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España España · JEREZ DE LA FRONTERA
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Críticas 224
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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30 de enero de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
Estas pasadas Navidades aproveché esos días en los que disfruto de un poco más de tiempo libre para ver títulos, casi siempre nada comerciales pero con mensaje humano o cristiano. Comencé esta actividad visualizando esta película alemana sobre los campos de concentración nazis, lo cual es ya de por sí una garantía de fidelidad. El director, Volker Schlöndorff, es tan aclamado y premiado en su país como desconocido en el nuestro. Nuestras salas de cine sobreviven a duras penas con las americanadas o españoladas de turno, y películas europeas como ésta pasan de puntillas sin estrenarse más que en salas de culto de las grandes capitales.

La película está basada en la novela del mismo nombre escrita por ­­­­­Jean Bernard, un sacerdote luxemburgués superviviente al campo de concentración del Pfarrerblock de Dachau, un pabellón con más de 2.500 religiosos de los que solo sobrevivió la mitad. Dicho libro es un testimonio real de su dramática experiencia. El argumento es realmente impactante. En 1942, al comienzo de la II Guerra Mundial, El Padre Kremer fue detenido y castigado a trabajos forzosos por su oposición al régimen nacional-socialista. Tras pasar varios meses en el campo de concentración se le concedió un permiso envenenado: le dieron nueve días para retractarse públicamente y convencer a su obispo para apoyar al régimen nazi. Si cumple con todo, será libre. Si no lo consigue, tendrá que volver al campo de concentración y su familia pagará las consecuencias. Si aprovecha el permiso para huir, todos los sacerdotes del pabellón del campo de concentración serán ejecutados. Tremendo dilema moral.

Protagonizada por Ulrich Matthes en el papel del sacerdote-teólogo (un año antes había interpretado al nazi Gobbler en la nominada al Oscar El Hundimiento) y August Diehl como el oficial de las SS encargado de convencer a Kremer. Un duelo interpretativo de primer nivel.

La película es un drama moral en 9 actos, correspondientes a cada uno de los días de libertad condicional: ¿Qué hará el padre Kremer, ir contra su conciencia y salvar muchas vidas a costa de convertirse en un “Judas” que traiciona al cristianismo; o ser coherente con sus principios cueste lo que cueste? El silencio diplomático de Pio XII y los Obispos de Luxemburgo, la masacre de religiosos realizada por los comunistas en la Unión Soviética, las continuas amenazas a su familia, el terror de volver a los campos de exterminio… harán que la fe y la integridad del padre Kremer se pongan a prueba hasta límites insospechados. El paralelismo que se establece entre el protagonista y Judas Iscariote, el traidor de Cristo, es más que evidente. Por si fuera poco la similitud del dilema moral, este diálogo lo deja bien claro...

Oficial de las SS: "¿Cuánto dinero tiene usted?"
Padre Kremer: "Treinta marcos".

Una película para no perderse, de las que hacen pensar e introspectarnos… ¿Cómo actuaría yo en una situación tan límite….? Y de paso, un testimonio más de lo mucho y bueno que hizo la Iglesia Católica a favor de los judíos en un periodo histórico tan convulso y complejo. Una pena que no llegue al gran público y que no haya tenido la publicidad de la que otros títulos más insignificantes y más intrascendentes gozan. No obstante, el testimonio histórico y personal quedan ahí, para la posteridad y para goce y disfrute de los amantes del buen Cine.

Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/
23 de enero de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
En esta película documental, el cardenal Stanislw Dziwisz (su secretario personal desde 1966) narra la vida de Karol Wojtyla, centrándose especialmente en los años de su pontificado como Juan Pablo II. Aunque fue rodada hace ya 14 años, reconozco que no la había visto hasta ahora. Y ha merecido la pena la espera. Se trata de una coproducción ítalo-polaca dirigida por Pawel Pitera, especializado en producciones para televisión, siendo un documental que aprovecha el éxito del libro Testimonio, publicado en enero de ese mismo año y que en unos meses se convirtió en Best Seller a nivel mundial. La música que acompaña al documental merece ser resaltada, con algunas piezas del afamado compositor griego Vangelis.

