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6,1
3.561
7
3 de febrero de 2024
3 de febrero de 2024
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de reconocer que todas las películas que vienen abrazadas a la etiqueta “basada en hechos reales” hace que arquee mi ceja, normalmente o son muy edulcoradas o se distancian medianamente del hecho que pretende narrarnos.
Esta cinta nos trae una historia muy interesante de cómo un grupo de pequeños inversores plantaron cara al coloso inversor de Wall Street con su apoyo continuo a una pequeña empresa dedicada a videojuegos (principalmente intercambio, venta de accesorios y segunda mano).
La moraleja está clara: la democratización de entornos tan hostiles y viciados como el mercado de inversión debería asegurar que el ciudadano medio tuviera la posibilidad de acceder a él y no encontrarse con mil trabas subversivas orquestadas por gigantescas corporaciones multinacionales que lo único que buscan es cerrar el coto para que sea un parque privado donde sólo un grupo exclusivo de miembros puede participar de sus réditos.
Craig Gillespie que es un director que conjuga a la perfección su narrativa con humor y drama (muestra de ello son “Yo, Tonya” o “Lars y una chica de verdad”), construye la trama con información precisa, pero sin sobrecargar el espectador, por momentos es gracioso, por momentos didáctico…
El elenco está plagado de rostros conocidos: Paul Dano se hace con el protagónico aportando esa extraña actitud que desprende que le viene de perlas al personaje, Pete Davidson hace de su hermano (y de sí mismo), America Ferrara pone el rostro una vez más a esa América trabajadora de orígenes latinos y a Shailene Woodley se le echan en falta más escenas de peso, pero aporta naturalidad y encanto.
En la balanza de los antagonistas contamos con auténticos colosos del humor: Seth Rogen y Nick Offerman bordan sus papeles, y actores con la solvencia de Vincent D'Onofrio o Sebastian Stan dotan al conjunto de un puntito de calidad que se agradece.
No es la película del año, obviamente, pero entretiene y en ella subyace un mensaje de optimismo y unidad que siempre conviene reivindicar.
Esta cinta nos trae una historia muy interesante de cómo un grupo de pequeños inversores plantaron cara al coloso inversor de Wall Street con su apoyo continuo a una pequeña empresa dedicada a videojuegos (principalmente intercambio, venta de accesorios y segunda mano).
La moraleja está clara: la democratización de entornos tan hostiles y viciados como el mercado de inversión debería asegurar que el ciudadano medio tuviera la posibilidad de acceder a él y no encontrarse con mil trabas subversivas orquestadas por gigantescas corporaciones multinacionales que lo único que buscan es cerrar el coto para que sea un parque privado donde sólo un grupo exclusivo de miembros puede participar de sus réditos.
Craig Gillespie que es un director que conjuga a la perfección su narrativa con humor y drama (muestra de ello son “Yo, Tonya” o “Lars y una chica de verdad”), construye la trama con información precisa, pero sin sobrecargar el espectador, por momentos es gracioso, por momentos didáctico…
El elenco está plagado de rostros conocidos: Paul Dano se hace con el protagónico aportando esa extraña actitud que desprende que le viene de perlas al personaje, Pete Davidson hace de su hermano (y de sí mismo), America Ferrara pone el rostro una vez más a esa América trabajadora de orígenes latinos y a Shailene Woodley se le echan en falta más escenas de peso, pero aporta naturalidad y encanto.
En la balanza de los antagonistas contamos con auténticos colosos del humor: Seth Rogen y Nick Offerman bordan sus papeles, y actores con la solvencia de Vincent D'Onofrio o Sebastian Stan dotan al conjunto de un puntito de calidad que se agradece.
No es la película del año, obviamente, pero entretiene y en ella subyace un mensaje de optimismo y unidad que siempre conviene reivindicar.

