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Críticas 35
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
26 de marzo de 2008
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peter Brook es uno de los más grandes directores teatrales de la segunda mitad del siglo XX. Sólo en contadas ocasiones se puso delante de una cámara para dirigir, pero las pocas veces que lo hizo creo maravillas como ésta. Marat-Sade (cuyo título completo es "Persecución y asesinato de Jean Paul Marat representado por el grupo teatral de la Casa de Salud de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade") es una obra teatral escrita por Peter Weiss (uno de los grandes renovadores del teatro contemporáneo) que Brook dirigió en teatro y que se decidió a adaptar al cine conservando una escenografía muy teatral y musical. El resultado es una joya que une teatro y cine, innovación formal y contenido crítico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El marqués de Sade, encerrado en el hospital psiquiátrico de Charenton (se pasó casi toda su vida encerrado en cárceles y manicomios), dirige una obra teatral, representada por los propios enfermos, en la que se recrea la muerte del jacobino Jean-Paul Marat. La acción transcurre enteramente en la sala donde se representa la obra y a través de la confrontación entre Marat y Sade (que interviene constantemente en la obra exponiendo sus propios pensamientos para contrastarlos con los de Marat y los ideales de la Revolución) se nos presenta una reflexión profunda e inteligente sobre la revolución y el papel que la libertad individual, las pasiones, el deseo y la violencia tienen en ella. Una obra maestra llena de colorido y con unas reflexiones muy inteligentes y muy actuales respecto al ser humano y las posibilidades de su liberación.
27 de noviembre de 2007
33 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una obra maestra sin discusión, aunque a muchos les parecerá aburrida, lenta, sosa, etc. ¿Qué más da? Paradjanov no pretende entretener (eso que se lo dejen a George Lucas), sino crear belleza, transmitir sentimiento, enamorar con la imagen.
Sayat Nova (El color de las granadas) es una película plena de simbolismo, de lecturas personales y matices que nos incumben sólo a nosotros, es una obra abierta. Estéticamente se puede caracterizar por el estallido de color que desborda la pantalla, llegando al barroquismo, pero sin sobrecargar, sin agobiar, sin aburrir, todo lo contrario, hace que nos sumerjamos en la escena, que disfrutemos de una sobredosis de luz, de color, de imágenes dotadas de une belleza sublime. Una genialidad, una obra pictórica y una rareza sólo apta para amantes de un cine que explore sus conexiones con otras artes, sus posibilidades creativas y sus límites estéticos y semánticos.
11 de septiembre de 2008
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pier Paolo Pasolini es uno de los personajes más fascinantes del siglo XX, tanto por su febril actividad creativa como por su permanente compromiso político. Pasolini fue un Leonardo o un Rafael del siglo XX, un intelectual y un artista (en el sentido que tenían hace ya muchos años esos términos) capaz de tocar todos los campos del saber y del arte (poesía, novela, teatro, ensayo, cine, pintura) con una maestría que muchos ni tan siquiera aspiran a alcanzar, pero al mismo tiempo con una modestia y una sinceridad muy alejada del habitual narcisismo, megalomanía y estupidez de los “creadores” contemporáneos. Pasolini era ante todo un humanista, pero un humanista que sabía que la cultura humanística había desaparecido o estaba en trance de desaparecer, que la barbarie se ha instalado entre nosotros y que la cultura no es una inocente damisela sino una prostituta vendida al mejor postor, al capitalismo y a la sociedad de la abundancia mercantil.
Puede que Edipo re no sea una de las películas más destacadas de la filmografía de Pasolini. No es el neorrealismo crudo de Accattone o Mamma Roma, ni tiene la visión idealista y colorista de la Trilogía de la vida, ni la poesía crítica e hiperpolitizada de Porcile o Teorema, ni tampoco alcanza el nivel apocalíptico, polémico y pesimista de Saló. Decir que Edipo Re es una película de transición es una obviedad, porque todas las películas de Pasolini fueron eso, películas de transición, todas ellas son una búsqueda constante y, en gran medida desesperada, de un lenguaje que sea algo más que cinematográfico, que enganche con la vida y con el proyecto de mejorarla. En ese sentido, todo su cine es un cine extremadamente personal, íntimo, pero puede que Edipo re sea su película más íntima, y no sólo por su contenido claramente autobiográfico (reconocido por el propio Pasolini), sino sobre todo por cómo logra a partir de un mito clásico llevar a cabo una crítica del mundo contemporáneo de una forma que sólo Pasolini puede hacer, con sutileza, con una forma de narrar que lo dice y no lo dice todo, que nos deja la libertad para buscar la verdad por nuestra cuenta.
