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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
2 de mayo de 2018
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un profético, audaz e iconoclasta Rossellini hace saltar los resortes de la ortodoxia clásica suscitando en su momento el enfado y ninguneo de un público cegato e intransigente con todo lo que no pueden captar y, por otro lado, este genial cineasta despertó la admiración de los críticos de Cahiers (con su "padre" Bazin como figura más destacable) y dio lugar a elocuentes comentarios como "esto es lo nuevo, abre una grieta en el cine" (Rivette). Más que el lúcido retrato de una aburrida pareja burguesa al borde del divorcio, la cinta es todo un viaje introspectivo, una " disección" del alma de estos personajes, de tal forma que no esperemos encadenados, elipsis u otro tipo de recursos más familiares, sino que puede dar la sensación más bien de un estilo "impresionista", anárquico y deslavazado, a base de retazos, con un aparente tono documental ( no es un documental ni nunca pretendió serlo, Rossellini no filma una "visita turística", sino que plasma en impactantes imágenes la huella indeleble que va a dejar el viaje sobre este matrimonio inglés. Estremecedoras secuencias como la visión casi nihilista de la silueta de la pareja de enamorados muertos en Pompeya o las titánicas esculturas del museo, con las que Ingrid Bergman siente el "vértigo del tiempo",y la empuja, por reflejo, a ver cara a cara a la muerte, una muerte que ya Roberto Rossellini había sugerido metafóricamente en el arranque de la película con este matrimonio "tumbado" en hamacas separadas, apáticos e indolentes y esbozando una conversación anodina e intrascendente, casi sonambúlica, puntuada por silencios y que refleja con claridad la incomunicación y el choque de dos voluntades antagónicas (él, un cínico y pragmático burgués, ella, un ser sensible, una mujer desdeñada y soñadora), escena de la que supongo que tomaría buenas notas Antonioni. En esta escena Roberto Rossellini hace un guiño al relato de Joyce "Los muertos" y, curiosamente Joyce es el apellido de este matrimonio. Paradójicamente, el viaje, lejos de suponer ocio y contacto, sitúa a la pareja al borde de un abismo que aún no habían atisbado por el poco contacto que habían tenido causado por el trabajo de él. Comprueban en este viaje que no tienen nada que decirse, que su matrimonio ha sido una farsa y deciden flemáticamente separarse, una separación que de hecho ha existido desde que se conocieron (lo inferimos nosotros, los espectadores). Tras la drástica decisión, cada uno deambula por las calles, pero sin saber qué buscar, como dos espectrales autómatas. Él se llevará un fiasco sentimental y ella, agobiada por impactantes imágenes fúnebres en su itinerario turístico, regresa exhausta y deprimida. Magnífica la secuencia, ya en su residencia, en la que su marido regresa y los dos, inhibidos por un pudor receloso, son incapaces de acercarse y solo logran esbozar un diálogo hipócrita, sumario e intrascendente. El hecho de que un fortuito tumulto que acontece en la calle los separe y los una después no significa, ni mucho menos, un final feliz, porque estos esporádicos momentos de reconciliación solo tienen lugar en los momentos más dramáticos e incluso fúnebres como sucede en las tumbas de Pompeya, ante la visión atroz de la silueta en la arena de los dos amantes muertos, fundidos en un patético abrazo. Una aureola fúnebre circunda toda la cinta desde el comienzo hasta el abrazo final. Parece que Rossellini nos viniera a decir que la única realidad es la muerte, que ese fantasma no lo podemos ahuyentar relacionándonos con otra persona, que estamos irremediablemente solos, que es necesario ver la muerte de frente, que el único viaje que existe es interior. Ese viento indolente en las ruinas de Pompeya, los silencios...esa es la verdad y la catarsis para Rosselini..y para muchos de nosotros. También tomó nota Antonioni de esto. Cine puro, esencial, el de este genio, Rossellini, un cazador de epifanías.
