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6,8
9.162
10
15 de abril de 2019
15 de abril de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La he visto muchas veces, en su época de estreno, después en formato DVD y ahora con mis hijos adolescentes (quedaron deslumbrados, especialmente por su música). Me sigue pareciendo un musical brillante (que eso es, una ópera rock), un enfoque y puesta en escena muy original del tema, estupendas interpretaciones en general de todos, sobresaliendo el trío protagonista, que nos deleita con una soberbia calidad vocal. Las canciones (letra y música) son magníficas, únicas e irrepetibles, varias están basadas en los propios Evangelios y -por lo mismo- de conceptos profundos. La mayoría de esos temas son realmente conmovedores y han quedado para la posteridad. Prueba de ello, es que posteriormente se realizaron diversas versiones de la obra en el cine (ejemplo, la versión española de muy buen nivel y en otros países también), y por cierto, el musical se sigue reproduciendo e interpretando en diferentes formatos y frente a públicos diversos, incluyendo el escolar y el universitario. También ha sido una forma muy atractiva (y entretenida) de acercar -de alguna manera- la historia y el mensaje original de Jesucristo a las nuevas generaciones, independientemente de si uno es o no cristiano.
La película nos regala una hermosa fotografía y una dirección con oficio (Jewison ya sabía de musicales) y aunque algunos observadores han criticado el abuso del zoom y de la cámara lenta, me parece que éste no es un punto reprochable, es lo que se estilaba en esos años y no deslucen la obra general.
En otro ámbito, se han cuestionado la estética y ciertos códigos, como algo obsoletos al día de hoy, pero el valor es que son -precisamente- muy de su tiempo, hay una identidad clara del mensaje que los creadores quieren transmitir. Pues de eso se trata, de plantear una nueva visión del personaje, contextualizado en la época moderna (decada de los ’70 en este caso), con lo cual el director canadiense y los autores británicos (letra y música) buscan mostrar explícitamente. Esto es, evidenciar un Jesucristo más humano, no divinizado, un hombre de carne y hueso, con temores, dudas y contradicciones, y contextualizado en la época contemporánea, con los usos y costumbres propias de ella. En este sentido, hay una fuerte y muy interesante simbolismo crítico a través de toda la cinta, destacando en este aspecto la figura de un carismático Judas, cuestionador y empujado a un destino trágico, que se roba la pantalla.
Todo esto hizo de Jesucristo Superstar una película muy innovadora, provocadora y rupturista y, por lo mismo, no puede dejar indiferente a nadie que la vea por primera vez.
En resumen, es un producto artístico de alta calidad, muy recomendable de ver y que se continúa disfrutando y (re)descubriendo en la actualidad.
La película nos regala una hermosa fotografía y una dirección con oficio (Jewison ya sabía de musicales) y aunque algunos observadores han criticado el abuso del zoom y de la cámara lenta, me parece que éste no es un punto reprochable, es lo que se estilaba en esos años y no deslucen la obra general.
En otro ámbito, se han cuestionado la estética y ciertos códigos, como algo obsoletos al día de hoy, pero el valor es que son -precisamente- muy de su tiempo, hay una identidad clara del mensaje que los creadores quieren transmitir. Pues de eso se trata, de plantear una nueva visión del personaje, contextualizado en la época moderna (decada de los ’70 en este caso), con lo cual el director canadiense y los autores británicos (letra y música) buscan mostrar explícitamente. Esto es, evidenciar un Jesucristo más humano, no divinizado, un hombre de carne y hueso, con temores, dudas y contradicciones, y contextualizado en la época contemporánea, con los usos y costumbres propias de ella. En este sentido, hay una fuerte y muy interesante simbolismo crítico a través de toda la cinta, destacando en este aspecto la figura de un carismático Judas, cuestionador y empujado a un destino trágico, que se roba la pantalla.
Todo esto hizo de Jesucristo Superstar una película muy innovadora, provocadora y rupturista y, por lo mismo, no puede dejar indiferente a nadie que la vea por primera vez.