7,0
1.606
7
20 de septiembre de 2016
20 de septiembre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La ley del talión” curiosa traducción del original (mucho más apropiado para variar) “The last wagon” nos brinda una historia de odios y venganzas, de miradas contenidas y de prejuicios pero sobre todo es una aventura a contrarreloj y un western de corte clásico muy entretenido.
Si contamos además con persecuciones, amores prohibidos y uno de los personajes más icónicos del gran Richard Widmark, Todd el Comanche, el espectáculo está garantizado; sumémosle unos exteriores impresionantes y la aparición de Felicia Farr (qué guapa era esta mujer) y la fluida dirección del artesano Delmer Daves y obtenemos un western más que recomendable.
Una pena que con el paso del tiempo haya quedado casi en el olvido aunque su final hace que se aleje de los puestos de honor del género.
Si contamos además con persecuciones, amores prohibidos y uno de los personajes más icónicos del gran Richard Widmark, Todd el Comanche, el espectáculo está garantizado; sumémosle unos exteriores impresionantes y la aparición de Felicia Farr (qué guapa era esta mujer) y la fluida dirección del artesano Delmer Daves y obtenemos un western más que recomendable.
Una pena que con el paso del tiempo haya quedado casi en el olvido aunque su final hace que se aleje de los puestos de honor del género.
14 de agosto de 2014
14 de agosto de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jesús Franco, el tío Jess, ese pedazo de artesano que bate géneros cinematográficos con la maestría de un iluminado (o de un lunático, hay para todas las opiniones), nos regala en esta ocasión una joyita de lo kitsch, una gema bizarra de lo casposo, sorprendente, histriónica y superentretenida (si algo tenía el maestro es que sus pelis no dejan indiferente a nadie).
La situación se desarrolla en un complejo hotelero en Gran Canaria, donde se alojan un grupo de "alegres" camareras dispuestas a pasar las mejores vacaciones de su vida. Desde el minuto uno tenemos pantalones apretados y top-less a casporro, no olvidemos que estamos en la época del destape, de esta forma disfrutamos de la musa del director Lina Romay en todo su esplendor. Los números lésbicos y de alto contenido erótico están servidos tan pronto como cada pareja de camareras entra en su habitación (para que dormir solas si puedes compartir cama, literalmente, con una amiga), estos momentos nos ofrecen diálogos marca de la casa que sinceramente son hilarantes.
Por allí también está Eva León ofreciéndonos sus encantos encadenada a una pared en plan esclava sumisa.
Y para rematar la faena un viejales voyeur, un joven y sádico director de hotel y unos templarios de curioso aspecto que ejecutan ritos satánicos en las noches de viento (así, tal cual suena).
Cine de serie B de la buena, de la que deja una sonrisa en la boca… Decir que es un film psicotrónico es quedarse muy corto.
La situación se desarrolla en un complejo hotelero en Gran Canaria, donde se alojan un grupo de "alegres" camareras dispuestas a pasar las mejores vacaciones de su vida. Desde el minuto uno tenemos pantalones apretados y top-less a casporro, no olvidemos que estamos en la época del destape, de esta forma disfrutamos de la musa del director Lina Romay en todo su esplendor. Los números lésbicos y de alto contenido erótico están servidos tan pronto como cada pareja de camareras entra en su habitación (para que dormir solas si puedes compartir cama, literalmente, con una amiga), estos momentos nos ofrecen diálogos marca de la casa que sinceramente son hilarantes.
Por allí también está Eva León ofreciéndonos sus encantos encadenada a una pared en plan esclava sumisa.
Y para rematar la faena un viejales voyeur, un joven y sádico director de hotel y unos templarios de curioso aspecto que ejecutan ritos satánicos en las noches de viento (así, tal cual suena).
Cine de serie B de la buena, de la que deja una sonrisa en la boca… Decir que es un film psicotrónico es quedarse muy corto.
