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5,0
27.201
5
30 de octubre de 2010
30 de octubre de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que pudo ser y no fue. El mismo patriotismo exacerbado sin causa justificada que para mi gusto hundió "Salvar al soldado Ryan" hizo también en su día lo mismo con la O'Neil. Aunque eso me lo esperaba del señor Spielberg, pero no de alguien como el gran Ridley, que nos maravilló a todos a principios de los 80 y desde hace años parece empeñado en minimizar su leyenda con historias de medio pelo. Como ésta que nos ocupa.
Para empezar, sobra como media hora de película, la parte del final es totalmente absurda (ver spoiler) y los personajes tienen menos profundidad que un charco de agua en la carretera. Demi parece una copia barata de Ellen Ripley aunque a veces le pone ganas, y en cuanto al capitán Alatriste, aparte de que en esta película no sale sobando ningún caballo, no me acaba de convencer como el duro jefe instructor que aparenta ser. Todo ello unido a una historia a ratos bien hilada y a ratos (los que más) muy desaprovechada, con muchos cambios de personalidad sin explicación y un forzado final que rompe por completo la línea argumental.
De todas formas se deja ver y la primera hora entretiene y posee algo de miga. Aún así quedo impresionado al ver los extremismos de la gente... ¿Cómo se le puede poner un 1 a esta película?, ¿de verdad es de lo peor que has visto en tu vida?. ¿Es equivalente esta película a títulos como "Aztec Rex" o "Arañas devoradoras"? Y lo mismo va por los que ponen un 10. Lo siento, pero no entiendo a la gente que hace esas cosas para subir o bajar la nota de una película, si al final va a ser tu voto entre 10.000...
Para empezar, sobra como media hora de película, la parte del final es totalmente absurda (ver spoiler) y los personajes tienen menos profundidad que un charco de agua en la carretera. Demi parece una copia barata de Ellen Ripley aunque a veces le pone ganas, y en cuanto al capitán Alatriste, aparte de que en esta película no sale sobando ningún caballo, no me acaba de convencer como el duro jefe instructor que aparenta ser. Todo ello unido a una historia a ratos bien hilada y a ratos (los que más) muy desaprovechada, con muchos cambios de personalidad sin explicación y un forzado final que rompe por completo la línea argumental.
De todas formas se deja ver y la primera hora entretiene y posee algo de miga. Aún así quedo impresionado al ver los extremismos de la gente... ¿Cómo se le puede poner un 1 a esta película?, ¿de verdad es de lo peor que has visto en tu vida?. ¿Es equivalente esta película a títulos como "Aztec Rex" o "Arañas devoradoras"? Y lo mismo va por los que ponen un 10. Lo siento, pero no entiendo a la gente que hace esas cosas para subir o bajar la nota de una película, si al final va a ser tu voto entre 10.000...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Scott producciones presenta: ¡patoaventuras en Libia!
Veamos, la situación es la siguiente: se cae un satélite yanqui en Libia que contiene una carga de plutonio que se podría usar como arma nuclear, algo que según dicen ocurre todos los días pero que al caer en un país enemigo puede desencadenar una situación peligrosa. Lo típico, vamos. En fin, que resulta que tienen satélites volando por ahí con suficiente plutonio como para provocar una catástrofe nuclear y que de repente se estrellan aleatoriamente en la Tierra. Por supuesto, no hay ninguna posibilidad de que caiga en países como Rusia o China, lo que originaría un conflicto mundial, así que no hay que preocuparse.
Para recuperar el artefacto en cuestión no se les ocurre mejor idea que enviar un grupo de inexperimentados grumetes en prueba a realizar la misión más peligrosa y delicada de la Marina de EEUU en años, cosa totalmente lógica dado que lo único que podría pasar es que la operación ocasionara un grave conflicto entre ambos países, una nimiedad sin importancia. El balance del asunto finalmente es una incursión ilegal en un país miembro de la ONU, unos cientos de soldados libios muertos y algún M4 tirado por la arena para que quede claro de qué país son los asaltantes. Y luego se atreven a hablar en la película de repercusiones políticas... Ridley, ¿por qué nos haces esto?
