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6,1
2.127
6
17 de diciembre de 2022
17 de diciembre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película todo es un querer y no poder, tanto si hablamos de los personajes y su construcción, como de la propia historia, como de la dirección, etc.. Y es una lástima, porque con el material del que disponían podían haber hecho una gran película.
La película maneja tres tramas: una puramente detectivesca, en la que la pregunta es ¿quien mató al bebé, y quién eran sus padres?. Otra psiquiátrica, en la que la pregunta es ¿está loca la hermana Agnes?. Y otra puramente espiritual y mística, con la que se juega, ambiguamente, con la posibilidad de que el niño sea de concepción divina y Agnes una mística. Estás tramas, bien entrelazadas, hubieran dado una película maravillosa cómo “El nombre de la rosa ”, o mejor todavía.
Pero si ya es difícil, de por sí, encajar bien las piezas de una trama puramente detectivesca y hacer que la historia funcione, imaginaros encajar todo el puzzle que quiere manejar esta película: es cómo un puzzle 3D, en el que hay piezas que no encajan, y está claro que le viene grande a su director.
Pero en cierta medida, ese “querer y no poder”, no sé si buscado por la propia película, o debido a sus propias carencias, es un fiel reflejo de en lo que se ha convertido la religión Católica. Una religión que (como dicen en la película), ya no tiene santos, ni milagros, ni referentes que muestren el camino a aquellas personas que quieran adentrarse en ella y busquen la auténtica espiritualidad. Vamos, en decadencia total.
Una decadencia que no sólo afecta a la religión Católica, si no que afecta, también, a todas las sociedades que antes tenían como referente moral, históricamente hablando, a ésta religión, y que, ahora, cómo todos los personajes de ésta película, están huérfanos, perdidos y sin rumbo.
La metáfora que muestra la película es clara: personajes incapaces de querer, de quererse, sin referentes, viéndose impuros. Por no hablar del tema del infanticidio que puede verse también de manera simbólica, dentro y fuera de la religión Católica.
En resumen, una película con muchas carencias, muchos defectos, pero que eso no hace que deje de ser interesante por los temas que trata, los que enfrenta, y sobre todo, por como nos adentra en la decadencia moral y espiritual de los años ochenta (que ya de por sí tiene su valor como testimonio histórico), y ver, cómo ese “embarazo”,de los años ochenta, ha dado a luz, en el siglo XXI, el posmodernismo y el descrédito actual. ¿Será también un “error de Dios” como repite la hermana Agnes de su parto?…
La película maneja tres tramas: una puramente detectivesca, en la que la pregunta es ¿quien mató al bebé, y quién eran sus padres?. Otra psiquiátrica, en la que la pregunta es ¿está loca la hermana Agnes?. Y otra puramente espiritual y mística, con la que se juega, ambiguamente, con la posibilidad de que el niño sea de concepción divina y Agnes una mística. Estás tramas, bien entrelazadas, hubieran dado una película maravillosa cómo “El nombre de la rosa ”, o mejor todavía.
Pero si ya es difícil, de por sí, encajar bien las piezas de una trama puramente detectivesca y hacer que la historia funcione, imaginaros encajar todo el puzzle que quiere manejar esta película: es cómo un puzzle 3D, en el que hay piezas que no encajan, y está claro que le viene grande a su director.
Pero en cierta medida, ese “querer y no poder”, no sé si buscado por la propia película, o debido a sus propias carencias, es un fiel reflejo de en lo que se ha convertido la religión Católica. Una religión que (como dicen en la película), ya no tiene santos, ni milagros, ni referentes que muestren el camino a aquellas personas que quieran adentrarse en ella y busquen la auténtica espiritualidad. Vamos, en decadencia total.
Una decadencia que no sólo afecta a la religión Católica, si no que afecta, también, a todas las sociedades que antes tenían como referente moral, históricamente hablando, a ésta religión, y que, ahora, cómo todos los personajes de ésta película, están huérfanos, perdidos y sin rumbo.
La metáfora que muestra la película es clara: personajes incapaces de querer, de quererse, sin referentes, viéndose impuros. Por no hablar del tema del infanticidio que puede verse también de manera simbólica, dentro y fuera de la religión Católica.