En resumen, es un producto artístico de alta calidad, muy recomendable de ver y que se continúa disfrutando y (re)descubriendo en la actualidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película tiene muchos momentos altos y espectaculares, y también varias curiosidades.
- La llegada a la zona de Israel del bus con el grupo de actores y cantantes de estilo hippie, que van a representar la obra en el desierto. Muy setentera y atractiva. Sorprende de entrada a quien la ve por primera vez, sin antecedentes del filme.
- La primera escena en que aparece la figura de Jesús, emergiendo de entre sus acólitos. Sensacional.
- El momento en que Jesús se desahoga y se rebela ante su creador en el Getsemaní. Un Ted Neeley conmovedor.
- Todas las interpretaciones de Judas, llenas de histrionismo y alta calidad vocal de un Carl Anderson soberbio.
- El momento de la interpretación de Yvonne Elliman (como María Magdalena) cuando le canta a Jesús dormido. Sublime.
- La intervención de Poncio Pilatos, para algunos un poco afectada, pero es un gran rol de Barry Dennen.
- El curioso y algo kitsch baile dirigido por Herodes, también amanerado, pero muy destacado número de Bob Mostel y su séquito de bailarines/as.
- La bien timbrada voz de bajo de Bob Bingham en el papel del Sumo Sacerdote Caifás, no así la de su compañero Kurt Yaghjian como el sacerdote Anas.
- Los 39 latigazos a Jesús, con la música como protagonista indiscutida de un momento trágico. Qué momento épico y sobrecogedor, la película aquí alcanza su cénit de lo que es: Los últimos momentos en la vida de Jesús contados en clave de ópera rock. Pone los pelos de punta. Magistral.
- El fuerte simbolismo crítico presente a través de toda la obra, como la presencia de tanques, aviones, las ametralladoras de los romanos, y hasta los relojes pulseras en manos de varios.
- El cierre, con el emotivo momento de los ángeles, el tema Jesucristo Superstar y las coreografías de todos. Brillante.
- La llegada a la zona de Israel del bus con el grupo de actores y cantantes de estilo hippie, que van a representar la obra en el desierto. Muy setentera y atractiva. Sorprende de entrada a quien la ve por primera vez, sin antecedentes del filme.
- La primera escena en que aparece la figura de Jesús, emergiendo de entre sus acólitos. Sensacional.
- El momento en que Jesús se desahoga y se rebela ante su creador en el Getsemaní. Un Ted Neeley conmovedor.
- Todas las interpretaciones de Judas, llenas de histrionismo y alta calidad vocal de un Carl Anderson soberbio.
- El momento de la interpretación de Yvonne Elliman (como María Magdalena) cuando le canta a Jesús dormido. Sublime.
- La intervención de Poncio Pilatos, para algunos un poco afectada, pero es un gran rol de Barry Dennen.
- El curioso y algo kitsch baile dirigido por Herodes, también amanerado, pero muy destacado número de Bob Mostel y su séquito de bailarines/as.
- La bien timbrada voz de bajo de Bob Bingham en el papel del Sumo Sacerdote Caifás, no así la de su compañero Kurt Yaghjian como el sacerdote Anas.
- Los 39 latigazos a Jesús, con la música como protagonista indiscutida de un momento trágico. Qué momento épico y sobrecogedor, la película aquí alcanza su cénit de lo que es: Los últimos momentos en la vida de Jesús contados en clave de ópera rock. Pone los pelos de punta. Magistral.
- El fuerte simbolismo crítico presente a través de toda la obra, como la presencia de tanques, aviones, las ametralladoras de los romanos, y hasta los relojes pulseras en manos de varios.
- El cierre, con el emotivo momento de los ángeles, el tema Jesucristo Superstar y las coreografías de todos. Brillante.