Veamos, la situación es la siguiente: se cae un satélite yanqui en Libia que contiene una carga de plutonio que se podría usar como arma nuclear, algo que según dicen ocurre todos los días pero que al caer en un país enemigo puede desencadenar una situación peligrosa. Lo típico, vamos. En fin, que resulta que tienen satélites volando por ahí con suficiente plutonio como para provocar una catástrofe nuclear y que de repente se estrellan aleatoriamente en la Tierra. Por supuesto, no hay ninguna posibilidad de que caiga en países como Rusia o China, lo que originaría un conflicto mundial, así que no hay que preocuparse.
Para recuperar el artefacto en cuestión no se les ocurre mejor idea que enviar un grupo de inexperimentados grumetes en prueba a realizar la misión más peligrosa y delicada de la Marina de EEUU en años, cosa totalmente lógica dado que lo único que podría pasar es que la operación ocasionara un grave conflicto entre ambos países, una nimiedad sin importancia. El balance del asunto finalmente es una incursión ilegal en un país miembro de la ONU, unos cientos de soldados libios muertos y algún M4 tirado por la arena para que quede claro de qué país son los asaltantes. Y luego se atreven a hablar en la película de repercusiones políticas... Ridley, ¿por qué nos haces esto?

7,0
11.564
6
9 de abril de 2011
9 de abril de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como punto de partida, debo declarar que me siento juiciosamente incapaz de valorar una película con música de Tchaikovsky. Me pasó hace algunos días: salí de ver Black Swan tarareando El lago de los cisnes por el camino a casa. Y me he visto como diez veces V de Vendetta sólo por volver a oír la 1812. Es inevitable. Podría estar viendo un vídeo sobre el apareamiento de la rata camboyana mientras suena el Concierto nº1 para piano (mi favorito) y seguramente le pondría un 10 en Filmaffinity. Es lo que hay. Pero esta peli algo tendrá, que no me ha gustado del todo. Seré rarito.
Al igual que en El tren de la vida (para mí gusto superior a ésta), Mihaileanu nos vuelve a regalar otro film igualmente enternecedor y manipulador, divertido y panfletario, dramático e inverosímil, todo a partes iguales. Y es que sus películas con todos los respetos no se las cree ni él, y es tanto su ínfima credibilidad como su absurda previsibilidad lo que hace de lo que pudo haber sido una gran película una película mediocrilla y basta.
En las películas de Radu los comunistas siempre son personas débiles de mente y fácilmente manipulables, cuando no rematadamente tontos. En este caso, el estereotipo se extiende a los rusos en general, a los que muestra como corruptos, ladrones, impuntuales, borrachos, holgazanes, maleducados, etc. Es el talón de Aquiles de esta película, el eterno panfleto político de un director que dirige más con el corazón que con la cabeza. Un director que vivió el comunismo en carne propia al huir en 1980 de la Rumanía de Ceaucescu en busca de la libertad y de la oportunidad de cumplir su sueño de ser realizador de cine. Y eso, como es lógico, lo condicionó de por vida y es la base de todas sus cintas: la huida del individuo de un totalitarismo edulcorado e inverosímil, caricaturizado en la mente del autor.
Por otro lado comento una cosa que me pareció importante en spoiler (no contiene spoiler, es sólo por la extensión).
Al igual que en El tren de la vida (para mí gusto superior a ésta), Mihaileanu nos vuelve a regalar otro film igualmente enternecedor y manipulador, divertido y panfletario, dramático e inverosímil, todo a partes iguales. Y es que sus películas con todos los respetos no se las cree ni él, y es tanto su ínfima credibilidad como su absurda previsibilidad lo que hace de lo que pudo haber sido una gran película una película mediocrilla y basta.
En las películas de Radu los comunistas siempre son personas débiles de mente y fácilmente manipulables, cuando no rematadamente tontos. En este caso, el estereotipo se extiende a los rusos en general, a los que muestra como corruptos, ladrones, impuntuales, borrachos, holgazanes, maleducados, etc. Es el talón de Aquiles de esta película, el eterno panfleto político de un director que dirige más con el corazón que con la cabeza. Un director que vivió el comunismo en carne propia al huir en 1980 de la Rumanía de Ceaucescu en busca de la libertad y de la oportunidad de cumplir su sueño de ser realizador de cine. Y eso, como es lógico, lo condicionó de por vida y es la base de todas sus cintas: la huida del individuo de un totalitarismo edulcorado e inverosímil, caricaturizado en la mente del autor.