6 de febrero de 2018
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Explosivo cóctel, curioso híbrido de cuento de horror y de comedia loca ,sátira corrosiva e irreverente, pesadilla kafkiana con un cierto aroma de film noir (asfalto húmedo, penumbra en interiores, fatalidad, atmósfera pesadillesca, mujeres liosas…), toda una empresa a priori arriesgada de la que sale airoso un inspirado Scorsese y que por diversas razones se ha convertido en una cinta de culto que no ha perdido un ápice de fascinación con los años transcurridos.
La premisa inicial, un descenso a los infiernos (los suburbios neoyorquinos) sufrido por un joven trabajador de una empresa informática muestra una fauna urbana variopinta con chicas alocadas y casquivanas, moteros gays, hercúleos porteros de discoteca, punkies, taxistas rumberos un tanto kamikazes,,, que difiere de la fauna más sórdida exhibida en Taxi driver (maleantes, putas, proxenetas, traficantes…), con un tono engañosamente desenfadado que no oculta la punzante y corrosiva sátira de una década, los 80, fértil en la crianza de curiosas especies como los punkies, las neohippies, estas, ni reivindicativas ni disidentes, ya no esgrimen los fetiches de Janis Joplin en sus camisetas sino que están pendientes de la conjunción de los astros (Rosanna Arquette le pregunta a Dunne por su horóscopo, para inferir así la velada que les espera) o adolecen de un alarmante complejo de inferioridad, como la chica de la furgoneta de los helados, o la incipiente movida gay, reflejada en unos moteros que se morrean impúdicamente en el bar y que poco tienen que ver ya con los que copulaban con sus chicas en Easy rider.
Bajo el falso empaque de comedia alocada, hay un sustrato de mala uva y mordacidad con clara intención satírica, por no hablar de todos los referentes, explícitos o sugeridos que aparecen , tales como el que la vincula a una joya del noir, Detour, en la que su atribulado personaje vivía una pesadilla similar, de infortunio en infortunio, como el Cándido de Voltaire. Otra alusión, más elocuente, que se erige como símbolo humorístico de la pesadilla vivida por Dunne es El grito de Munch, aquí en forma de estatua de escayola. La persecución final (casi linchamiento) es un homenaje a Cops, de Buster Keaton. Otra cita, a Henry Miller, del que una despampanante Rosanna Arquette dice de memoria el comienzo de su Trópico de cáncer ( libro que lee en el bar) a Dunne. Magnífica secuencia , por cierto, con un acercamiento tan natural y espontáneo de los dos, que me trae a la memoria inmediatamente la invitación a salir por parte de De Niro a Cybill Shepherd en Taxi driver, otro encuentro soñado ( y frustrado).
Algunos estilemas de Scorsese, como el de la camara giratoria en ligero picado sobre un personaje me han parecido a veces un dechado gratuito de estéril virtuosismo, pero no así en After hours, porque congenia oportunamente con el elemento claustrofóbico y enrarecido del film.
La ralentización en el vuelo del billete que pierde en el taxi y el consiguiente estupor mudo de decepción de Dunne es otra estupenda escena.
Divertidísima también la secuencia de la discoteca punky, donde Dunne sale parcialmente trasquilado, y delirante la confesión de Rosanna Arquette , cuando expone a Dunne los bizarros motivos que le llevaron a abandonar a su anterior pareja.
Huye también la cinta de cualquier veleidad romántica que pueda asomar en algún momento, como en el citado encuentro en el bar de Rosanna Arquette y Dunne, porque si bien al principio ella aparenta ser una chica culta y encantadora, luego se revelerá como una tonta casquivana que provocará el intento de huida frustrado de Dunne. La otra chica, la del camión de los helados es, si cabe, más patética aún en su comportamiento casi infantil y traumático, de enfermiza susceptibilidad.
Vamos, Scorsese no deja títere con cabeza, todos pasan bajo su implacable guillotina y de esta manera lo que en principio apuntaba como comedia desenfadada se transforma en una irreverente y corrosiva sátira de una década tan cercana a la actualidad, por su frivolidad, el culto exclusivo al cuerpo y la burda idolatría a las modas.
