Crónica intensa y muy bien procurada de la historia cotidiana de dos mujeres frustradas e insatisfechas casadas con dos bondadosos cuanto medio tontos maridos. Los personajes encarnados por Lala y Susi llegan a la perfección; es más, son tan reales que, como espectador, me encocoran tanto que me he sentido fatal al ver lo histéricas que llegan a ser, y lo cruel de ser madre e hija para ocasionar que ésta herede la amargura de aquélla. Qué bien medidos los tiempos por la directora!, y muy bella fotografía que nos impide olvidar que estamos en el País Vasco. Valoro la pericia con la que se ha conseguido que el bebé llore (realmente) cuando ha de llorar y calle cuando corresponda. La bisoñez de la hija se convertirá, seguro, en frustración cuando madure. Qué pena, está predestinada.

Hasta 2020, atento siempre, espero y visiono la película anual de W. Allen. Con esto de la pandemia y el rollo del 'me too', el estreno de Rifkin's se me fue a las nubes. Ayer se me ocurrió mirar si estaba estrenada o no y en Justwach veo que figuraen la plataforma de RTVE. No es lo mismo ir al cine que ver una película en tu casa. En la sala estás concentrado y ves la película de seguido. En casa, no. Hay interrupciones, ruidos y cosas que hacer simultáneamente. Así es que mi opinión está influenciada por eso de haber visto Rifkin's en casa.
Soy fan de Allen, de todas sus películas, excepto una: 'Vicky, Cristina, Barcelona'. Creo que se hizo deprisa y corriendo y como "pago" de Allen por su distinción en el Campoamor de Oviedo. Rifkin's adolece del mismo ritmo que el de Vicky; una historia vulgar y un experimento de colocar en el papel que siempre se adjudica el propio Allen a un tipo que incluso carece del escaso encanto que se merece Allen como actor. Los diálogos, que son siempre por su enjundia y humor de lo mejor de sus películas, aquí no destacan. Creo que esta película funciona como un 'cortar y pegar' más el relleno de huecos sin demasiada fortuna. Tanto guiño a tanto director, al final te hace cerrar los ojos. Pese a todo, los recursos en blanco y negro referidos a escenas de películas europeas filmadas por afamados directores resultan atractivas por cuanto se puede llegar a disfrutar adivinando su procedencia en cada escena. Si bien en algún caso, como en el del Ángel Exterminador, su encaje resulta demasiado forzado. Un cinco ramplón le doy esta vez a Woody. Y con esto basta.

En la carretera que va de Salamanca a Zamora y a 63 kilómetros de esta ciudad, Amenábar sintetiza la cuestión prevalente, el paradigma, de su película, ‘Mientras dure la Guerra’. Es la escena que recoge el diálogo entre Unamuno y su discípulo Salvador Vila, primer plano, primerísimo, de los protagonistas, después medio plano y finalmente plano panorámico con las siluetas de los protagonistas en un atardecer necesario para subrayar el diálogo, y donde se sustancia el meollo de la película, mucho más, a mi modo de ver, que lo que se desprende del propio título (que también), pues si a Franco se le hubo limitado su poder a la duración de la Guerra, lo cierto es que cualquier español doliente, que vivió el conflicto, mostraría esta misma actitud: ‘al tiempo que desprecio a los unos, estoy huyendo de los otros’. Tengo la seguridad, después de analizar la susodicha escena que Amenábar debió considerar como posible fuente para titular la película si bien la concreción para ello acaso resulta más difícil que la que se refiere a las reticencias que la Junta (Cabanellas, sobre todo) expresaron respecto al mando del General Franco.
Ya sé que las caricaturas ayudan mucho a entender la realidad, incluso a veces más, que las referencias directas a la propia realidad, pero me queda la duda (necesariamente) de saber si el personaje de Millán Astray es una esperpéntica y exagerada caricatura o algo que se acerca a la realidad. En todo caso algo innecesario. La interpretación de Karra Elejalde, sencillamente genial. Los personajes, en general bastante identificables , y el ritmo de la película, de diez.
Sin embargo, yo me pregunto, ¿es necesario subrayar con bigotitos y gomina a los del bando sublevado para hacerlos ver como más malos que la quina y poseyendo un alma negra y desalmada? Creo que sí, pues las críticas a ello, de haberlas, son silenciadas con eficiencia progresistas muy contrastadas. Claro que si un director cualquiera osara describir historias del bando contrario, mostrando la sanguinaria furia de los muchos botarates sanguinarios, barbas descuidadas, pelos revueltos, boinas y viseras, mosquetones al hombro, del bando republicano, la pléyade progresista y pija de la modernidad revisionista de la histeria e Historia de España, montaría en cólera, con el apoyo de los medios afines
¿Qué tal una caricatura de Largo Caballero en todo lo suyo?
Mientras dure la Guerra es una película sobresaliente. Un nueve, cómo no, para ella.

Demasiado parecida al modo Fellini. No es necesario aplicar la norma tanto para rendir culto al maestro. La fotografía y la sucesión de pantallas, es de primera calidad. Servilio se oscurece en su interpretación que no llega a la altura de la suya en La Grande Belleza. El cine de Sorrentino es de primera división, pero esperaba más en esta peli. Recomendada a quienes, como yo, seguimos a este director que pretende ser la reencarnación felliniana del cine italiano. Siento dejar mi nota en un 6.

Acostumbrado a tener que valorar las películas de Almodóvar como obras de arte, y renunciando a tal prescripción, puedo establecer mi criterio, respecto a La Trinchera, en lo más alto de mis estimaciones cinematográficas.

En la penumbra casi total -obligada por la propia historia- encuentro una definición muy exacta de eso que se cuenta. Siempre he estimado que el cine de calidad ha de establecerse, a más de la historia que se cuenta, por supuesto, en tres grandes pilares. 1.- La interpretación. 2. - El Color. 3. - La Luz.

En La Trinchera, la ausencia de luz es como la interpretación en grado sobresaliente de la cuestión de la Luz. No hay variedad de colores, porque no la pude haber; sería, entonces, de lo contrario, una peli diferente. Y la interpretación de los protagonistas, sensacional. De la Torre es el mejor actor, el más brillante (bien dirigido, por descontado) del panorama actual español, de ahora y del pasado. Su caracterización y adaptación a las circunstancias temporales, son como maravilla que solo el Cine puede darnos. En la Andalucía profunda, el lenguaje es muy especial y, en lo más hondo, de difícil entendimiento. Los diálogos, en penumbra casi siempre, no se escuchan demasiado bien (quizá mi impresión se deba a que, no en un sala de cine convencional sino por medio de una plataforma he visionado el film en casa), pero, quizás, esto le venga bien a la historia que se cuenta. Una historia que desvela algo difícil de entender: que 30 años en una situación límite se hubo dado.

Y, final, una reflexión. Las películas que toman como referencia la Guerra Civil, todas o casi todas, tiene que ver con la maldad tremenda del bando sublevado y la bondad casi infinita de quienes la sufrieron en el bando republicano, entonces, ¿no va siendo hora de que las tornas se vuelvan del revés y produzcamos algo de cine basado en la agresividad tremenda de la izquierda que, a lo largo de la Guerra, hizo presa en las buenas personas del bando nacional?