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Críticas 71
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
8 de enero de 2019
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Yo soy un hombre. Yo soy el ángel de la noche". La vida y obra política del empresario, megalómano y ex presidente del Consejo de Ministros de Italia es una incógnita oscura para muchos políticos, escritores, periodistas y artistas que han querido abrazar, de diferentes maneras, los movimientos de un personaje tan pintoresco. Paolo Sorrentino, uno de los mejores directores contemporáneos, se ha atrevido con esta obra cinematográfica llamada "Silvio (y Los otros)".

El film se cura en salud desde el principio, dejando claro que todo el contenido que sale durante el metraje se convierte en "una pura coincidencia con la realidad", escenificando que es un guión "ficticio". Así pues, Sorrentino se protege la espalda ante posibles querellas por parte de Berlusconi y todos los implicados ante esta bofetada poética, vulgar, sexual y histriónica contra uno de los políticos más mediáticos de la Europa contemporánea.

La película es un poema cinematográfico de estilo puramente Sorrentino, enmarcado en una estética cargada de belleza visual (como en toda obra del director italiano), metáforas italianas mezcladas con fotogramas que se convierten en cuadros casi renacentistas y una muy, muy, muy elevada sexualidad. Toni Servillo encarna al político que da sentido a toda la película, a todo el metraje y a todo el guión.

"Silvio (y Los otros)" no es un biopic convencional. Sorrentino ya rodó un filme sobre un "gran" político italiano, Giulio Andreotti (llamada "Il Divo"), irradiando un estilo poco convencional, con una elevada estética y una ausencia de guión sólido para ciertas personas, donde tenía una gran vinculación política e histórica. En cambio, en esta película sobre Berlusconi, hace una gran introspección psicológica del personaje, de sus carencias, incluso de su obsesión mental, sobre todo, con el sexo.

El otro gran personaje que aparece en el filme es Sergio Morra (interpretado por Riccardo Scarmaccio) que escenifica una proyección fantasiosa de los supuestos inicios de Berlusconi, pero interactuando con el verdadero Berlusconi. Es un hombre llamado por el reclamo de la ambición, del poder, nublado por la espiral de sexo, drogas y política superficial que planea sobre la Italia de las últimas décadas.

El filme de Sorrentino es largo (una duración de dos horas y media puede suponer cargante para un elevado público no familiarizado con sus películas) pero que deslumbra a cada paso que hace. No es un producto sólido, porque sólo focaliza una etapa muy breve de Berlusconi: su ocaso, su Olimpo en decadencia, su miedo irracional a la muerte, su negación absoluta a abandonar su posición extremadamente poderosa en Italia.

La proyección del director italiano es una gran crítica a Berlusconi, es una puñalada a la obra política, empresarial e incluso vital del líder político, que lo acaba colocando delante del espejo y lo convierte en una persona decadente, patética y abandonada. Sin embargo, el filme, cargado de mensajes metafóricos, de una carga muy especialmente italiana y bíblica, nos recuerda que Berlusconi fue una persona muy apreciada por una población poco crítica, absorbida por una clase política pobre, oscura y abandonada a la corrupción.

Silvio, sin embargo, es alfa y omega. Es la Italia poderosa que no renuncia a sí misma pero se hace asco a sí misma. Él, sin embargo, es un hombre convencional. Es el ángel de la noche. Y es una sonrisa incómoda, pervertida y cargada de malicia. Y (los otros), se nutren de él, terminando todos consumidos por Berlusconi.
11 de julio de 2019
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sencilla, tierna y vestida de una trama desacomplejada que esconde pequeños detalles, gestos y miradas que penetran más que cualquier frase de todo el guión de la película. Así es "La vida sin Sara Amat", un relato que con el título ya genera una predisposición sobre el film, pero donde el viaje de los personajes a través de sus emociones e historias acompañan al espectador con tanta delicadeza que es inevitable esbozar una sonrisa tras los 80 minutos que dura la producción. Es el primer largometraje de Laura Jou, con un reparto lleno de caras jóvenes que escenifican un gran futuro para el cine catalán -y en catalán-.

"La vida sin Sara Ama"t es un canto a los primeros pasos hacia la adolescencia. Pepe (Biel Rossell) es un joven de 13 años que veranea en el pueblo con su abuela y se enamora de Sara (María Morera), una chica decidida y con carácter que un día jugando al escondite decidirá desaparecer. Pero no del todo: escogerá a Pep como protector y le pedirá que le ayude a permanecer en su nuevo escondite, la habitación del chico. Pep dejará de ser un niño en aquella estancia, conocerá el amor, la mentira, la pérdida, el placer, la atracción y el miedo. De trasfondo, la obra de Tolstoi de Ana Karenina.

El conjunto de jóvenes actores que dan vida a los personajes principales de la película están dirigidos de forma magistral por Laura Jou, experta en coaching de actores de tan corta edad. Los papeles de Biel Rossell y Maria Morera, en especial de ella, están ejecutados con mucha naturalidad y una química que traspasa la pantalla. A pesar de la diferencia de edad con buena parte del público, consiguen emocionar con miradas perdidas y penetrantes; con gestos inocentes y decididos; con frases cortas y grandes silencios. Una revelación en la cinematografía catalana.