Muy buena la ambientación y recreación suburbana reflejada en la penumbra parecida a un burdel barato de la habitación de Rosanna Arquette, , en la discoteca punky, cutre y ruidosa a más no poder, en el bar, en las calles semidesiertas a horas intempestivas…, en el asfalto húmedo y la luz tenue del alumbrado…
Al fin y al cabo, tanta desdicha de un tipo que no solo no se come un rosco esa fatídica noche, sino que está a punto de ser trasquilado y linchado , regresar al trabajo cubierto de polvo de escayola debe ser un mal menor..irónico y acertadísimo cierre de una película genial.
7 de mayo de 2018
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando adjudicamos una etiqueta a un cineasta, parece que lo confinamos en un estilo, definiendo así su obra con estos parámetros cerrados. A Hitchcock se le reconoce convencionalmente como "el mago del suspense", y me pregunto si el suspense es lo más relevante de su extensa filmografía. Si nos ceñimos a la "etapa americana", nos hallamos ante productos singulares que trascienden ese suspense, dejando su huella por motivos de mayor enjundia y calado, como sucede con Vértigo, un drama de fúnebre y metafísico romanticismo que oscila entre el mundo de los muertos y el mundo de los vivos y su coexistencia, como si los límites entre los dos mundos (vivos y muertos), fuesen difusos o cuanto menos, ambiguos. Ya en su primera cinta americana, el genial cineasta inglés había andado por ese sendero metafísico, con el nombre y el indeleble recuerdo de la difunta Rebeca resonando en la conciencia de los personajes, hasta llegar a convertir a la desaparecida en la principal protagonista, sin necesidad de presentarla en imágenes.
North by northwest puede verse como un guiño cómico a ese tema del "ausente", tan caro a Hitchcock. En este caso, Kaplan, un espía, no viene de un virtual "más allá", sino que es un señuelo creado por la CIA para confundir a Vandamm ( James Mason) y sus secuaces, pero el azar o el destino involucra directamente a Roger Thornhill (Cary Grant), un ejecutivo del mundo de la publicidad que verá peligrar su vida desde los primeros compases de la película hasta el final. No podía faltar en este atribulado periplo un amor, encarnado por una de las rubias que tanto obsesionaban a Hitchcock ,Eva Marie Saint (Eve Kendall), un agente doble que al inicio muestra un aire de "femme fatale" del noir, pero no puede evitar enamorarse de un encantador Cary Grant ,que realiza una de sus mejores actuaciones, evocando en nuestras conciencias cinéfilas sus más brillantes momentos en las "screwball comedies". Y aquí quiero detenerme para mostrar lo débil y superficiales que llegan a ser las etiquetas, sobre todo cuando tratamos con una personalidad tan compleja y casi inabarcable como la de nuestro orondo y genial cineasta inglés, aureolado como "mago del suspense", pobre y convencional etiqueta que no hace justicia a su maestría, porque además de su incuestionable maña para suspender nuestra atención con acciones trepidantes o silencios y esperas larguísimas, nos ha hecho reír desde su "etapa inglesa" (39 escalones, Alarma en el expreso, etc), con un talento equiparable al que atesoraban Hawks, Preston Sturges o los geniales Hermanos Marx. Lo podemos comprobar con los primeros 5 minutos de North by northwest, desde el instante que Grant sale del trabajo. La conversación que sostienen él y su secretaria es digna del alado cinismo, inventiva y demás piruetas conceptuales de Groucho Marx, un humor que alcanza en algún momento tintes casi surrealistas.. A la salida del trabajo, Grant , mientras va acompañado por su secretaria, se cruza por los pasillos con un amigo, y le dice: "Saludos a tu esposa", y el otro le responde: "No nos hablamos". Luego Grant continúa dando indicaciones que son anotadas diligentemente por su secretaria, de esta guisa: " Envíele ( a un cliente) una caja de bombones envuelta con papel dorado, así se hará la ilusión de que está comiendo dinero". Luego, ya en la calle, se cuela, apartando a un usuario, con excusa fingida, para entrar con su secretaria en el taxi. Ella, avergonzada, le recrimina diciendo: " Pobre hombre" y Grant le contesta: " Tranquila, ahora ese individuo estará orgulloso de haber sido un buen samaritano". Y continúa Cary Grant: " Me veo un poco subido de peso, ponga en mi oficina un letrero que ponga " No engordar" y la secretaria, haciendo gala de un servilismo congénito, anota "No engordar". Y bien, ¿esto no es puro Groucho Marx? ¿ no es Hitchcok, además del "maestro del suspense", un " maestro de la comedia"? Es más ¿ en estos desternillantes y casi surrealistas diálogos preñados de cinismo y gracia alada no hay una sátira despiadada al desmedido capitalismo, donde las relaciones con los otros no son más que relaciones económicas?. En apenas 5 minutos, Hitchcock lanza un dardo venenoso a la hipócrita sociedad del consumo. ¿ Cuándo habéis visto algo similar en una cinta de acción y suspense?. Indefectiblemente nos tenemos que remitir a Groucho Marx y a las screwball comedies de los años 30 y 40.