Por otro lado comento una cosa que me pareció importante en spoiler (no contiene spoiler, es sólo por la extensión).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Por otra parte el director manifiesta un completo desconocimiento del mundillo de la música y de lo que lo rodea. En ningún momento me acabo de creer a esos actores como los músicos que dicen ser, y no precisamente porque interpreten mal ya que el reparto es de lo más sobresaliente de la película, empezando por una espléndida Mélanie Laurent. En música clásica (y lo dice alguien que estudió siete años en un conservatorio), hasta el más veterano y virtuoso de los intérpretes se pasa todo el día ensayando hasta la extenuación las obras que tiene que tocar. Decía Horowitz a este respecto: “Si yo no practico por un día, sólo yo me entero. Si no practico por dos días, mi esposa se entera. Si no practico por tres días, el mundo se entera”. Así que abandonemos ya la visión romántica del genio virtuoso que no ensaya nunca, quizás eso valga en fútbol, pero no para tocar Tchaikovsky (mi compositor favorito por si no lo he dicho ya). Y no, ni Anne-Marie ni tan siquiera el gran Yehudi Menuhin aceptarían nunca aprenderse desde cero el Concierto para Violín para tocarlo mañana o en una semana porque es totalmente absurdo. Doy fe.
En definitiva, la peli en sí no es mala. No sé por qué, pero todas estas fantasías infantiles de Radu tienen algo distinto, quizás la originalidad, que me acaban por resultar entretenidas. O quizás sea que su derrochador optimismo y alegría por la vida siempre consiguen que salgas con una sonrisa al acabar de verla. Lástima que al cabo de un par de minutos empieces a recordar las trampas y esa sensación se desvanezca tan rápido.
En definitiva, la peli en sí no es mala. No sé por qué, pero todas estas fantasías infantiles de Radu tienen algo distinto, quizás la originalidad, que me acaban por resultar entretenidas. O quizás sea que su derrochador optimismo y alegría por la vida siempre consiguen que salgas con una sonrisa al acabar de verla. Lástima que al cabo de un par de minutos empieces a recordar las trampas y esa sensación se desvanezca tan rápido.

7,4
10.607
9
11 de diciembre de 2010
11 de diciembre de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
O la masacre de Nanking según Chuan Lu. Estamos ante lo que se podría llamar la Lista de Schindler china, que nos relata una masacre que los cineastas occidentales olvidaron hace mucho tiempo, y que aquí se recupera para mostrarnos un paisaje desolador de los horrores de la guerra. Película, por cierto, que fue la merecida ganadora de la Concha de Oro del Festival de cine de San Sebastián 2009. Es un alivio que aún haya festivales en el mundo que premien al buen cine.
Esta película no tiene protagonista, al menos no uno sólo, sino que es un alegato antibelicista que transita por tres caminos diferentes: un soldado chino que, junto con un niño, intenta sobrevivir a la represión arbitraria de los soldados japoneses, el secretario personal de un comerciante alemán, más preocupado por salvar a su familia que a sí mismo, y por último el retrato de un joven sargento japonés que se debate entre el deber a su país y las atrocidades que está presenciando a manos de sus compatriotas. Y detrás, más grande que esos personajes, está la ciudad de Nanking, sombría, una ciudad de vida que deja paso a la muerte, la desolación y la desesperanza. Ésa es la auténtica protagonista de esta historia.
Con todos estos ingredientes entre manos cualquiera podría pensar que la película caería fácilmente bajo el yugo de los censores chinos, mostrándonos una historia de japoneses malos, muy malos, chinos muy buenos y altas dosis de moralina de por medio. Nada más lejos de la realidad. De hecho, no pocos problemas le causó este filme a su director en su propio país, donde los censores pensaban que se trataba con demasiada condescendencia, e incluso se los mostraba como simples seres humanos, a los mismos japoneses responsables de la masacre. Y es que Lu Chuan no pretende en ningún momento elevar su dedo acusador ni humillar a los nipones. Simplemente elabora un necesario escenario en un respetuoso blanco y negro donde los instintos más bajos del ser humano salen a la luz y no se lucha por vivir, sino por sobrevivir.