5
27 de marzo de 2021
27 de marzo de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela gráfica escrita por Santiago García y dibujada por Pepo Pérez y publicada por la editorial Atisberri, “El Vecino” es una aproximación patria al género superheróico sin perder nuestra esencia, y desde un punto de vista crítico, social, por momentos mordaz y con cierta retranca cínica, que supuso un soplo de aire fresco en el panorama del comic español.
El producto de Netflix cuenta con bastantes aciertos, a los mandos están Miguel Esteban y Raúl Navarro a quienes hay que tenerles muy presentes por colaborar con Ignatius para crear esa obra desopilante y totalmente inclasificable que es “El fin de la comedia”. Otro de los grandes aciertos es el elenco, partiendo de 2 protagonistas con tirón como Quim Gutiérrez (haciendo de Quim Gutiérrez) y Clara Lago (haciendo de Clara Lago) y un buen puñado de secundarios que le dan bastante profundidad a la serie, entre otros Adrián Pino (como el vecino opositor y cómplice de nuestro héroe) y Catalina Sopelana (nueva cara, por lo menos para mí, con un personaje que si bien aporta frescura llega a cansar por momentos), pero no nos podemos olvidar de otros que hacen que la serie tenga un enfoque coral que le sienta de maravilla como son Jorge Sanz (como padrino de nuestro héroe), Denis Gómez (robando escenas por doquier con un vecino yonki totalmente pasado de vueltas), Aníbal Gómez (la otra parte de Ojete Calor siempre es bien recibido a una fiesta) o Paula Malia (con un personaje al que dota de una mezcla de ternura, inocencia y tontuna).
Por aquí han pasado Nacho Vigalondo y Ernesto Sevilla a la dirección entre otros, no estamos hablando, por lo tanto, de novatos en esto de hacer comedia.
Pero si por algo me gustaría destacar a la producción es por cómo han sabido transmitir la esencia de barrio que la empapa y es que Las Águilas (barrio cerca del Paseo de Extremadura en Madrid) tiene una importancia capital para la historia y la ambientación, tanto en los pisos de señora de toda la vida como la vida cotidiana con sus tiendas y bares, son perfectas, en ese sentido creo que es lo mejor, de largo, de la serie.
Por contra, se adoctrina en varias facetas sociales en cada episodio, alguno de ellos desde el humor, otros sacando al espectador (por lo menos en mi caso) de la historia, la balanza humor-conciencia social, es muy difícil de calibrar y en esta ocasión no lo han logrado con mucho tino, pese a todo me parece un producto sencillo, sin muchas pretensiones, con un buen diseño de producción y actores que soportan la historia con solvencia, entretenimiento sin mayores complicaciones, en definitiva.
[ACTUALIZACIÓN TEMPORADA 2]
Parece que en la segunda temporada se han acrecentado todas las debilidades de la serie, donde antes se veía una frescura "amateurista" bastante bien digerida, ahora parece un clon de esas caspo-series que todos tenemos en mente (me ahorraré comentarios para no herir susceptibilidades).
Tiene puntazos como todo lo relacionado con Fran Perea o el gran (en más de un sentido) Javier Botet haciendo de Tucker (un trasunto manchego del clásico antihéroe al estilo Cass-Sobrenatural o Constantine) y el final que desarrollaré algo más en spoiler.
Sin embargo, hay escenas tremendamente forzadas como esa obsesión que tiene Netflix con hacer a sus personajes homosexuales o la diatriba antitaurina que recorre la serie en varios capítulos.
Ah, y siempre hace falta más tiempo en pantalla de Perruedines!