En resumen, una película con muchas carencias, muchos defectos, pero que eso no hace que deje de ser interesante por los temas que trata, los que enfrenta, y sobre todo, por como nos adentra en la decadencia moral y espiritual de los años ochenta (que ya de por sí tiene su valor como testimonio histórico), y ver, cómo ese “embarazo”,de los años ochenta, ha dado a luz, en el siglo XXI, el posmodernismo y el descrédito actual. ¿Será también un “error de Dios” como repite la hermana Agnes de su parto?…

8,6
64.440
10
28 de agosto de 2022
28 de agosto de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decir que Chaplin tenía conciencia social no es nada novedoso. Decir que su infancia le marcó a la hora de sensibilizar con las injusticias sociales, creo que tampoco. Que era un humanista, tampoco es novedoso. Y decir que el cine es Chaplin y que Chaplin es el cine y que ésta película es la quintaesencia de Chaplin y por lo tanto es lo más de lo más en el cine, creo que tampoco es novedoso.
No estoy seguro de las cronologías, pero por algún sitio leí que antes de empezar a plantear esta película maravillosa Chaplin visitó la primera fábrica de montaje en cadena de Henry Ford e hizo su famoso viaje a Bali.
No sé qué haría primero, si visitar la fábrica y después el viaje a Bali o al revés. Viendo cómo le quedó la película entiendo que primero visitaría la fábrica, vería lo que es capaz de hacer el hombre con el hombre y lo que es capaz de dejarse hacer el hombre por el hombre y después, con su viaje a Bali, descubriría que “otro mundo es posible”, con más harmonía con uno mismo, con la naturaleza y con los demás, que se puede ser feliz con lo justo y que se puede sonreír sin más.
Los mimbres que utilizó, para mí son claros: Ford y Bali. Ahora, cómo los unió y lo que logró, sólo está al alcance de un genio y un humanista. Ése final que une lo mejor de la tradición humanista occidental y lo mejor de la filosofía y el poso de vida oriental está ahí para deleite de los que disfrutamos con las películas de este genio incontestable del séptimo arte.
Recuerdo que una vez le preguntaron a Billy Wilder sobre su maestro “Lubitsch”, en referencia a cómo el cine actual trataba el sexo, y éste contestó “Lubitsch mostraba más con una puerta cerrada que la mayoría de los directores actuales con una bragueta abierta”. Esto que parece que no tiene mucho que ver con Chaplin, para mí sí que tiene mucho sentido; primero porque uno de los maestros de Lubitsch fue Chaplin, que reconocía el influjo que tuvo en su cine “una mujer de Paris” y segundo, porque siempre he visto “El apartamento” de Wilder, como una vuelta de tuerca de “Tiempos modernos” con Lemmon como Charlot, MacLaine como Goddard y pasando de la fábrica a la oficina.
Y viendo la interconexión entre los tres genios, a mí me encanta hacer un juego con la frese de Wilder y decir: “trasmite más Charlot con un movimiento de bastón (o de hombros, o de cejas, o de bigote), que la mayoría del cine actual con cuarenta movimientos de cámara” . Y es que Chaplin, y en concreto esta película, deja en pañales a la mayoría de las películas, pero hablando del cine actual la comparación es imposible…Es otra categoría, tiene algo que la mayoría del cine actual ha perdido: “duende” y “humanidad”.
No estoy seguro de las cronologías, pero por algún sitio leí que antes de empezar a plantear esta película maravillosa Chaplin visitó la primera fábrica de montaje en cadena de Henry Ford e hizo su famoso viaje a Bali.
No sé qué haría primero, si visitar la fábrica y después el viaje a Bali o al revés. Viendo cómo le quedó la película entiendo que primero visitaría la fábrica, vería lo que es capaz de hacer el hombre con el hombre y lo que es capaz de dejarse hacer el hombre por el hombre y después, con su viaje a Bali, descubriría que “otro mundo es posible”, con más harmonía con uno mismo, con la naturaleza y con los demás, que se puede ser feliz con lo justo y que se puede sonreír sin más.
Los mimbres que utilizó, para mí son claros: Ford y Bali. Ahora, cómo los unió y lo que logró, sólo está al alcance de un genio y un humanista. Ése final que une lo mejor de la tradición humanista occidental y lo mejor de la filosofía y el poso de vida oriental está ahí para deleite de los que disfrutamos con las películas de este genio incontestable del séptimo arte.
Recuerdo que una vez le preguntaron a Billy Wilder sobre su maestro “Lubitsch”, en referencia a cómo el cine actual trataba el sexo, y éste contestó “Lubitsch mostraba más con una puerta cerrada que la mayoría de los directores actuales con una bragueta abierta”. Esto que parece que no tiene mucho que ver con Chaplin, para mí sí que tiene mucho sentido; primero porque uno de los maestros de Lubitsch fue Chaplin, que reconocía el influjo que tuvo en su cine “una mujer de Paris” y segundo, porque siempre he visto “El apartamento” de Wilder, como una vuelta de tuerca de “Tiempos modernos” con Lemmon como Charlot, MacLaine como Goddard y pasando de la fábrica a la oficina.