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El tema de Edipo re, más allá de la interpretación freudiana y de la identifiación entre Pasolini y Edipo, es el de la culpabilidad. Pasolini nos muestra cómo se puede ser inocente y al mismo tiempo culpable sin saberlo, cómo somos víctimas de un mundo que nos hunde en el fango y cómo colaboramos con la barbarie sin que lo sepamos y cómo al descubrir la verdad que se oculta en nuestra vida aparentemente apacible nos vemos arrastrados a la locura. Edipo re es una película con un mensaje político contundente, aunque no sea evidente, es una crítica al capitalismo y al “nuevo orden hiperindustrial”, a esta sociedad en la que unos se mueren de hambre y otros de aburrimiento, una sociedad en la que todos somos culpables de la destrucción del mundo y de la vida, pero al mismo tiempo somos inocentes, pues también somos víctimas de esa hidra que nos arrastra y nos empuja hacia el abismo sin que sepamos qué hacer, cómo reaccionar, cómo evitar la catástrofe que nos acecha. Sólo nos quedaría enloquecer, huir, llorar.
El pesimismo crítico de los últimos años de Pasolini aparece ya en esta película, que puede ser considerada como un prólogo crítico a sus obras más optimistas, contagiosas y vitalistas (Trilogía de la vida, Teorema) y que engancharía con su gran obra final, su epílogo, ese grito desesperado que fue Saló. Lejos de adherirse al optimismo de su tiempo, Pasolini nos presenta una realidad atroz y nos obliga a enfrentarnos a ella, ¿qué podemos hacer?, ¿qué debemos hacer? Desde luego no hacer caso omiso a la profecía, sino enfrentarnos a ella, comprenderla y buscar la manera de evitar su cumplimiento. La ignorancia no nos salva, el mirar para otro lado es complicidad con la barbarie. Puede que la profecía (el triunfo definitivo del capitalismo) sea inevitable, pero la única forma de afrontar la vida con dignidad, es ser consciente de esa profecía que nos amenaza y de todo lo que conlleva, seguir la vida como si nada fuese con nosotros en una huida ignorante y aparentemente inocente es un suicidio retardado, pues al final la profecía nos alcanza y acabará explotando en nuestras manos, destruyendo nuestras vidas y las de todos los seres que amamos.
7 de agosto de 2008
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de estar ambientada en la Bulgaria bajo dominio turco del siglo XVI, Cuerno de cabra no es una película histórica estrictamente hablando. El escenario es lo de menos, podía haber sido situada en cualquier otra época o lugar. La clave de la película, más allá del escenario histórico e incluso del crimen con el que comienza y de la necesidad de la venganza, es la reflexión sobre la vida, sobre sus posibilidades, sobre aquello que la engrandece y aquello que la reduce a un dejarla pasar. Es una reflexión sobre el amor y la muerte, Eros y Tanatos tratando de imponerse el uno sobre el otro.
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Un pastor sube a las montañas a apacentar a sus cabras y en sus ausencia su mujer es violada y asesinada por los turcos en presencia de su hija pequeña. El pastor decide llevarse a su hija a las montañas y educarla como un hombre, entrenándola para que nueve años después lleve a cabo la venganza y ejecute a los asesinos de su madre. Pero cuando ha de matar al primero de los culpables la chica flaquea, tiene dudas y es incapaz de culminar la venganza. Es su padre el que debe rematarlo, lo que provoca su ira hacia la chica. Lo único que mueve al padre es la venganza, la vida no tiene otro sentido para él y ha tratado de hacer lo mismo con su hija. Al hacerlo le ha robado su vida, provocándole un daño igual al que le habían hecho los turcos. Ella sólo ha conocido el sufrimiento, la violencia, el miedo y el rencor. Pero aún así se niega a pensar que todo pueda reducirse a eso.

La chica continúa su entrenamiento y su misión vengadora, pero entonces conoce a un joven pastor. Y descubre el amor, descubre lo que es la vida y la venganza deja de ser su única razón de ser. A escondidas vuelve a ser mujer y se casa con el pastor. Pero el padre, obsesionado con la venganza, lo descubre y asesina a su yerno. La chica, al ver a quien le había devuelto la vida muerto, incendia la casa y se mete en ella, suicidándose, pues le han robado lo único que le había dado sentido a su vida. El padre, al ver a su hija muerta, es por primera vez consciente de que al reducirla a elemento de ejecución de su venganza le ha robado su vida. Ella la trató de recuperar y prefirió morir antes que volver a lo anterior, a vivir una vida sin vivirla, una vida reducida al miedo y al rencor.

