Pocas películas se hacen sobre la resistencia judía en Polonia, pero de lo poco que hay es bueno, y un ejemplo es este. Sin un planteamiento demasiado complejo, emociona y divierte como pocas películas históricas lo hacen.

Basada en un cómic de culto, Barbarella nos cuenta las siniestras peripecias de una sexy pero simplona agente secreta que como Bond, siempre saldrá impune por suerte o sex appeal. Lo mejor del filme son los diabólicos niños de Tau Ceti.

Los americanos tienen a Indiana Jones, a los de las galaxias y otras sagas míticas, y nosotros a Torrente. ¿Qué hemos hecho mal?
Segura coge el dinero de las subvenciones, que vienen de nuestros impuestos, y juega nuevamente al doctor Frankenstein para crear un engendro sonrojante, tan absurdo como la propia imaginación del autor.
¿Qué es Torrente 3? Una mierda pinchada en un palo, parece un vídeo hecho después de comer por algún friki de Youtube, juntando escenas de otras películas. Los chistes y golpes del personaje se han vuelto rasposos e incómodos, vamos que esta mierda ya no hace gracia. Y planean hacer una cuarta parte y una versión americana.
¡Nadie debería haber ido al cine a ver torrente 1, y ahora es demasiado tarde!

La peor de todas las películas del héroe kryptoniano, y no porque para mí el único Superman sea el desaparecido Christopher Reeve, sino porque la cinta de Snyder pretender ser tan seria y creíble que pierde la esencia y encanto del personaje de DC.

Los primeros movimientos de esta disparatada orquesta de efectos visuales se aleja tanto del mundo de Superman y se acerca tanto al de Star Wars que hace a uno creer que está a punto de ver cualquier cosa menos Superman.
Superada la escena inicial, la cinta vuelve a caer en otro desbarajuste por falta de química entre Lane y Kent, faltando ese icónico patoso con gafas y falsa timidez de la que hemos disfrutado hasta la última Superman Returns.
Demasiado Shakespeare, demasiadas traiciones y dramas personales, demasiados flashbacks, por no decir *spoiler*. Este no es
Superman, que lo devuelvan a la tienda.

Si la primera era original, innovadora, etc., etc., y sobre todo entretenida, que una película puede ser muy pionera y ser un tostón, la segunda hace aguas por todas partes, y no se hunde porque los dibujos son, como cabía esperar, bastante buenos.
El rey de Nueva York debería abdicar, pues ya resulta cansino con sus gracietas (y los pingüinos otro tanto).