Primer ingrediente: un guión excelente, impecable, profundo.

Segundo ingrediente: unas interpretaciones sublimes del trío protagonista.

Tercer ingrediente: una puesta en escena llena de sabiduría, perfección y clasicismo orquestada por el mejor director de cine vivo: Clint Eastwood.

¿Resultado?: Una obra maestra incuestionable e impagable.

Es una peliculilla infame, con un guión inexistente (que podría haber escrito un niño de 9 años), excesivamente larga y soporífera.

Y es que además esto no es cine, es un simple videojuego.

Al señor cameron se le olvida que el buen cine se vertebra sobre un buen guión, buenos actores y el buen hacer del director de turno; aquí el guión es penoso, los actores a cada cuál más malo, y el director se dedica a dilapidar millones de dólares para dar un envoltorio de videojuego al bodrio que tiene entre manos.

Un punto de inflexión en la historia del cine; esperemos que este tipo de bodrios no triunfe, ya que si no el buen cine estará en peligro de extinción.

Lo único positivo de esta castaña es que me han entrado unas ganas enormes de ver "El Padrino", oiga.

Que sí, que las interpretaciones de Colin Firth y Geoffrey Rush son excelentes, que la puesta en escena es buena, eso nadie lo puede negar, pero, se puede decir más alto pero no más claro, es una película SIN ALMA, con unos personajes planos y una historia intrascendente que se olvida instantáneamente.

La carcajada está asegurada: como ya desde el minuto 5 de la película sabemos cómo va a acabar, pues nada mejor que descojonarse con la sonrisa profidén del -dice la leyenda- actor Denzel Washington y los diálogos pretendidamente profundos (hay que seguirle la pista al guionista, menudo figura), y acalorarse por otra parte con ese portento de mujer llamada Rosario Dawson, de lejos lo mejor de la función.

Hilarante en su desarrollo y estimulante cuando Rosario está en pantalla.

Desde la apabullante escena inicial asistimos a un torbellino de buen cine, con una atmósfera oscurísima en concordancia con una galería de personajes que no son ni blanco ni negro, sino todo lo contrario, lo cual es de agradecer y hace que todo resulte creíble. Y es que ya pasa de castaño oscuro que en todas las pelis de la guerra civil española los buenos sean buenísimos y los malos malísimos; aquí todos son grises, humanos.

Bravo señor Villaronga, así se hace.

Peliculón.