Serie

6,6
116
8
9 de abril de 2019
9 de abril de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar, señalar que vi los dos telefilmes de Kolchak, previos a la serie de TV. The Night Stalker, 1972 (El cazador nocturno). El otro es The Night Strangler (El estrangulador de la noche).
En esta crítica me refiero a la primera película. La vi siendo un adolescente. Y me causó un fuerte impacto, especialmente, la terrorífica e imponente figura del vampiro. Décadas después, volví a verla, en DVD y en color, ahora con mis hijos en edad escolar. Y ellos sintieron la atmósfera de suspenso y temor que crea la película. Evidentemente al volver a verla, ahora mi percepción fue diferente, pero sigo destacando la buena factura de la película, su estilo, mezcla de cine negro, terror y suspenso, y las sensaciones que produce.
Tiene un muy buen ritmo, dirigida con pulso firme, una sugestiva musicalización unida al buen uso de los silencios, que le otorgan una acertada atmósfera a la historia, expresada en un sólido y entretenido guión, del reconocido Richard Matheson. Y por cierto, estupendas interpretaciones, destacando por encima de todos un Darren Mc Gavin que hace una creación de su personaje, el irreverente, astuto y atípico periodista Kolchak.
The Night Stalker (o El cazador nocturno, en mi país) de 1972, constituyó en su momento (y hasta ahora) un buen aporte al tema vampírico, modernizándolo, y ya no es el aristocrático y sempiterno Drácula, sino que ubica al aterrador vampiro en el contexto de la sociedad urbana, (Las Vegas en este caso), inserto en los usos y prácticas citadinas. Rompe el molde y la atmósfera gótica tradicional del vampirismo, algo que era difícil de lograr en el cine, tratándose de estos temas y -en este sentido- la película fue innovadora.
En segundo lugar, respecto a la entrañable serie de TV, fueron 20 capítulos en temporada única, que ahora se pueden revisar en formato DVD y doblada al español. El carismático Darren Mc Gavin está totalmente empoderado en su papel, así como se afianza su particular relación de "amor-odio" con su jefe en el diario, Anthony Vicenzo (interpretado por un excelente Simon Oakland). El nivel general de la serie es satisfactorio, aunque no es parejo, existiendo algunos capítulos muy buenos, especialmente por sus guiones bien elaborados (para teleespectadores que piensan y van más allá de lo obvio) y otros de menor factura, básicamente por la caracterización de los "monstruos". Pero esto último se puede comprender dado el bajo presupuesto de la serie y de la época. Cada capítulo tiene un ritmo ágil, diálogos chispeantes, adecuada dosificación del sentido del humor e ironía del bueno de Kolchak, mostrando su capacidad de deducción y análisis, pero siempre metiéndose en problemas (provocando el disgusto de su Jefe y de la policía), llevado por su instinto de reportero de lo "sobrenatural", para llegar hasta las últimas consecuencias. Y desentrañar el misterio de turno. Pero claro, sólo lo sabrá él y el público.
En esta crítica me refiero a la primera película. La vi siendo un adolescente. Y me causó un fuerte impacto, especialmente, la terrorífica e imponente figura del vampiro. Décadas después, volví a verla, en DVD y en color, ahora con mis hijos en edad escolar. Y ellos sintieron la atmósfera de suspenso y temor que crea la película. Evidentemente al volver a verla, ahora mi percepción fue diferente, pero sigo destacando la buena factura de la película, su estilo, mezcla de cine negro, terror y suspenso, y las sensaciones que produce.
Tiene un muy buen ritmo, dirigida con pulso firme, una sugestiva musicalización unida al buen uso de los silencios, que le otorgan una acertada atmósfera a la historia, expresada en un sólido y entretenido guión, del reconocido Richard Matheson. Y por cierto, estupendas interpretaciones, destacando por encima de todos un Darren Mc Gavin que hace una creación de su personaje, el irreverente, astuto y atípico periodista Kolchak.
