Jaume Collet-Serra, el creador de esta película, es un director catalán con más nombre que talento del que se habla poco por estos lares debido a que ha desarrollado casi toda su carrera en el país de las barras y estrellas.
Autor de títulos como "La casa de cera" (2005), "La huérfana" (2009) o, más recientemente, "Non-Stop" (2014), tal vez lleve a cabo el mejor de sus trabajos (que tampoco es decir mucho viendo toda su filmografía) con esta historia de lucha y supervivencia con algunos puntos positivos pero con otros cuantos negativos.

Empezando por lo malo, lo primero que llama la atención es la falta de originalidad. Seguro que no era algo que buscaban y tenían otros objetivos más evidentes, pero eso no les salva. Por momentos una copia-homenaje (y pongo lo de homenaje porque hoy estoy de buen humor) al gran "Tiburón" (1975) del no tan grande (¡¡Herejía!!) Steven Spielberg. Hay un par de escenas que serían iguales a las de hace 40 años si al bueno de Steven le hubiesen prestado un ordenador... Seguiré pensando que es una especie de homenaje...
Otros aspectos negativos son la puesta en escena y los diálogos. En cuanto a lo primero, la cosa es que más que una película sus primeros 15 minutos parecen un reportaje en el que nos enseñan lo buena que está la
protagonista... Es cierto, aquí el mítico jefe de policía Martín Brody (Roy Scheider) no tiene nada que hacer, pero yo creo que no hace falta tanto tiempo para que nos demos cuenta.
Y en relación a los diálogos... Pues muy mal. Y mira que era fácil, el 90% de la peli sólo tiene dos protagonistas... Y uno no habla.
Así pues, las escasas conversaciones que nos regalan son ridículas hasta el extremo y el doblaje aún peor.

Podría hablar de otras cosas que llaman la atención para mal (véase al secundario borracho o un par de escenas finales con el escualo como protagonista) pero como he dicho antes hoy estoy de buen humor y no voy a decir más...
Ya os lo dejo para que flipeis vosotros.

En cuanto a los aspectos positivos destacaría dos principalmente. También hay un detallito que me ha gustado pero lo dejo para más adelante.
Lo primero que me llama la atención y lo más destacable de la película para mi gusto es su preciosa fotografía. Aún más meritorio si se tiene en cuenta lo minimalista de la película. Una playa, un mar y poco más.
Se que es un paraje idílico pero que después de hora y media sigas flipando con algunos planos muy molones tiene su mérito.
Lo otro que me ha gustado es la sensación claustrofóbica que produce. Consigue meterte en la piel de la protagonista y que por momentos lo pases igual de mal que ella. Tampoco es la hostia de tenso pero mantiene el nivel.

En definitiva se trata de película que consigue lo que pretende a duras penas, entretener y agobiar, pero donde los aspectos negativos pesan más que los positivos y el resultado final resulta un poco decepcionante. Al igual que su desenlace, demasiado espectacular y demasiado poco inteligente.

Ah, y antes de acabar el detallito. Antes dije que sólo había dos protagonistas principales: la modelito y el tiburón... Pues no, tenemos un tercero en discordia que acompaña a la chica todo el tiempo y que sin duda es quien mejor lo hace así que qué menos que mencionarlo. Se llama Sully "Steven" Seagull y es una gaviota.

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Interesante muestra del nuevo producto nacional que destaca principalmente por un ritmo bastante conseguido que sólo frena en algunas ocasiones y unas buenas interpretaciones de sus protagonistas.

Hablamos de una coproducción hispano-argentina dirigida por un Daniel Calparsoro que seguramente haya conseguido llevar a cabo su mejor obra desde la ya lejana en el tiempo, pero no por ello menos interesante, Asfalto (2000).
Tratando un tema muy actual (lamentablemente) consigue enganchar al espectador prácticamente desde el primer minuto, manteniendo el nivel siempre en alto, a pesar de algunas incongruencias y algunos momentos innecesarios. Intenta hacer que las cosas no sean lo que parecen, cosa que siempre mola, y cosa que logra en bastantes ocasiones.

