleto de Bardem y Cruz, ese ni contigo ni sin ti autodestructivo pero perfecta musa de la creatividad artística.
Hay situaciones que Woody Allen despacha con poco rigor, escenas no demasiado creíbles que hacen que te revuelvas un poco en el asiento en señal de sorda protesta. Sin embargo, su maestría y cajón de sastre sentimental hacen que el conjunto sea más que aceptable, de modo que todos terminan contentos: los espectadores por pasar un rato majo, Barcelona porque está encantada de haberse conocido y Allen por llevarse de la ciudad unos dinerillos que nunca van mal.
Allen tocó techo con “Delitos y faltas” o “Manhattan”, pero los temas que en ellas trata siguen presentes en su obra, señal inequívoca que no hay dios que se aclare con esto del amor.
Con una Scarlett que se come la pantalla, Rebecca Hall como agradable sorpresa, Bardem de latin lover y Penélope un poco histérica, asistimos a un retrato en sepia de unos personajes algo irreales con visiones de la vida y del amor bastante contrapuestas.
Por orden, tenemos a Cristina (Scarlett) en una eterna búsqueda del amor perfecto, ese que nunca durará demasiado cuando lo encuentre por enésima vez; a Vicky (Hall) cuya racionalidad pugna con la razón por resquebrajarse; y finalmente, el amor completo-incompleto de Bardem y Cruz, ese ni contigo ni sin ti autodestructivo pero perfecta musa de la creatividad artística.
Hay situaciones que Woody Allen despacha con poco rigor, escenas no demasiado creíbles que hacen que te revuelvas un poco en el asiento en señal de sorda protesta. Sin embargo, su maestría y cajón de sastre sentimental hacen que el conjunto sea más que aceptable, de modo que todos terminan contentos: los espectadores por pasar un rato majo, Barcelona porque está encantada de haberse conocido y Allen por llevarse de la ciudad unos dinerillos que nunca van mal.

6,6
2.954
6
17 de mayo de 2008
17 de mayo de 2008
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película resulta interesante (de ahí el 6) porque nos muestra una faceta más de la Segunda Guerra Mundial: la vida en la Francia ocupada por los nazis, en la cual había gente con agallas que se jugaba el tipo.
Una vez presentado este hecho, pues no pasa de allí: las interpretaciones son flojas y no generan empatía.
Total, que resulta útil para saber que no todo era resistencia y Charles de Gaulle, que también había colaboracionistas, pero poco más. Seguramente una lectura atenta a la enciclopedia durante apenas cinco minutos nos proporcionaría más información.
En cuanto a la bondad del alma del hombre que se juega el tipo por unos niños, pues lo mismo: al haberse visto muchas pelis tratando este tema mucho mejor, llegando más, pues da la sensación de que es un quiero y no puedo del que obtenemos un rato de visionado que pasa sin pena ni gloria.
Una vez presentado este hecho, pues no pasa de allí: las interpretaciones son flojas y no generan empatía.
Total, que resulta útil para saber que no todo era resistencia y Charles de Gaulle, que también había colaboracionistas, pero poco más. Seguramente una lectura atenta a la enciclopedia durante apenas cinco minutos nos proporcionaría más información.
En cuanto a la bondad del alma del hombre que se juega el tipo por unos niños, pues lo mismo: al haberse visto muchas pelis tratando este tema mucho mejor, llegando más, pues da la sensación de que es un quiero y no puedo del que obtenemos un rato de visionado que pasa sin pena ni gloria.
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