The Night Stalker (o El cazador nocturno, en mi país) de 1972, constituyó en su momento (y hasta ahora) un buen aporte al tema vampírico, modernizándolo, y ya no es el aristocrático y sempiterno Drácula, sino que ubica al aterrador vampiro en el contexto de la sociedad urbana, (Las Vegas en este caso), inserto en los usos y prácticas citadinas. Rompe el molde y la atmósfera gótica tradicional del vampirismo, algo que era difícil de lograr en el cine, tratándose de estos temas y -en este sentido- la película fue innovadora.
En segundo lugar, respecto a la entrañable serie de TV, fueron 20 capítulos en temporada única, que ahora se pueden revisar en formato DVD y doblada al español. El carismático Darren Mc Gavin está totalmente empoderado en su papel, así como se afianza su particular relación de "amor-odio" con su jefe en el diario, Anthony Vicenzo (interpretado por un excelente Simon Oakland). El nivel general de la serie es satisfactorio, aunque no es parejo, existiendo algunos capítulos muy buenos, especialmente por sus guiones bien elaborados (para teleespectadores que piensan y van más allá de lo obvio) y otros de menor factura, básicamente por la caracterización de los "monstruos". Pero esto último se puede comprender dado el bajo presupuesto de la serie y de la época. Cada capítulo tiene un ritmo ágil, diálogos chispeantes, adecuada dosificación del sentido del humor e ironía del bueno de Kolchak, mostrando su capacidad de deducción y análisis, pero siempre metiéndose en problemas (provocando el disgusto de su Jefe y de la policía), llevado por su instinto de reportero de lo "sobrenatural", para llegar hasta las últimas consecuencias. Y desentrañar el misterio de turno. Pero claro, sólo lo sabrá él y el público.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Recuerdo que cuando vi por primera vez el telefilme (y refuerzan esta impresión mis hijos pre-adolescentes que la vieron conmigo hace poco) me impactó la figura imponente y casi indestructible de un vampiro que deja sin una gota de sangre en el cuerpo a sus víctimas, conduce un automóvil, entra a un Banco de Sangre para... robar el rojo fluído, se pasea por la ciudad nocturna atemorizando a los transeúntes con su sola presencia, se desprende a golpes y empujones de varios policías que salen disparados por el aire como muñecos, obviamente, es inmune a las balas, y lo más sorprendente, cae a una piscina, lucha sumergido, y aún así, logra escapar. Muy distinto a todo lo que ya había visto sobre el tema vampírico (que no es poco), centrándose en la figura del señorial y maligno Drácula, y lo más aterrador que había visto, era el "Príncipe de las tinieblas" del imponente Christopher Lee.

6,4
814
7
30 de abril de 2023
30 de abril de 2023
1 de -1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Revisé varias críticas de esta película de Sergio Corbucci y en general, recibe buenos comentarios, supongo más que nada por la simpatía por los protagonistas y por el mismo director que profesan los autores de dichas críticas. Sin embargo y siendo yo mismo aficionado al western, debo reconocer que "Los compañeros" (traducida también como "Vamos a matar compañeros"), no es la mejor obra del notable director italiano, ni mucho menos. Es bastante entretenida, no cabe duda, despierta interés por la trama y el contexto histórico de la Revolución Mexicana, está bien filmada, cumplidoras interpretaciones globales, correctas escenas de acción y tiroteos varios. En cuanto a la música, siempre cumple el maestro Morricone, ahora incluyendo tonos festivos. Un buen spaghetti, pero algo lastrado por los elementos hilarantes con los que juega a lo largo de su desarrollo.
Tiene varios puntos en común con la anterior "El Mercenario", del mismo director, pero va más allá en su acento jocoso. Por lo mismo, está por debajo de aquella.