En cuanto a las interpretaciones tengo sensaciones encontradas. Es cosa mía. Me explico. A mi entender Luis Tosar es sin lugar a dudas el mejor actor español de los últimos tiempos. Obras como “El niño” (2014) o “Mientras duermes” (2011), me hacen creer firmemente en ello. El problema es que en esta película y desde mi humilde opinión ha estado un poquito por debajo de su nivel. Esto quiere decir que si le tuviese que puntuar le pondría un notable en lugar de un sobresaliente… Tampoco es tan trágico ¿no?.
Y por otro lado, para contrarrestar la sensación anterior, me ha encantado el trabajo de Rodrigo de la Serna. Conocido por su aparición en algunas series y pelis menores, su principal papel hasta el que nos ocupa lo desarrolló en la interesante “Diarios de motocicleta” (2004), interpretando a Alberto Granado, el inseparable amigo del Che Guevara.
En “Cien años de perdón” da el gran paso definitivo en su carrera. Oiremos hablar mucho de él. Y oiremos hablar bien.

En resumen, una película que aprovecha la actualidad que nos toca vivir y que consigue, en cierta manera, empatizar con el espectador. Eso si, el desenlace me supo a poco. Tal vez sea porque en estos temas yo me decantaría por una opción un poco más radical.

Yo no soy de los que se lee un libro en dos días… Soy más de saborearlo durante semanas aunque eso me cueste tardar mucho en llegar a su desenlace. Esto, como todo, tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes, y entre estos últimos destacaría uno que me da realmente por saco. No es otro que el día que deciden hacer una película de ese libro.
Y es que condensar una historia que he estado leyendo un mes, en los 90 clásicos minutos del cine hace que siempre me quede a medias independientemente de la calidad de la película.

Pues más o menos eso es lo que pasa aquí. La enésima versión de una novela de Stephen King llevada a la gran pantalla y que, como sus predecesoras, te deja un poco a verlas venir. Es cierto que Cell, el libro en que está basada tampoco es de las mejores cosas que ha hecho, pero lamentablemente la película baja aún más el nivel.

Una historia que podíamos definir como una mezcla entre “El incidente” (2008) y “28 días después” (2002) con teléfonos móviles de por medio… Evidentemente está muy por debajo de estas dos pero eso no quita que te recuerde a ellas.
Parte con un ritmo muy bueno pero enseguida la historia se vuelve monótona e incluso repetitiva (nuestros protagonistas viven situaciones similares con distintos grupos de gente). Gente que por otra parte podría resultar interesante pero que su corta cuota de pantalla impide un desarrollo adecuado de sus personajes.
Es bastante fiel al libro en líneas generales pero como dije antes, comprimirlo en 90 minutos, hace que pierda gran parte de su esencia. Para hablar de sus puntos positivos tenemos que fijarnos en los extremos. Tanto el comienzo como el impactante final son sin lugar a dudas lo mejor de la película. Tampoco esta mal el papel que desarrolla el veterano Samuel L. Jackson, un tipo que supera a nivel interpretativo a otro veterano: John Cusack. Todo sea dicho, un actor que nunca me ha gustado en exceso.
Y dirigidos por un semidesconocido Tod Williams, con apenas otros tres títulos en su carrera, y cuyo film más conocido sería Paranormal Activity 2 (2010). Aquí intenta cimentar su obra sobre algo de crítica social aunque el resultado es insuficiente.
El resto, y con esto acabo, son cuatro sustos más o menos interesantes, gente que parece que a los cinco minutos de producirse “el incidente” ya saben todo acerca del mismo, y un final, y eso me ha gustado, sin dar lugar a ningún tipo de concesión.