La nostalgia irradia buena parte de la puesta en escena, situada en los años ochenta del territorio central de Cataluña. La vida veraniega, la libertad para soltarse y explorar los nuevos caminos que brinda una nueva etapa a raíz de la infancia. Los primeros besos, los primeros sentimientos, el descubrimiento de la sexualidad o el vértigo de los primeros miedos. Todas estas temáticas se van desarrollando con los personajes de una manera sencilla y sin pretensiones. La directora sitúa de golpe al espectador en la trama pero no tiene ninguna prisa para desgastar sus personajes. Los trata con cuidado y los acompaña por vestir una muy buena película.

La película dirigida por Jou e inspirada en la novela homónima de Pep Puig es fiel a la esencia del libro, que si bien es mucho más reposado, borda a la perfección la intensidad de las emociones de los protagonistas principales. Francesca Piñón, en el papel de la abuela del protagonista, aporta a la película un punto de madurez y sabiduría desde la complicidad, el amor y la ternura de una abuela. "La vida sin Sara Amat" vuelve a poner de manifiesto cuán necesario es el cine catalán y en qué buena forma está, qué calidad tiene y qué gran futuro le espera.
23 de marzo de 2019
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Lo escribí para olvidarme de su contenido, pero no quiero hablar de ello"

Adentrarse en una sala de cine para ver la nueva película de Pedro Almodóvar, Dolor y Gloria, produce la misma sensación que entrar en un confesionario con el director manchego. En la penumbra, el espectador asiste a una de las producciones más íntimas del director manchego, que rasga su propio corazón en la pantalla a través de ficcionar sus recuerdos de infancia, juventud y los dolorosamente más recientes.

La película presenta a Salvador Mallo (Antonio Banderas), un director de cine inmerso en los dolores físicos y mentales, que tiene la oportunidad de reencontrarse con un film que estrenó 32 años atrás. Esta zambullida hacia el pasado laeintroduce en un conjunto de recuerdos de su infancia (donde aparecen Penélope Cruz y Raúl Arévalo, como sus padres), reunirse con el actor protagonista con quien se había enemistado (Asier Etxeandía) y con un amor pasional de juventud perdido (Leonardo Sbaraglia).

Almodóvar juega con su iconoclastia pero sin ingredientes de ego. El manchego confiesa sus miedos, sus dolores, sus angustias que lo han marcado en el camino de la gloria. Los personajes de la película son bocetos ficcionados de la vida y lágrimas del director, que quiere hacer cómplices a los espectadores de su recorrido.

Con una fotografía excepcional, un pantone de colores digno de las mejores películas llamativas de Almodóvar y una banda sonora excelente, Dolor y Gloria vertebra un metraje que a ratos parece demasiado atareado en querer explicarlo todo, con la prisa de quien se emociona en contarte sus vivencias pero que, obviamente, tú no has vivido y tienes que ir cogiendo el hilo.

La trama, en ciertos momentos, se enfría por la descontextualización de ciertas escenas. Almodóvar salta hacia el pasado en varios momentos, sin mucho sentido al principio, pero con la intención de ir vertebrando una pieza filmográfica que se acaba exhibiendo en todo su esplendor al final de la película. Dolor y Gloria, aplaudida con vehemencia por muchos críticos, ha recibido matices negativos por la baja empatía que pueden producir ciertos actores, como Banderas. Más allá de la realidad, el malagueño no ironiza, ni imita ni caracteriza a Almodóvar. Vertebra un personaje con sentido, sentimiento y dolor, mucho dolor.

El deseo y la sexualidad, temas recurrentes en los filmes del director, son también ingredientes vertebrados a partir de la visión del Salvador más niño, cuando los descubrimientos y los primeros deseos afloran desde la más sentida pureza. Dolor y Gloria es un monólogo en la cueva, un canto de sirena de Almodóvar a sí mismo para alejarse del sufrimiento, para desempolvar la vejez y contener una emoción muy sentida.

Los detractores del manchego, si se liberan de sus prejuicios, se encontrarán con una película sincera, pasional y emotiva. Los simpatizantes y acérrimos de Almodóvar disfrutarán de un viaje a uno de los cocidos madrileños cinematográficos más distinguidos que ha hecho nunca. Reencontrarse, estimar, mirarse a los ojos, confesar las angustias. La gloria es inaccesible si no se siente dolor. Duele, sí, pero vale la pena.
Toy Story 4
Estados Unidos2019
7,0
29.084
Animación, Voz: Tom Hanks, Tim Allen, Annie Potts ...
8
8 de julio de 2019
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La entrañable historia de los juguetes de Pixar ha cerrado la saga con una última película rebosante de calidez. La trilogía da un paso más y se convierte en una tetralogía sin estar descompensada por ningún lado. Las aventuras de Woody, Buzz Lightyear y sus compañeros han marcado generaciones de jóvenes adultos actuales y muchos de los adolescentes que están a punto de llegar a la mayoría de edad.