Acá tenemos nuevamente un carismático Franco Nero en otro rol algo extravagante, el de un "europeo gringo", en este caso un sueco, traficante de armas y certero con ellas, simpaticón, burlesco, astuto y con poquísimos escrúpulos, como es de esperar. Lo acompaña un adecuado Tomás Milián (en lugar de Tony Musante), en el papel del campesino mexicano, pobre e ignorante, devoto y con cierta humanidad. Él quiere "hacer la Revolución", pero no sabe de ideología, sólo defiende a los de su clase social y le gustan las armas. En cierto momento usa certeramente el cuchillo, cómo no acordarse de "El halcón y la presa" en ese instante. A él y a su grupo, donde también tiene un importante rol una mujer, una correcta Iris Berben, les ayuda un sobrio y espléndido Fernando Rey, como un profesor y líder pacifista con sus ideas revolucionarias muy claras, consistente en su discurso, pero que no sabe empuñar un arma. Buen contraste con los jóvenes revolucionarios que creen en él y lo siguen. Aunque no deja de ser curioso ver al bueno de Rey en un papel más bien secundario de spaghetti western, considerando su inmenso rol en la oscarizada "Contacto en Francia".
Tenemos también a un mercenario bestial, un estadounidense encarnado por Jack Palance, a quien vemos algo descolocado en ciertos momentos (fumando marihuana lo hacía mejor Gian María Volonté, en ya sabemos cuál famoso eurowestern). No es un rol para el lucimiento de Palance, no se puede considerar protagónico. Es un villano curioso, muestra algunas excentricidades y a fin de cuentas cumple, dado su inmenso oficio actoral.
Bódalo en lo suyo, algo histriónico en su papel acostumbrado. Siempre he pensado que Fernando Sancho es superior en esos papeles de mexicanotes y generalotes.
Si bien se insinúa la incisiva e interesante crítica social y política de los western de Corbucci (menos punzante que Sergio Sollima, pero más que Leone), toda esa densidad temática queda en el esbozo y sumergida bajo los reiterados momentos en que el tono de la película se aproxima riesgosamente a la comedia. Como que aquí Corbucci ya prepara el camino para los productos bufonescos y paródicos de Trinidad y similares, que, para muchos (y me incluyo), desvirtuaron el sub-género o simplemente le pusieron la lápida (o crearon uno nuevo, siendo condescendiente).
Inicio y final = 8.0
Trama y desarrollo = 6.0
Protagonistas = 7.0
Música = 7.0
PROMEDIO = 7.0
Tiene varios puntos en común con la anterior "El Mercenario", del mismo director, pero va más allá en su acento jocoso. Por lo mismo, está por debajo de aquella.
Acá tenemos nuevamente un carismático Franco Nero en otro rol algo extravagante, el de un "europeo gringo", en este caso un sueco, traficante de armas y certero con ellas, simpaticón, burlesco, astuto y con poquísimos escrúpulos, como es de esperar. Lo acompaña un adecuado Tomás Milián (en lugar de Tony Musante), en el papel del campesino mexicano, pobre e ignorante, devoto y con cierta humanidad. Él quiere "hacer la Revolución", pero no sabe de ideología, sólo defiende a los de su clase social y le gustan las armas. En cierto momento usa certeramente el cuchillo, cómo no acordarse de "El halcón y la presa" en ese instante. A él y a su grupo, donde también tiene un importante rol una mujer, una correcta Iris Berben, les ayuda un sobrio y espléndido Fernando Rey, como un profesor y líder pacifista con sus ideas revolucionarias muy claras, consistente en su discurso, pero que no sabe empuñar un arma. Buen contraste con los jóvenes revolucionarios que creen en él y lo siguen. Aunque no deja de ser curioso ver al bueno de Rey en un papel más bien secundario de spaghetti western, considerando su inmenso rol en la oscarizada "Contacto en Francia".
Tenemos también a un mercenario bestial, un estadounidense encarnado por Jack Palance, a quien vemos algo descolocado en ciertos momentos (fumando marihuana lo hacía mejor Gian María Volonté, en ya sabemos cuál famoso eurowestern). No es un rol para el lucimiento de Palance, no se puede considerar protagónico. Es un villano curioso, muestra algunas excentricidades y a fin de cuentas cumple, dado su inmenso oficio actoral.