Siendo también polaco, el cardenal arranca narrando los duros años de la invasión nacional-socialista en Polonia, con anécdotas como la protección de su familia a un hombre judío durante la Segunda Guerra Mundial o el recuerdo más traumático de la ejecución pública de prisioneros de guerra polacos. Posteriormente y centrándose en su relación con el Pontífice, el cardenal nos cuenta en primera persona cómo se vivieron, entre otros momentos, el dramático atentado del turco Mehmet Ali Agca en la Plaza de San Pedro de Roma en 1981, el apuñalamiento en la Plaza de Fátima en Portugal en 1982 o las numerosas mediaciones políticas de Juan Pablo II para acabar con el comunismo, primero en su Polonia natal y posteriormente colaborando activamente para que fuera derribado el muro de la vergüenza símbolo del Telón de Acero en Berlín. Desde su conocimiento tan cercano de la manera de ser, de la relación con Dios y de las preocupaciones diarias, Dziwisz desgrana momentos que uno va rescatando de su memoria al tiempo que los va visualizando. Para todos los que vivimos aquellos acontecimientos desde la infancia o la juventud, el documental revela muchas claves de aquellos años, y agranda aún más si cabe la leyenda del Papa Magno, que visitó 129 países y hablaba con fluidez más de 10 idiomas. Finalmente, el cardenal narra en primera persona cómo vivió el proceso de degeneración de la salud del Papa, dando detalles de cómo el Parkinson afectaba a su día a día. Testimonio termina el 8 de abril de 2005 en el momento del funeral de Juan Pablo II. El clímax del film es la despedida entre ambos, cuando Dziwisz pone un pañuelo blanco que cubre la cara del difunto Papa.

La figura de Juan Pablo II es enorme. Una persona que pierde a su madre a los 9 años, a su único hermano a los 12, y a los 21 a su padre sabe lo que es el sufrimiento. Una persona que vivió primero la invasión nazi en su país y que después tuvo que soportar los estragos del comunismo ruso sabe lo destructiva y manipuladora que puede llegar a ser una ideología. Un hombre que cargó con el peso de la Iglesia durante 27 años hace que tu vida al lado de la suya parezca insignificante...

Desde luego es una biografía apasionante, no sé si habrá otra tan completa como la de su figura en el siglo XX, pero lo dudo mucho y en todo caso sería cuestión de gustos. Yo que tuve la inmensa suerte de saludarlo y recibir su bendición no tengo ninguna duda de que se trata de uno de los personajes más relevantes de los últimos tiempos.

Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/
17 de enero de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
Un año más tarde de la exitosa Siguiendo mi camino, Leo McCarey volvía a dirigir a Bing Crosby dando vida al sacerdote Chuck O'Malley en Las campanas de Santa María. Aunque dicen que segundas partes nunca fueron buenas, la dinámica del film y su acogida por el público sí fueron en este caso muy similares a su predecesora. Bien es cierto que en esta ocasión solo alcanzó un Oscar -y de los llamados menores- de los ocho a los que estaba nominada, pero el éxito en taquilla volvió a ser rotundo.

Para acompañar al actor-cantante se escogió esta vez a una estrella contrastada como Ingrid Bergman, quien acababa de cosechar sendos éxitos con Casablanca (1942) y Luz que agoniza (1944), garantizando así un plus en el marketing promocional. Es cierto que su participación eleva la calidad del film, pero por contra el argumento es tan similar Siguiendo mi camino que apenas se notan excesivas diferencias entre ambas.

En esta ocasión, El Padre O'Malley vuelve a ser cambiado de destino para encargarse de la Parroquia de Santa María, sita en un barrio humilde de Nueva York en el que deberá atender además espiritualmente a un colegio de monjas dirigido por la Hermana Benedicta (Bergman). De nuevo la trama gira en torno a las dificultades económicas de los chicos del barrio (la solución pasa en esta ocasión por la creación de un coro infantil) y a una posible donación que solventaría las dificultades financieras de la parroquia y el convento. En la misma línea de la anterior, la labor sacramental del protagonista pasa de puntillas, centrándose más bien la trama en la labor social y en la búsqueda de soluciones financieras para el sustento de la institución. La única diferencia entre ambas películas es que el carácter afable y bonachón del Padre O'Malley no choca en esta ocasión con el avejentado Padre Fitzgibbon, sino con la adusta Hermana Benedicta, tan seca en sus maneras como dulce en su interior. Esta frase de la religiosa es una de las más icónicas del film:

¿Nadie te dijo nunca que tienes una cara deshonesta? Para un sacerdote, quiero decir...

Respecto a las problemáticas de las chicas, la palma se la lleva Patsy, una colegiala de quien hay que decidir si debe graduarse o no a pesar de sus malas notas. Presenta dudas vocacionales que más bien parecen ser una respuesta para huir de su penosa realidad. El contexto familiar no es el más adecuado, lo que hace plantear una duda lícita: ¿es necesario ayudarla para que no se hunda en el fracaso?... Estamos hablando de la situación en EEUU en 1945 pero el dilema no puede ser más actual en cualquier país civilizado... Estas frases iluminan el conflicto en uno de los pocos apuntes espirituales de los protagonistas:

Hermana Benedicta: “Si no fallamos a veces, nuestros éxitos no significarán nada. Debes tener coraje. No te rindas ".
'Patsy' Gallagher: "No, no. Yo solo quiero ser una monja".
H.B.: "No te conviertes en monja para huir de la vida, Patsy. No es porque hayas perdido algo. Es porque has encontrado algo ".

