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Críticas ordenadas por utilidad
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8
27 de abril de 2023
27 de abril de 2023
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nueva película de Makoto Shinkai, el cineasta que me fascinó con su película «Your name» (https://keizzine.wordpress.com/2017/04/16/your-name-kimi-no-na-wa/) hace seis años, y que se ganó el derecho a que fuera con grandes expectativas a ver su último trabajo. Mi diagnóstico a bocajarro: es tan bella y visualmente fascinante como aquella, pero no me llegó tanto. Quizá no soy tan japonés como tendría que ser para apreciarla en toda su dimensión.
«Suzume» tiene un ritmo alto, y sus dos horas de duración no pesan en absoluto. Está realizada como una road movie, y no es necesario ser un fan del anime para disfrutarla (yo no lo soy). No obstante, la primera mitad de la película es un tanto repetitiva, con Suzume y Souta abandonando Kyushu, cambiando de ambientes y cerrando puertas de un modo un tanto similar. La segunda parte me parece más interesante, se centra más en Suzume y su pasado sin resolver, con los problemas con su tía Tamaki, que la acogió como suya tras la muerte de su madre cuando Suzume tenía 4 años, y los reproches mutuos por la vida que su tía dejó de tener por ocuparse de ella.
Como en «Your name», el drama, el romance, la cultura japonesa y los fenómenos atmosféricos catastróficos van de la mano en esta historia. Y para mí todo funciona excepto el romance, que sí funcionaba en la anterior película. Pero más allá de todo eso, la película es de una belleza audiovisual despampanante. Una belleza intrínseca e indiscutible compuesta por una animación espectacular, aderezada por la exquisita banda sonora de Radwimps y Kazuma Jinnouchi, que nos hacen zambullirnos en un Japón melancólico y lleno de contrastes.
Shinkai nos sumerge en un país en constante estado de alerta, pues sufre con frecuencia desastres naturales, especialmente los terremotos. Y a partir de ahí aborda el duelo por la pérdida, de cualquier tipo, tanto los desastres ecológicos como las pérdidas personales o emocionales. Nos habla de la importancia de conocer y entender el pasado para poder superarlo y afrontar el futuro, utilizando la metáfora de cerrar las puertas, tanto las que llevan a otra dimensión como las heridas interiores.
Otro gran acierto de Shinkai es el desarrollo de los personajes y sus peculiaridades que los hacen entrañables, algo muy importante para que la película te interese. Suzume es una adolescente con la lógica incertidumbre sobre su futuro, pero además tiene que lidiar con un pasado que arrastra una herida muy honda. Luego está Souta, con su inquebrantable sentido de la responsabilidad. La tía Tamaki tiene un conflicto interior por su amor por Suzume frente a la sensación de haber perdido los mejores años de su vida cuidando de la niña. Y luego está el gato, del que no puedo decir mucho para no hacer spoiler, pero todos los personajes tienen su importancia, sus momentos mágicos, y todos son imprescindibles para el funcionamiento de la historia.
Además de todo eso, la película sirve como reclamo publicitario para hacer turismo por Japón. El viaje de los personajes por Tokyo y por las zonas rurales que visitan hacen que te crezcan las ganas de conocer Japón para aquellos que nunca han ido, o de regresar a aquellos que ya hemos tenido la suerte de visitar ese singular país. Las localizaciones brillan con luz propia, y la animación, como ya he dicho, es sublime. Te quedas literalmente embobado mirando la pantalla.
Makoto Shinkai nos hace entender cómo se vive en Japón con la constante amenaza de los terremotos, pero también nos hace mirar hacia adentro de cada uno, y nos recuerda la importancia del amor, que es el arma más efectiva contra la maldad. El cariño siempre resulta rentable y está en la esencia del ser humano. A pesar de eso, ya dije al principio que esta película no me ha conmovido tanto como lo hizo «Your name», pero puede que sea cosa mía. Y que no me emocionara a mí a ese nivel no significa que sea peor, es cuestión de gustos y de momentos.
«Suzume» me parece una de las mejores apuestas que hay ahora mismo en las carteleras. Yo la disfruté bastante, y creo que cualquiera con cierta sensibilidad la disfrutará también. Si además te interesa Japón, pues mucho mejor. Creo que es una película muy atractiva, a todos los niveles, y que se puede disfrutar a cualquier edad, y cualquier tipo de público. Si puedes, no te la pierdas.
https://keizzine.wordpress.com/2023/04/23/suzume-suzume-no-tojiman/
«Suzume» tiene un ritmo alto, y sus dos horas de duración no pesan en absoluto. Está realizada como una road movie, y no es necesario ser un fan del anime para disfrutarla (yo no lo soy). No obstante, la primera mitad de la película es un tanto repetitiva, con Suzume y Souta abandonando Kyushu, cambiando de ambientes y cerrando puertas de un modo un tanto similar. La segunda parte me parece más interesante, se centra más en Suzume y su pasado sin resolver, con los problemas con su tía Tamaki, que la acogió como suya tras la muerte de su madre cuando Suzume tenía 4 años, y los reproches mutuos por la vida que su tía dejó de tener por ocuparse de ella.
Como en «Your name», el drama, el romance, la cultura japonesa y los fenómenos atmosféricos catastróficos van de la mano en esta historia. Y para mí todo funciona excepto el romance, que sí funcionaba en la anterior película. Pero más allá de todo eso, la película es de una belleza audiovisual despampanante. Una belleza intrínseca e indiscutible compuesta por una animación espectacular, aderezada por la exquisita banda sonora de Radwimps y Kazuma Jinnouchi, que nos hacen zambullirnos en un Japón melancólico y lleno de contrastes.
