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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.369
Críticas ordenadas por utilidad
8
1 de septiembre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la edad de 12 años, el director francés, Louis Malle, era un chiquillo que estudiaba en un colegio católico de Fontainebleau. Por entonces (1944), el ejército alemán se hallaba posicionado en Francia, trayendo cada día, dolor, infamia y tragedia a una aterrorizada Europa que parecía no aguantar más. Sin embargo, en aquella campestre institución educativa nadie imaginaba que, los efectos de la guerra, podrían llegar hasta ese grupo de sacerdotes y niños que no tenían otro objetivo que el de cumplir con los planes formativos de la sociedad… pero llegaron.

Un grato y a la vez doloroso recuerdo, quedó grabado en la mente del pequeño Louis quien, años después, se convertiría en uno de los más representativos realizadores cinematográficos de la Francia libre. Había ya pasado por su mejor período, tanto en Francia como en los EEUU, cuando aquel viejo recuerdo vuelve a salir a flote, y entonces, se convierte en un nuevo filme realizado en su tierra natal con el título, “ADIÓS, MUCHACHOS”, que recibió varios importantes premios y fue muy bien acogido por la crítica especializada.

El lugar de los hechos, es ahora un convento carmelita donde funciona el colegio de niños St. Jean de la Croix y Louis Malle se llama Julien Quentin, un chico al que sabrá mostrarnos en sus aspectos más humanos, pero también en sus salidas en falso, sus impertinencias, y su difícil acomodo en la importante relación que sostiene con su compañero Jean Bonnet, quien, por diversas razones, marcará su vida para siempre.

Al filme lo favorece, sensiblemente, la manera sutil como Louis Malle va introduciendo, con pequeñísimos detalles, el ambiente de guerra en un clima que, en principio, no ofrece más conflicto que los leves roces que suelen darse entre los muchachos. Pero, cuando sabemos que el buen padre Jean es un hombre consecuente y comprometido, dispuesto a salvar la vida de unos cuantos niños, un clima de fuerte tensión comienza a sentirse en aquel espacio de la institución.

A mi manera de ver, el más relevante aporte que hace esta importante película, es que queda perfectamente plasmado el terrible absurdo de condenar, torturar y asesinar a un hombre, y sobre todo ¡a un niño!, por la incidental razón de haber nacido judío (o negro o indio o…). Porque surgen entonces un par de sencillas pero lógicas preguntas: ¿Es así como puede llegar a formarse una raza Superior?, ¿Habrá alguien cuerdo que así lo crea?

Jean Bonnet es un chico amable, un promisorio pianista y un sobresaliente estudiante. Su compromiso es con la vida, con la amistad y con un futuro de paz… pero por sus venas corre sangre judía ¿hay derecho alguno de que alguien piense en hacerle daño por esta “razón”?

En lo que puede lucir como un fuerte drama, Malle logra insertar momentos de alegría y de picardía juvenil, y hasta se toma tiempo para rendir homenaje a Charles Chaplin con una proyección de “El inmigrante”. De esta manera, se logra una historia de variopintas tonalidades, mientras se va tejiendo el sombrío manto que cubrirá el cielo con una de las mayores vergüenzas que se le ha causado a la humanidad.

Título para Latinoamérica:”ADIÓS A LOS NIÑOS”
Luis Guillermo Cardona
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7
29 de agosto de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todo ser humano, Jim Carroll había nacido con talentos propios… y él demostró que estaba dispuesto a sacarlos a flote desde su juventud. Le apasionaba tanto escribir que andaba con su diario en el bolsillo para plasmar todo aquello que le significaba algo. Y tenía tanta garra para el deporte, que ahora era uno de los más representativos jugadores del equipo de basquetbol de su colegio. Pero Jim no tuvo suerte con su entorno: su padre le abandonó siendo él muy chico; su madre, amorosa y digna, carecía de autoridad y de estímulo; el cura que tuvo de profesor en el colegio católico St. Vitus era un verdugo… y hasta el entrenador del equipo de basquetbol tenía unas dobleces que a él le repugnaban.

Entonces, Jim Carroll solo encontró como punto de identificación a los chicos de su barra: Mickey, Pedro y Neutron. Y con ellos llegó la vida pandillera, las grescas, los asaltos, la prostitución… y la droga. Así comienza un pequeño infierno que lo llevará hasta los bajos fondos y donde llegará a hacer cosas que jamás creyó que llegaría a hacer. Solo Neutron consigue liberarse en forma temprana, y a futuro, una imagen suya será el primer aliento que se pondrá ante los ojos del extraviado Jim.