Por otro lado, un año antes de "Que bello es vivir" encontramos aquí a un huraño personaje (Bogardus) fiel reflejo del que será Mr Potter en la obra de Capra. Un personaje para quien el dinero es todo en la vida y que no tiene ningún interés en ayudar a los demás, más bien parece disfrutar de las desgracias ajenas. Este nuevo Mr Scrooge experimentará también una conversión similar a la del mecenas de la primera parte, Ted Haines o al personaje de Dickens.
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El final es conmovedor. Con esa fibra sensible que McCarey sabe tocar, asistimos a una graduación que tiene una parte festiva pero también una parte de despedida. El espectador intuye que allí se deja entrever la marcha del convento de la hermana Benedicta, pero no podía sospechar siquiera que esta última escena era también la despedida del personaje del Padre O’Malley, quien ya no volvería a protagonizar ningún largometraje más.

- Padre O'Malley: "Hay otro sentido, ya sabe, hermana".
- Hermana Benedicta: "Oh, no me diga".
- P.O: "Sí, lo suficientemente sensato como para saber cuándo irse".
- P.O: "Y si alguna vez necesita algo, no importa lo que sea o donde sea que se encuentre...".
- H.B: "Sí, lo sé. Solo marco O para llamar a O'Malley..."

Se llega así al final de dos películas excelentes, dos clásicos que forman un todo indivisible y que han pasado a la posteridad del cine humano y cristiano, y que merecen ser revisitados de cuando en cuando.

Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/
15 de enero de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
No es fácil hacer una comedia con contenido religioso. De hecho, parece que comedia y Religión puedan ser palabras antagónicas cuando en realidad no deberían serlo. Por ello se agradecen películas como esta de Ken Kwapis, en la que de una manera desenfadada se tocan temas interesantes y hasta con una cierta profundidad.

Soy consciente y parto de la base de que el primer propósito de la película no es mover a la reflexión sino el mero entretenimiento. Esta película es una comedia romántica en la que el protagonista principal, eso sí, es un sacerdote, interpretado por el malogrado Robin Williams. Esa es la clave de la película. Robin Williams era como el rey Midas, que todo lo que tocaba lo convertía en oro. Esta película no es una excepción, y lo que se podía haber quedado en una película del montón e irrelevante se convirtió gracias a su intervención en un film cuanto menos entretenido e interesante.

El argumento de la película es sencillo. Dos jóvenes, Ben Murphy (John Krasinski) y su novia Sadie Jones (Mandy Moore) deciden casarse. Antes de llegar al momento del altar deben realizar un curso prematrimonial organizado por el Padre Frank, sacerdote de confianza de la familia de Sadie al que hace tiempo que no ve. Ya el reencuentro tras muchos años descoloca a la novia y deja entrever el tono desenfadado del film:

Sadie: Lamento mucho no haber estado aquí por aquí desde la última vez, desde hace...
Padre Frank: Diez años.
Sadie: Sí... He estado tratando de poner en marcha mi negocio, y...
P. Frank: Oh, por favor, por favor. Sé lo que suele pasar. Vas a una universidad libre, tienes un compañero bisexual, te olvidas de Dios. No te preocupes. Él no se olvidó de ti...

El curso tiene por objetivo desestabilizar a la pareja para asegurar que la decisión de compartir el resto de la vida con otra persona no se toma a la ligera sino de manera libre y consciente. Las distintas pruebas, tareas, actividades... a realizar serán de lo más disparatadas, dando lugar a distintas situaciones y diálogos cómicos, de entre la que destaco estas dos protagonizadas por el monaguillo, un secundario muy acertado y que encaja al perfección en la trama:
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Ben: ¡Jesús! Me asustaste.
Monaguillo: Jesús no te asustó. Yo lo hice.

Sadie: ¿Reverendo Frank? ¿Qué... qué haces aquí?
Monaguillo: El reverendo Frank está en todas partes, ¿recuerdas?