Shinkai nos sumerge en un país en constante estado de alerta, pues sufre con frecuencia desastres naturales, especialmente los terremotos. Y a partir de ahí aborda el duelo por la pérdida, de cualquier tipo, tanto los desastres ecológicos como las pérdidas personales o emocionales. Nos habla de la importancia de conocer y entender el pasado para poder superarlo y afrontar el futuro, utilizando la metáfora de cerrar las puertas, tanto las que llevan a otra dimensión como las heridas interiores.
Otro gran acierto de Shinkai es el desarrollo de los personajes y sus peculiaridades que los hacen entrañables, algo muy importante para que la película te interese. Suzume es una adolescente con la lógica incertidumbre sobre su futuro, pero además tiene que lidiar con un pasado que arrastra una herida muy honda. Luego está Souta, con su inquebrantable sentido de la responsabilidad. La tía Tamaki tiene un conflicto interior por su amor por Suzume frente a la sensación de haber perdido los mejores años de su vida cuidando de la niña. Y luego está el gato, del que no puedo decir mucho para no hacer spoiler, pero todos los personajes tienen su importancia, sus momentos mágicos, y todos son imprescindibles para el funcionamiento de la historia.
Además de todo eso, la película sirve como reclamo publicitario para hacer turismo por Japón. El viaje de los personajes por Tokyo y por las zonas rurales que visitan hacen que te crezcan las ganas de conocer Japón para aquellos que nunca han ido, o de regresar a aquellos que ya hemos tenido la suerte de visitar ese singular país. Las localizaciones brillan con luz propia, y la animación, como ya he dicho, es sublime. Te quedas literalmente embobado mirando la pantalla.
Makoto Shinkai nos hace entender cómo se vive en Japón con la constante amenaza de los terremotos, pero también nos hace mirar hacia adentro de cada uno, y nos recuerda la importancia del amor, que es el arma más efectiva contra la maldad. El cariño siempre resulta rentable y está en la esencia del ser humano. A pesar de eso, ya dije al principio que esta película no me ha conmovido tanto como lo hizo «Your name», pero puede que sea cosa mía. Y que no me emocionara a mí a ese nivel no significa que sea peor, es cuestión de gustos y de momentos.
«Suzume» me parece una de las mejores apuestas que hay ahora mismo en las carteleras. Yo la disfruté bastante, y creo que cualquiera con cierta sensibilidad la disfrutará también. Si además te interesa Japón, pues mucho mejor. Creo que es una película muy atractiva, a todos los niveles, y que se puede disfrutar a cualquier edad, y cualquier tipo de público. Si puedes, no te la pierdas.
https://keizzine.wordpress.com/2023/04/23/suzume-suzume-no-tojiman/

6,4
8.995
8
2 de marzo de 2017
2 de marzo de 2017
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La directora alemana Maren Ade es la responsable de esta película que, partiendo de una idea que en principio no da para mucho (un padre preocupado por la felicidad de su hija, cuya vida se centra absolutamente en el trabajo, y quiere hacerle ver a que la vida es otra cosa), desarrolla la historia por unos cauces totalmente inesperados. Los personajes son cualquier cosa menos tópicos, y si al principio de conocerlos nos parece raro que dos personas tan distintas puedan ser padre e hija, poco a poco vemos que no son tan diferentes, y que todos más o menos vamos disfrazados por la vida.
La película es larga, esto es lo peor que tiene, y juega en su contra. No se hace pesada (al menos a mi), pero es innegablemente larga, y esta longitud de metraje en este caso se acrecienta con el tono del film. Un film alemán con tono alemán, no se si me explico. Planos largos, ausencia de música, ruido ambiental, puesta en escena austera… vamos, muy alemana.
La presentación de los personajes, hasta la llegada del padre a Bucarest, es un tanto premiosa y excesiva. Estoy seguro de que en esta primera parte de la película ya va a haber muchos espectadores que entren con mal pie y ya no se recuperen. Y es que, para bien o para mal (según entres o no en el film) todo en esta película es atípico. Por eso, es imprescindible entrar en la película y no limitarse a verla. Si la ves desde fuera, no hay nada que hacer, te aburrirás.
Es triste, pero al principio no nos parece extraño el comportamiento de Ines. Su actitud de vivir para el trabajo, constantemente pendiente del móvil, con todo el tiempo ocupado, e incapaz de mostrar un mínimo gesto de cariño hacia su padre, no nos choca realmente. Incluso la entendemos cuando vemos a su bromista padre haciéndole sentir vergüenza ante sus compañeros, jefes o clientes. Desgraciadamente, este desapego familiar y este modo de vivir de traje-chaqueta continuo y el móvil como un apéndice de nuestra anatomía, lo vemos algo natural ya.
Pero no os engañéis, “Toni Erdmann” no adoctrina en absoluto. Es una película que deja al espectador hacerse cargo de las cosas. Una película que fluye, buscando una salida, pero tiene que ser el espectador quien le abra camino. Con el humor (un humor muy particular, aviso) como herramienta para explorar en las relaciones humanas, en los valores sociales de este tiempo, en la falta de comunicación y en el sentido de la vida en general.
