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Críticas ordenadas por utilidad
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6,9
87.656
7
4 de octubre de 2010
4 de octubre de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante, por mucho que digan Spielberg es uno de los mejores cineastas de su generación y uno de los grandes de todos los tiempos, sobre todo en lo que a cine comercial se refiere. Ahora bien, si algunas de sus grandes virtudes vienen de mantenerse fiel a los principios básicos del entertainment, también sus mayores defectos se derivan de esa fidelidad militante a la comercialidad.
Según se ha ido haciendo mayor Spielberg ha ido haciéndose más crítico, una saludable tendencia inversa a la habitual. Ahora bien, en lugar de dedicarse sólo a hacer dramones, como otros muchos, ha tendido a compaginar su visión crítica con una narrativa entretenida y comercial: enfatizando la estructura y el ritmo, describiendo personajes más bien sencillotes y bien delimitados, tendencia a la narración fabulística, explotando al máximo la técnica, compaginando -cuando no privilegiando- la dimensión lúdica con la expresiva... vamos, lo que viene siendo la tradición fuerte del cine hollywoodiense.
Y claro, esto puede dar lugar a pelis excelentes o a bodrios almibarados. Spielberg suele quedarse a mitad de los dos extremos. "Minorty Report" es otro ejemplo más, aunque también podían serlo "La Terminal" o "Salvar al Soldado Ryan", estando "Munich" más cerca del polo de excelencia e "Inteligencia Artificial" del bodrio.
A ver si me explico. Me gusta ver a Spielberg criticando el control social, la hiperdependencia de la tecnología y la deshumanización progresiva de nuestras sociedades. Me gusta mucho que lo haga con una peli plena de acción, intriga y aventuras. No me gusta que todo tenga que terminar bien por narices y que el malo siempre pague por su crimen, especialmente si para ello hay que recurrir a pegotes narrativos que restan credibilidad a la historia. Por ejemplo, y me contengo para no desvelar spoilers, que una persona normal y corriente se introduzca en una instalación gubernamental hipersecreta que unos minutos antes el superentrenado policía protagonista había considerado como virtualmente inexpugnable.
En fin, Spielberg: casi nunca defraudas, pero casi nunca eres capaz de llenarnos por completo. Y lo que más rabia da es saber que si quisieras podrías.
Según se ha ido haciendo mayor Spielberg ha ido haciéndose más crítico, una saludable tendencia inversa a la habitual. Ahora bien, en lugar de dedicarse sólo a hacer dramones, como otros muchos, ha tendido a compaginar su visión crítica con una narrativa entretenida y comercial: enfatizando la estructura y el ritmo, describiendo personajes más bien sencillotes y bien delimitados, tendencia a la narración fabulística, explotando al máximo la técnica, compaginando -cuando no privilegiando- la dimensión lúdica con la expresiva... vamos, lo que viene siendo la tradición fuerte del cine hollywoodiense.
Y claro, esto puede dar lugar a pelis excelentes o a bodrios almibarados. Spielberg suele quedarse a mitad de los dos extremos. "Minorty Report" es otro ejemplo más, aunque también podían serlo "La Terminal" o "Salvar al Soldado Ryan", estando "Munich" más cerca del polo de excelencia e "Inteligencia Artificial" del bodrio.
A ver si me explico. Me gusta ver a Spielberg criticando el control social, la hiperdependencia de la tecnología y la deshumanización progresiva de nuestras sociedades. Me gusta mucho que lo haga con una peli plena de acción, intriga y aventuras. No me gusta que todo tenga que terminar bien por narices y que el malo siempre pague por su crimen, especialmente si para ello hay que recurrir a pegotes narrativos que restan credibilidad a la historia. Por ejemplo, y me contengo para no desvelar spoilers, que una persona normal y corriente se introduzca en una instalación gubernamental hipersecreta que unos minutos antes el superentrenado policía protagonista había considerado como virtualmente inexpugnable.
En fin, Spielberg: casi nunca defraudas, pero casi nunca eres capaz de llenarnos por completo. Y lo que más rabia da es saber que si quisieras podrías.