Así mismo, también es destacable el excepcional esbozo que hace del olvidado personaje de John Rabe, comerciante alemán que por salvar las vidas de miles de chinos en esa masacre se ganó los apodos de "el Oskar Schindler de Nanking" o "el Buda alemán" y sobre todo es admirable ese final, paradoja de una guerra que nunca debió suceder, en un país que ya nadie recuerda que una vez tuvo su propio holocausto: la masacre de Nanking.
Esta película no tiene protagonista, al menos no uno sólo, sino que es un alegato antibelicista que transita por tres caminos diferentes: un soldado chino que, junto con un niño, intenta sobrevivir a la represión arbitraria de los soldados japoneses, el secretario personal de un comerciante alemán, más preocupado por salvar a su familia que a sí mismo, y por último el retrato de un joven sargento japonés que se debate entre el deber a su país y las atrocidades que está presenciando a manos de sus compatriotas. Y detrás, más grande que esos personajes, está la ciudad de Nanking, sombría, una ciudad de vida que deja paso a la muerte, la desolación y la desesperanza. Ésa es la auténtica protagonista de esta historia.
Con todos estos ingredientes entre manos cualquiera podría pensar que la película caería fácilmente bajo el yugo de los censores chinos, mostrándonos una historia de japoneses malos, muy malos, chinos muy buenos y altas dosis de moralina de por medio. Nada más lejos de la realidad. De hecho, no pocos problemas le causó este filme a su director en su propio país, donde los censores pensaban que se trataba con demasiada condescendencia, e incluso se los mostraba como simples seres humanos, a los mismos japoneses responsables de la masacre. Y es que Lu Chuan no pretende en ningún momento elevar su dedo acusador ni humillar a los nipones. Simplemente elabora un necesario escenario en un respetuoso blanco y negro donde los instintos más bajos del ser humano salen a la luz y no se lucha por vivir, sino por sobrevivir.
Así mismo, también es destacable el excepcional esbozo que hace del olvidado personaje de John Rabe, comerciante alemán que por salvar las vidas de miles de chinos en esa masacre se ganó los apodos de "el Oskar Schindler de Nanking" o "el Buda alemán" y sobre todo es admirable ese final, paradoja de una guerra que nunca debió suceder, en un país que ya nadie recuerda que una vez tuvo su propio holocausto: la masacre de Nanking.

5,8
54.000
4
25 de junio de 2013
25 de junio de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de Superman Returns, la franquicia quedó tan maltrecha que muchos se preguntaban si habría algún día otra entrega del superhéroe americano por excelencia. Sin embargo, visto el éxito de la saga Batman de Christopher Nolan, la Warner se replanteó volver a intentarlo. Para ello, contrató al equipo del talentoso director inglés de "El caballero oscuro", que aceptó de inmediato con la condición de que él no sería el director esta vez. Para esta labor los estudios eligieron a uno de los mejores estetas del cine actual hollywoodiense: Zack Snyder. Con él tras las cámaras, David S. Goyer y Chris Nolan como guionistas y ayudantes de lujo y un reparto que quitaba el hipo, nada podía salir mal... hasta que salió.
En primer lugar, Snyder nos presenta un Superman distinto, más cercano al Batman de Nolan que a los otros Superman que hemos visto antes en el cine. Una buena pregunta sería si realmente al hombre de acero le sienta bien una máscara tan oscura y atormentada. Los continuos flashbacks que retroceden a la infancia del héroe para hacernos ver cómo se sentía marginado por ser diferente son incómodos e innecesarios, todo en un intento vano de humanizar al personaje.
Por otra parte, uno de los principales escollos de la película está en salvar la decepcionante interpretación de Henry Cavill. No hacen falta más de unas cuantas escenas para darte cuenta de que detrás de la capa no hay absolutamente nada. Es digno de destacar que, pese a que Superman se distingue por ser uno de los pocos superhéroes del cine en los últimos años que no lleva máscara, resulte al mismo tiempo el menos carismático de todos. Todos los esfuerzos de Nolan desde el guión por enseñarnos el lado más humano del héroe los tira por tierra el propio actor demostrando una capacidad interpretativa digna de Steven Seagal.
