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Críticas 769
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
26 de enero de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los dramas judiciales son un tipo de películas que ya por sí mismos conforman un género en sí mismas. Se han visto de todo tipo: desde las de Perry Mason hasta las que se basan en novelas de John Grisham y no hay actor que quiera ser de prestigio que no haya tenido que interpretar a un abogado. La verdad es que uno puede decir muchas cosas sobre ellas, lo que no se puede negar es que casi siempre son muy entretenidas.
Esta no es una excepción. Se trata de un drama judicial bastante entretenido, con un gran reparto y una trama muy realista. De hecho, lo es tanto, que se trata de un caso verídico que pasó en Estados Unidos. Personalmente, a mí me gustó mucho este film porque no responde exactamente a los cánones ni estereotipos de este tipo de películas (ver spoiler) Se trata de una película sobria, realista y muy bien escrita e interpretada. Con un reparto muy brillante en el que sobresalen nombres como William H. Macy, Tony Shalhoub, Dan Hedaya, James Gandolfini o el gran Robert Duvall que secundan a un buen John Travolta, bastante menos sobreactuado que otras veces. Una película honesta que trata el tema de la contaminación de la Tierra por parte de las grandes empresas de una forma continua e impune hasta que un abogado se enfrenta a ellos. Y este enfrentamiento lo rueda Steven Zaillian equilibradamente, sin sobresaltos innecesarios, siendo lo más fiel posible a lo que debieron ser los hechos.
Travolta hace un buen papel como el abogado que pertenece a un bufete acomodado que sólo busca enriquecerse y que poco a poco va encontrando su conciencia y se va preocupando cada vez más por el caso hasta límites que antes seguro que no sospechó.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
* No se trata de una trama increíble, llena de florituras, con indagaciones de última hora, descubrimientos inculpatorios sorprendentes ni testigos de último momento que se derrumban en el atril ese o cómo se llame. No hay nada de eso.
24 de junio de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya hay pocas veces en las que te llevas una grata sorpresa por una película de la que no tenías noticias. Y para eso sirve Internet, para poder tener acceso a film que en España no se han estrenado o que son de difícil acceso. Esta película es una de esas sorpresas. Al ver que el director es Tommy Lee Jones y que completa el reparto Samuel L. Jackson, ya te da buenas pistas. Además si ves en los créditos que es una obra de Cormac McCarthy pues ya se supone que el guión ha de ser bueno.
La trama no puede ser más simple y el escenario más sencillo. Dos hombres hablan, tras el intento de suicidio de uno de ellos, sobre el sentido de la vida, la religión, el amor y la existencia. Uno desde una perspectiva religiosa y el otro desde una perspectiva atea. Sabiendo que la obra de McCarthy ya nos podemos imaginar cómo acaba la cosa y quién gana la batalla dialéctica, pero lo importante no es eso. Lo primordial es la visión devastadora de la existencia que tiene McCarthy y que impregna toda la obra. Desde el relativismo y el nihilismo más absoluto, el autor construye su discurso, con el que, según tu forma de pensar, puedes o no simpatizar. El autor establece un debate entre la espiritualidad y el nihilismo más radical, siendo aquella una postura ingenua (para el autor) y esta una postura sin esperanza. Así, ¿qué tiene sentido en esta vida? Y lo bueno es que McCarthy, aunque tiene una visión muy particular, no nos enseña el camino de su verdad. Nos deja al borde del abismo para que nos asomemos en él si queremos o nos demos la vuelta por donde hemos venido.
12 de enero de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
William Friedkin se siente atraído por las historias protagonizadas por personajes ambiguos, indefinidos y este film, por ahora el último en su interesante filmografía, no es una excepción. Aquí nos presenta lo que puede parecer la típica película de la caza al hombre, la persecución de un asesino sin escrúpulos por parte de su mentor. En ese particular,en la película se ven reminiscencias clásicas, la del maestro que tiene que detener a su mejor alumno porque se ha descarrilado. Lo que pasa es que Friedkin no nos toma por tontos ni nos sermonea sobre lo malo que es el personaje ni sobre lo censurables que son sus actos. Es más, nos lo presenta de tal forma que, si bien nunca se llega a comprender sus acciones, al menos sí se presentan de una forma lógica. Ese es el gran éxito de Friedkin: huye del maniqueísmo. Ni el malo es tan malo ni el bueno es tan bueno y los dos tienen acciones de las que no deben sentirse muy orgullosos. Y todo esto lo hace con muy pocas líneas de diálogo porque a los personajes se les entiende mejor por sus acciones.
En fin, que sin sermonear, Friedkin nos enseña que si crías cuervos te sacarán los ojos, que la violencia engendra violencia y que el poder te exprimirá todo lo que pueda y que cuando no le sirvas, te dejará tirado sin remisión. Por lo demás, un buen trabajo de Tommy Lee Jones y Benicio del Toro.