Scott Kalvert, quien venía de hacer un par de documentales con estrellas de la música (Guns N Roses y Cindy Lauper) y uno más en el que Mark Wahlberg enseñaba como ganar músculos, tiene aquí un promisorio debut en el cine argumental, logrando un significativo estudio de la degradación a la que suelen llegar tantísimos muchachos por falta de buen ejemplo y de oportunidades.

“DIARIO DE UN REBELDE” contiene un buen acervo de hechos relevantes que van demarcando el camino hacia el infierno, y aunque en este terreno resulta un tanto excesivo, resulta ejemplar para los jóvenes de hoy poder presenciar esta dolorosa experiencia. De otro lado, también queda elocuentemente plasmado el penoso sendero que, entre niños y jóvenes, suelen trazar los más burdos adultos con sus liviandades.

James Dennis Carroll (1949-2009) fue un chico newyorkino que pasó varios años de su adolescencia como adicto a la heroína, delincuente y degradado. Pero, a su salida del infierno –hecho en el que debió interesarse más el director del filme- consiguió publicar su libro “The basketball diaries” (1978) escrito a los 17 años, y seguidamente publicó poesía, compuso canciones (“People who died” sonará en la película “E.T. El extraterrestre”), creó su propia banda con la que grabó tres álbumes, y escribió dos libros más, convirtiéndose en un ícono para la juventud norteamericana.

Quizás su experiencia sirva a los chicos de ahora para comprender que la droga es un placer que irremediablemente lleva a la desgracia… y solo unos cuantos tienen la suerte de salir de ella.
Luis Guillermo Cardona
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9
21 de julio de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un viaje turístico que realiza a Grecia, en el templo dedicado a Apolo, el profesor Arthur Chipping vuelve a encontrar la célebre frase “Gnothi seauton” (Conócete a ti mismo). Palabras que le vienen como anillo al dedo, porque, si alguien será ejemplo de autoconocimiento, franqueza e integridad absoluta, en aquel colegio Brookfield al que ha llegado a cumplir labores docentes desde 1924, será él mismo.

Conocido por sus más allegados como Mr. Chips (Chip in en inglés significa ayudar, servir, contribuir) y por sus alumnos como “Ditchy” (contracción de dull-as-ditchwater: “pesado como agua estancada”, alusión a quien resulta aburrido o molesto), es este un profesor que requiere tiempo para decantarse y para que todo el mundo sienta que tiene a su lado a un ejemplar humano digno de ser imitado, y sobre todo, tomado en serio.

En aquel viaje a la antigua Grecia, Chips volverá a tropezar con una cantante de music-hall con quien no le fue muy bien en su primer encuentro, pero con quien pronto conecta de una manera inimaginada para ambos. Katherine resulta abierta, llena de interés por el conocimiento, es dulce y simpática, y sabe reconocer enseguida a un hombre realmente interesante. Y así, comenzará una memorable relación afectiva y de trabajo, que quedará sembrada en los corazones de aquellos esperanzados estudiantes… y también en nosotros los espectadores, abiertos de corazón a los seres humanos que demuestran vocación, bondad y denodado esfuerzo.

En una impecable recreación de época, con unas pocas canciones que encajan debidamente con el ambiente, unos diálogos elegantes y a ratos exquisitamente divertidos, y en especial, con un puñado de magníficos personajes que consiguen acariciarnos el alma, esta nueva adaptación de la novela de James Hilton (el mismo de la memorable “Horizontes perdidos”), me resulta supremamente agradable, me llega hasta las fibras más hondas y me devuelve el profundo cariño que siento por Peter O’Toole, un actor ante el cual me quito el sombrero. Memorable también Sian Phillips (casada con O’Toole por aquel entonces) como la alocada y oportuna Ursula, amiga de Kathy, compañera de music-hall y cómplice de alguna aventurilla.

Herbert Ross logra un encomiable debut como realizador, demostrando después que tenía talento para rato. “ADIOS, MR. CHIPS” es uno de esos filmes que no dejo de recomendar a todos los educadores.
Luis Guillermo Cardona
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4
19 de julio de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Tenía miedo de que te parecieras a mi”. Esta es una de las pocas frases sensatas que escucha uno a lo largo de esta monótona e irrelevante película que ha significado el debut en la dirección del mexicano Guillermo Arriaga, mejor conocido como guionista de algunos importantes filmes como “Amores perros” o “21 gramos”.

Escrita en los mismos términos de la tríada de posterior confluencia, la fórmula no funciona aquí, ni de lejos, con la efectiva sustancialidad que sí tiene el filme de Alejandro González, por ejemplo. En “LEJOS DE LA TIERRA QUEMADA”, los pasos de una situación a otra son, con frecuencia, demasiado abruptos, y este método narrativo termina por apagar cualquier resquicio dramático que se intenta generar. Para tener una idea, obsérvese la escena en la que, el papá de Mariana, al enterarse de que Santiago se está acostando con su hija, sale iracundo en busca del muchacho… Punto álgido = clima muerto.