Y viendo la interconexión entre los tres genios, a mí me encanta hacer un juego con la frese de Wilder y decir: “trasmite más Charlot con un movimiento de bastón (o de hombros, o de cejas, o de bigote), que la mayoría del cine actual con cuarenta movimientos de cámara” . Y es que Chaplin, y en concreto esta película, deja en pañales a la mayoría de las películas, pero hablando del cine actual la comparación es imposible…Es otra categoría, tiene algo que la mayoría del cine actual ha perdido: “duende” y “humanidad”.

7,7
11.919
9
29 de enero de 2022
29 de enero de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi ésta película cuando era un niño, entonces me pareció maravillosa, había algo en ella que la hacía única y especial. Si en aquel momento alguien me hubiera preguntado porqué me había gustado tanto no le hubiera sabido explicar, eso sí, dejó en mí un gran sabor de boca, y un poso de autenticidad que aún perdura.
Hace unos días la volví a ver, en un principio no sabía si verla o no, ya que temía que aquel recuerdo tan maravilloso que tenía de ella se desvaneciera, pero era mayor la curiosidad por ver qué se mantenía en pie de aquel primer visionado y qué cosas eran las que me hacían vibrar de niño, que el miedo a perder ese recuerdo de la infancia.
Lo primero que me sorprende de la película, es lo bien que ha envejecido en líneas generales. Los valores que transmite siguen estando ahí, quizás más necesarios que nunca: la amistad, la solidaridad, la ayuda a terceros, la libertad personal, la tierra para el que la trabaja (o la necesita), no ver al emigrante como a un enemigo, o como, con ayuda, podemos romper cadenas (la metáfora de cortar las raíces del árbol es muy bella). El tema de la justicia y de cómo administrarla merecería una reflexión a parte…¿qué es justo, y qué no lo es?, ¿quien tiene razón, y quien no la tiene?, ¿podemos tomarnos la justicia por nuestra cuenta?…tengo mi opinión, pero no la voy a dar aquí.
Lo que me parece que hace grande a esta película es que todo está contado desde la mirada limpia de un niño, una visión que yo reivindico por su pureza, su simpleza y su claridad. Y creo que la película, desde el principio, con un diálogo maravilloso entre el protagonista y el niño, también lo reivindica:
-Hola muchacho, ¿me observabas mientras venía por el camino no?
-Si señor
-Así me gusta, el hombre que se acostumbra a ser buen observador llegará siempre a donde se proponga.
Entiendo que eso sería lo que conectaría con el niño que yo era, un niño que observaba y se maravillaba por todo lo que veía. Me alegro de haber sido ese niño…y de seguir siéndolo, porque así llegaré a donde me proponga…o no, quizás sólo alcance a cabalgar hacia el horizonte sin un objetivo fijo, por el mero hecho de cabalgar. Pero ¿que otro propósito podría querer tener un hombre?
Carpe diem
Hace unos días la volví a ver, en un principio no sabía si verla o no, ya que temía que aquel recuerdo tan maravilloso que tenía de ella se desvaneciera, pero era mayor la curiosidad por ver qué se mantenía en pie de aquel primer visionado y qué cosas eran las que me hacían vibrar de niño, que el miedo a perder ese recuerdo de la infancia.
Lo primero que me sorprende de la película, es lo bien que ha envejecido en líneas generales. Los valores que transmite siguen estando ahí, quizás más necesarios que nunca: la amistad, la solidaridad, la ayuda a terceros, la libertad personal, la tierra para el que la trabaja (o la necesita), no ver al emigrante como a un enemigo, o como, con ayuda, podemos romper cadenas (la metáfora de cortar las raíces del árbol es muy bella). El tema de la justicia y de cómo administrarla merecería una reflexión a parte…¿qué es justo, y qué no lo es?, ¿quien tiene razón, y quien no la tiene?, ¿podemos tomarnos la justicia por nuestra cuenta?…tengo mi opinión, pero no la voy a dar aquí.
Lo que me parece que hace grande a esta película es que todo está contado desde la mirada limpia de un niño, una visión que yo reivindico por su pureza, su simpleza y su claridad. Y creo que la película, desde el principio, con un diálogo maravilloso entre el protagonista y el niño, también lo reivindica:
-Hola muchacho, ¿me observabas mientras venía por el camino no?
-Si señor
-Así me gusta, el hombre que se acostumbra a ser buen observador llegará siempre a donde se proponga.