El producto de Netflix cuenta con bastantes aciertos, a los mandos están Miguel Esteban y Raúl Navarro a quienes hay que tenerles muy presentes por colaborar con Ignatius para crear esa obra desopilante y totalmente inclasificable que es “El fin de la comedia”. Otro de los grandes aciertos es el elenco, partiendo de 2 protagonistas con tirón como Quim Gutiérrez (haciendo de Quim Gutiérrez) y Clara Lago (haciendo de Clara Lago) y un buen puñado de secundarios que le dan bastante profundidad a la serie, entre otros Adrián Pino (como el vecino opositor y cómplice de nuestro héroe) y Catalina Sopelana (nueva cara, por lo menos para mí, con un personaje que si bien aporta frescura llega a cansar por momentos), pero no nos podemos olvidar de otros que hacen que la serie tenga un enfoque coral que le sienta de maravilla como son Jorge Sanz (como padrino de nuestro héroe), Denis Gómez (robando escenas por doquier con un vecino yonki totalmente pasado de vueltas), Aníbal Gómez (la otra parte de Ojete Calor siempre es bien recibido a una fiesta) o Paula Malia (con un personaje al que dota de una mezcla de ternura, inocencia y tontuna).
Por aquí han pasado Nacho Vigalondo y Ernesto Sevilla a la dirección entre otros, no estamos hablando, por lo tanto, de novatos en esto de hacer comedia.
Pero si por algo me gustaría destacar a la producción es por cómo han sabido transmitir la esencia de barrio que la empapa y es que Las Águilas (barrio cerca del Paseo de Extremadura en Madrid) tiene una importancia capital para la historia y la ambientación, tanto en los pisos de señora de toda la vida como la vida cotidiana con sus tiendas y bares, son perfectas, en ese sentido creo que es lo mejor, de largo, de la serie.
Por contra, se adoctrina en varias facetas sociales en cada episodio, alguno de ellos desde el humor, otros sacando al espectador (por lo menos en mi caso) de la historia, la balanza humor-conciencia social, es muy difícil de calibrar y en esta ocasión no lo han logrado con mucho tino, pese a todo me parece un producto sencillo, sin muchas pretensiones, con un buen diseño de producción y actores que soportan la historia con solvencia, entretenimiento sin mayores complicaciones, en definitiva.
[ACTUALIZACIÓN TEMPORADA 2]
Parece que en la segunda temporada se han acrecentado todas las debilidades de la serie, donde antes se veía una frescura "amateurista" bastante bien digerida, ahora parece un clon de esas caspo-series que todos tenemos en mente (me ahorraré comentarios para no herir susceptibilidades).
Tiene puntazos como todo lo relacionado con Fran Perea o el gran (en más de un sentido) Javier Botet haciendo de Tucker (un trasunto manchego del clásico antihéroe al estilo Cass-Sobrenatural o Constantine) y el final que desarrollaré algo más en spoiler.
Sin embargo, hay escenas tremendamente forzadas como esa obsesión que tiene Netflix con hacer a sus personajes homosexuales o la diatriba antitaurina que recorre la serie en varios capítulos.
Ah, y siempre hace falta más tiempo en pantalla de Perruedines!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Finalmente la serie se cancela en un momento, precisamente, en el que se le sacaría buen partido si está bien llevado, con la invasión secreta de los reptilianos comandados en una avanzadilla por Andoni Ferreiro (sublime).
Y el uso de las gafas de sol con ese homenaje a "Están Vivos" del maestro Carpenter me parece una delicia.
Una pena no poder continuar con la serie, pero para mí la primera fue muy interesante con todos los aspectos mejorables que pudiera tener (le puse un 7) pero esta segunda es un auténtico fiasco en todos los sentidos.
Y el uso de las gafas de sol con ese homenaje a "Están Vivos" del maestro Carpenter me parece una delicia.
Una pena no poder continuar con la serie, pero para mí la primera fue muy interesante con todos los aspectos mejorables que pudiera tener (le puse un 7) pero esta segunda es un auténtico fiasco en todos los sentidos.
10
19 de diciembre de 2015
19 de diciembre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo que comenzar diciendo que Sergio Leone ha sido siempre uno de mis directores fetiches (y de quién no, si Tarantino lo idolatra en un podio por algo será). Desde bien pequeño he visitado recurrentemente su trilogía del dólar, como tantos niños alentado por los gustos de su padre y abuelo, disfrutando esas calurosas tardes de verano en cualquier pueblo perdido de la mano de Dios.