La película está llena de escenas memorables, en realidad casi todas lo son. La irrupción inexplicable de Toni ataviado con el traje folklórico búlgaro (una especie de Yeti) en la fiesta de desnudos es puro surrealismo y al mismo tiempo tremendamente expresiva sin decir ni una palabra. La escena con los trabajadores de la obra, la extraña escena sexual entre Ines y su compañero de trabajo, la de la discoteca en la que Ines parece pedirle a su padre con la mirada que la rescate de todo aquello… aunque la que se lleva la palma es la conmovedora interpretación del “Greatest love of all”, de Whitney Houston a cargo de Ines, con su padre al teclado. ¿Os suenan a escenas raras? Pues hay muchas más, y por si fuera poco, Toni se pasa la película diciendo que va a ver a Ion Tiriac, y a la que puede saca un rallador de queso y se pone a usarlo.
Las interpretaciones son fabulosas. Tanto Peter Simonischek como Sandra Hüller desarrollan con maestría unos personajes inolvidables. Especialmente meritoria me parece la actuación de Sandra Hüller, haciendo creíble un personaje nada sencillo y manejando con precisión y destreza diferentes registros dentro del mismo personaje, todos con brillantes resultados.
Sinceramente, la película me gustó mucho pero no la recomiendo. Es algo muy personal. Al público medio no le va a gustar. No hay que verla, hay que vivirla. Si la ves como una película convencional el aburrimiento está asegurado. Eso sí, para los que logren vivirla, es toda una experiencia. “Toni Erdmann” es una de esas películas que, si te gustan, te dejan huella.
A estas alturas todavía no se si “Toni Erdmann” es un drama o una comedia. Se que me reí y que también tuve ganas de llorar. Se que me divertí y al mismo tiempo me conmovió. Tampoco es tan importante que sea una cosa u otra, seguramente es las dos a la vez. A lo largo de la misma he sentido incomodidad y vergüenza ajena, pero me he sorprendido a mí mismo emocionándome un minuto después. Evidentemente, una película que me hace sentir así la tengo que valorar con generosidad.
Personalmente, la película me parece una joya. De esas que van creciendo cuando piensas en ella. Obra inteligente disfrazada de extravagante. Tras sus capas de comedia surrealista se esconden enormes dosis de ternura. Una película muy especial, para gente especial. No para cualquiera.
https://keizzine.wordpress.com/
La película es larga, esto es lo peor que tiene, y juega en su contra. No se hace pesada (al menos a mi), pero es innegablemente larga, y esta longitud de metraje en este caso se acrecienta con el tono del film. Un film alemán con tono alemán, no se si me explico. Planos largos, ausencia de música, ruido ambiental, puesta en escena austera… vamos, muy alemana.
La presentación de los personajes, hasta la llegada del padre a Bucarest, es un tanto premiosa y excesiva. Estoy seguro de que en esta primera parte de la película ya va a haber muchos espectadores que entren con mal pie y ya no se recuperen. Y es que, para bien o para mal (según entres o no en el film) todo en esta película es atípico. Por eso, es imprescindible entrar en la película y no limitarse a verla. Si la ves desde fuera, no hay nada que hacer, te aburrirás.
Es triste, pero al principio no nos parece extraño el comportamiento de Ines. Su actitud de vivir para el trabajo, constantemente pendiente del móvil, con todo el tiempo ocupado, e incapaz de mostrar un mínimo gesto de cariño hacia su padre, no nos choca realmente. Incluso la entendemos cuando vemos a su bromista padre haciéndole sentir vergüenza ante sus compañeros, jefes o clientes. Desgraciadamente, este desapego familiar y este modo de vivir de traje-chaqueta continuo y el móvil como un apéndice de nuestra anatomía, lo vemos algo natural ya.
Pero no os engañéis, “Toni Erdmann” no adoctrina en absoluto. Es una película que deja al espectador hacerse cargo de las cosas. Una película que fluye, buscando una salida, pero tiene que ser el espectador quien le abra camino. Con el humor (un humor muy particular, aviso) como herramienta para explorar en las relaciones humanas, en los valores sociales de este tiempo, en la falta de comunicación y en el sentido de la vida en general.
La película está llena de escenas memorables, en realidad casi todas lo son. La irrupción inexplicable de Toni ataviado con el traje folklórico búlgaro (una especie de Yeti) en la fiesta de desnudos es puro surrealismo y al mismo tiempo tremendamente expresiva sin decir ni una palabra. La escena con los trabajadores de la obra, la extraña escena sexual entre Ines y su compañero de trabajo, la de la discoteca en la que Ines parece pedirle a su padre con la mirada que la rescate de todo aquello… aunque la que se lleva la palma es la conmovedora interpretación del “Greatest love of all”, de Whitney Houston a cargo de Ines, con su padre al teclado. ¿Os suenan a escenas raras? Pues hay muchas más, y por si fuera poco, Toni se pasa la película diciendo que va a ver a Ion Tiriac, y a la que puede saca un rallador de queso y se pone a usarlo.
Las interpretaciones son fabulosas. Tanto Peter Simonischek como Sandra Hüller desarrollan con maestría unos personajes inolvidables. Especialmente meritoria me parece la actuación de Sandra Hüller, haciendo creíble un personaje nada sencillo y manejando con precisión y destreza diferentes registros dentro del mismo personaje, todos con brillantes resultados.
Sinceramente, la película me gustó mucho pero no la recomiendo. Es algo muy personal. Al público medio no le va a gustar. No hay que verla, hay que vivirla. Si la ves como una película convencional el aburrimiento está asegurado. Eso sí, para los que logren vivirla, es toda una experiencia. “Toni Erdmann” es una de esas películas que, si te gustan, te dejan huella.