Entiendo que eso sería lo que conectaría con el niño que yo era, un niño que observaba y se maravillaba por todo lo que veía. Me alegro de haber sido ese niño…y de seguir siéndolo, porque así llegaré a donde me proponga…o no, quizás sólo alcance a cabalgar hacia el horizonte sin un objetivo fijo, por el mero hecho de cabalgar. Pero ¿que otro propósito podría querer tener un hombre?
Carpe diem

8,0
3.309
10
25 de noviembre de 2020
25 de noviembre de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por mi naturaleza muy agradecida a las enseñanzas, la educación y la sabiduría que los ancianos han derramado sobre mí, muchas veces sin ni si quiera haber solicitado nada, sólo como regalo de unas personas que devuelven a la vida lo que ella misma les ha dado con cariño y afecto. Siempre he visto ésta película cómo una Oda a nuestros mayores, y cómo, cada vez que los dejamos de lado nos estamos dejando de lado a nosotros mismos y estamos extirpando de nuestra naturaleza un afecto, una ternura, y una sabiduría, por y para la vida, que no tiene precio, y que tenemos ahí a nuestro alcance y preferimos obviar.
Muchas veces nuestros mayores nos enseñan porque son maestros en algo, o por su propia experiencia vital, y otras (quizás la que menos reconocemos, pero la más grande) es porque el simple estar con los mayores, por ósmosis, ya nos está aportando conocimiento, y es que el estar por estar con los mayores debería ser uno de los mayores tesoros para nosotros y para ellos.
En la escuela nos enseñan muchas cosas, pero ¿os habéis parado a pensar si nos enseñan a valorar la convivencia con personas mayores, a darles la importancia y valor que tienen como correa de transmisión de una sabiduría ancestral?, ¿En algún colegio se promueve que vayan los ancianos para hablarnos de cómo era su mundo y de qué han aprendido de la vida?, para mí sería más importante estas enseñanzas que el adoctrinamiento curricular y crearía un vínculo con nuestros mayores del que ahora adolece nuestra sociedad.
Pero volviendo a la película, ¡que grande Leo Mccarey!, !Si hasta John Ford decía que era “el primero entre los directores”!, han pasado los años, pero por ésta película, aparentemente vieja, cursi, y sensible, desde luego no. Sigue estando de actualidad. De hecho, me he animado a escribir esta crítica al ver que en un año como este 2020 ¡nadie había escrito nada!, hay comentarios del 2019, de otros años, ¡pero del 2020 ninguno! ¡Y estamos a finales de Noviembre!. ¿Qué nos está pasando? Cuando más nos tendríamos que acordar de ésta película con todo lo que está sucediendo.
Para mí es un honor ser el primero en hacer una crítica sobre ésta película en 2020, pero que pensaría un espíritu sensible y humanitario como Leo Mccarey de cómo estamos tratando hoy en día a nuestros mayores, ¿pensaría que su película había tenido algún tipo de impacto sobre la sociedad? Ahí lo dejo…
Muchas veces nuestros mayores nos enseñan porque son maestros en algo, o por su propia experiencia vital, y otras (quizás la que menos reconocemos, pero la más grande) es porque el simple estar con los mayores, por ósmosis, ya nos está aportando conocimiento, y es que el estar por estar con los mayores debería ser uno de los mayores tesoros para nosotros y para ellos.
En la escuela nos enseñan muchas cosas, pero ¿os habéis parado a pensar si nos enseñan a valorar la convivencia con personas mayores, a darles la importancia y valor que tienen como correa de transmisión de una sabiduría ancestral?, ¿En algún colegio se promueve que vayan los ancianos para hablarnos de cómo era su mundo y de qué han aprendido de la vida?, para mí sería más importante estas enseñanzas que el adoctrinamiento curricular y crearía un vínculo con nuestros mayores del que ahora adolece nuestra sociedad.
Pero volviendo a la película, ¡que grande Leo Mccarey!, !Si hasta John Ford decía que era “el primero entre los directores”!, han pasado los años, pero por ésta película, aparentemente vieja, cursi, y sensible, desde luego no. Sigue estando de actualidad. De hecho, me he animado a escribir esta crítica al ver que en un año como este 2020 ¡nadie había escrito nada!, hay comentarios del 2019, de otros años, ¡pero del 2020 ninguno! ¡Y estamos a finales de Noviembre!. ¿Qué nos está pasando? Cuando más nos tendríamos que acordar de ésta película con todo lo que está sucediendo.