9
6 de septiembre de 2010
6 de septiembre de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando a una peli, como a cualquier otra cosa, se le pone una etiqueta resulta muy difícil quitársela. A la más que interesante "Los Cuatro Hijos de Katie Elder" se le ha puesto la etiqueta de menor y de ahí no parece posible sacarla. Algunos argumentos son más o menos sólidos, y por tanto respetables. Otros me parecen disparatados. Por ejemplo, decir que como "Valor de Ley" (del mismo director, que he visto pero hace tanto que no recuerdo bien) es mejor que "Los Cuatro Hijos de Katie Elder", ésta es decepcionante y por tanto menor. Con esa vara de medir podemos decir que "Poderosa Afrodita" es menor porque no es tan buena como "Manhattan" o que "Misión de Audaces" decepciona porque no es tan genial como "Centauros del Desierto". En fin, sobran más palabras.
"Los Cuatro Hijos de Katie Elder" es una película sencíllamente fantástica, en muchas fases cine en estado puro. Es un western, pero con una alta dosis dramática, tintes de policíaco y esa habilidad de los grandes cineastas aplicar gotitas de comedia que descarguen la tensión de la historia. El desarrollo de personajes es simplemente excepcional. El ritmo es estupendo. Es entretenida, pero guarda un fondo muy profundo, con reflexiones sobre la familia, el poder, la verdad, la justicia, las diferencias generacionales, la violencia... Como western es original. No es explícita, pero tampoco oscura. Vamos, que no sé que más se le puede pedir a una película para no ser considerada "menor".
Una crítica anterior dice que es una de esas pelis que no llega a obra maestra por un pelo. Estoy completamente de acuerdo. Y en mi opinión sólo por dos cosas. Una la actuación de Dean Martin, normalita como siempre, aunque ni mucho menos calamitosa. Dos, el final, que estropea completamente la peli y que entiendo que a muchos les haga bajar 2 puntos la valoración. Sospecho que ahí metieron mano los estudios. Seguiré en spoilers mi argumentación para no pinchar el final a nadie.
"Los Cuatro Hijos de Katie Elder" es una película sencíllamente fantástica, en muchas fases cine en estado puro. Es un western, pero con una alta dosis dramática, tintes de policíaco y esa habilidad de los grandes cineastas aplicar gotitas de comedia que descarguen la tensión de la historia. El desarrollo de personajes es simplemente excepcional. El ritmo es estupendo. Es entretenida, pero guarda un fondo muy profundo, con reflexiones sobre la familia, el poder, la verdad, la justicia, las diferencias generacionales, la violencia... Como western es original. No es explícita, pero tampoco oscura. Vamos, que no sé que más se le puede pedir a una película para no ser considerada "menor".
Una crítica anterior dice que es una de esas pelis que no llega a obra maestra por un pelo. Estoy completamente de acuerdo. Y en mi opinión sólo por dos cosas. Una la actuación de Dean Martin, normalita como siempre, aunque ni mucho menos calamitosa. Dos, el final, que estropea completamente la peli y que entiendo que a muchos les haga bajar 2 puntos la valoración. Sospecho que ahí metieron mano los estudios. Seguiré en spoilers mi argumentación para no pinchar el final a nadie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A ver, ¿cómo es posible que después de criticar la violencia como solución durante toda la peli Wayne decida tomarse la justicia por su mano y no ser castigado por ello? El desarrollo lógico de la historia nos dictaría que una vez a Wayne le invade la ira y echa al traste sus propósitos de enmienda, debería ser castigado siendo apresado por asesinato y siéndole negado el amor de la chica, esa que durante toda la peli le ha estado llamando pistolero y criticándole por violento. Vale, te has dejado llevar por tus impulsos violentos, pero lo pagas, como en una tragedia griega. Como el resto de personajes, incluido un Dean Martin al que también en principio le debía estar reservada la muerte por su impaciencia.
Pero en lugar de eso, Wayne mata a James Gregory y tiene como premio el amor de la chica, el perdón del sheriff (que antes estaba decidido a enjuiciarle y le advierte de las consecuencias que traerá tomarse la justicia por su mano) y del pueblo entero, que hasta hace unos minutos ardía por lincharle. Es más, hasta Dean Martin, el más perdido de los cuatro hermanos, sobrevive.