Las vidas de estos juguetes han iluminado los sueños de todos ellos y han despertado las mejores sonrisas posibles en las salas de cine y en los salones de cada casa. Toy Story 4 escenifica el momento de cerrar el cuento y abandonar los últimos recuerdos de la infancia. Te abraza, te apaga las luces y te da un beso de buenas noches.

El público consideró inoportuna una cuarta entrega tras hacerse público que llegaría tras la "conclusión" que significó Toy Story 3. Los espectadores se presentaban escépticos a las butacas de cine, ávidos de crítica para poner de manifiesto cómo era de innecesaria. Los 100 minutos de metraje son un retorno inmediato a aquellas tres películas, sin ningún tipo de sabor amargo y que poco a poco, va preparando al espectador hacia el resultado final. Es una película dirigida a aquellos que han crecido con la saga, que necesitaban una última despedida de todos los juguetes, después de haberle dicho adiós a Andy, el anterior dueño de ellas.

La trama gira alrededor de Woody, Buzz y toda la pandilla que viven con la pequeña Bonnie, la nueva propietaria de los juguetes. La niña empieza ahora la etapa de la guardería y como no puede llevar a sus amigos con ella, se crea uno nuevo: Forky, una pequeño tenedor hecho a mano. Representa los nuevos juguetes, los nuevos espectadores de Toy Story que al final de esta saga, se están uniendo a las aventuras que han vivido todos aquellos que ya son adultos.

Aparecen antiguos personajes y se dejan de lado los clásicos, que ya han tenido sus momentos de gloria durante las entregas anteriores. El film tiene pequeños momentos, ligeras subtramas, cargadas de mensajes con mucho poder: la amistad entre juguetes totalmente diferentes, la empatía a la hora de sentirse abandonado o la solidaridad para ayudar a los demás, sea cual sea las diferencias que les separan.

Toy Story 4 transmite la sensación de que no sobra ni un segundo de la película. Consigue su nivel más alto en producción, iluminación, animación y planos de cámara. Las canciones son cantadas con un nudo en la garganta y las emociones de tener que despedirse de los juguetes traspasan la pantalla. La saga Toy Story es un viaje sobre la infancia, vista desde la infancia y esta última entrega es el recorrido más maduro de toda esta odisea.

Woody representa todos aquellos jóvenes adultos y adolescentes que tienen que escoger, que se sienten perdidos cuando ya han pasado la infancia (para el cowboy es Andy, para los espectadores son los protagonistas de Toy Story). Su canción más conocida es el canto final: siempre tendrás un amigo en ellos, sea cuando sea. Adiós, Woody, adiós amigos. Gracias por el viaje.
4 de diciembre de 2018
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Y si un día te despertases y toda tu vida hubiera desaparecido, la gente a la que amas no te reconoce y te dicen que tu hija no existe? Bajo esta premisa arranca "Durante la tormenta", el nuevo thriller de ciencia ficción del director barcelonés Oriol Paulo. En esta nueva película, Paulo se consolida como uno de los mejores creadores de cine de tensión de nuestro país, después de haber creado "El Cuerpo", con la que se presentó como director novel, y "Contratiempo", film con el que se consolidó.

Vera (Adriana Ugarte) comete una acción prácticamente imposible: salva la vida de un niño que debería haber muerto. Bajo este hecho, toda su existencia cambia radicalmente y ya no puede volver atrás. Esta temática -estilo efecto mariposa- no es ninguna novedad, pero si en la nueva producción de Paulo, que cautiva al espectador a través de dos horas de tensión, un guión bien elaborado -aunque ciertas carencias de ligar cabos- y una fotografía magistral.

La tormenta, paraguas de toda la película, engulle la vida de todos los participantes de esta trama donde Ugarte domina la pantalla a placer, engulle al espectador y ofrece una de sus mejores interpretaciones. Sus acompañantes son de lujo: Chino Darín, en el papel del policía que ayuda a la protagonista; Javier Gutiérrez y Nora Navas, como participantes antagonistas; Álvaro Morte, en el papel del marido de Ugarte; y otros secundarios -que no por ello tienen menos peso en la trama- como Julio Bohigas-Couto, Clara Segura, Francesc Orella y Belén Rueda.

La película es ambiciosa en todas sus facetas: una producción impecable, un paisaje que atrapa, unas actuaciones muy bien construidas y un guión que acaba teniendo taras por culpa de los grandes giros que acaba cometiendo. Paulo oscurece la pantalla a medida que Ugarte nos transporta hacia su sufrimiento, a su angustia y a su confusión.

"Durante la tormenta" tiene momentos estelares, pero tiene cortes a golpe de bisturí para cerrar una trama que se acaba comiendo a sí misma, como hemos señalado antes, por ambiciosa. Sin embargo, el producto del director catalán es sólido, convincente y cautivador. No defraudará a ningún espectador que se adentre en la tormenta.
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