Para mí es un honor ser el primero en hacer una crítica sobre ésta película en 2020, pero que pensaría un espíritu sensible y humanitario como Leo Mccarey de cómo estamos tratando hoy en día a nuestros mayores, ¿pensaría que su película había tenido algún tipo de impacto sobre la sociedad? Ahí lo dejo…

8,2
73.448
10
3 de octubre de 2022
3 de octubre de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por donde empezar, que decir. Para mí hablar de ésta película es tan difícil como intentar trasmitir con palabras la majestuosidad y la emocionalidad que puede percibirse al adentrarnos en una obra de arte total como puede ser una catedral.
De hecho, “Vértigo”, como obra de arte, tiene muchos paralelismos con una catedral. Ya que una catedral, como el cine y esta película en concreto, encierra todas las disciplinas artísticas que queramos imaginar en sintonía y vibrando al unísono.
¿Qué me decís de la música de ésta película?, ¿quizás la mejor banda sonora al servicio de una película jamás compuesta?. Todo es arte en esta película, desde que empieza hasta que termina, y más allá, porque como las grandes obras de arte, siempre está viva, y como las vidrieras de una catedral, siempre muestra colores diferentes al que se “asome” a su abismo insondable.
Y ¿Qué hay de la historia en sí?, voy a intentar apuntar algo sobre ella. Pero, ya sabéis, cómo dicen los budistas, “el dedo que apunta a la luna, no es la luna”, ni mucho menos.
Quizás, y en mi modesta opinión, para adentrarnos en esta “catedral” tendríamos que visitar otras “catedrales” cómo “El retrato de Jennie” de Dieterle, o “Perversidad” de Fritz Lang. Sinceramente creo que estas dos películas nos podrían dar unas “pinceladas” de por donde va “Vértigo”. Estaría bien visitar, desde otro ángulo “Venus era mujer” de Seiter y “Pandora y el holandés errante” de Lewin, y por supuesto a Buñuel. Creo que imbuidos en ese ambiente podríamos captar mejor la esencia de ésta maravillosa película.
Pero realmente, ésta película, es una ensoñación, una obsesión y la quintaesencia del arte de Hitchcock. No sé si es muy conocido que Hitchcock padecía de narcolepsia. Cuentan que hasta tal grado que era capaz de quedarse dormido en un plato de sopa. A mí me encanta especular sobre ese tema y ver como, el genio de Hitchcock, podía tejer sus argumentos y sus historias mientras padecía esos episodios de narcolepsia mezclando realidad con ensoñación de una manera magistral. Porque en esta película ¿Qué es real? ¿Qué es ensoñación?…todo es bruma, la bruma de San Francisco, la bruma de Londres, la bruma que nos cubre a todos…incluso a Scottie...
De hecho, “Vértigo”, como obra de arte, tiene muchos paralelismos con una catedral. Ya que una catedral, como el cine y esta película en concreto, encierra todas las disciplinas artísticas que queramos imaginar en sintonía y vibrando al unísono.
¿Qué me decís de la música de ésta película?, ¿quizás la mejor banda sonora al servicio de una película jamás compuesta?. Todo es arte en esta película, desde que empieza hasta que termina, y más allá, porque como las grandes obras de arte, siempre está viva, y como las vidrieras de una catedral, siempre muestra colores diferentes al que se “asome” a su abismo insondable.
Y ¿Qué hay de la historia en sí?, voy a intentar apuntar algo sobre ella. Pero, ya sabéis, cómo dicen los budistas, “el dedo que apunta a la luna, no es la luna”, ni mucho menos.
Quizás, y en mi modesta opinión, para adentrarnos en esta “catedral” tendríamos que visitar otras “catedrales” cómo “El retrato de Jennie” de Dieterle, o “Perversidad” de Fritz Lang. Sinceramente creo que estas dos películas nos podrían dar unas “pinceladas” de por donde va “Vértigo”. Estaría bien visitar, desde otro ángulo “Venus era mujer” de Seiter y “Pandora y el holandés errante” de Lewin, y por supuesto a Buñuel. Creo que imbuidos en ese ambiente podríamos captar mejor la esencia de ésta maravillosa película.
Pero realmente, ésta película, es una ensoñación, una obsesión y la quintaesencia del arte de Hitchcock. No sé si es muy conocido que Hitchcock padecía de narcolepsia. Cuentan que hasta tal grado que era capaz de quedarse dormido en un plato de sopa. A mí me encanta especular sobre ese tema y ver como, el genio de Hitchcock, podía tejer sus argumentos y sus historias mientras padecía esos episodios de narcolepsia mezclando realidad con ensoñación de una manera magistral. Porque en esta película ¿Qué es real? ¿Qué es ensoñación?…todo es bruma, la bruma de San Francisco, la bruma de Londres, la bruma que nos cubre a todos…incluso a Scottie...
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