La película será recordada más por míticas escenas de acción como la de la avioneta en los maizales o el vertiginoso final, con la guinda de una de las más afortunadas elipsis que nos regalado el cine, pero a mí ese comienzo me parece de las cosas más divertidas que visto nunca. Hitchcock, "maestro del suspense", cierto, pero "maestro de la comedia", también.
14 de enero de 2018
56 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puro artificio de epidérmica critica social preparado para cosechar premios (tampoco hay mucho donde elegir), además poco creíble, con todos los clichés de rigor: rudos polis racistas, un enfermo de cáncer, población suspicaz y llena de prejuicios, avispados publicistas, inverosímil folletín servido en bandeja para que se luzca la Mc Dormand, por cierto , alarmantemente demacrada y envejecida.
Otra cosa, el mal gusto y el efectismo gratuito ya habitual en los últimos años: esputo de sangre en plena jeta de la Mc Dormand ( ya sabemos que el poli está mal, pero se lo podían haber ahorrado...la novia jovencita con la que sale el marido "huele a mierda" (¡qué finura, qué delicadeza de lenguaje la de la Mc Dormand!), los curas, claro está, bajo su máscara hipócrita ocultan al infame pederasta (! qué original!), vamos, que no te tragas nada,
y la sensación de que esta película ya las visto otras veces, a saber , aquellas que tienen como protagonista al desesperado que clama sus derechos enfrentándose a un sistema negligente y hostil.
No me creo nada, nada me conmueve, todo se desmorona en este pestiño que huele a refrito de los Coen ( por lo menos Fargo sí me parece una buena cinta) y las roads movies de asilvestrados y casi desérticos paisajes con la música country de rigor, como bien se ha señalado en otra reseña, con atmósfera similar a una reciente película, Comanchería .
No sé qué demonios ven los críticos en este tan adocenado producto prefabricado para las próximas nominaciones de una Academia con el últimamente habitual menú entre las candidatas del drama homosexual, del supuestamente rutilante musical o las road movie de rigor, ( ya se sabe, la rentabilidad de las modas) como esta película olvidable.
Por otro lado. las elogiadas actuaciones , tampoco es para tirar cohetes, la Mc Dormand con cinta en la cabeza a lo Rambo y ese rictus desabrido de fémina ajada me da risa o el poli enfermo , Harrelson, de facciones desencajadas y andar pesado me invita a pensar en una mala parodia de Marlon Brando en El Padrino.
Nada nuevo, todo chirría en su inane estridencia y se olvida como una traca final de fuegos de artificio.
Mis tres anuncios:
1º. No es necesaria la sangre para mostrar los efectos devastadores de una enfermedad terminal, ni soltar tacos gratuitamente.
2º Evitar manidos tópicos, por ejemplo, esos estereotipos del poli racista, el cura pederasta, sino más bien profundizar coherentemente en la ambigüedad de la conducta humana, inquiriendo sus recovecos...