En cuanto al desarrollo en sí de la película, ésta empieza bien, con Snyder mostrándonos una visión de Krypton totalmente novedosa, aunque con un Russel Crowe con una pinta de estar tan perdido como Marlon Brando en la cinta homónima de Richard Donner. Luego la acción pasa a la Tierra, donde todo transcurre con cierta normalidad hasta que al director le entra complejo de Michael Bay y decide darle el mando a su jefe de efectos especiales para que haga de las suyas. Entramos así en una orgía de explosiones, petardazos y demás espectáculos pirotécnicos en medio de un guión de encefalograma plano. La parte en la que idean el plan de crear el agujero negro es totalmente absurda y merecedora de ser incluida en cualquier película de ciencia ficción de serie B.
Además, se aprecia una evidente carencia de sentido del humor en casi toda la película, salvo en contadas escenas en las que se intercala el chiste fácil para arrancar un par de carcajadas en la sala de cine y que resultan tremendamente forzadas, como ese encuentro final entre Superman y el general con su ayudante en el jeep.
Punto y aparte merece la relación del protagonista con Lois Lane, totalmente fría, distante y falta de química.
En definitiva, es una película que se apoya en un guión a ratos solvente que desaparece completamente en el último tercio de la película y, sobre todo, en unos efectos especiales bastante conseguidos. Desgraciadamente, abusa demasiado de la acción, que sobrecarga demasiado la cinta y la hace muy excesiva. Y, en los escasos momentos que se nos intenta acercar un poco más a la figura que hay detrás del personaje, Snyder fracasa estrepitosamente en humanizar a su superhéroe hormonado.
En primer lugar, Snyder nos presenta un Superman distinto, más cercano al Batman de Nolan que a los otros Superman que hemos visto antes en el cine. Una buena pregunta sería si realmente al hombre de acero le sienta bien una máscara tan oscura y atormentada. Los continuos flashbacks que retroceden a la infancia del héroe para hacernos ver cómo se sentía marginado por ser diferente son incómodos e innecesarios, todo en un intento vano de humanizar al personaje.
Por otra parte, uno de los principales escollos de la película está en salvar la decepcionante interpretación de Henry Cavill. No hacen falta más de unas cuantas escenas para darte cuenta de que detrás de la capa no hay absolutamente nada. Es digno de destacar que, pese a que Superman se distingue por ser uno de los pocos superhéroes del cine en los últimos años que no lleva máscara, resulte al mismo tiempo el menos carismático de todos. Todos los esfuerzos de Nolan desde el guión por enseñarnos el lado más humano del héroe los tira por tierra el propio actor demostrando una capacidad interpretativa digna de Steven Seagal.
En cuanto al desarrollo en sí de la película, ésta empieza bien, con Snyder mostrándonos una visión de Krypton totalmente novedosa, aunque con un Russel Crowe con una pinta de estar tan perdido como Marlon Brando en la cinta homónima de Richard Donner. Luego la acción pasa a la Tierra, donde todo transcurre con cierta normalidad hasta que al director le entra complejo de Michael Bay y decide darle el mando a su jefe de efectos especiales para que haga de las suyas. Entramos así en una orgía de explosiones, petardazos y demás espectáculos pirotécnicos en medio de un guión de encefalograma plano. La parte en la que idean el plan de crear el agujero negro es totalmente absurda y merecedora de ser incluida en cualquier película de ciencia ficción de serie B.
Además, se aprecia una evidente carencia de sentido del humor en casi toda la película, salvo en contadas escenas en las que se intercala el chiste fácil para arrancar un par de carcajadas en la sala de cine y que resultan tremendamente forzadas, como ese encuentro final entre Superman y el general con su ayudante en el jeep.
Punto y aparte merece la relación del protagonista con Lois Lane, totalmente fría, distante y falta de química.
En definitiva, es una película que se apoya en un guión a ratos solvente que desaparece completamente en el último tercio de la película y, sobre todo, en unos efectos especiales bastante conseguidos. Desgraciadamente, abusa demasiado de la acción, que sobrecarga demasiado la cinta y la hace muy excesiva. Y, en los escasos momentos que se nos intenta acercar un poco más a la figura que hay detrás del personaje, Snyder fracasa estrepitosamente en humanizar a su superhéroe hormonado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Mención especial merece la escena del tornado, una de las más risibles de la película. Les propongo un ejercicio. Recuerden Spiderman. Peter Parker se pelea con su tío, que muere más tarde por culpa suya indirectamente, que no hace nada por evitarlo. Ese suceso lo marca de por vida. ¿Les suena de algo?