Es un final sin pies ni cabeza, sin lógica ni coherencia con el argumento. Sospecho que los estudios no permitían que estrellas como John Wayne y Dean Martin, los "buenos" de la historia, no acabasen bien. Es la única explicación que encuentro a un despropósito de ese calibre siendo el director un tipo inteligente como Hathaway y no un Michael Bay cualquiera.
En todo caso, es lo único "menor" de la peli. El resto es estupendo, nada de "menor".
Pero en lugar de eso, Wayne mata a James Gregory y tiene como premio el amor de la chica, el perdón del sheriff (que antes estaba decidido a enjuiciarle y le advierte de las consecuencias que traerá tomarse la justicia por su mano) y del pueblo entero, que hasta hace unos minutos ardía por lincharle. Es más, hasta Dean Martin, el más perdido de los cuatro hermanos, sobrevive.
Es un final sin pies ni cabeza, sin lógica ni coherencia con el argumento. Sospecho que los estudios no permitían que estrellas como John Wayne y Dean Martin, los "buenos" de la historia, no acabasen bien. Es la única explicación que encuentro a un despropósito de ese calibre siendo el director un tipo inteligente como Hathaway y no un Michael Bay cualquiera.
En todo caso, es lo único "menor" de la peli. El resto es estupendo, nada de "menor".
Serie

7,2
9.032
6
9 de agosto de 2016
9 de agosto de 2016
18 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que en los demás aspectos de la vida, la lucha feminista por romper los estereotipos tradicionales de género en la ficción progresa de forma lenta, pero más o menos segura. El procedimental policíaco, una de las fórmulas más populares y utilizadas de la ficción televisiva, es un visible campo de pruebas en el que se han ido introduciendo personajes femeninos que buscan alejarse de los modelos patriarcales de mujer, sin terminar de conseguirlo del todo. En "Castle", "Elementary" o "Lucifer" las rudas polis coprotagonistas están claramente opacadas por el carisma de sus compañeros, a quienes permanecen subordinadas en todo momento, amen de dejarse arrastrar por la inevitable tensión romántico-sexual con ellos (prototipo narratipo en el que, por cierto, la "Expediente X" de Gillian Anderson fue pionera). En "Bones" el papel quizá se invierte, pero no nos libramos del romance. "El Cuerpo del Delito" es demasiado postfeminista (que en román paladino venía a significar que las mujeres respondieran a todos los roles femeninos tradicionales menos el de labrarse carrera profesional propia, un timo vaya) para mi gusto. "The Closer" era interesante, pero demasiado peliculera...
La norirlandesa "The Fall" (poco originalmente traducida como "La Caza") parecía sin embargo un gigantesco paso adelante. A primera vista puede parecer otra historia de persecución de asesinos en serie, incluyendo numerosas varias convenciones del género, destacadamente aquella que establece un paralelismo/contraste casi mítico entre el héroe (heroína en este caso) y el villano, recurso casi imprescindible en el policíaco desde que Conan Doyle introdujese la rivalidad entre Sherlock Holmes y Moriarty.
Pero más allá de lo mil veces visto, "The Fall" aportaba una idea novedosa, rara vez vista en la ficción de cualquier tipo: que la violencia explícita contra las mujeres (la del asesino, pero también el maltrato de algunas subtramas) forma parte de un continuo más amplio y difuso en el que también hay que incluir todos los micromachismos cotidianos. Una idea que en ocasiones es difícil de explicar y que hace que quienes la defendemos a menudo nos encontremos con escepticismo y rechazo. "The Fall" en cambio logra que lo entienda cualquiera con una operación muy simple: contar la historia desde el punto de vista de una mujer. De nuevo, algo a priori muy sencillo y que sin embargo tan pocas veces se hace. Viendo las continuas humillaciones y dificultades a las que se enfrenta la detective Stella Gibson (desde el chiste del compañero al hecho de que sus superiores menosprecien sus ideas, pasando por ser juzgada por su físico y hasta ser culpada de acostarse con un hombre casado... mientras se le exculpa a él) es más sencillo comprender que el asesinato y la paliza no son más que extremos de un sistema de dominación de género. "No sabes el efecto que provocas en los hombres" le achacan en una de las escenas cumbre de la serie... ¡Como si tuviese que responsabilizarse de los impulsos que produzca o deje de producir en los varones! Son cosas tremendas si se para uno a pensarlas detenidamente, y sin embargo las tenemos tan normalizadas que ni reparamos en ellas. Tanto, que a menudo las mujeres prefieren resignarse ante ellas que estar echándonos la bronca constantemente, situación que por cierto también refleja muy bien la serie.