Bódalo en lo suyo, algo histriónico en su papel acostumbrado. Siempre he pensado que Fernando Sancho es superior en esos papeles de mexicanotes y generalotes.
Si bien se insinúa la incisiva e interesante crítica social y política de los western de Corbucci (menos punzante que Sergio Sollima, pero más que Leone), toda esa densidad temática queda en el esbozo y sumergida bajo los reiterados momentos en que el tono de la película se aproxima riesgosamente a la comedia. Como que aquí Corbucci ya prepara el camino para los productos bufonescos y paródicos de Trinidad y similares, que, para muchos (y me incluyo), desvirtuaron el sub-género o simplemente le pusieron la lápida (o crearon uno nuevo, siendo condescendiente).
Inicio y final = 8.0
Trama y desarrollo = 6.0
Protagonistas = 7.0
Música = 7.0
PROMEDIO = 7.0

6,6
4.343
8
10 de enero de 2020
10 de enero de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entrañable western italiano que marcó tendencias, en variados aspectos, rompiendo definitivamente con el molde empaquetado y maniqueo del western clásico norteamericano. Django -interpretado por un carismático Franco Nero- es una película entretenida, sin concesiones, con esa típica estética “sucia” de los westerns italianos, pero aquí cambia el seco arenal por el barrial de un pueblo desolado y lúgubre. Personajes sin escrúpulos (partiendo por el protagonista), algunos mejor delineados que otros (como el destacado Jackson), pero algunos son más bien episódicos, y por lo tanto, olvidables. Con escenas casi surrealistas, está salpicada de diálogos de humor negro, con la presencia dominante de Django, un pistolero que habla lo preciso y que es especialmente veloz y certero con el revólver, al que no le tiembla la mano a la hora de botar y matar enemigos como si fueran palitroques.
La cinta tiene una apertura (ya muy comentada) y un cierre espectaculares, pero la trama es algo irregular, con bajones argumentales, sobretodo en la parte de los mexicanos y en la relación del mismo Django con los dos grupos a los cuales se enfrenta. En resumen, es la clásica historia de la venganza en el Lejano Oeste, pero aderezada con curiosos ingredientes, tal como esa banda de forajidos con capuchas rojas y aspecto de Ku Klux Klan. En todo caso, El KKK fue fundado en 1865, por veteranos de la Guerra de Secesión norteamericana, época aproximada de ambientación de la película.
El tema musical central (la canción que abre la puesta en escena) es una joya, muy bien compuesta e interpretada, y hasta Tarantino la ha rescatado en una de sus películas, para disfrute de las nuevas generaciones.
La cinta tiene una apertura (ya muy comentada) y un cierre espectaculares, pero la trama es algo irregular, con bajones argumentales, sobretodo en la parte de los mexicanos y en la relación del mismo Django con los dos grupos a los cuales se enfrenta. En resumen, es la clásica historia de la venganza en el Lejano Oeste, pero aderezada con curiosos ingredientes, tal como esa banda de forajidos con capuchas rojas y aspecto de Ku Klux Klan. En todo caso, El KKK fue fundado en 1865, por veteranos de la Guerra de Secesión norteamericana, época aproximada de ambientación de la película.
El tema musical central (la canción que abre la puesta en escena) es una joya, muy bien compuesta e interpretada, y hasta Tarantino la ha rescatado en una de sus películas, para disfrute de las nuevas generaciones.

7,6
21.124
10
28 de febrero de 2016
28 de febrero de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupenda película, con una gran temática bien abordada, una dirección dinámica y con oficio de Alan Parker, brillante musicalización y magnífica fotografía. Y entre lo mejor: las notables interpretaciones. Todos están inspirados en sus roles, incluyendo los secundarios.