4,6
28.394
1
16 de abril de 2011
16 de abril de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cuenta la profecía que el fin del cine llegará un día, cuando las nubes oscurezcan el horizonte, llegue el día de mañana y Gozdilla invada Nueva York. Entonces aparecerá un guerrero germano que se hará pasar por un patriota yanki para controlar su cine, ya de por sí decadente, y hará las películas más caras, ridículas y comerciales que se han hecho, y el mundo llegará a su fin".
Palabra de Hitchcock.
Así es Emmerich, que suma y sigue en su desesperado intento de superar a Uwe Boll como el peor director alemán exiliado de la historia. No he visto una película tan desaprovechada en relación calidad/precio desde Dragonball Evolution.
Pero el problema, el gran problema de 10.000 es que comete el mayor pecado que un film tan exacerbadamente comercial puede cometer: resulta muuuy aburrida. Y es que incluso su Independence Day, a pesar de lo malo, resultaba divertida de lo absurda que era. O Godzilla, por poner otro ejemplo. Pero en este caso nada de nada. Ya desde el principio, el espectador se ve asaltado por un aluvión de clichés del tipo: chica raptada, profecía supermolona que debe cumplirse, prota guaperas que la debe salvar, su rival que también quiere llevarse a la fémina al huerto (eso sí, con una educación y una cortesía que ríete tú de los nobles franceses del siglo XVIII), tigre dientes de sable que se hace amigo del prota bueno (que por un momento me hizo temer que esto se convirtiera en un "Colmillo Blanco" prehistórico) y como no podía ser de otra manera, y al igual que en Stargate, todo se resuelve con una revolución marxista-leninista del proletariado oprimido por los malos malosos... Todo ello al final acaba dando la impresión de que la película en sí se ha hecho con las tomas eliminadas de Stargate y alguna que otra plagiada de 300.
Como curiosidad, ningún mamut ha sido maltratado durante el rodaje de esta película. No se puede decir lo mismo de los espectadores.
Y conste que me da igual que no sea históricamente correcta, al fin y al cabo es una película, no un documental. Simplemente lo que es malo, malo es, y este filme es más malo que un pollo prehistórico con hambre. Cuesta creer que fuesen necesarios nada menos que ¡¡¡5 guionistas!!! para hacer tamaño atentado cinematográfico. Sin duda, de lo peor en la corta (pero intensa) carrera de su director.
Palabra de Hitchcock.
Así es Emmerich, que suma y sigue en su desesperado intento de superar a Uwe Boll como el peor director alemán exiliado de la historia. No he visto una película tan desaprovechada en relación calidad/precio desde Dragonball Evolution.
Pero el problema, el gran problema de 10.000 es que comete el mayor pecado que un film tan exacerbadamente comercial puede cometer: resulta muuuy aburrida. Y es que incluso su Independence Day, a pesar de lo malo, resultaba divertida de lo absurda que era. O Godzilla, por poner otro ejemplo. Pero en este caso nada de nada. Ya desde el principio, el espectador se ve asaltado por un aluvión de clichés del tipo: chica raptada, profecía supermolona que debe cumplirse, prota guaperas que la debe salvar, su rival que también quiere llevarse a la fémina al huerto (eso sí, con una educación y una cortesía que ríete tú de los nobles franceses del siglo XVIII), tigre dientes de sable que se hace amigo del prota bueno (que por un momento me hizo temer que esto se convirtiera en un "Colmillo Blanco" prehistórico) y como no podía ser de otra manera, y al igual que en Stargate, todo se resuelve con una revolución marxista-leninista del proletariado oprimido por los malos malosos... Todo ello al final acaba dando la impresión de que la película en sí se ha hecho con las tomas eliminadas de Stargate y alguna que otra plagiada de 300.
Como curiosidad, ningún mamut ha sido maltratado durante el rodaje de esta película. No se puede decir lo mismo de los espectadores.
Y conste que me da igual que no sea históricamente correcta, al fin y al cabo es una película, no un documental. Simplemente lo que es malo, malo es, y este filme es más malo que un pollo prehistórico con hambre. Cuesta creer que fuesen necesarios nada menos que ¡¡¡5 guionistas!!! para hacer tamaño atentado cinematográfico. Sin duda, de lo peor en la corta (pero intensa) carrera de su director.
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