Poco a poco te vas enganchando a esta maravillosa adicción llamada cine y descubres que oye, tiene otras películas (que no solo de Eastwood vive el hombre) y qué cosas tiene la vida, son peliculones, auténticas maravillas… peeeero no son muchas y decides que vas a desgranarlas poquito a poco, sin prisas que las cosas buenas tienen que llevar su tiempo.
Y un día te descubres esquivando el visionado de para el gusto generalizado (crítica y público va n de la mano en una de esas ocasiones tan atípicas) es su auténtica obra maestra, la película por la que será recordado ad eternum (más allá de su icónica aportación con la trilogía ya mencionada).
Y llega el momento, te sientas en tu sillón favorito y decides que ya vale, que ya va siendo la hora, que quizá se lo debas al bueno de Sergio y aunque con el miedo en el cuerpo: ¿cumplirá las expectativas? ¿un “spaguetti” marca Leone sin Eastwood tiene tanto potencial?, decides que es el momento de cerrar el ciclo.
Y el resto os lo podéis imaginar, aún tengo un escalofrío de recordar su banda sonora (histórica, de las mejores de Morricone), mantengo en mi retina la fría y despiadada mirada de Henry Fonda, en una de sus mejores interpretaciones curiosamente como villano, en las antípodas del regio vaquero de las pelis de Ford. Me enamoro de la Cardinale espectacular como pocas veces se ha visto en pantalla demostrando que las mujeres de Leone tienen más bemoles que muchos personajes macho-alfa de cualquier otro director… Mención especial para el dúo de pícaros formado por Robards y Bronson, a quien su pétrea expresión esculpida a golpe de mazazo y cincel no le puede venir mejor al misterioso personaje Harmónica, hecho a la medida de Clint Eastwood para que nos vamos a engañar, pero a quien no se le echa en falta para nada.
OBRA MAESTRA sí, en mayúsculas.
Poco a poco te vas enganchando a esta maravillosa adicción llamada cine y descubres que oye, tiene otras películas (que no solo de Eastwood vive el hombre) y qué cosas tiene la vida, son peliculones, auténticas maravillas… peeeero no son muchas y decides que vas a desgranarlas poquito a poco, sin prisas que las cosas buenas tienen que llevar su tiempo.
Y un día te descubres esquivando el visionado de para el gusto generalizado (crítica y público va n de la mano en una de esas ocasiones tan atípicas) es su auténtica obra maestra, la película por la que será recordado ad eternum (más allá de su icónica aportación con la trilogía ya mencionada).
Y llega el momento, te sientas en tu sillón favorito y decides que ya vale, que ya va siendo la hora, que quizá se lo debas al bueno de Sergio y aunque con el miedo en el cuerpo: ¿cumplirá las expectativas? ¿un “spaguetti” marca Leone sin Eastwood tiene tanto potencial?, decides que es el momento de cerrar el ciclo.
Y el resto os lo podéis imaginar, aún tengo un escalofrío de recordar su banda sonora (histórica, de las mejores de Morricone), mantengo en mi retina la fría y despiadada mirada de Henry Fonda, en una de sus mejores interpretaciones curiosamente como villano, en las antípodas del regio vaquero de las pelis de Ford. Me enamoro de la Cardinale espectacular como pocas veces se ha visto en pantalla demostrando que las mujeres de Leone tienen más bemoles que muchos personajes macho-alfa de cualquier otro director… Mención especial para el dúo de pícaros formado por Robards y Bronson, a quien su pétrea expresión esculpida a golpe de mazazo y cincel no le puede venir mejor al misterioso personaje Harmónica, hecho a la medida de Clint Eastwood para que nos vamos a engañar, pero a quien no se le echa en falta para nada.
OBRA MAESTRA sí, en mayúsculas.
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