De otra parte, Sylvia/Mariana, la principal protagonista –convertida en dos hasta en el tráiler- es uno de los personajes más pobres y desubicados que hayamos podido ver en mucho tiempo. Su comportamiento resulta tan burdo, primitivo e improcedente a todo lo ancho de la historia, que nos da la impresión de haber sido sacado de las tribus salvajes del siglo XIX. Se nos da la idea de que pertenece a una familia moderna, aunque la mamá es algo salida de tono a sabiendas de que carga, como su marido, con un mal que deteriora su vida sexual. Gina calla y no enfrenta, actúa por instinto y falta con gravedad a la prudencia. Por fortuna, el hombre que ella encuentra para volver a amar, es lo bastante maduro como para entender que las huellas del cuerpo son, en su caso, crecimiento del alma, y así ella se siente valorada como toda mujer se merece. Este personaje, Nick (bien representado por Joaquim de Almeida) podría ser lo más adulto y edificante que ofrece la película.

El personaje de Santiago resulta también un tanto enclenque, y no se deja en claro si comparte responsabilidades con la chica, puesto que, en un rápido plano general lo vemos a un costado, pero nunca sabemos de su compartimiento posterior. Cuando Mariana es ya una mujer adulta, maneja con habilidad un fino restaurante, pero como ser humano deja todavía mucho que desear. Y no resulta, para nada creíble, que pueda por ahora hallar la redención. Final forzado y bastante plano.

Arriaga no ha conseguido que su historia cuaje y las estupendas actrices con las que ha podido contar (Charlize Theron y Kim Basinger) no tienen aquí ocasión de demostrar en lo más mínimo lo que son capaces de hacer.

Y si, en muchas ocasiones, entregarlo para su crianza a otra persona es el mejor regalo que se le puede hacer a un hijo. A veces, reconocer la propia incompetencia, puede ser un rasgo de madurez.

Título para Latinoamérica: “FUEGO”
Luis Guillermo Cardona
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8
2 de mayo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, era un bocazas, un jactancioso, un burletero, un mujeriego… y de seguro muchas otras cosas. Pero aún, es el boxeador más grande de la historia, y fue un hombre comprometido con los derechos civiles como muy pocos deportistas lo han sido en época alguna.

Ya que odiaba llamarse Cassius Clay por considerarlo nombre de esclavo, al convertise al islamismo se le asignó el honroso nombre de Muhammad Ali, que él comenzó a llevar con el mayor orgullo. Por esta razón no bebía ni fumaba, y así -además de la soberbia-, el otro pecado capital que jamás pudo vencer fue el de la lujuria, porque las mujeres hermosas lo ponían siempre a pararse en la cabeza.

Amigo del gran orador y líder por la causa de los afrodescendientes, Malcolm X, Ali hizo suya esta lucha y tomó toda suerte de riesgos para no traicionar sus principios bajo ninguna circunstancia. Por esto, se negó rotundamente a ser reclutado para luchar en la guerra contra el Vietnam, pese a que podía ser condenado a cinco años de cárcel y a una multa de diez mil dólares. Su declaración fue contundente:

"¿Por qué me piden que vaya a diez mil millas de mi casa, a tirar bombas y a abalear a gente de piel oscura, mientras los negros de Louisville son tratados como perros y se les niegan hasta los más simples derechos humanos? No voy a ir a incendiar y a asesinar a otra nación pobre, solo para que los esclavistas blancos continúen con su dominación".

Esta era la voz de un hombre comprometido, derecho, con conciencia de clase. Y al saberlo así, su megalomanía sonaba a broma, a rezago infantil y a ese afán provocador que juega su rol en el negocio publicitario. Porque, otra cosa que no puede negarle nadie, es que Muhammad Ali tenía un estupendo sentido del humor:

"Soy tan rápido, que anoche en el hotel apagué el interruptor de la luz… y me metí en la cama antes de que el cuarto estuviese a oscuras”.

En “ALI”, Michael Mann nos muestra al ser humano con todos sus matices, y hace tanto o más hincapié en su compromiso político y en su quehacer personal, que en su carrera boxística ya harto conocida por todos. Siento que podrían sobrar algunos metros de película, pero en general, el filme brilla con esa semblanza humana hecha con gracia y sensibilidad. Y sin duda, consigue que veamos la grandeza de espíritu que había en aquel campeón que aún continúa haciendo historia.

Título para Latinoamérica: “MUHAMMAD ALI”
Luis Guillermo Cardona
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