A estas alturas todavía no se si “Toni Erdmann” es un drama o una comedia. Se que me reí y que también tuve ganas de llorar. Se que me divertí y al mismo tiempo me conmovió. Tampoco es tan importante que sea una cosa u otra, seguramente es las dos a la vez. A lo largo de la misma he sentido incomodidad y vergüenza ajena, pero me he sorprendido a mí mismo emocionándome un minuto después. Evidentemente, una película que me hace sentir así la tengo que valorar con generosidad.
Personalmente, la película me parece una joya. De esas que van creciendo cuando piensas en ella. Obra inteligente disfrazada de extravagante. Tras sus capas de comedia surrealista se esconden enormes dosis de ternura. Una película muy especial, para gente especial. No para cualquiera.
https://keizzine.wordpress.com/

6,9
37.130
7
10 de diciembre de 2015
10 de diciembre de 2015
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Denis Villeneuve, el director canadiense que nos cautivó con películas como “Incendies” o “Prisioneros”, firma un thriller descarnado sobre la lucha contra el narcotráfico en la frontera de Estados Unidos y México, y sobre la ética de quienes deben librar esa lucha, que exige resultados y para quienes el fin suele justificar los medios.
No se puede tener dudas ya sobre la capacidad de Villeneuve. Una vez más nos demuestra sus aptitudes, realizando una película que mantiene la tensión en todo lo alto durante las dos horas que dura. El espectador está en continuo desasosiego, más por la atmósfera que crea Villeneuve que por la propia intriga que pueda plantearnos la trama.
Villeneuve nos subyuga con sus movimientos de cámara, su utilización del sonido (nada nuevo, pero siempre es un acierto saber usarlo), la magnífica fotografía, las brillantes tomas aéreas, la excelente dirección de actores, en fin, un recital de buena dirección. La película lo tiene todo para llegar al gran público. A mí no me llegó muy dentro y seguramente el tiempo la sacará de mi mente, pero confieso que mientras estuve viéndola no tuve un minuto de relax, y pude sentir el terror de quienes se enfrentan a la muerte cara a cara.
No hay grandes artificios, ni bruscos giros de guión, ni sorpresas inesperadas. Como mucho, el descubrimiento del personaje (tremendo) de Benicio del Toro. El resto es directo, como un disparo. Trepidante, duro, seco, asfixiante. No se anda con contemplaciones ni propone adivinanzas, la película es un tobogán que te lanza contra la realidad de la lucha contra el narcotráfico y sus dudosamente éticos métodos para combatirlo.
Uno de los puntos fuertes de la película es el duelo interpretativo que mantienen Benicio del Toro y Emily Blunt. Como saben aquellos que me leen habitualmente, Benicio es una de mis debilidades. A mí siempre me gusta. Me fascina ver a ese animal interpretativo en la pantalla. En esta ocasión, tampoco me defrauda. Borda su personaje, enfrentado a una Emily Blunt que sí que he sorprende positivamente. Mi primera impresión al verla es “esta tía no pega en el papel de policía intrépida”, pero poco a poco me va ganando. Individualmente están brillantes, pero los momentos compartidos por los dos son, directamente, lo mejor de la película, con un par de escenas inolvidables.
Tampoco sería justo olvidarme de Josh Brolin, que está bastante convincente también en su papel. Aunque juega en clara desventaja ante los otros dos personajes ya mencionados.
La violencia de la película es, generalmente, más sugerida que mostrada. Hay pocos episodios de violencia explícita, la mayoría se intuye más que se muestra, lo cual aterra más, aunque desagrade menos. Villeneuve utiliza golpes de efecto en determinados momentos, apoyándose en la música, y sabe mantener la tensión, y subirla cuando le conviene. Personalmente, me gustó el final. Le hubiera quitado puntos a la película si termina de otra manera.
No es, de todas formas, una película redonda. Para mi gusto, es demasiado televisiva en su concepción. No hay mucha novedad en el tipo de película que es, recuerda a otras, hay poca o ninguna sensación de descubrimiento. El guión parece poco trabajado y parece poco original, no responde a todas las preguntas que nos surgen al verla, y a veces recurre al morbo fácil. Los personajes no tienen el desarrollo necesario, pero lo salvan los actores, que están magníficos.
No hay lugar para el aburrimiento en “Sicario”. Cada escena tiene algo de interés, cada momento interpretativo vale la pena. Uno se queda pegado al asiento hasta el final de la película. Te liberas y respiras cuando aparecen los títulos de crédito. No se hasta qué punto la película tiene algo de denuncia periodística, lo ignoro. Pero desde luego, como thriller funciona, eso lo garantizo.
Me gustó la película, la recomiendo. Suspense del bueno, te sentirás atrapado por unas escenas que te horrorizan y atraen a partes iguales. Bien por Villeneuve, aunque, personalmente, me sigo quedando con “Incendies”.
https://keizzine.wordpress.com/
No se puede tener dudas ya sobre la capacidad de Villeneuve. Una vez más nos demuestra sus aptitudes, realizando una película que mantiene la tensión en todo lo alto durante las dos horas que dura. El espectador está en continuo desasosiego, más por la atmósfera que crea Villeneuve que por la propia intriga que pueda plantearnos la trama.