No es una gran obra maestra, pero sí una película interesante que invita a reflexionar, con una buena y sobria puesta en escena y una actriz protagonista que tiene momentos extraordinarios, como cuando se duerme pensando en su amante, sonriendo y suspirando.
29 de agosto de 2008
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas películas de terror hay ya que consigan convencer, atrapar, sorprender o simplemente entretener. Está tan trillado el género y son tantos los tópicos una y otra vez repetidos que parece que este tipo de cine está ya tan muerto como los zombies y al igual que estos ya no inspira miedo sino simplemente vergüenza ajena. Y entonces llega un señor llamado Rob Zombie (enseguida hablaremos un poco más de él y de su trayectoria) y consigue insuflar nueva vida al género utilizando esos mismos tópicos, lugares comunes, escenas y personajes ya vistos una y mil veces en todos los clásicos, pero aportando frescura, mucho humor negro, imaginación y un toque revival pero que quiere ir más allá del mero homenaje y ofrecer algo más.
Rob Zombie, cantante del mítico grupo White Zombie, es un tipo que ha mamado cine de serie B y Z desde su infancia. Este tío en lugar de comerse el bocata de mortadela viendo Barrio Sésamo lo hacía viendo pelis gores. Hace años había un lamentable programa de la MTV (cuyo nombre no recuerdo) en el que unos muñecos de plastilina que representaban a diferentes estrellas del cine y del rock se zurraban en plan lucha libre. Todos los fines de semana en un bareto heavy teníamos nuestra ración de esta basura y todavía recuerdo uno en el que Ozzy Osbourne se enfrentaba a Rob Zombie. El muñeco de Ozzy le decía a Rob: “Yo ya adoraba a Satán cuando tú todavía llevabas pañales de cuero” y a continuación creo recordar que le arrancaba el corazón (o algo así). Y es cierto que Ozzy ya comía murciélagos (con las consecuencias que todos conocemos) cuando Rob Zombie iba a la guardería, pero mientras Ozzy hace ya muchos años que da pena, el bueno de Rob Zombie se ha convertido en uno de los reyes del bizarrismo y la casquería. Satán debe estar orgulloso de su discípulo.
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El argumento de La casa de los 1000 cadáveres es sencillo y tópico: dos parejitas de enamorados se pierden en mitad de la noche y acaban en una casa de los horrores en la que una familia de frikis paletos se dedican a asesinar a gente y a celebrar bizarros rituales. Todo esto regado con sangre a borbotones y un batiburrillo de componentes del buen cine de serie B: ultraviolencia, zombies, sexo, gore, experimentos con seres humanos, canibalismo, etc. Por cierto, en más de un aspecto La casa de los 1000 cadáveres recuerda a la mítica e infravalorada película española La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos: dos parejas de incautos urbanitas perdidas en mitad del campo, familia de paletos caníbales, hermana ninfómana (interpretada en este caso por Sheri Moon, la espectacular mujer de Rob Zombie, que borda este papel y hace que uno desee caer en sus manos para ser torturado), chica que parece (sólo parece) que se va a salvar en el último momento… Un parecido más que razonable.
Para terminar, hacer mención de algunos de los homenajes que el tío Rob hace en la película: al personaje de Vampira, a las películas Madhouse o La matanza de Texas, a Vincent Price, etc. Un placer para todo friki que se precie de serlo. Y también destacar algunos de los toques de humor negro, como el payaso más grotesco y siniestro que se recuerda en el cine (excepción hecha de las películas de los payasos de la tele Gaby, Fofó y Miliki, ¡estos sí que daban miedo!), la escena del pez-hombre (simplemente espectacular) o los personajes del abuelo y la madre (a cual de los dos más grotesco…)
Una buena combinación de elementos prestados de clásicos del gore y del terror, una cuidada puesta en escena, toques de humor en el momento justo, una fotografía que sorprende bastante, una buena banda sonora (compuesta como no podía ser menos por Rob Zombie). En definitiva. Un nuevo clásico del género (y falta le hacía). Y al que no le guste...
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