Con los primeros síntomas y brotes de grandes actores como Penélope Cruz y Bardem y con una fresca -a la par de reconocible y clásica- imagen, Jamón Jamón tiene números para ser una gran película dentro del marco español. No obstante, más allá de ser una film entretenido con interesantes símbolos y significados -y de tener una obsesión masiva por los pechos-, no destaca en exceso y se queda a medias.

Michael Keaton hace el papel de su vida, y no solo debido a su excelente interpretación, sino porque vemos la ruptura y la unión más simbólica entre actor y personaje. El protagonista se encuentra con una carrera sin rumbo y debe enfrentarse a la dura realidad y a la supresión del ego que le caracteriza. Birdman es la voz hipócrita, egocéntrica y poderosa que presiona, transforma y construye la vida de un actor.

Una puesta en escena quizás un tanto futurista -pero a la vez con una imagen pionera y una dirección de fotografía impactante- nos adentra al mundo de Blade Runner. Deckard (Harrison Ford) deberá dar caza a los replicantes, robots ilegales con capacidades humanas. Su trayectoria no se queda en un ámbito policial, sino que explora los límites y las dimensiones existenciales y de la humanidad.

Kubrick, más allá de su labor como excelente director, reluce sus inmensas dotes como auténtico maquetista y su capacidad para narrar una historia como si fuera un prestigioso novelista. Barry Lyndon es desde luego uno de los referentes en el haber del director americano en la que exalta, con fina ironía y con maestría fotográfica, las ingenuidades y la picardía camaleónica que emprende Barry para asegurar su supervivencia y el ascenso social.

La vida de Terry McCaleb, brillante agente del FBI retirado tras sufrir un infarto, se ve radicalmente alterada por una petición irrechazable: una deuda de sangre. El Clint Eastwood más carismático y atrevido lidera este thriller imprevisible, sistemático y que determinará la vida, tanto profesional como personal, de McCaleb.