Villeneuve nos subyuga con sus movimientos de cámara, su utilización del sonido (nada nuevo, pero siempre es un acierto saber usarlo), la magnífica fotografía, las brillantes tomas aéreas, la excelente dirección de actores, en fin, un recital de buena dirección. La película lo tiene todo para llegar al gran público. A mí no me llegó muy dentro y seguramente el tiempo la sacará de mi mente, pero confieso que mientras estuve viéndola no tuve un minuto de relax, y pude sentir el terror de quienes se enfrentan a la muerte cara a cara.
No hay grandes artificios, ni bruscos giros de guión, ni sorpresas inesperadas. Como mucho, el descubrimiento del personaje (tremendo) de Benicio del Toro. El resto es directo, como un disparo. Trepidante, duro, seco, asfixiante. No se anda con contemplaciones ni propone adivinanzas, la película es un tobogán que te lanza contra la realidad de la lucha contra el narcotráfico y sus dudosamente éticos métodos para combatirlo.
Uno de los puntos fuertes de la película es el duelo interpretativo que mantienen Benicio del Toro y Emily Blunt. Como saben aquellos que me leen habitualmente, Benicio es una de mis debilidades. A mí siempre me gusta. Me fascina ver a ese animal interpretativo en la pantalla. En esta ocasión, tampoco me defrauda. Borda su personaje, enfrentado a una Emily Blunt que sí que he sorprende positivamente. Mi primera impresión al verla es “esta tía no pega en el papel de policía intrépida”, pero poco a poco me va ganando. Individualmente están brillantes, pero los momentos compartidos por los dos son, directamente, lo mejor de la película, con un par de escenas inolvidables.
Tampoco sería justo olvidarme de Josh Brolin, que está bastante convincente también en su papel. Aunque juega en clara desventaja ante los otros dos personajes ya mencionados.
La violencia de la película es, generalmente, más sugerida que mostrada. Hay pocos episodios de violencia explícita, la mayoría se intuye más que se muestra, lo cual aterra más, aunque desagrade menos. Villeneuve utiliza golpes de efecto en determinados momentos, apoyándose en la música, y sabe mantener la tensión, y subirla cuando le conviene. Personalmente, me gustó el final. Le hubiera quitado puntos a la película si termina de otra manera.
No es, de todas formas, una película redonda. Para mi gusto, es demasiado televisiva en su concepción. No hay mucha novedad en el tipo de película que es, recuerda a otras, hay poca o ninguna sensación de descubrimiento. El guión parece poco trabajado y parece poco original, no responde a todas las preguntas que nos surgen al verla, y a veces recurre al morbo fácil. Los personajes no tienen el desarrollo necesario, pero lo salvan los actores, que están magníficos.
No hay lugar para el aburrimiento en “Sicario”. Cada escena tiene algo de interés, cada momento interpretativo vale la pena. Uno se queda pegado al asiento hasta el final de la película. Te liberas y respiras cuando aparecen los títulos de crédito. No se hasta qué punto la película tiene algo de denuncia periodística, lo ignoro. Pero desde luego, como thriller funciona, eso lo garantizo.
Me gustó la película, la recomiendo. Suspense del bueno, te sentirás atrapado por unas escenas que te horrorizan y atraen a partes iguales. Bien por Villeneuve, aunque, personalmente, me sigo quedando con “Incendies”.
https://keizzine.wordpress.com/

6,8
1.755
8
13 de abril de 2023
13 de abril de 2023
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por Matías Bize, esta película chilena discurre en tiempo real de principio a fin en lo que parece un interminable plano-secuencia que dura los 85 minutos del metraje del film en un ejercicio de estilo valiente y que logra atrapar al espectador que siente angustiosamente esa cámara que circula en torno a los personajes en ese bosque inquietante mientras pasas los minutos deseando que el niño aparezca detrás de cualquier árbol lo antes posible.
Lo que en un principio parece ser un thriller sobre el niño perdido y la importancia de recuperarlo lo antes posible, pues se hace de noche y el chico está (o debería estar) en el bosque con una simple camiseta de manga corta, termina desembocando paulatinamente en otra cosa. Poco a poco la carrera contrarreloj para encontrar a Lucas va dando paso a una reflexión sobre la maternidad.
En el fondo la película es eso. Una historia para poner encima de la mesa el significado de la maternidad, lo que representa ser madre, las renuncias que conlleva, las compensaciones, lo que influye en las relaciones de pareja, etc. A causa de la desaparición del pequeño Lucas, Ana y Mateo discuten sobre todas estas cosas. Especialmente brillante es el diálogo del cuarto de hora final en el que es inevitable que el espectador reflexione y termine tomando partido por una de las dos posturas, aunque desde mi punto de vista ambas son perfectamente entendibles.
Según empezó y se iba desarrollando la historia, me temía una película dolorosa, y afortunadamente no lo es tanto. Al menos, para mí no lo fue. Lo que sí hubo es intriga. La incertidumbre es muy fuerte. ¿Dónde coño está el niño? La madre al principio cree que se ha escondido para castigarles. Pero nadie lo encuentra, y el hecho de que aparezca su gorra en el suelo le da un punto mayor de suspense.