Pero "The Fall" tiene un problema bien gordo, tanto que por momentos creo que echa a perder todo lo bueno de la serie. Y es que "The Fall" debería haber durado como mucho cinco episodios, pero por alguna razón que desconozco se estira hasta casi doblar esta cantidad. Y claro, se estira, se estira muchísimo, demasiado. Y cuando eso le pasa a una historia, solo hay consecuencias negativas. Por desgracia, "The Fall" no es una excepción a esta regla. A partir del tercer episodio más o menos, la trama comienza a retorcerse, varias subtramas se hacen cada vez más disparatadas, los personajes cambian y se hacen menos reconocibles respecto a sus primeras apariciones. Todo se hace más explícito, más vulgar, más distorsionado. Y saltan más a la vista los defectos, ocultos al principio pero evidentes a fuerza de repetición. Por ejemplo, la nula expresividad de Gillian Anderson, incapaz de poner más de dos caras distintas en casi seiscientos minutos de serie (característica que por cierto comparte con su ex compañero de Expediente X, David Duchovny). Al final estás deseando que termine y encima termina regular.
Una auténtica lástima, porque "The Fall" tenía muchas papeletas para hacer historia de la televisión. Me temo que, al menos por su calidad global como historia, no va a ser así.
La norirlandesa "The Fall" (poco originalmente traducida como "La Caza") parecía sin embargo un gigantesco paso adelante. A primera vista puede parecer otra historia de persecución de asesinos en serie, incluyendo numerosas varias convenciones del género, destacadamente aquella que establece un paralelismo/contraste casi mítico entre el héroe (heroína en este caso) y el villano, recurso casi imprescindible en el policíaco desde que Conan Doyle introdujese la rivalidad entre Sherlock Holmes y Moriarty.
Pero más allá de lo mil veces visto, "The Fall" aportaba una idea novedosa, rara vez vista en la ficción de cualquier tipo: que la violencia explícita contra las mujeres (la del asesino, pero también el maltrato de algunas subtramas) forma parte de un continuo más amplio y difuso en el que también hay que incluir todos los micromachismos cotidianos. Una idea que en ocasiones es difícil de explicar y que hace que quienes la defendemos a menudo nos encontremos con escepticismo y rechazo. "The Fall" en cambio logra que lo entienda cualquiera con una operación muy simple: contar la historia desde el punto de vista de una mujer. De nuevo, algo a priori muy sencillo y que sin embargo tan pocas veces se hace. Viendo las continuas humillaciones y dificultades a las que se enfrenta la detective Stella Gibson (desde el chiste del compañero al hecho de que sus superiores menosprecien sus ideas, pasando por ser juzgada por su físico y hasta ser culpada de acostarse con un hombre casado... mientras se le exculpa a él) es más sencillo comprender que el asesinato y la paliza no son más que extremos de un sistema de dominación de género. "No sabes el efecto que provocas en los hombres" le achacan en una de las escenas cumbre de la serie... ¡Como si tuviese que responsabilizarse de los impulsos que produzca o deje de producir en los varones! Son cosas tremendas si se para uno a pensarlas detenidamente, y sin embargo las tenemos tan normalizadas que ni reparamos en ellas. Tanto, que a menudo las mujeres prefieren resignarse ante ellas que estar echándonos la bronca constantemente, situación que por cierto también refleja muy bien la serie.
Pero "The Fall" tiene un problema bien gordo, tanto que por momentos creo que echa a perder todo lo bueno de la serie. Y es que "The Fall" debería haber durado como mucho cinco episodios, pero por alguna razón que desconozco se estira hasta casi doblar esta cantidad. Y claro, se estira, se estira muchísimo, demasiado. Y cuando eso le pasa a una historia, solo hay consecuencias negativas. Por desgracia, "The Fall" no es una excepción a esta regla. A partir del tercer episodio más o menos, la trama comienza a retorcerse, varias subtramas se hacen cada vez más disparatadas, los personajes cambian y se hacen menos reconocibles respecto a sus primeras apariciones. Todo se hace más explícito, más vulgar, más distorsionado. Y saltan más a la vista los defectos, ocultos al principio pero evidentes a fuerza de repetición. Por ejemplo, la nula expresividad de Gillian Anderson, incapaz de poner más de dos caras distintas en casi seiscientos minutos de serie (característica que por cierto comparte con su ex compañero de Expediente X, David Duchovny). Al final estás deseando que termine y encima termina regular.