Hay que empezar diciendo que estamos ante un producto un tanto inusual. Esto no implica que sea malo o bueno, pero le otorga un interés especial.
Es inusual porque en un giro más de tuerca nos presentan el documental dentro del documental. El famoso “mockumentary” mezclado con el tan utilizado últimamente “found footage” hecho película para amantes y detractores de este controvertido género.
No es que sea difícil de entender, es que yo me explico mal. Es tan sencillo como que el director de la peli se interpreta a sí mismo rodando un documental. Un tipo llamado Adam Green cuyos mayores logros son la saga “Hatchet” (2006) y “Frozen” (2010), productos de serie B con más pena que gloria.
Eso sí. Con esta película tal vez consiga uno de los espacios promocionales más largos jamás visto. Una interminable sucesión de camisetas, pósters y demás merchandising donde nos muestra todas sus creaciones. Sí señor. Con dos cojones.
Y antes de pasar a la película en sí misma, otro par de detalles para mérito del figura este. Cuando digo interpretándose a sí mismo, lo digo literalmente. Le podemos ver en la Comic-Con de San Diego en imágenes reales hablando con directores más contrastados como Mick Garris o Tom Holland, o le podemos ver en su verdadera casa con su verdadera mujer en ropa interior… Lo dicho, todo un crack.

Lo que no es tan crack, ya metiéndonos en el tema, es la película en sí misma.
Partiendo de una premisa que me llamó la atención, la sinopsis en definitiva, el film va dando bandazos entre la comedia y el terror más light, con lo que no consigue definirse hasta los últimos minutos del metraje.
Demasiado lenta e insustancial para mi gusto durante su primera hora. Tienes ganas de ver cosas y eso casi nunca pasa. La espera se hace demasiado larga. Y cuando llega lo interesante la peli se acaba. Unos últimos 20 minutos que se decantan por el terror y que, aparte de ver algunas caracterizaciones de los “monstruos” cuanto menos curiosas e inquietantes, nos genera esa tensión que tanto se echa de menos el resto del metraje.
También habría que destacar la interpretación de Ray Wise en el papel del loco que cree en los monstruos, un actor irremediablemente conocido por ser el padre de Laura Palmer en la inigualable serie de tv “Twin Peaks” (1990 – 1991). Le da caché a la película.

En resumen, algo inusual que tal vez tratado de otra manera hubiera conseguido llegar a cotas más altas. Algo sólo para ver si eres de los raros a los que nos gusta este género.
Por cierto, he obviado el final porque o vuelve a dar un giro hacia la comedia (cosa que no me gusta) o es una tomadura de pelo. O tal vez sea la comedia dentro de la comedia. La metacomedia ha nacido.

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Basada en hechos reales, la película trata la tragedia que sufrieron unos alpinistas en su intento por alcanzar la cima del mundo allá por 1996.
Una película que baila continuamente entre el cine catastrófico y el drama, y donde este último acaba por devorar al primero. Tal vez esto sea lo que menos me ha gustado ya que es un producto muy disfrutable cuando la montaña es la protagonista. Sus imponentes imágenes y las emocionantes escenas que se desarrollan en ella son sin ninguna duda lo mejor del film.
Por otro lado el elevado número de personajes hace imposible que se profundice mucho en ellos con lo que la parte dramática que comentaba antes resulta por un lado incompleta y por otro cansina. Tal vez si se hubiesen centrado más claramente en uno o dos personajes el resultado hubiera sido más redondo.

Como aspecto a destacar me gustaría hablar del grado de detalle con el que se trata el componente puramente “montañístico”. Un perfecto recorrido que va desde Katmandu o Lukla hasta la cima del coloso, pasando por su campo base o el famoso Escalón de Hillary entre otros muchos lugares. Un gustazo para los amantes del montañismo.

En cuanto a la dirección, Baltasar Kormácur es el encargado de llevarla a cabo. Un tipo de origen hispano-islandés (ahí queda eso) con un currículum relativamente largo en el que destacan obras como “2 guns” (2013) o “Contraband” (2012). El mérito en la parte interpretativa se lo otorgo a Josh Brolin, un actor con un largo historial y que podemos ver ahora en la último peli de los hermanos Coen, “Ave César” (2016), como protagonista. Aquí no lo es pero destaca como si lo fuese.
Y una pequeña curiosidad respecto a él. Su primer papel fue en “Los goonies” (1985). Un mito para los de mi generación.

En definitiva una entretenida película técnica y visualmente hablando pero que se pierde en un sentimentalismo inconcluso que la deja peligrosamente al borde del abismo.

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