Indudablemente desde el principio uno se siente más identificado con el padre, que se muestra decididamente angustiado y arrepentido de haber permitido que dejaran al niño solo en el bosque como castigo. La madre en cambio aparece tranquila, al principio casi displicente, convencida de que el pequeño Lucas se está escondiendo a propósito por el resentimiento que tiene hacia ella. Pero poco a poco iremos sabiendo más cosas…
La potencia del film es innegable. En lo puramente formal, el hecho de que se desarrolle en tiempo real le añade un realismo absoluto, pero es que además el desarrollo de la historia dota a la película de una fuerza arrolladora por su mensaje, su temática y su ambiciosa realización. Hay pocos personajes en la película, y algunos de ellos no los vemos nunca, como la abuela del niño, que llama varias veces por teléfono para ver cuándo van a llegar a cenar. O la misma cámara, que para mí es un personaje más de la película, revoloteando detrás de Ana y Mateo y haciéndonos sentir que estamos allí, a su lado.
Con tan pocos personajes, es fundamental que los actores estén bien. Y vaya si lo están. La actuación de Antonia Zegers es sencillamente descomunal. Majestuosa actriz capaz de transitar por varios registros interpretativos al mismo tiempo, logrando una asombrosa credibilidad tanto cuando es una madre implacable como cuando se desmorona y saca a relucir el vulnerable ser humano que lleva dentro, lleno de dudas, desilusiones y frustraciones como madre, esposa y hasta hija. Esto es actuar, señores. Mi aplauso para ella.
Y a su lado, Néstor Cantillana, que cumple bien su función de estar a la altura del personaje, pero que inevitablemente queda ensombrecido por la inefable actuación de Antonia Zegers. Por otra parte, Catalina Saavedra también está bastante bien en el papel de policía.
En el fondo, se trata de una obra de teatro a cielo abierto, con la cámara constantemente al lado de los actores. Los diálogos son sencillos pero profundos y creíbles, y junto con los silencios (que también dicen muchas cosas) dosificados con sabiduría por Matías Bize, dota a la película de un intensidad pocas veces vista abordando el tema de la maternidad de un modo valiente y elocuente, aunque también devastador.
Me ha gustado mucho la película. Es de aquellas que no te esperas que te atrape pero lo hace y no te suelta durante días. Normalmente siempre digo que este tipo de películas no las recomiendo a todo el mundo por su singularidad y por lo poco convencional que es, pero en este caso me parecería difícil de creer que alguien en la sala no sea capaz de apreciar esta película. Aunque hay almas para todo, también es verdad.
https://keizzine.wordpress.com/
Lo que en un principio parece ser un thriller sobre el niño perdido y la importancia de recuperarlo lo antes posible, pues se hace de noche y el chico está (o debería estar) en el bosque con una simple camiseta de manga corta, termina desembocando paulatinamente en otra cosa. Poco a poco la carrera contrarreloj para encontrar a Lucas va dando paso a una reflexión sobre la maternidad.
En el fondo la película es eso. Una historia para poner encima de la mesa el significado de la maternidad, lo que representa ser madre, las renuncias que conlleva, las compensaciones, lo que influye en las relaciones de pareja, etc. A causa de la desaparición del pequeño Lucas, Ana y Mateo discuten sobre todas estas cosas. Especialmente brillante es el diálogo del cuarto de hora final en el que es inevitable que el espectador reflexione y termine tomando partido por una de las dos posturas, aunque desde mi punto de vista ambas son perfectamente entendibles.
Según empezó y se iba desarrollando la historia, me temía una película dolorosa, y afortunadamente no lo es tanto. Al menos, para mí no lo fue. Lo que sí hubo es intriga. La incertidumbre es muy fuerte. ¿Dónde coño está el niño? La madre al principio cree que se ha escondido para castigarles. Pero nadie lo encuentra, y el hecho de que aparezca su gorra en el suelo le da un punto mayor de suspense.
Indudablemente desde el principio uno se siente más identificado con el padre, que se muestra decididamente angustiado y arrepentido de haber permitido que dejaran al niño solo en el bosque como castigo. La madre en cambio aparece tranquila, al principio casi displicente, convencida de que el pequeño Lucas se está escondiendo a propósito por el resentimiento que tiene hacia ella. Pero poco a poco iremos sabiendo más cosas…
La potencia del film es innegable. En lo puramente formal, el hecho de que se desarrolle en tiempo real le añade un realismo absoluto, pero es que además el desarrollo de la historia dota a la película de una fuerza arrolladora por su mensaje, su temática y su ambiciosa realización. Hay pocos personajes en la película, y algunos de ellos no los vemos nunca, como la abuela del niño, que llama varias veces por teléfono para ver cuándo van a llegar a cenar. O la misma cámara, que para mí es un personaje más de la película, revoloteando detrás de Ana y Mateo y haciéndonos sentir que estamos allí, a su lado.
Con tan pocos personajes, es fundamental que los actores estén bien. Y vaya si lo están. La actuación de Antonia Zegers es sencillamente descomunal. Majestuosa actriz capaz de transitar por varios registros interpretativos al mismo tiempo, logrando una asombrosa credibilidad tanto cuando es una madre implacable como cuando se desmorona y saca a relucir el vulnerable ser humano que lleva dentro, lleno de dudas, desilusiones y frustraciones como madre, esposa y hasta hija. Esto es actuar, señores. Mi aplauso para ella.
Y a su lado, Néstor Cantillana, que cumple bien su función de estar a la altura del personaje, pero que inevitablemente queda ensombrecido por la inefable actuación de Antonia Zegers. Por otra parte, Catalina Saavedra también está bastante bien en el papel de policía.
En el fondo, se trata de una obra de teatro a cielo abierto, con la cámara constantemente al lado de los actores. Los diálogos son sencillos pero profundos y creíbles, y junto con los silencios (que también dicen muchas cosas) dosificados con sabiduría por Matías Bize, dota a la película de un intensidad pocas veces vista abordando el tema de la maternidad de un modo valiente y elocuente, aunque también devastador.