Una auténtica lástima, porque "The Fall" tenía muchas papeletas para hacer historia de la televisión. Me temo que, al menos por su calidad global como historia, no va a ser así.
4
22 de marzo de 2020
22 de marzo de 2020
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como amante de la literatura fantástica, la saga de Geralt de Rivia del polaco Andrzej Sapkowski era una de esas cuentas pendientes que sabes que en algún momento tienes que saldar. Además, haceos cargo, un tío con melena gris que reparte espadazos es algo en lo que definitivamente estoy interesado, aunque solo sea para poder hacer luego poses en el espejo. Así que cuando empezó la fanfarria en torno a la adaptación a serie, y cómo Netflix la consideraba su propio "Juego de Tronos", supe que era ahora o nunca. Así que me zampé los dos primeros libros ("El Último Deseo" y "La Espada del Destino") compuestos por los primerísimos relatos escritos por Sapkowski, en los que empezó a dar forma a su personaje más famoso y su mundo. Antes de que le diese los mismos aires de grandeza que a todos los escritores de fantasía que consiguen más de tres lectores y se lanzara a transformarla en una macrosaga de tropecientos volúmenes de setecientas páginas. Uno de los grandes vicios de este bendito género literario.
Otro de los grandes problemas de la literatura fantástica es que en general tiende a ser toda igual. Se tocan siempre los mismos temas, se utilizan siempre los mismos tropos y arquetipos, que si dragones, que si corrupción, que si el mundo de los hombres que se va imponiendo al mundo mágico, una y otra vez. Se saquea constantemente la mitología tradicional, la historia (te miro a ti George RR Martin) y, con mucha frecuencia, a otros autores. Así que en realidad lo que diferencia a un libro de fantasía de otro es el enfoque, que le dé un giro interesante a los eternos topicazos, además claro de lo bien escrito que esté. Lo que mola de la saga de The Witcher es que a lo mismo de siempre le da un tono sucio, que a veces recuerda al noir y hasta al spaguetti western por la cosa decadente y sudorosa. Hay sangre, palabrotas, cinismo y mala uva. Ahora es casi moneda común en la literatura fantástica, pero no a principios de los 90, cuando Sapkowski empezó a publicar. Junto a Martin y, algo después, Abercrombie, es el gran introductor de este rollo grim en la fantasía heroica. Bueno, en realidad eso ya lo hacía Robert E. Howard con Conan en los años 30, pero aceptemos que The Witcher no es Tolkien, ni incluso Moorcock.
Y bueno, la cosa está bien pero tampoco me ha frito la sesera. Al menos no lo suficiente para meterme entre pecho y espalda los otros siete libros con sus cientos de páginas. Entre otras razones porque el propio Geralt, la verdad, no cae nada bien. Es bastante niñato y un amargatti de manual. El rollo amores tormentosos me parece una cosa muy de adolescentes a estas alturas de mi vida.
Y así de bien documentadito me puse a ver la serie. Que es un desastre y una bazofia. La verdad, si esta era la apuesta de Netflix por atraerse a los fans de GOT me parece que han fracasado estrepitosamente. El material de partida es casi irreconocible, cogen los relatos pero luego los cambian, mutilan y deforman, y siempre, siempre, para peor. Parece como si lo hubiesen hecho a posta. A veces piensas que lo han hecho por darle las cosas masticaditas al espectador, vamos por considerar que el espectador medio es tonto y se lía enseguida si no le explicas todo como a un niño. Pero la mitad de las veces lo complican todo más y me extrañaría que nadie que no se haya leído los libros sea capaz de seguir tanto la trama principal como algunos de los capítulos, con líneas temporales superpuestas, extraños saltos narrativos, escenas que parecen faltar y otras estar añadidas sin que aporten gran cosa. Igualmente, a veces crees que rebajan el contenido original para no asustar a nadie, y luego te ponen algo mucho más escatológico o explícito sin venir a cuento. La verdad, no sé qué pretendían, pero seguro que les ha salido fatal.