3º Quédese en casa, hace mucho frío..
14 de mayo de 2018
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dave Bannion (Glenn Ford), un honesto policía, pierde a su mujer, que no sobrevive a un explosivo letal que en principio estaba destinado a su marido, un Ford que al inicio de la película trataba de esclarecer una escabrosa trama de corrupción que tiene como primera víctima a un compañero de trabajo que se suicida. La muerte irreparable de su mujer espolea su deseo de justicia y venganza. Apartado del cuerpo de policía por sus corruptos compañeros, tendrá que actuar por su cuenta para perseguir a los ejecutores del crimen. Gloria Grahamm, vive en un mundo de apariencias, rodeada de repulsivas "sanguijuelas". La vemos en los primeros compases de la cinta agitando una coctelera (primer plano de la coctelera y luego prodigioso encuadre de ella) mientras menea sus caderas a ritmo de una música que suena en una de las fiestas del abominable jefe de Lee Marvin , y a continuación ilustrando y satirizando el servilismo congénito de los matones con una irónica y burlona reverencia dedicada al jefe. Grahamm, novia del villano Lee Marvin ( mano derecha del jefe) recala en la vida de Glenn Ford, tras un encuentro en un bar. Ella quedará horriblemente desfigurada por su abominable novio (magnífico Marvin en su papel) y luego buscará refugio en un Glenn Ford que le ofrece protección, mientras éste continúa con sus pesquisas. La venganza, llevada a cabo por Gloria Grahamm en los postreros compases de la cinta, matando a una de las encubridoras de la trama de corrupción y luego arrojando el café hirviendo a Lee Marvin, y pagándole así con la misma moneda, es uno de los gestos heroicos más impactantes y emotivos que uno recuerde.
Nunca me ha parecido tan convincente Glenn Ford como en esta maravilla de Lang. Es capaz de actuar solo con la mirada, en un asombroso registro que oscila entre la ira, el dolor contenido y la ternura evocadora en la escena final con Grahamm. Hay una escena que refrenda su portentosa interpretación. Se trata de aquella secuencia en que proyecta una mirada acuosa de dolor reprimido mientras aprieta los labios, sobre su casa ya desamueblada tras la muerte de su esposa.(Fritz Lang traza una prodigiosa panorámica en vacío )
Desgarradora cinta, probablemente la más dura de Fritz Lang, un noir amargo y violento, sin concesiones, pero con ese fulgor esperanzador que parece que lleven consigo todas las grandes obras de arte. Gloria Gahamm (interpretación memorable) se despide de este mundo retorcida de dolor, tras dos disparos letales de uno los mejores villanos del celuloide, Lee Marvin (nuestro inolvidable "Liberty en la cinta mítica de John Ford), pero en esos instantes finales aún nuestra heroína tiene la oportunidad de corregir en su imaginación su dramática y desdichada vida escuchando el relato de la envidiable e idílica vida matrimonial de un Glenn Ford que le ofrece así el mejor regalo como compensación al heroísmo romántico de este mujer humillada y marcada brutalmente en su rostro con una horrible cicatriz, indeleble huella que dará un giro a una dramática vida que de alguna manera ha tenido sentido por su ejemplar gesto altruista, dar la vida por un amor imposible ( Glenn Ford), pero no por ello, menos real. "Debió ser una mujer maravillosa" ( refiriéndose a la mujer asesinada de Glenn Ford), le dice ella mientras agoniza tendida en el suelo... " Voy a morir, ¿no es así?" le dice ella. " Si te dijera que vas a vivir 100 años más, te mentiría", le dice un Glenn Ford que sigue evocando su sencilla idílica vida sentimental con la mirada acuosa de incipientes lágrimas, pero esbozando una encantadora sonrisa que emana del recuerdo de los momentos felices con su difunta esposa. Pocas veces se ha reflejado en el cine un amor platónico de forma tan convincente y conmovedora, con ese desgarrador lirismo del recuerdo, de la evocación que parece refutar la muerte..
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