Me ha gustado mucho la película. Es de aquellas que no te esperas que te atrape pero lo hace y no te suelta durante días. Normalmente siempre digo que este tipo de películas no las recomiendo a todo el mundo por su singularidad y por lo poco convencional que es, pero en este caso me parecería difícil de creer que alguien en la sala no sea capaz de apreciar esta película. Aunque hay almas para todo, también es verdad.
https://keizzine.wordpress.com/
8
16 de febrero de 2017
16 de febrero de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conocía al director de esta película, Kenneth Lonergan, y he de decir que me ha impresionado positivamente. Nos relata un drama terrible con una contención poco habitual en este tipo de películas. Cuando la trama invita a que el director busque la lágrima fácil, Lonergan apuesta por la sobriedad. En esta película no se llora, pero te desgarra por dentro. No es un drama lacrimógeno, es un puñetazo en el alma.
Al principio se nos muestra la rutinaria e insustancial vida de Lee, un tipo amargo que parece que vive porque no tiene otra cosa que hacer, y poco a poco, mediante flashbacks, vamos entendiendo los motivos de su comportamiento. Toda la película está enfocada desde el punto de vista de Lee. Tan deprimente como es su vida lo es también el aire que se respira en el film. Todo sucede y se siente del modo en que Lee ve y siente las cosas, y su profundo e incurable dolor es lo que reviste toda la obra.
Lonergan no solo usa los flashbacks para informarnos de las causas de la actitud de Lee, lo hace también para que nos pongamos en su lugar. Estos flashbacks son la voz de los silencios de Lee, y nos traducen lo que su triste mirada significa en realidad. Cuando los hechos reales estimulan a Lee del modo que sea, estos recuerdos que se nos muestran en la pantalla nos sirven para comprender su pensamiento, ya que sus palabras nunca aclaran nada. En realidad nunca quiere hablar de nada, siempre dice “ahora no es momento para hablar”, siempre trata de eludir las conversaciones. Conversar implica tener que pensar y pensar es revivir cosas de las que precisamente Lee huye desde hace años.
Lee no encuentra consuelo en nada ni en nadie. Y tampoco lo quiere. La vida de Lee consiste en que pase el tiempo. Cuanto más tiempo esté en soledad, mejor. Cada día es simplemente un día menos que falta para la muerte. El hecho de tener que cuidar de su sobrino es un pequeño aliciente que le da un motivo para levantarse por las mañanas, pero tampoco le cura ni le arregla la vida. Eso sí, tanto el tío como el sobrino se entienden perfectamente puesto que ambos sufren por la pérdida de personas trascendentales en su vida. Lee tiene que proteger a su sobrino, protegerle de su dolor y tratar de que su futuro sea el mejor posible, pero eso es algo difícil para quien el futuro es algo insufrible, el presente un drama, y el pasado un puñal.
Como digo, todo gira alrededor de Lee en la película y todo lo vemos a través de él. Pero Lonergan no nos facilita la tarea de empatizar con él. Un personaje tan reservado, tan silencioso, que verbaliza tan poco sus sentimientos que parece no tenerlos, no resulta sencillo ponerse en la piel de alguien que se niega a mostrarse. Hay muy pocas escenas en las que la armadura emocional de Lee muestre alguna rendija por la que filtrarse algo de lo que anida en el alma del protagonista.
Para un papel así, Casey Affleck era el intérprete perfecto. Es innegable que borda el papel y consigue dar credibilidad a un personaje tan antipático con la vida como la vida lo ha sido con él. Si tienes sensibilidad, Affleck construye un personaje que logra penetrar en ella y agitar rincones de tu interior que no sabías que existían. Un magnífico trabajo el suyo. Tanto, que parece que no interprete, sino que nos creamos que él es así realmente.
También resulta muy creíble el personaje interpretado por Lucas Hedges. Ese chaval que se queda huérfano en plena adolescencia, con una madre desequilibrada y ausente, y un tío que se convierte en su tutor completamente amargado y encerrado en sí mismo. No es extraño que tome el camino del hedonismo y la indolencia, aderezado con la dosis de rebeldía propia de su edad. Con lo que le ha tocado vivir cuando aún no se ha convertido en adulto y la incertidumbre de su destino, no parece raro que pase el tiempo intentando acostarse con chicas y tocar la guitarra.
Y en el tema de los actores, no podemos olvidarnos de Michelle Williams, que en las pocas escenas que tiene demuestra que es una actriz inmensa, capaz de dotar de credibilidad a cualquier personaje que interprete, no importa el registro que tenga que lograr. Yo siempre que la he visto me ha convencido, y ya van unas cuantas veces así que no creo que sea casualidad.