Y luego, bueno, uno se acostumbra a que en las adaptaciones a la gran pantalla todo el mundo parezca más joven y guapo que en los libros. Pero lo de esta serie no es un fallo de casting, sino una auténtica hecatombe. Cavill se esfuerza, pero es de los que piensan que la intensidad emocional es poner cara de estreñido y voz de tener laringitis, como el Batman de Nolan, ese engañabobos. Eso sí, en comparación con los demás, un titán. Calanthe sin ninguna majestad, y del pobre Jaskier, convertido en un youtuber medieval, mejor ni hablamos.
Para colmo ni siquiera parece que le hayan puesto demasiada pasta. Los efectos especiales y la ambientación muy discretos y por momentos hasta me atrevería a decir que bastante cutres.
En fin, un auténtico fracaso tanto como adaptación como ficción por sí misma. Dicen que es la serie más vista en la historia de Netflix, pero me apuesto el tesoro de un dragón a que en la segunda temporada no queda ni la mitad de la gente. Yo entre ellos.
Otro de los grandes problemas de la literatura fantástica es que en general tiende a ser toda igual. Se tocan siempre los mismos temas, se utilizan siempre los mismos tropos y arquetipos, que si dragones, que si corrupción, que si el mundo de los hombres que se va imponiendo al mundo mágico, una y otra vez. Se saquea constantemente la mitología tradicional, la historia (te miro a ti George RR Martin) y, con mucha frecuencia, a otros autores. Así que en realidad lo que diferencia a un libro de fantasía de otro es el enfoque, que le dé un giro interesante a los eternos topicazos, además claro de lo bien escrito que esté. Lo que mola de la saga de The Witcher es que a lo mismo de siempre le da un tono sucio, que a veces recuerda al noir y hasta al spaguetti western por la cosa decadente y sudorosa. Hay sangre, palabrotas, cinismo y mala uva. Ahora es casi moneda común en la literatura fantástica, pero no a principios de los 90, cuando Sapkowski empezó a publicar. Junto a Martin y, algo después, Abercrombie, es el gran introductor de este rollo grim en la fantasía heroica. Bueno, en realidad eso ya lo hacía Robert E. Howard con Conan en los años 30, pero aceptemos que The Witcher no es Tolkien, ni incluso Moorcock.
Y bueno, la cosa está bien pero tampoco me ha frito la sesera. Al menos no lo suficiente para meterme entre pecho y espalda los otros siete libros con sus cientos de páginas. Entre otras razones porque el propio Geralt, la verdad, no cae nada bien. Es bastante niñato y un amargatti de manual. El rollo amores tormentosos me parece una cosa muy de adolescentes a estas alturas de mi vida.
Y así de bien documentadito me puse a ver la serie. Que es un desastre y una bazofia. La verdad, si esta era la apuesta de Netflix por atraerse a los fans de GOT me parece que han fracasado estrepitosamente. El material de partida es casi irreconocible, cogen los relatos pero luego los cambian, mutilan y deforman, y siempre, siempre, para peor. Parece como si lo hubiesen hecho a posta. A veces piensas que lo han hecho por darle las cosas masticaditas al espectador, vamos por considerar que el espectador medio es tonto y se lía enseguida si no le explicas todo como a un niño. Pero la mitad de las veces lo complican todo más y me extrañaría que nadie que no se haya leído los libros sea capaz de seguir tanto la trama principal como algunos de los capítulos, con líneas temporales superpuestas, extraños saltos narrativos, escenas que parecen faltar y otras estar añadidas sin que aporten gran cosa. Igualmente, a veces crees que rebajan el contenido original para no asustar a nadie, y luego te ponen algo mucho más escatológico o explícito sin venir a cuento. La verdad, no sé qué pretendían, pero seguro que les ha salido fatal.
