Bueno…
No mucho decir salvo que no merece la pena. Es una película de bajo presupuesto, pensaría que rodada en poco más de 6 semanas, que está hecha a medida de Kevin Hart, sobreactuando en todo momento, y que ni siquiera John Travolta o Jean Reno son capaces de salvar.
En un primer momento pensé que la dirección no era la de una película de acción porque no pretendía serlo, pero para eso tendría que poder clasificar la película, y no puedo; a no ser que recuerde aquellas de Eddie Murphy que eran, única y exclusivamente, para aumentar su ego.
Nada, nada…
No la veáis.

Leí las críticas profesionales, que son de las que me fío habitualmente, y me indujeron a ver la película. Luego leí las no-profesionales y pensé que había demasiada diferencia.
No sé si hemos visto el mismo film.
No es que se deje ver, es que además es buena.
¿No nos creemos que haya una apache que sea capaz de enfrentarse a un Predator? ¿Por qué no? Hay innumerables películas de héroes que se enfrentan ellos solos a un ejército, y nos parecen fantásticas.
Es buena…, de verdad.
Los efectos especiales están bien, el guión también, la dirección y la interpretación también; el montaje y la fotografía también. No sé…, no hay nada de lo que cojee, salvo que queramos buscar pegas, que entonces las encontramos hasta en el “El Padrino”.
En resumen, aconsejo que la veáis y luego opinéis. A lo mejor no tiene un 7, pero tampoco tiene un 2.

A lo largo del metraje pensé varias veces si no hubiera sido mejor otro actor para dar vida al personaje que interpreta Richard Gere; tal vez Harrison Ford, o Tom Hanks o Al Pacino, no sé, casi cualquier otro; hasta que llegué a los títulos de crédito y descubrí que uno de los productores era Richard Gere.
No es una buena película, a lo mejor para pasar el rato pero para poco más. Podemos descubrir en ella algunos buenos momentos pero son muy pocos, la mayoría no alcanzan para sostener el interés porque apenas pasa nada, no sabes hacia dónde te quiere dirigir ni tampoco sabes de dónde viene.
En esta película Oren Moverman nos presenta la historia de un "sin techo" en Nueva York; y lo hace desde la distancia, con planos lejanos, desde dentro de lugares a través de ventanas, de calles, a través de gente, pero siempre a muchos metros de distancia. Sin banda sonora, solo las conversaciones de la gente que se mezcla con las del protagonista, y siempre desde la lejanía, como si este hecho le hiciera inexistente a ojos de los que se encuentran cerca.
Pero esta buena idea no consigue llevarla a buen término. La película es todo un compendio de buenas intenciones, con una parte técnica difícil de criticar, con algunos magníficos planos, y una buena fotografía; pero que cuando pretende ahondar en sentimientos se limita a rozar la superficie. Richard Gere hace uno de los mejores papeles que le he visto hacer, pero es que Richard Gere no sabe hacerlo mejor; y aunque está bien dirigido (al menos eso creo); el guión no le acompaña lo suficiente: demasiados silencios en los que su expresión, o su movimiento, o su mirada son los que deberían hacernos sentir lo que está interiorizando; pero que como he dicho: no lo consigue. En ningún momento consigues identificarte con el personaje, no te importa lo que le suceda, y en este sentido Moverman sí que logra su "objetivo": Richard Gere se nos torna poco menos que "invisible".

No es una película de drogas más, es otra magnífica película de drogas como ya lo fue "Traffic".
Es un nuevo retrato, tan duro y corrosivo como lo fue la gran película de Soderbergh, pero ahora sin introducirse en las ramificaciones que pueda tener la droga, sino haciendo más hincapié en la lucha de los países y de los gobiernos contra esa lacra.
Villeneuve nos introduce, a través de la protagonista, con los ojos todavía limpios y casi vírgenes considerando que la lucha contra los cárteles debe mantenerse siempre en el mismo margen; y, a través de ella, también descubrimos que las líneas no existen, que son tan delgadas y finas, que traspasarlas es sencillo y en ocasiones necesario.
Poco a poco vamos introduciéndonos en un mundo donde la vida no tiene ningún valor, la lucha como la consideramos no tiene ningún sentido y es inevitable, si queremos seguir en el partido, saltarnos la reglas éticas, morales y de cualquier otra índole, en las que creamos.
Benicio del Toro borda su trabajo, el de un asesor de la operación que desde el primer momento observamos que es algo más que un consejero. Su papel es desarrollado poco a poco, y a esa velocidad (a la que quiere Villeneuve), descubrimos la realidad de la función que desempeñará a lo largo de la cinta.
Josh Brolin hace lo propio, también magnífico, el de un agente de la CIA que tiene claro que "el fin justifica los medios"; y que el objetivo debe cumplirse porque lo que hay es una guerra contra el narcotráfico, una guerra donde prácticamente todo vale.
El personaje de Emily Blunt es el de una agente del FBI que descubre poco a poco que la lucha contra los cárteles no es tan "limpia" como todos creen, sin embargo, no sé si es por la dirección, por la interpretación o por el guión, me da la impresión de que en algunos momentos le falta coraje, fuerza..., todo lo contrario de Del Toro, que cada vez que aparece llena la pantalla.
Eso no diluye para nada la grandísima película que es Sicario: magnífica dirección, magnífico guión, magnífico montaje, magnífica fotografía; estamos en definitiva ante una gran película que no deberíamos dejar de ver.

Es una pasable película que se queda en un “Quiero y no puedo”. Su nota es de 5 porque 5,5 no se puede poner; así que al menos aprueba holgadamente.

Tenemos en retrospectiva la vida de un hombre, la de Calvin Barr. Sus miedos, sus deseos, sus esperanzas, sus intenciones, sus secretos, en esencia la vida de cualquiera. Pero para Krzykowski, Calvin no es cualquiera, y como no lo es, quiere dotarle de la importancia que tiene. Tenemos delante al hombre que mató nada más y nada menos que a Hitler y a Bigfoot (dos por el precio de uno). Del primero poco hay que comentar, pero es que del segundo tampoco. Así que, con esta primicia Krzykowski nos introduce en parte de la historia de una vida, al menos la parte que la justifica.

El problema que tiene es que, aún con todas las buenas intenciones que se le presumen; la película no llega, no la sientes, la percibes pero lejos, como si te rozara, como si no ahondara en lo que siente su protagonista.

Hay una parte que la compras porque no te queda más remedio, pero que no te la venden, o te la venden muy mal. Y es curioso porque aunque la historia es buena, la película se tambalea.

Es como una silla a la que le faltara una pata. Se sostiene por las interpretaciones (la de Sam Elliott es magnífica); por una buena dirección, que la tiene; por una buena banda sonora y una buena fotografía; pero se cae con el guión, esta es la pata que no encaja. No está hecho para lo que está contando, como mucho está hecho para lo que está narrando, pero detrás hay algo que quiere que el espectador perciba, y el problema es que el espectador no llega a hacerlo. En cualquier caso, aunque el guión flojee en bastantes momentos todo lo que resta es suficiente para aprobar.
Resumiendo, que hay que seguir a Krzykowsky al menos como director, y no tanto como guionista.