La película me parece magnífica, pero siempre se le pueden buscar cosas negativas. A mucha gente le parecerá lenta, y que la trama no va a ningún lado. A mi no se me hizo larga, pero si le tengo que sacar algo mejorable diría que la película se centra demasiado en el personaje de Lee. Me hubiera gustado saber más de personajes como el de la mujer de éste, o el de la inestable mujer de su hermano. Y también es verdad que recurrir al Adagio de Albinoni o al “Mesias” de Haendel para envolver ciertas escenas parecen recursos fáciles (y tal vez lo son) pero oye, queda tan bien…
En definitiva, “Manchester frente al mar” me ha parecido un auténtico peliculón. Te emociona de verdad. Su historia no es nada del otro mundo, pero impresiona el modo en que muestra hasta qué punto puede afectar el sentimiento de culpa y cómo algunas heridas no cicatrizan nunca, cómo algunas cosas no puedes terminar de superarlas por mucho tiempo que vivas. Además, me gusta mucho porque derrocha emotividad pero a la vez esquiva continuamente las opciones sensibleras. No hay fuegos artificiales para provocar el llanto. No es una película que te saque lágrimas, pero es de las que se te quedan dentro.
https://keizzine.wordpress.com/
Al principio se nos muestra la rutinaria e insustancial vida de Lee, un tipo amargo que parece que vive porque no tiene otra cosa que hacer, y poco a poco, mediante flashbacks, vamos entendiendo los motivos de su comportamiento. Toda la película está enfocada desde el punto de vista de Lee. Tan deprimente como es su vida lo es también el aire que se respira en el film. Todo sucede y se siente del modo en que Lee ve y siente las cosas, y su profundo e incurable dolor es lo que reviste toda la obra.
Lonergan no solo usa los flashbacks para informarnos de las causas de la actitud de Lee, lo hace también para que nos pongamos en su lugar. Estos flashbacks son la voz de los silencios de Lee, y nos traducen lo que su triste mirada significa en realidad. Cuando los hechos reales estimulan a Lee del modo que sea, estos recuerdos que se nos muestran en la pantalla nos sirven para comprender su pensamiento, ya que sus palabras nunca aclaran nada. En realidad nunca quiere hablar de nada, siempre dice “ahora no es momento para hablar”, siempre trata de eludir las conversaciones. Conversar implica tener que pensar y pensar es revivir cosas de las que precisamente Lee huye desde hace años.
Lee no encuentra consuelo en nada ni en nadie. Y tampoco lo quiere. La vida de Lee consiste en que pase el tiempo. Cuanto más tiempo esté en soledad, mejor. Cada día es simplemente un día menos que falta para la muerte. El hecho de tener que cuidar de su sobrino es un pequeño aliciente que le da un motivo para levantarse por las mañanas, pero tampoco le cura ni le arregla la vida. Eso sí, tanto el tío como el sobrino se entienden perfectamente puesto que ambos sufren por la pérdida de personas trascendentales en su vida. Lee tiene que proteger a su sobrino, protegerle de su dolor y tratar de que su futuro sea el mejor posible, pero eso es algo difícil para quien el futuro es algo insufrible, el presente un drama, y el pasado un puñal.
Como digo, todo gira alrededor de Lee en la película y todo lo vemos a través de él. Pero Lonergan no nos facilita la tarea de empatizar con él. Un personaje tan reservado, tan silencioso, que verbaliza tan poco sus sentimientos que parece no tenerlos, no resulta sencillo ponerse en la piel de alguien que se niega a mostrarse. Hay muy pocas escenas en las que la armadura emocional de Lee muestre alguna rendija por la que filtrarse algo de lo que anida en el alma del protagonista.
Para un papel así, Casey Affleck era el intérprete perfecto. Es innegable que borda el papel y consigue dar credibilidad a un personaje tan antipático con la vida como la vida lo ha sido con él. Si tienes sensibilidad, Affleck construye un personaje que logra penetrar en ella y agitar rincones de tu interior que no sabías que existían. Un magnífico trabajo el suyo. Tanto, que parece que no interprete, sino que nos creamos que él es así realmente.
También resulta muy creíble el personaje interpretado por Lucas Hedges. Ese chaval que se queda huérfano en plena adolescencia, con una madre desequilibrada y ausente, y un tío que se convierte en su tutor completamente amargado y encerrado en sí mismo. No es extraño que tome el camino del hedonismo y la indolencia, aderezado con la dosis de rebeldía propia de su edad. Con lo que le ha tocado vivir cuando aún no se ha convertido en adulto y la incertidumbre de su destino, no parece raro que pase el tiempo intentando acostarse con chicas y tocar la guitarra.
Y en el tema de los actores, no podemos olvidarnos de Michelle Williams, que en las pocas escenas que tiene demuestra que es una actriz inmensa, capaz de dotar de credibilidad a cualquier personaje que interprete, no importa el registro que tenga que lograr. Yo siempre que la he visto me ha convencido, y ya van unas cuantas veces así que no creo que sea casualidad.
La película me parece magnífica, pero siempre se le pueden buscar cosas negativas. A mucha gente le parecerá lenta, y que la trama no va a ningún lado. A mi no se me hizo larga, pero si le tengo que sacar algo mejorable diría que la película se centra demasiado en el personaje de Lee. Me hubiera gustado saber más de personajes como el de la mujer de éste, o el de la inestable mujer de su hermano. Y también es verdad que recurrir al Adagio de Albinoni o al “Mesias” de Haendel para envolver ciertas escenas parecen recursos fáciles (y tal vez lo son) pero oye, queda tan bien…
En definitiva, “Manchester frente al mar” me ha parecido un auténtico peliculón. Te emociona de verdad. Su historia no es nada del otro mundo, pero impresiona el modo en que muestra hasta qué punto puede afectar el sentimiento de culpa y cómo algunas heridas no cicatrizan nunca, cómo algunas cosas no puedes terminar de superarlas por mucho tiempo que vivas. Además, me gusta mucho porque derrocha emotividad pero a la vez esquiva continuamente las opciones sensibleras. No hay fuegos artificiales para provocar el llanto. No es una película que te saque lágrimas, pero es de las que se te quedan dentro.
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