La reflexión posterior al visionado de la película también puede resultar interesante. No tanto respecto a lo disparatado del curso prematrimonial, pero sí respecto a la insuficiente preparación que muchos matrimonios cristianos llevan al momento del sacramento. El padre Frank quiere hacer consciente a la pareja de un hecho incuestionable: la pasión del enamoramiento pasa tarde o temprano, debiendo quedar el amor, con todo lo que ello conlleva. Temas como el respeto, compartir la vida, saber escuchar a tu pareja, no querer imponerse siempre, ser dialogante, ceder ante la opinión del otro, planificar el futuro en común... son importantes durante el noviazgo, periodo que debe ser una verdadera prueba de fuego. En el caso de la película el padre Frank logra su objetivo consiguiendo que el consentimiento final sea más pleno y consciente que lo era en los momentos previos a su intervención, aunque el padre Frank lo sabía mucho antes...

Ben: Oye, ¿puedo hacerte una pregunta?
P. Frank: Claro.
Ben: ¿Cuándo supiste realmente que estábamos listos para casarnos?
P. Frank: En el momento en que le dijiste a Joel que Sadie no era un pez, supe que estaba destinado a serlo. Además, cualquiera que patee el trasero de un reverendo por su mujer, está bien en mi libro.

Como curiosidad decir que la fórmula con la que el Padre Frank casa finalmente a los chicos es, por supuesto, tan disparatada como la peli....

P. Frank: Por el poder de Dios y el ministro de Seguridad Nacional y Justicia de Ocho Ríos, Jamaica... Yo os declaro marido y mujer.

Lo dicho, una película recomendable tanto para buscar un poco de entretenimiento como para "sacarle un poco de punta" espiritual, si bien siendo conscientes de que lo que se está viendo es simplemente una comedia.

Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/
14 de enero de 2022 Sé el primero en valorar esta crítica
Ayer vi esta película francesa que la verdad me decepcionó bastante. Se trata de una comedia romántica con un argumento bastante sugerente pero que sin embargo se diluye como un azucarillo sin profundizar en ningún tema interesante. Se trata del último largometraje cinematográfico dirigido hasta la fecha por Pascale Bailly, quien ha derivado su carrera hacia las producciones televisivas.

El argumento, como digo, es de lo poco que se salva de la película. Una chica, Michele (Audrey Tatou) se encuentra en un momento psicológicamente bajo de su vida, y va tratando de encontrar consuelo en las diferentes religiones mayoritarias, pasando por el cristianismo, el budismo y finalmente el judaísmo. Su intención es la búsqueda de la felicidad y complacer a sus esporádicas parejas, quienes sin embargo apenas se muestran interesadas por la religión.

Con ello se realiza un recorrido por las distintas espiritualidades y por las relaciones humanas, pero -como he adelantado previamente- sin profundizar ni en lo uno ni en lo otro. Van pasando los minutos y el film se convierte en una serie de situaciones más o menos cómicas - a mí no me consiguió arrancar ninguna sonrisa- en las que los protagonistas van actuando sin un hilo conductor que aporte coherencia.

Los medios anticonceptivos, el aborto, el sentido de la vida, la muerte, los preceptos religiosos, el psicoanálisis, la instrucción en la fe, los rabinos o gurús, el sabath, ... muchos temas atrayentes van y vienen a lo largo del metraje pero uno termina el visionado del filme con la sensación de que se ha perdido una magnífica ocasión para tocar con fundamento temas importantes. Los temas son tratados de forma banal e insustancial, a través de una especie de sátira en la que se relativiza todo lo sagrado. Estos dos diálogos entre la protagonista y su compañero son buenos ejemplos de ello:
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spoiler:
François: "¿Estás bien?"
Michèle: "Sí, ahora soy budista".
F: "Entonces estás bien... ¿Qué implica eso?"
M: "Mucha meditación... Tienes que trabajar hacia la iluminación, hacia la nada".
F: "Eso es difícil".
M: "Sí, toda esto de la energía positiva es agotador".

Michèle: "Léelo... Léelo... Este es realmente bueno. Este también. Todos los libros van sobre el Holocausto".
François: "La Shoah".
M: "¿Cuándo dejó de ser `el Holocausto´? Siempre he oído `Holocausto´ ".
F: "Se dice Shoah".
M: "Todo el mundo dice Holocausto".
F: "Michèle, `Holocausto´ significa un sacrificio religioso aceptado. Fue una Shoah, un genocidio, no una ofrenda a Dios".
M: "Una serie de televisión se llamaba Holocausto. La televisión es una cosa muy seria...".

Las comedias religiosas no abundan. Esta, desgraciadamente, pasa sin pena ni gloria, cuando -insisto- reunía un gran puñado de buenos requisitos para al menos haber resultado atrayente.

Jaime Salado de la Riva
Crítica para Reflexiones cristianas: https://creoendios.blogspot.com/
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