¿ Película denuncia? En cierta forma sí. Sin ser un documental -que no lo es - es una cinta de profundo contenido social que, a partir de hechos reales ocurridos en 1964, en un pueblo del sur de los EEUU, nos muestra el racismo visceral, la violencia impune, la corrupción de las autoridades e inmoralidad en dicho lugar. Todo configurado dentro de un lenguaje cinematográfico muy atractivo, (re)creando la historia de manera interesante, entretenida e impactante.
La cinta está llena de escenas brillantes, con diálogos para el recuerdo, dentro de un contexto específico y muy conocido de la historia del autodenominado "país de la libertad y el orden". Y también la nación del Ku Klux Klan. Parker clava una estocada con este producto explosivo envuelto en una magistral puesta en escena.
Gran ritmo, punzantes diálogos, humor negro y una buena dosis de ironía (que no de sarcasmo), especialmente, en el personaje de Anderson (Hackman). A destacar el contraste entre dos formas de entender los métodos de investigación y de acción policial, a través de las inmensas actuaciones de Gene Hackman y Willem Dafoe. Un duelo interpretativo de primera línea, que en mi opinión merecía no un Oscar, sino que los dos (actor principal y secundario). Ellos están empapados de sus respectivos roles, entregando una verdadera clase actoral.
Creo que, con la perspectiva que da el tiempo, perfectamente pudieron obtener ese premio y la película y la dirección también. Ese año ganó el histrión Dustin Hoffman, que estuvo brillante, no hay duda, por una película (Rainman) cuya trama empatiza con una temática que empezaba a despuntar (el autismo), pero que hoy se ve como ya trillada y como una buena película, nada más.
Los secundarios están a una altura similar, destacando Frances Mc Dormand, quien por entonces ya anunciaba lo gran actriz que es y lo que llegaría a lograr en el futuro.
En resumen, una película para ver y volver a ver, disfrutar y analizar.
¿ Película denuncia? En cierta forma sí. Sin ser un documental -que no lo es - es una cinta de profundo contenido social que, a partir de hechos reales ocurridos en 1964, en un pueblo del sur de los EEUU, nos muestra el racismo visceral, la violencia impune, la corrupción de las autoridades e inmoralidad en dicho lugar. Todo configurado dentro de un lenguaje cinematográfico muy atractivo, (re)creando la historia de manera interesante, entretenida e impactante.
La cinta está llena de escenas brillantes, con diálogos para el recuerdo, dentro de un contexto específico y muy conocido de la historia del autodenominado "país de la libertad y el orden". Y también la nación del Ku Klux Klan. Parker clava una estocada con este producto explosivo envuelto en una magistral puesta en escena.
Gran ritmo, punzantes diálogos, humor negro y una buena dosis de ironía (que no de sarcasmo), especialmente, en el personaje de Anderson (Hackman). A destacar el contraste entre dos formas de entender los métodos de investigación y de acción policial, a través de las inmensas actuaciones de Gene Hackman y Willem Dafoe. Un duelo interpretativo de primera línea, que en mi opinión merecía no un Oscar, sino que los dos (actor principal y secundario). Ellos están empapados de sus respectivos roles, entregando una verdadera clase actoral.
Creo que, con la perspectiva que da el tiempo, perfectamente pudieron obtener ese premio y la película y la dirección también. Ese año ganó el histrión Dustin Hoffman, que estuvo brillante, no hay duda, por una película (Rainman) cuya trama empatiza con una temática que empezaba a despuntar (el autismo), pero que hoy se ve como ya trillada y como una buena película, nada más.
Los secundarios están a una altura similar, destacando Frances Mc Dormand, quien por entonces ya anunciaba lo gran actriz que es y lo que llegaría a lograr en el futuro.
En resumen, una película para ver y volver a ver, disfrutar y analizar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Si todos los policías utilizaran, cuando fuera necesario, los métodos sucios y coactivos, pero eficaces, de Anderson para combatir el crimen, cómo temblarían las bandas delictivas que cada vez con más frecuencia pueblan las grandes metrópolis. Y también los llamados "delincuentes de cuello y corbata".
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