5 de agosto de 2012
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una pena lo poco que ha evolucionado nuestro cine. Es cierto que desde un tiempo a esta parte algunos directores jóvenes se han dado cuenta de que tenemos algo más que contar aparte de las repetitivas películas sobre la Guerra Civil y las típicas producciones con alto componente sexual, estilo el "destape de los setenta". Parece que MArtínez Lázaro sigue pegado a ja tradición más rancia de nuestro cine. Hace unos años realizó una película sobre la Guerra Civil (muy buena eso sí) como "Las trece rosas" y ahora nos da el otro reverso de la moneda: una película en la que lo único interesante es el cuerpo de Verónica Sánchez.
La película trata de una chica que no disfruta del sexo y que se ha resignado a tener una vida sin apetito sexual, hasta que se cruza en el camino un amigo de su novio que le hace poner los ojos blancos de placer. Esa es la historia, ya está. Como la historia da para poca cosa, el director tiene que rellenar la cinta con escenas del (por otra parte espléndido) cuerpo desnudo de Verónica Sánchez. Es lamentable que a la altura de siglo que estamos, aún se busque el reclamo de escenas subiditas de tono para que la gente vea tu película, porque eso es lo único que tiene el fin: no menos de media docena de escenas de sexo. Que está muy bien pero que es poca cosa para una película porque el guión y las supuestos gags son bastante tristes y los enredos amorosos son ya de una comicidad pírrica.
Además la película es de un machismo que tira para atrás. Tres ejemplos: El personaje femenino es el que separa a los amigos. Ellos están tan requetebién juntos, son amigos de toda la vida y es aparecer la chica y todo se desmorona. La culpable: ella. En segundo lugar, la película parece ser de la opinión de los machistas que piensan que cuando una chica dice "no" en realidad quiere decir "tal vez", porque mira que ella le dice veces que "no" al personaje de Alterio, pero él dale que dale y achucha que te achucha. Por último y siguiendo los cánones de las películas de Esteso y Pajares, a Verónica Sánchez se le ve hasta la campanilla y a ellos a lo sumo un cachete. El cuerpo de la mujer como reclamo. Todo muy triste y, sobre todo, muy antiguo y casposo.
En definitiva, que Martínez Lázaro parece haber perdido el don para hacer películas cómicas ("Los dos lados de la cama" y ahora esta) y parece estar obsesionado con el sexo y en vez de pagarse un psicoanalista hace películas pagadas con nuestros impuestos que le sirven como terapia. Por lo que se refiere a los actores Alberto San Juan y Ernesto Alterio tienen demasiado talento para perderlo en cosas así y Verónica Sánchez debe tener más aptitudes aparte de las que enseña en esta película.
Por último diré que la voz en off es de lo más cansino que se pueda uno imaginar, explicándonos las cosas como si fuéramos gilis, muy pesadita con la dichosa metáfora de la montaña rusa = sexo. Para esta película quizás sería más afortunada la del tío vivo: monótona, aburrida y predecible.
10 de julio de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo en el que Meg Ryan era la novia de América. Eso quedó ya hace mucho tiempo atrás (qué viejo soy ya). Y si nos ponemos a pensar… tampoco es que haya tenido una carrera cinematográfica que pueda restregar a sus detractores: “French Kiss”, “Prueba de vida”, “Cuando Harry encontró a Sally” y sus colaboraciones con Tom Hanks. Lo demás, para la quema. Y eso que las que he nombrado no es que sean una maravilla.
Ante la falta de proyectos, seguramente haya pensado que ya era hora de que ella se pusiera a los mandos y que hiciera una película, a ver cómo se daba. Y así nos llega “Ithaca” su debut en la dirección. Hay que agradecerle dos cosas: que no se ponga pedante en el manejo de la cámara y que dure poco. Esto quizá sea lo mejor. La historia de ese muchacho cuyo hermano se va a la guerra en Europa (II Guerra Mundial) es tópica y típica y se pone a trabajar de mensajero para ayudar a su madre que acaba de enviudar. Los diálogos son bastante mejorables (rayando la memez en muchas ocasiones) y algunas situaciones sobrepasan el ridículo*. Aparte, a la buena de Meg le da por poner escenas oníricas para trufar el film, que son anticlimáticas aunque quieran ser proféticas.
El reparto tampoco consigue elevar el nivel de la película: el chaval protagonista está bien, se esfuerza y hace lo posible con el material que le dan (tan edulcorado e infantil); y lo rodea de actores de peso como Sam Shepard, ella misma o su amigo Tom Hanks, que sale treinta segundos en total y dice cinco palabras. Supongo que la amistad llega hasta cierto punto.
En definitiva, que Meg Ryan se podía haber esforzado un poco más en su debut en intentar superar los tópicos, llenar de humanidad su cinta y conseguir algo más de personalidad en una película que naufraga.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Vamos a veeeeeeeeeeer…. Yo comprendo que el protagonista tenga mucho interés en su trabajo de mensajero y que se lo tome muy en serio… pero de ahí a tardar una eternidad en llevarle el mensaje de la muerte de su hermano a su madre es la monda. Además, ¿cómo llega tan pronto el compañero de su hermano a América? Es que llega antes que el telegrama, el tío. No es comprensible. Y Meg Ryan, su madre, no derrama ni una mísera lágrima, a lo mejor es porque el bótox no le deja.
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