Y luego, bueno, uno se acostumbra a que en las adaptaciones a la gran pantalla todo el mundo parezca más joven y guapo que en los libros. Pero lo de esta serie no es un fallo de casting, sino una auténtica hecatombe. Cavill se esfuerza, pero es de los que piensan que la intensidad emocional es poner cara de estreñido y voz de tener laringitis, como el Batman de Nolan, ese engañabobos. Eso sí, en comparación con los demás, un titán. Calanthe sin ninguna majestad, y del pobre Jaskier, convertido en un youtuber medieval, mejor ni hablamos.
Para colmo ni siquiera parece que le hayan puesto demasiada pasta. Los efectos especiales y la ambientación muy discretos y por momentos hasta me atrevería a decir que bastante cutres.
En fin, un auténtico fracaso tanto como adaptación como ficción por sí misma. Dicen que es la serie más vista en la historia de Netflix, pero me apuesto el tesoro de un dragón a que en la segunda temporada no queda ni la mitad de la gente. Yo entre ellos.
3 de abril de 2011
3 de abril de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tiempo es el único juez fiable para valorar una obra de arte, también las pelis. Una comedia debe hacer reír, un drama emocionar y una peli de miedo asustar. Si después de décadas de haber sido concebida, una comedia sigue haciendo reír, un drama sigue emocionando y una peli de miedo sigue asustando, entonces podemos decir que nos encontramos ante un clásico.
"La maldición de Frankenstein" es exactamente eso: un clásico. Porque en 2011, cuando escribo esta crítica, sigue inquietando, repugnando, enganchando y asustando tanto como en 1957, cuando se estrenó. Tanto es así que mi mujer, que supera ampliamente la treintena, me ha dicho que teme tener pesadillas esta noche. Fabuloso.
La ambientación es espléndida, con una dirección artística que merece un aplauso. Una duración ajustadísima, donde no sobra (quizá hasta falta) ni un minuto.
Mención aparte, claro, para la absolutamente brillante actuación de Cushing, que merecidamente catapultó su carrera hasta el estrellato y, con el tiempo, hacia la leyenda. Su fabulosa interpretación es sin duda la clave de la peli, haciéndola subir muchos puntos en cuanto a credibilidad y calidad se refiere.
Cuanto debemos, en fin, a ese magnífico artesano que fue Terence Fisher. Uno de esos directores que se consideraban más currantes que artistas, que sabían darle a los estudios lo que pedían y hacerlo con el mimo y la precisión de quien le gusta hacer bien su trabajo. De esos que han pavimentado la historia del cine, a pesar de que raramente aparezcan en los manuales o en los libros especializados.
Gracias señor Fisher y gracias a la Hammer, por habernos dado tantísima diversión y entretenimiento, por tantísimo miedo. Por haber renovado los grandes mitos del terror, por haber constituido, junto a las pelis de la Universal de los 30 y 40, el mejor ciclo de cine de miedo.
"La maldición de Frankenstein" es exactamente eso: un clásico. Porque en 2011, cuando escribo esta crítica, sigue inquietando, repugnando, enganchando y asustando tanto como en 1957, cuando se estrenó. Tanto es así que mi mujer, que supera ampliamente la treintena, me ha dicho que teme tener pesadillas esta noche. Fabuloso.
La ambientación es espléndida, con una dirección artística que merece un aplauso. Una duración ajustadísima, donde no sobra (quizá hasta falta) ni un minuto.
Mención aparte, claro, para la absolutamente brillante actuación de Cushing, que merecidamente catapultó su carrera hasta el estrellato y, con el tiempo, hacia la leyenda. Su fabulosa interpretación es sin duda la clave de la peli, haciéndola subir muchos puntos en cuanto a credibilidad y calidad se refiere.
Cuanto debemos, en fin, a ese magnífico artesano que fue Terence Fisher. Uno de esos directores que se consideraban más currantes que artistas, que sabían darle a los estudios lo que pedían y hacerlo con el mimo y la precisión de quien le gusta hacer bien su trabajo. De esos que han pavimentado la historia del cine, a pesar de que raramente aparezcan en los manuales o en los libros especializados.
Gracias señor Fisher y gracias a la Hammer, por habernos dado tantísima diversión y entretenimiento, por tantísimo miedo. Por haber renovado los grandes mitos del terror, por haber constituido, junto a las pelis de la Universal de los 30 y 40, el mejor ciclo de cine de miedo.
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